014
— Guarde la calma.
Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza, la barbilla en mi pecho. Mis manos fueron a mi abdomen por inercia y decidí que necesitaba confiar en alguien. Quizá estaba haciendo mal por confiar en él, cuando no conocía ni su rostro, pero necesitaba soltarlo...
— Es que no lo entiendo... —murmuré, con la garganta reseca—. No entiendo mi cuerpo. Vas a pensar que estoy loco.
— Amo.
Lo miré, con la respiración agitada. Quería llorar. Me seguía sintiendo vacío.
— Le pertenezco; no hay nada que usted diga o haga para cambiar ese hecho.
Sin embargo, no podía decirle todo. No había explicación lógica para ello, así que le dije la verdad a medias.
— Cuando desperté en la residencia de la señora P'i, me sentí extraño. Perdido, mejor dicho —me relamí los labios—. Le mentí: le dije que no recordaba más que mi nombre. Pero sé quién es mi familia, solo que ellos... No están aquí. Pero, con honestidad, no sé cómo llegué hasta aquí, todo es tan nuevo... Es como si hubiese despertado en otro... universo.
— ¿Otro universo?
— Sí... Siento como si no perteneciera aquí. Como si este fuera mi cuerpo, pero al mismo tiempo no lo es...
— ¿Dónde y cómo lo encontraron?
— Hyonu dijo que me encontró cerca de un arroyo, fuera del poblado de Humham. Inconsciente.
— Es posible que te hayas golpeado la cabeza.
— No lo sé, a lo mejor... Pero ahora...
No pude continuar, porque él de pronto dio un salto sobre mí y abrió el ventanal para saltar sobre él sin dudarlo. Me tomó dos segundos escuchar los pasos fuera de mi habitación, así que me apresuré a cerrar el ventanal de nuevo y estiré las piernas debajo de las sábanas cuando la puerta se abrió.
Hoseok entró por ella con ocho sirvientes detrás que llevaban farolillos en sus manos para iluminarle.
El príncipe me miró desde su lugar y me informó que encendería la luz para que me preparara. En cuanto lo hice, entrecerré los ojos con un poco de molestia hasta que me acostumbré.
— Taehyung, ¿en qué momento te despertaste?
No quise mentirle.
— Hace un rato.
— Debiste haber llamado; habría venido al instante —él dijo mientras se sentaba justo en el lugar que el payaso lo había hecho.
— Pensé que estarías ya dormido, así que no quise molestarte.
Él negó con suavidad, su sedoso cabello moviéndose con él y una mano suave se posó sobre mi mejilla.
— No puedo dormir; me tenías preocupado.
— Lamento ser una molestia para ti —confesé.
— Taehyung; estamos hablando de tu salud. No es ninguna molestia.
Aprecié bien su rostro; a pesar de que su piel era firme, tersa y sana, estaba un poco pálida y sus ojos se veían cansados y agobiados. Había mucha tensión en sus hombros y me pregunté qué hora era. Su cabello también estaba un poco despeinado.
— Hay algo malo, ¿verdad?
Hoseok cerró los ojos un momento y asintió.
— Taehyung... Tus feromonas están disminuyendo radicalmente —él acarició mi brazo y entonces noté una venda sobre él—. Te hice más exámenes: acabo de comparar los resultados entre los primeros que te hicimos al llegar y estos. No estás produciendo las feromonas necesarias y me siento como un imbécil: debí darme cuenta en el momento que no sentí tu aroma.
Tomé una fuerte bocanada de aire y la expulsé por la boca con lentitud antes de asentir.
— Es la píldora.
— Ya está en nuestras manos, pero toma mucho tiempo analizarla —él añadió.
— Rescataron al resto de omegas, ¿no es así?
— Sí, setenta y tres en total, contándote.
— Esos omegas, ¿eran recesivos?
Hoseok asintió y frunció el ceño.
— Lo cual es muy extraño, porque los omegas recesivos no son tan comunes. Pero, por muy asqueroso que suene, son muy rentables para este tipo de negocios. Supongo que Ro quiso hacer una excepción contigo.
— No soy una excepción, Hoseok —le dije, queriendo contarle la teoría del payaso.
— ¿Qué quiere decir?
Todos los rostros se giraron hacia la puerta que estaba de nuevo abierta, pero ahora se encontraba ahí el emperador Jeon. Su presencia era todo poder y elegancia, el cambio que provocaba en el ambiente era increíble; no terror, respeto. Me senté recto mientras él se acercaba. Hoseok se puso de pie, dando una reverencia a su hermano mayor.
— Su Majestad —saludé, reverenciando lo que mi posición me permitía—. Creo que los omegas rescatados no son recesivos, no por naturaleza al menos.
— Lo escucho.
— Estos días, estuve tan concentrado en testificar en contra de la señora P'i que me he olvidado completo en mi persona. No me di cuenta de la ausencia de mi aroma. Pero ahora que el príncipe Hoseok ha dicho que mis feromonas están disminuyendo, tengo la teoría de que la píldora tiene como objetivo transformar a los omegas en recesivos.
Todos guardaron silencio mientras el emperador sopesaba mis palabras. Sin embargo, Hoseok se veía aprensivo ante lo que yo acababa de decir.
— Por eso me parecía tan extraño que hubiese tantos omegas recesivos en ese lugar —el emperador dijo, al final—. La población de omegas recesivos ha disminuido demasiado desde que mi padre expandió los territorios. Bien, Hoseok, nos enfocaremos en estudiar a los omegas rescatados junto al joven Taehyung.
— ¿No es mejor preguntárselo a los omegas directamente? —cuestioné.
Hoseok me miró con pena.
— Ninguno de ellos está consciente desde que los rescatamos.
Mi cuerpo entero sintió frío.
— ¿En coma?
— No lo sabemos aún —él dijo—. Tú eres el único que despertó.
— A lo mejor son más dosis de la píldora —concluí—. ¿No había trabajadores del señor Ro ahí?
Hoseok guardó silencio y miró a su hermano. El emperador no me había apartado la mirada, pero no podía importarme menos su presencia. Estaba demasiado preocupado por el rumbo del caso: solo había preguntas y más preguntas.
—Todos se suicidaron —el emperador me informó—. Supongo que me temían más a mí y a las consecuencias que a la muerte.
No supe qué decir. Todo era demasiado. ¿En qué demonios me metí?
— Deberías descansar, Taehyung —Hoseok dijo luego de un momento de tenso silencio—. Ya es tarde y no deberías preocuparte por esto; lo resolveremos.
— Pero quiero ayudar —respondí, mirándolos a ambos—. Haré lo que esté en mis manos. Si necesitan hacerme estudios y pruebas, no voy a negarme a ello. Si la píldora es lo que causó todo esto, necesitamos encontrar una cura, ¿no es así? Pueden probar la cura en mí.
— Nada es seguro por ahora, Taehyung...
— Sin embargo —Jungkook continuó—, mantendré sus palabras en mente. Lo buscaré cuando se encuentre mejor. Buenas noches.
Y luego él se retiró, con los sirvientes abriendo la puerta. Hoseok se acercó a mí, comprobando mi temperatura y mi rostro de forma meticulosa.
— Muchas gracias por tu apoyo, Taehyung. Intenta no agobiarte ante esto, te mantendré informado de cualquier cosa, ¿bien?
— Bien...
— Llama si necesitas cualquier cosa.
Cuando él se despidió y dejó la habitación, el vacío en mí volvió a intensificarse y me asomé al ventanal, abriéndolo un poco.
— ¿Dónde estás? —susurré a la oscuridad—. Por hoy... No quiero dormir solo.
No hubo respuesta y mi corazón se estrujó con fuerza. Me senté sobre mis rodillas para llevar la mano a mi pecho que latía ansioso y tomé bocanadas de aire en un vano intento de calmarme. El viento helado me abrazó con fuerza y el aroma a rosa amaderada y bergamota le siguió. El payaso cayó sobre el suelo con agilidad, luego se levantó para cerrar el ventanal y me miró.
— Voy a tocarlo.
Asentí, incapaz de soltar palabra.
Sus manos enguantadas cayeron sobre mis mejillas y me hizo mirar sus ojos mientras su calor escalaba por mi rostro. Sujeté ambas muñecas, como si mi vida dependiera de ello y llevé mucho aire a mis pulmones.
— Quédate esta noche...
— No está solo, amo —él dijo—. No desde que lo salvé.
Mi corazón se rompió.
Él seguía aquí cuando desperté.
Había tomado asiento en el suelo, al lado de mi cama y su cabeza estaba inclinada hacia adelante, como si estuviera dormido. Me sentí culpable de haberlo privado de su sueño, pero me sentía más tranquilo. El vacío seguía ahí, claro, pero podía ignorarlo si no estaba solo.
Me senté en la cama y lo miré por un momento porque luego él alzó la cabeza hacia mí, muy alerta. Me incliné hacia él.
— Perdona por haberte pedido que te quedaras. Seguro te duele el cuerpo de una forma terrible.
— He dormido en lugares peores.
Miré el ventanal un segundo, e intuí que debía ser el mediodía por lo fuerte que el sol estaba brillando.
— Deberías irte a descansar.
— ¿Está mejor?
— Sí. No te preocupes por mí: iré a comer y tal vez buscaré al príncipe Jimin —lo miré—. Ve a descansar y a alimentarte también.
Se puso de pie, y lo vi estirar su cuerpo de forma consciente.
— Volveré esta noche.
— No es necesario —lo calmé—. Estaré bien.
— Cuidado con la forma en que se dirige al emperador.
Fruncí el ceño ante lo dicho. ¿Escuchó toda la conversación? Por un momento pensé en molestarle con que era un chismoso, pero luego recordé que había entrado a mi habitación y se había quedado toda la noche a mi disposición. Lo único que podía hacer era agradecerle.
— ¿Por qué?
— Lo interrogó de forma directa y ello podría ofenderle —su voz era seria—. Usted no quiere al emperador como su enemigo.
— A lo mejor quiero compartir un enemigo contigo —bromeé.
Él se agachó para mirarme y negó.
— Yo puedo lidiar con él; usted no.
— Eso es muy despectivo de tu parte, ¿no te asusta ofender a tu amo?
Lo escuché reírse y sonreí en grande, sintiéndome mil veces mejor.
— Bien —acepté con el pecho inflado—. Tendré cuidado en cómo le hablo al gran emperador Jeon Jungkook, así no debes preocuparte de cuidarme de él.
— Mataría al emperador si ese es el caso.
Mi sonrisa se borró porque él lo decía en serio. Además, yo había sido testigo del asesinato de Ro a sus manos: este hombre no estaba bromeando ni un poco. Y aunque no dudaba de que él fuera fuerte, el emperador Jungkook no era cualquier persona. Él había iniciado guerras y las había terminado bajo sus propios términos.
— Creo que es mejor dialogar —propuse.
— Dialogar —él repitió, como si la palabra estuviera en otro idioma—. Sí, él y yo dialogaremos.
— ¿Sabes qué? —le solté—. Vete ya: la falta de sueño te está afectando.
— Como usted ordene. Lo veré más tarde.
Antes de que saliera por el ventanal una duda me asaltó.
— Oye, payasín.
Tenía una pierna fuera del ventanal cuando lo detuve. Me miró atento y fruncí los labios porque no sabía si debía, pero...
— Escuchaste toda la conversación antes con el príncipe y el emperador. ¿Es posible que consigas información para mí?
— Por supuesto.
Asentí.
— ¿Puedes averiguar dónde vivía el señor Ro? Tengo la corazonada de que debe tener información valiosa por ahí. Ya sea relacionado con la señora P'i o la píldora.
— Trabajaré en ello.
— Muchas gracias.
Él hizo una reverencia, se sujetó del ventanal y saltó. No perdí el tiempo porque presentía que el vacío volvería a atacarme así que me puse de pie y abrí la puerta de mi habitación de golpe. Me encontré a Momo sentada sobre sus rodillas afuera mientras tejía algo. Ella saltó un poco sobre su lugar y me miró sorprendida antes de levantarse y darme una reverencia.
— ¡Joven Taehyung, estoy aliviada de verle!
— Hola, Momo. Yo también me alegro de verte y lamento haberte preocupado —confesé—. ¿Es muy atrevido de mi parte si otra persona trae mi comida? Quisiera que no te separes de mí.
— No, joven —ella se acercó a mí—. Le diré a uno de los guardias que busque a alguien, deme cinco minutos.
No pude responder ante eso cuando ella salió disparada por el pasillo para acercarse a uno de los guardias. Me asomé un poco para ver la interacción con una sonrisa divertida antes de que ella volviera a mí, pero se quedó a medio camino sorprendida y luego continuó el camino negando alarmada.
— ¡Joven Taehyung, está en pijama!
— ¿Y eso qué?
Ella me tomó del brazo y me hizo entrar a la habitación con rapidez. Cerró la puerta detrás de sí.
— Joven Taehyung —soltó sin aire—. No puede mostrarse con esa ropa en público.
— Ah, ¿no? Si ayer estuvo el emperador, el príncipe Hoseok y seis personas viéndome con esta ropa —comenté.
— Fue una emergencia, pero mostrarse en pijama es muy íntimo.
— ¿Si muestro mi pantorrilla es muy vulgar? —pregunté en burla subiendo mi camisón.
— No, usted puede usar ropa corta, pero que no sea pijama —ella dijo—. Dormir es... Más especial.
— ¿Uh?
Ella se acercó a mí, mirándome a los ojos.
— Cuando cerramos los ojos, nuestro cuerpo se relaja para recuperar energía, encontrar paz y tranquilidad. Pero nos volvemos vulnerables durante la acción; cualquiera podría lastimarnos, por ello, es un acto de mucha intimidad dormir con alguien más, confiando ciegamente que no nos hará daño mientras recuperamos energía. Por eso, que alguien lo vea en pijama no es correcto.
Si ella supiera que había un loco anoche vigilándome...
Quiero mucho a Payasín.
Más que a ustedes.
Ah se crean.
Besitos.
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