Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

022

Al día siguiente me recibió con agujetas en todo el cuerpo, pero también con Jimin sentado en una de las sillas del comedor mientras leía un libro. Estiré mis brazos con una mueca de sufrimiento antes de bajar de la cama. Jimin alzó la mirada y apretó los labios para evitar reír cuando observó mi caminar como pato por el entrenamiento de ayer.

— Buenos días —anuncié, tomando asiento en la silla frente a él.

Jimin enderezó los hombros y se aclaró la garganta antes de fruncir el ceño y mirarme molesto.

— ¿Así que te ayudé a salir de la fortaleza? —él expresó—. Me debes muchas explicaciones, ¿recuerdas? Ayer mi hermano me tendió una emboscada para cuestionarme por qué te dejé salir.

— ¿Qué le dijiste? —pregunté, sintiéndome pálido.

— Pues lo que me pediste: te cubrí. Le dije que no estabas a gusto sin hacer nada, que te preocupas mucho por las víctimas y quieres justicia —se encogió de hombros—. Le mentí, pero no tanto.

— ¿Está molesto contigo?

Jimin soltó un suspiro.

— Un poco; dijo que si no le consulté, a menos debí informarle —me miró a los ojos—. Mi hermano expresó que no puede perderte porque eres de vital importancia para el caso. Sin embargo, gracias a que me has metido en este lío, me confió información de lo que está pasando.

— Lo siento...

— No, estoy contento —Jimin infló el pecho, con esa sonrisa tan bonita de él plasmada en su cara saludable y dulce—. Soy el menor de los seis, siempre se me ha tratado con mucha fragilidad. Soy muy valioso para el país, pero solo por mi físico. Y aunque sé que soy muy hermoso, eso no quiere decir que me agrada que me alaben únicamente por eso —sus ojos brillaron—. Soy muy inteligente, Taehyung, de verdad.

— Nunca he dudado de ello, Jimin —confesé—. No llevamos mucho tiempo conociéndonos, pero eres muy cálido y por ello sé que eres capaz de muchas cosas.

La sonrisa de Jimin se ensanchó.

— Gracias, Taehyung. Te aprecio mucho, así que, aunque podría considerarse traición, voy a apoyarte en lo que necesites con respecto a tus escapes y... las visitas de tu loquito.

— Payasín.

— ¿Cuál es tu problema? —Jimin bufó y me reí.

— No, mi loquito se llama Payasín –aclaré.

— ¿El sujeto que asesinó a un proxeneta y te salvó se llama Payasín? —Jimin alzó una ceja.

— No, no se llama así. Yo lo llamo así —luego añadí—. No sé su nombre, ni su rostro.

— Y confías en él.

Miré la ventana junto a nosotros, con la fortaleza despierta y lista para enfrentar un día más de trabajo y experiencias. Sin embargo, hoy parecían que todos estaban agitados por lo que miré a Jimin para cuestionar el por qué tanto movimiento.

— La Vanguardia de la Sombra está trabajando.

— ¿La Vanguardia de la Sombra?

Jimin siguió mi mirada antes de contestar.

— Es el clan que se encarga de limpiar las acciones de mi hermano.

— No entiendo qué quieres decir con eso.

— Jungkook fue anteayer a la mansión de Ro, ¿recuerdas? —me miró en cuanto sintió mi mirada y asentí—. Mi hermano no es el emperador solo por ser hijo de mi padre. Claro, ambos compartirán un par de características más allá de la sangre, pero Jungkook es más... Peligroso.

De pronto me sentí inquieto: yo ayer había estado a solas con él. El tono en Jimin era uno que nunca había escuchado y que no imaginé podría hacer.

— Entonces, ¿la Vanguardia de la Sombra se encarga de mantener la imagen de Jungkook limpia?

Jimin soltó una risa, un poco oscura y negó.

— No, la Vanguardia de la Sombra se encarga de que el aroma a muerto no se propague.

El emperador (sí, el oscuro y peligroso) volvió a llamarme y me pregunté si mi cuerpo iba a soportar desmayarse de nuevo. Sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando Yubin no me llevó hacia la sala de armas, si no a la del trono. Y más grande fue mi sorpresa cuando descubrí que no estábamos solos: había un grupo de hombres con las capas oscuras que cubrían sus cuerpos completos, pero no podía verles los rostros, solo su mirada, porque estaban cubiertos con una máscara de hierro con orificios pequeños para dejarlos respirar.

Había demasiados aromas, desde suaves, relajantes y reconfortantes hasta los que parecían llevarte a un mundo de decadencia y peligro. No soy experto, pero podría decir que había tanto omegas como alfas en el lugar.

Jungkook se encontraba sentado en su trono, con la mirada fija en mí. Lo miré antes de recordar que debía hacer una profunda reverencia. Entonces, Yubin salió de la sala y quedamos sepultados en un silencio incómodo. Los encapuchados formaron un medio círculo a mi alrededor, la parte abierta hacia el emperador, y me miraron en un sepulcral silencio.

Luché con todas mis fuerzas para no removerme inquieto en mi lugar, pero... era demasiado.

— Encontramos un cadáver —el emperador anunció—. Uno antes de mi llegada.

El guardia que Payasín asesinó.

— Lo estaban desmembrando cuando llegué — él continuó—. Sin embargo, tenía la mandíbula abierta de par en par. Y, por la rigidez del cuerpo, me di cuenta de que llevaba varias horas muerto. ¿Sabes qué podría ser?

— No lo sé.

— Tú estuviste la noche anterior.

— Sin ánimo de ofender, su Majestad —empecé, sintiendo todas las miradas encima de mí—. Ayer estuvo entrenando conmigo, me desmayé una hora después... No creo que usted, o yo, me vea capaz de destrozar una mandíbula...

Las manos de los sujetos se alzaron de golpe y me encogí en mi lugar temiendo por mi vida. Sin embargo, solo las mantuvieron alzadas, a la altura de mi cabeza, apuntando con su dedo índice. ¿Significaba mi muerte?

— Un aroma impregnado —murmuraron al mismo tiempo—. Un aroma jamás conocido.

No alzaron la voz, pero eran tantos que se escuchaba sofocante.

— El cuerpo. El aroma en el cuerpo. No emanaba muerte. ¿Quién eres?

— Había un aroma que no le pertenecía a ese alfa —Jungkook de pronto dijo, silenciando a mis verdugos, pero no bajaron sus manos—. Yo jamás he sentido tu aroma. Quizá tú eres incapaz de destrozar una mandíbula, pero tu lobo no.

Mis pensamientos se enredaron: tenía dos opciones. La primera era insistir en que no había sido yo, pero eso significaba librarme de cargos y empujar al emperador a seguir investigando quién había sido el verdadero asesino y, con ello, que Payasín volviera a estar bajo la lupa de Jungkook.

Dudo muchísimo que se haya olvidado del asesino del señor Ro, pero no creo que, con tanto problema encima, Payasín esté en la cima de sus prioridades. Después de todo, no ha hecho ningún movimiento más allá de lo que he pedido. Ha mantenido un perfil bajo, por lo que no tendría que suponer una terrible amenaza para el emperador.

La segunda opción era mentirle y decirle que a lo mejor sí fui yo y sí fue mi lobo. Jamás me he transformado en lobo, pero después de ver el tamaño del lobo de Payasín y tomando en cuenta de que no hay mucha diferencia de altura entre él y yo, no creo que mi lobo sea pequeño. Quizá un poco más delgado debido a mi contextura, pero aún así... ¿letal?

Quiero decir, tendrá colmillos, ¿no? Y garras. Y sabrá correr y embestir, yo qué sé.

— Tal vez fui yo.

Las manos bajaron, pero mantuve mi mirada en el emperador. Esa frasecita de "mírame a los ojos y dime la verdad" no funcionaba conmigo: le había mentido a mi padre múltiples veces sin siquiera parpadear. Había vivido con él siendo un hombre estricto e intolerante, aprendí a generar mentiras a la velocidad de la luz para no hacerlo enojar. Cada mentira era elaborada en el instante, pero sonaban coherentes y tenían respaldos que eran verdad.

No estoy diciendo que estoy orgulloso de alterar la verdad para defenderme. Pero necesitaba hacerlo.

— Le mentí —una verdad—. Le dije que había salido dos noches antes. Pero no es verdad. La noche que fui a la residencia, perdí la conciencia por un momento y cuando me recuperé estaba en una oficina extraña y desnudo... —luego añadí—. Había un poco de sangre sobre mi cuerpo, pero no quise pensar demasiado, no soy una persona violenta... Me puse a investigar la oficina porque intuí que no había llegado ahí por nada...

El silencio cayó sobre nosotros, solemne, pesado y tenso. Relajé mi respiración y mi corazón, porque aquello me podía delatar. No fue difícil, teniendo en cuenta mis años de experiencia.

El emperador no apartó la mirada de mí y ni yo de él. Mi rostro se frunció en preocupación, lo cual me parecía muy útil: estaba preocupado de que me creyera, pero con mi gesto podría hacerle pensar que estaba preocupado por mis acciones inconscientes.

Quiero decir, me parece lógico: ¿a quién no le asustaría no tener control sobre su cuerpo y mente?

— La locura se ensaña en él —volvieron a murmurar las personas detrás de mí—. Su control naufraga. Puede ser un peligro. Necesita una cura.

Les eché una mirada, confundido.

— Debiste comentar esto antes, Taehyung —Jungkook dijo, así que regresé mi mirada a él—. Es un síntoma bastante claro de que te está afectando mucho la desconexión con tu lobo.

— Estaba asustado —alcé mis manos impotente—. No solía transformarme en mi hogar... No es una acción propia de mí. Me sigue asustando... Pero al mismo tiempo estoy agradecido porque encontré la mansión de ese horrible hombre...

— Pondré más médicos a apoyar el caso junto a Hoseok; necesitamos encontrar una cura para ti. Pronto.

— Muchas gracias, su Majestad.

— Puedes retirarte.

— Lamento haberle mentido —añadí.

Y aquello era verdad.


— No puedo ir a la biblioteca, ¿verdad?

Momo alzó la mirada hacia mí y detuvo sus acciones. Tenía unas pinzas raras en su mano izquierda con la cual estaba preparando mi comida: cascarones de pengu. Los pengus eran unos animales con forma cilíndrica rodeados con una cáscara, algo así como los cangrejos, pero más sólidos. Dentro, la carne era viscosa y aceitosa.

No se veía muy apetitoso, pero Momo había insistido que sabían delicioso y como se dio cuenta de que no podía abrirlos por mi cuenta, tomó las pinzas que traía la bandeja y se había puesto manos a la obra.

— No, joven. El emperador ha dicho que usted debe permanecer aquí hasta nuevo aviso.

Asentí, tomando la copa de la bandeja y bebiendo un rico jugo del que se me había olvidado el nombre. Agité la copa como si se tratara de vino y miré el líquido.

— Pero puedo traerle libros —ella de pronto propuso.

La miré de nuevo.

— Eso no te meterá en problemas, ¿o sí?

Ella negó rápidamente.

— No, al emperador no le molesta que los sirvientes toquemos los libros. Por eso hay tanta biblioteca en todos los edificios.

— Es un alivio escuchar eso.

— Sí —ella sonrió—. ¿Qué tipo de libros quisiera leer?

Fruncí el ceño, preguntándome si ella vería muy extraña mi petición. Sin embargo, no podía quedarme con la duda: necesitaba informarme. Vivir en la ignorancia no me estaba ayudando para nada.

— ¿Hay libros sobre hormonas? —cuestioné—. O algo así como... ¿Cómo encontrar el rugido de tu lobo? No lo sé... No me gusta estar sin hacer nada; soy el mayor interesado en conectar con mi lobo. Tal vez en los libros encuentre alguna respuesta. A lo mejor necesito meditar o algo así.

— Buscaré libros con ese tema.

— ¿Podrías también buscarme libros sobre las hazañas del emperador? ¿Y de su padre? —luego añadí—. Pero... que sean centrados en ellos, ¿me entiendes? Un libro que solo hable del emperador Jungkook y otro de su padre. No de la familia.

— Entiendo: le traeré un par.

— Gracias, Momo. Debe ser agotador cuidar de mí.

— En realidad es muy lindo cuidarlo —ella confesó, siguiendo con su labor—. Usted me trata con mucha calidez. La familia real no es irrespetuosa, pero ellos no me dejarían comer a su lado, como usted.

— Eres valiosa para mí, Momo.

Ella me miró, con ojos sorprendidos y brillantes.

— No tengo mucho poder, un apellido reconocido, ni siquiera pertenezco a este país y estoy castigado en esta habitación —dije con voz determinada—. Pero, mientras esté en mis manos, voy a protegerte.

Momo sonrió en grande, dulce y amable antes de sujetar unos palillos y acercarme uno de los pengus ya sin cascarón.

— Pruebe, va a encantarle.

Me incliné y abrí la boca, dejando que introdujera esa cosa viscosa y aceitosa sobre mi lengua. Por un segundo, pensé que lo escupiría, pero cuando tocó mis papilas gustativas el aceite me llenó de un sabor tan delicioso que no pude evitar gemir.

— ¿Lo ve? Muerda —ella invitó.

Así lo hice y entonces el pengu se rompió en mi boca dejando salir más líquido aceitoso con una carne blanda que era como masticar chicle, pero sabía increíble. Mis mejillas se hincharon un poco por el líquido y tragué con suavidad queriendo disfrutar del exquisito alimento. Dios, podría comer esto todos los días.

Cuando Momo terminó de abrir todos los pengus, me dio una reverencia para anunciarme que iría a cenar. La dejé ir mientras tomaba otro pengu y lo untaba con unas cremas que había por ahí.

Estaba tan concentrado en la deliciosa comida que no escuché a Payasín entrar por la ventana a mis espaldas.

Holiwiiis, quiero traerles otro capítulo, pero aun estoy escribiéndolo así que denme un par de horas.

Antes de que lean el 23, quiero que recuerden que dije que Jungkook es mi primer personaje gris, pero creo que lo estoy volviendo muy oscuro. Así que tengan eso en cuenta. Besitos, los veo en un ratico.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro