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006

No sé si lo que dije tuvo algún efecto en Hyonu, pero dejó de mirarme de forma mezquina por los siguientes días. Como si mi opinión le hubiese mostrado una nueva imagen de mí, de quién soy. Supongo que tiene sentido, ¿cómo conoces a alguien sin saber sus opiniones y sentimientos? Aún así, yo no decidí dirigirle la palabra. Si él no quería ser mi amigo, pues yo tampoco. Las otras omegas eran lo suficientemente agradables y dulces conmigo como para preocuparme por Hyonu.

Por otra parte, la señorita P'i comenzó a tener charlas privadas conmigo. Charlas en las que el tema principal eran mis gustos y habilidades. Parece que ella quería encontrar algo de lo que pudiera vivir lo antes posible. Sin embargo, tuvo el tacto para aclararme que no estaba echándome, si no que el tiempo no se detenía, así que yo tenía que seguir.

Insistió un par de veces más acerca de mi familia. Pero mi respuesta siempre fue la misma: no lo recuerdo. Me preguntó también si quería que algún doctor me viera, y como la vi muy preocupada, le dije que sí.

El doctor que llegó era un omega, quizá para que yo no me pusiera nervioso. La verdad es que aún no entiendo esto de ser omega y sentirme intimidado por los alfas. La única persona capaz de intimidarme es mi padre.

Él, siempre tan firme e imponente. Él, siempre tan decidido. Y tan peligroso.

El doctor dijo que parecía no haber nada malo en mí. Sin embargo, para mi alivio, le aseguró a la señorita P'i que la amnesia era bastante normal, sobre todo si no sabían de qué forma me había caído o desmayado.

Honestamente, me sorprende no haber despertado con amnesia real. Cuando dormía, soñaba con el choque y sé que recibí golpes de muerte. Mi cabeza se estrelló contra el volante, así que bien podría haber olvidado todo. Pero no, lo recordaba todo. No sé si llamarlo suerte o desgracia.

Volvamos al tema de la señora P'i. Pues luego de cada charla, terminé sentado frente a una mesa para realizar diferentes actividades que ella me mencionaba. Aprendí a elaborar candelas, jabones, origami y algunas mezclas medicinales. Sin embargo, nada de eso llamaba toda mi atención.

No sé qué es lo que quería hacer.

Me puse a pensar en mi carrera, en lo poco que me faltaba para graduarme y entendí que tampoco estaba contento con mi elección. Yo solo lo hice por mi familia. La que me ha dado la espalda. Entonces, ¿qué debo hacer aquí?

— ¿Qué te parece hornear?

La señora P'i me miró desde la silla en la que estaba sentada con el escritorio frente a ella. Anotaba cosas de forma elegante en un libro grande y pesado. No estoy seguro cuál es el trabajo de la señora P'i, pero sé que gana muy bien con respecto a ello.

— No lo creo — luego miré las plantas medicinales frente a mí y dije— Creo que es mejor si me dedico un poco más a esto.

— ¿Es eso lo que te gusta?

— Creo que es lo más importante.

Ella fijó su mirada en mí y luego asintió. Continué con mi trabajo en silencio hasta que me aburrí. La señora P'i me dejó una hora más tarde porque tenía una reunión con alguien y yo volví a tomar los libros de historia, esta vez uno que hablaba sobre los antiguos gobernadores de forma más detallada.

La historia era extensa y al principio, por la censura de los gobiernos, no había suficiente información con la cual yo me sintiera saciado. Obviamente, esto fue mejorando en cuanto avanzaba el libro: más contexto, más descripciones físicas y hasta imágenes.

En un parpadeo, llegué a las hazañas del padre de Jungkook.

Las anécdotas eran un tanto sangrientas y bastante oscuras. El padre de Jungkook, Jungwoo, parecía un líder nato, sin titubeos y con la victoria siempre a su lado. Había dirigido guerras grandes y largas, y guerras pequeñas y pesadas. Yathor había sido un país más pequeño al parecer, pero el territorio se había expandido con cada paso que el ex emperador Jeon había dado.

Fue cuando leí que Otristán había sido víctima del emperador Jungwoo.

Él había tomado una buena porción de su territorio. Y las tensiones habían crecido entre ellos, hasta que la familia de Kunwoo tomó el poder. Wi Youngil, el padre de Kunwoo, se acercó a Jungwoo para pedirle una tregua a cambio de beneficios comerciales y militares. La amistad nació entre ellos y sus familias se unirán finalmente en cuanto Jungkook y Kunwoo se casen.

Cuando llegué a las hazañas de Jungkook, fui interrumpido por Hyonu quien me informó que la cena estaba servida. Vi la hora y me di cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. Solté un pequeño silbido y guardé el libro en la estantería luego de usar un separador en la página que me quedé.

Sentía mucha hambre. Pero también curiosidad por las hazañas de Jungkook. Quiero decir, lo conozco en cuanto personalidad porque he leído sus pensamientos, pero no conozco su parte heroica, por decirlo de alguna manera. Y es extraño, pensar que conozco lo que el resto de las personas no saben.

Supongo que no tiene importancia, y Jungkook tampoco debe preocuparse por mí. No me sirve de nada revelar sus secretos, sus inseguridades, sus ideales; él no sabe quién soy, ni siquiera tiene idea de que existo. Y aún si revelar quién es él me trajera algún beneficio, no lo haría. Porque no soy así.

Después de la cena, me pregunté si la familia de Kunwoo, o el mismo Kunwoo, estarían resentidos con la familia Jeon por sus acciones pasadas. Después de todo, era su patria, habían sido sus tierras. Sin embargo, Kunwoo está muy enamorado de Jungkook según lo que recuerdo de la historia... Jamás había leído algún panel con pensamientos mezquinos, pero ¿qué había de sus padres? Ni siquiera los había visto. No sabía qué pensaban.

Sin embargo, si fuera así... ¿Qué podría hacer yo? Estoy seguro que ni siquiera la señora P'i, que tiene poder y dinero, puede acercarse al emperador Jungkook.

Debo parar con mi paranoia.

Y concentrarme en mi nueva vida.

— ¿Qué pasaría si la familia Jeon dejara de tener herederos?

Esa fue la pregunta que Chunja hizo mientras los cuatro omegas, a excepción de Hyonu, estábamos preparando la cena.

Voy a decir una cosa: ¿la rizana? Sabe deliciosa, pero apesta de forma terrible en cuanto te la entregan muerta. Según el carnicero, es porque aunque muera esa es su última forma de defensa, pero eso indica que la carne es fresca y deliciosa. He tenido que usar un cubrebocas mientras Seyoon, el otro chico omega, me enseñaba cómo dividir bien cada corte.

— Bueno, eso es decisión del emperador —Seyoon respondió—. Puede entregarle el poder a otra familia rica y poderosa o algún sobrino cercano que tenga.

— ¿Por qué preguntas? — Yehjin cuestionó.

— El príncipe Kunwoo no regresa, ¿no es tiempo que el emperador tenga hijos ya?

Seyoon ríe.

—- Vamos, Chunja, que tiene 41 años, no es viejo.

—- ¡Ya sé! Pero... ¿un amante?

— Incluso si tuviera un harén, si se casa con el príncipe Kunwoo y tienen un hijo, él será el heredero — Seyoon aclaró.

— A menos que sea omega.

— Honestamente —-Yehjin interrumpió— yo estaría muy ofendida si fuera la primogénita y me quitaran el trono solo por ser omega.

—- Yo no —Seyoon respondió—; ¿sabes lo cansado que es ser emperador? Tienes un país con millones de vida en tus manos, yo prefiero quedarme en la sombra.

Chunja iba a agregar algo, cuando la señora P'i entró y todos guardamos silencio. Ella nos sonrió con una mirada algo sospechosa.

— Espero que la comida esté a tiempo.

— Lo estará —- Seyoon aseguró con una gran sonrisa.

— Les creo —-luego me miró— ¿Me acompañas a mi oficina, Taehyung?

Asentí con velocidad. La vi retirarse mientras me lavaba las manos y me disculpé con los chicos quienes se encogieron de hombros, restándole importancia porque la comida estaba casi en su totalidad completa. Fui a la oficina de la señora P'i que me esperaba ya sentada en su silla roja.

— Siéntate, querido.

Lo hice frente a ella.

— ¿Recuerdas los jabones que preparaste hace poco?

— Sí, señora.

—- Pues el señor Ro Seon vino ayer y se sintió muy conmovido por su forma y olor. Me dijo que podía comercializarlos sin problema en su negocio. Así que me preguntó si podía fabricar más y le dije que eso dependía de ti. ¿Qué piensas?

— Es decir... ¿Tendremos un contrato en el cual me pague por fabricar más jabones?

— ¡Sí, así es! —- ella miró su piel—. Las personas siempre están preocupadas por cómo se ve su piel: quieren que parezca de porcelana. Los jabones naturales y artesanales se venden a muy buen precio, pero necesitas a alguien que te patrocine de forma fuerte y el señor Ro ya tiene muy buena clientela detrás.

—- ¿Cree que sea una buena idea?

Ella abrió una carpeta dorada para luego ofrecerme una hoja con un contrato y señaló unos puntos con su pluma.

— El señor Ro te ofrece el material, y además una vivienda temporal, por el 30% de las ganancias. Es una buena oportunidad para comenzar, Taehyung, pero esa es tu decisión.

— Me iría...

— No te estoy echando, cariño —- ella aseguró con ternura—. A mí me encantaría tenerte aquí, y si eso es lo que quieres, pues lo respetaré.

Pensé en el resto de los omegas; no llevaba mucho tiempo con ellos y, aún así, los apreciaba. También apreciaba mucho a la señora P'i. Me gustaría quedarme, pero toda mi vida me he conformado siempre con lo que ya conozco. Quizá vine a esta realidad para desafiarme a mí mismo.

Tenía una bonita oportunidad para moverme en el país, conocer nuevos lugares y nuevas personas. Podría comenzar con los jabones y luego ahorrar lo suficiente para empezar otra cosa. Sí, podía hacerlo.

— Creo que es una muy buena oferta, señora P'i. Y voy a aceptarla.

A ella se le llenaron los ojos de lágrimas y buscó rápidamente un pañuelo de su pecho para secarse con velocidad y mirarme.

— No sabes lo orgullosa que me haces sentir, Taehyung. No puedo imaginar lo que se siente estar en tus zapatos sin recordar nada y no estar cerca de tu familia. Admiro esa fuerza de voluntad que tienes y esa habilidad para adaptarte de forma rápida, sé que tendrás mucho éxito; lo veo en tus ojos.

Salí de su oficina un momento después. Después de leer el contrato de forma meticulosa y firmarlo, ella dijo que me vería en la cena. Estaba cerrando la puerta e iba a dirigirme a la cocina de nuevo cuando, al llegar a las escaleras, me encontré con Hyonu.

Los dos nos miramos y luego su mirada se dirigió a la oficina de la señora P'i.

— ¿Te lo ha dicho?

— ¿Ya lo sabías? — devolví.

— Por supuesto que sí; soy su mano derecha después de todo.

— Es verdad.

Los dos guardamos silencio.

— ¿Aceptaste?

— Sí, para tu alivio — me encogí de hombros—. Tenías razón, Hyonu. Un día iba a irme, y ese día está más cerca. Trataré de no venir tantas veces a visitarlos; escribiré muchas cartas para la señora P'i y el resto de los chicos en su lugar, así dejaré de atormentarte con mi presencia.

Hyonu frunció el ceño y apartó la mirada.

— No es como si quisiera saber más de ti.

— ¿Sabes? Tú una vez me dijiste algo que no quería escuchar, pero que lastimosamente era verdad. Así que te devolveré el favor — me acerqué a él en el escalón—; abrirle tu corazón a amistades de vez en cuando no tiene nada de horroroso, Hyonu. Yo era como tú y creo que verte me ayudó a entender qué debía cambiar, porque esa vida es muy triste.

— No sabes nada de mí.

— Y tú tampoco de mí.

Él abrió la boca de nuevo, pero solo dio pasos para alejarse de mí. Lo miré irse a quien sabe donde y acepté la realidad de mis palabras: yo era como él. Yo me había cerrado a las personas por miedo a mi padre. ¿Y en qué había terminado todo esto? En el accidente.

Parte de la culpa de ese accidente había sido mía: entré en desesperación porque no tenía a quién acudir. No tenía un hombro en el que llorar, una mano la cual podía tomar. Ni siquiera podía hablar con profundidad y honestidad con mi hermana, mi hermana a quien amo demasiado, a quien extraño y pienso en ella antes de dormir, preguntándome si me odiará por lo que soy o por ya no estar ahí. Ni siquiera podía acudir a ella.

La soledad era parte de mi vida, pero porque así lo decidí. Porque dejé que el miedo me abrazara y me consolara, y luego lo dejé controlarme. Perdí el control y luego choqué.

No más.

Nunca más.

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