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Los dos están a un centímetro de besarse. Sus labios tan cerca, sus dientes expuestos y sus ceños fruncidos mientras se miran el uno al otro. Mientras se respiran el uno al otro.
Estoy tenso. Mi estómago es un nudo de expectación, emoción y anhelo. En realidad, quiero que este beso suceda. Quiero que estos sentimientos sean confesados. Mordí mi labio inferior y suspiré con fuerza con mis ojos recorriendo sus expresiones. SungNam es el primero en relajar su rostro y quiero gritar de frustración porque solo lo mira.
— ¡Bésalo! —no pude evitar exclamar—. ¡Llevo 67 capítulos esperando por ello, bésalo!
Y pasé de página. Mis ojos leen el siguiente panel y brinco en victoria en cuanto observé que SungNam se abalanza hacia Konu y lo besa. Los ojos de Kanu se abren en sorpresa, pero responde con rapidez y yo golpeo mis sábanas con el puño mientras reprimo las ganas de gritar de alegría.
Mi dedo se deslizó por la pantalla y descubrí que el episodio había terminado. Como siempre, lo he sentido demasiado corto, demasiado rápido. Pero esta vez no puedo quejarme: ¡por fin se han besado! Estoy tan feliz que incluso la montaña de tareas que tengo encima no me desanima.
Salgo a la página principal de webtoons y me dirijo a mi biblioteca. Miro mis lecturas y sonrío hacia la portada de "Not Cherry Blossoms" donde el dibujo del alfa se encuentra en todo su esplendor. Me derrito al verlo.
— Ah, Jungkook eres tan guapo —murmuré mirándolo y sonrío aún más cuando recuerdo que habrá capítulo nuevo en cinco días.
— ¡Taehyung!
Bloqueo mi celular a la velocidad de la luz antes de que mi padre entre a la habitación, sin siquiera llamar a la puerta.
— ¿Estás tirado en tu cama sin hacer nada? —gruñe.
— No, solo estaba tomando una siesta antes de ponerme a estudiar —la mentira sale con facilidad mientras mi corazón late como el de un colibrí.
No quiero y no debo permitir que mi padre sienta la necesidad de revisar mi celular. Si lo desbloquea, se encontrará con mis lectura homoeróticas y me matará.
Me mira por un largo momento antes de asentir.
— Ponte a estudiar. No estoy pagando tu universidad por nada.
— Sí, padre —contesté bajando la mirada y suspiro aliviado cuando se retiró.
Aunque no lo parezca, llevo una doble vida desde mis once años. Al principio culpé a mis hormonas por querer besar a mi mejor amigo de infancia. Me regañé ante ello y decidí olvidarme del asunto. Sin embargo, encontré una página de pornografía, donde encontré que no me llamaba para nada mirar los pechos y la vagina de la actriz...
Más bien, me sentía demasiado caliente al ver el miembro del actor.
Fue así como descubrí que era homosexual.
Lo cual es terriblemente grave para mí: nací en Corea del Sur. Un país que tiene una homofobia bien arraigada y pertenezco a una familia muy tradicional. Mis padres esperan que me case con una buena mujer y darles nietos. Ellos en realidad se volverían locos si supieran mi secreto.
— Ya llegué— Taehee, mi hermana menor, entra a mi habitación—. Te traje dulces.
Ella se pasea con su uniforme de secundaria y deja la bolsa sobre mi escritorio, donde estoy trabajando en mis proyectos universitarios.
— ¿Por qué estás siendo tan buena hoy?
— Actualizaron mi cómic favorito —ella responde con una gran sonrisa— ¡Por fin se besaron!
Hago una mueca de asco y la empujo.
— Deja de hablar de esas cosas raras que lees y vete de aquí.
Ella saca su lengua antes de darme un puñetazo y salir de mi habitación. Sí. Los dos estamos leyendo el mismo cómic.
De hecho, estoy seguro que compartimos más de uno. Mi hermana me introdujo a este mundo sin darse cuenta: la encontré haciendo gestos y jalándose el cabello en frustración. En cuanto pregunté, ella me mostró el cómic y, luego de memorizar el nombre, la traté de bicho raro y me fui corriendo a mi habitación.
No he podido parar desde ese momento: es la única cosa homosexual que puedo disfrutar.
En una sociedad con la mente tan cerrada, me es difícil encontrar otros chicos homosexuales. Ni siquiera lesbianas. Podría ir a un antro o abrirme un perfil en Grindr, pero estoy demasiado asustado con que mi padre me encuentre. Él siempre ha sido muy bueno para descubrir mis secretos y he hecho un esfuerzo sobrehumano para mantener esta fachada de chico concentrado solo en sus estudios.
Sin novias. Sin amigos.
Si tengo novias, solo estaría engañándolas y no se merecen eso. Si tuviera amigos, mi lengua se soltaría en algún momento y mientras más personas sepan un secreto, mayor es la posibilidad que todo el mundo se entere. No, esto solo puede quedar entre mi celular y yo.
— ¿Ya te vas?
Giro para ver a mi hermana corriendo mientras baja las escaleras. Fruncí el ceño porque sé que ella ya debería estar en sus clases.
— ¿Te has dormido de nuevo? —le cuestiono.
Mi hermana se coloca sus zapatos y me mira con desesperación. Suspiré y la apuré hacia la puerta. Salimos para montarnos en mi coche, la llevé a su escuela y ella me sonrió en grande.
— ¡Te debo una!
— Me guardaré esta oportunidad —respondí. Ella baja del auto y rueda los ojos antes de salir corriendo.
La observé reunirse con un grupo de chicas. La veo reírse con ellas, compartir bromas y tomarse de los brazos para dirigirse al interior del edificio. Las conozco. Son sus mejores amigas. Taehee tiene muchísimas fotografías de momentos agradables y lindos con ellas. Mi hermana menor tiene una vida tan interesante, incluso está enamorada. Estoy feliz por ella, pero me hace envidiarla.
Yo quisiera tener una vida normal. Quiero amigos, y quiero enamorarme.
Pero en serio estoy demasiado asustado.
Mis padres no hablan muy bien acerca de la homosexualidad. No importa lo mucho que algunos artistas están saliendo del clóset: no hay forma en que mis padres lo acepten. Mi padre hace comentarios demasiado hirientes. Duele mucho incluso si no están dirigidos hacia mí, pero ni siquiera puedo verlo a los ojos cuando los realiza.
Entré al aula y tomé asiento en los primeros lugares. Algunos compañeros se encuentran aquí, reunidos en pequeños grupos mientras esperan el inicio de la clase. Mis calificaciones están bien: tengo demasiado tiempo libre para repasar y avanzar mis deberes. Creo que mis compañeros de clase creen que soy un engreído por siempre estar solo y obtener buenas calificaciones. Sin embargo, eso es perfecto para mí.
Lo he pensado demasiado y creo que voy a confesarme a mi familia en cuanto tenga un apartamento y un buen empleo. Ahora mismo, no tengo otro lugar a donde ir y la universidad es demasiado cara para pagarla con un trabajo de medio tiempo. Pero es que no puedo seguir viviendo así; temiendo y ocultando lo que soy.
Odio mi vida, por lo menos, como está ahora.
Estoy en casa con mis padres. Taehee aún está fuera, en una cena con sus amigas. Me encuentro en su habitación, doblando un par de blusas y las coloqué en su maleta. Mi hermana tendrá una excursión mañana, y me he ofrecido a arreglar sus cosas porque no tengo nada que hacer.
También es porque me gusta cuidar a mi hermana. De alguna forma, es la única persona en esta casa con la que he podido tener una relación más normal. Mi madre es bastante sumisa, siempre guarda silencio y nunca sabes lo que pasa por su cabeza. Mi padre está constantemente analizando mis movimientos, muy atento a mis calificaciones, recordándome que debo enfocarme en mi futuro.
Detengo mis movimientos en cuanto pienso en ello. Mi padre siempre está pensando en mi futuro. Nunca en mi presente. Y también lo hago yo; pensando que mi futuro mejorará en cuanto tenga un trabajo y un apartamento.
Estoy perdiendo tiempo, ¿no es así? Nunca volveré a tener 24 años. Ni 23... Ni los años antes de eso. Y solo pienso en mi futuro.
Miré la maleta de mi hermana. No empaqué su ropa interior, eso lo hará ella. Me levanté luego de cerrar la maleta y me dirigí a mi habitación. Mi madre se encuentra limpiando ahí, y me da una leve sonrisa antes de continuar su trabajo.
Mi casa siempre está impecable gracias a ella. Mi madre se la pasa aquí, casi no sale... Supongo que eso nunca cambiará.
— ¿Vas a estudiar? —ella pregunta sin mirarme.
—Sí. La próxima semana hay parciales.
—Termino aquí y me voy, ¿sí? —ella ordena mis libros y luego sale, dando una leve palmada en mi hombro.
Cierro la puerta y me desplomo en mi cama. La verdad es que sí tengo parciales la próxima semana, pero no tengo ningún deseo de estudiar. Tomo mi celular y lo desbloqueo. Abro la aplicación de cómics y decido releer el último capítulo de Not Cherry Blossoms antes de que salga el nuevo en cuatro días.
El personaje principal, Jungkook, me recibe de buenas a primeras en cuanto muestra sus colmillos a otro alfa y recuerdo que está a punto de entrar en celo. Sigo leyendo el capítulo hasta que sale Kunwoo, el omega protagonista. El cómic es homosexual, pero tiene un desarrollo lento en cuanto al amorío de los protagonistas. Para mí es comprensible: Jungkook tiene demasiadas heridas por su pasado para dejar entrar a cualquier persona. Sin embargo, tiene un buen corazón en el fondo.
— Ojalá pudiera conocer a alguien como tú en el futuro —suelto.
Me río, porque otra vez pienso en el futuro. Mi presente está arruinado.
Decido que es mejor irme a dormir temprano y prepararme para mañana. Quizá pueda hacer algo diferente, más por mí que por otra cosa. Quizá podría ir a tomar algo en una cafetería, estudiar ahí y luego pasar por el parque cerca de mi casa.
Me acosté en la cama, mi mente de pronto piensa en el cómic y en Yathor, el país ficticio que Jeon Jungkook gobierna, y del cual Kunwoo será próximamente el Omega Principal. Me emociona ese suceso, realmente no puedo esperar a la próxima actualización.
El día siguiente me recibe con mi hermana levantándome para que la vaya a dejar a la escuela: tiene que llegar muy temprano porque el viaje es un poco largo. Ella se ve emocionada mientras subimos su maleta y su mochila. La dejo que escuche su música y canto un poco con ella. Los dos nos reímos porque somos pésimos para eso, pero nos divertimos.
— Sigue las instrucciones de los profesores —le pido mientras la abrigo con su bufanda frente a la escuela.
Ella asiente y toma su mochila.
— ¿Vas a venir a traerme? —ella cuestiona cuando le entregué su maleta.
—Por supuesto. Estaré temprano aquí, de hecho.
— Bien, porque vendré muy cansada —ella asegura y besé su frente—. ¡Adiós, hermanito!
— Ve con cuidado, Taehee.
La veo marcharse, bostezo y miro la hora en mi reloj: puedo pasar a desayunar a algún buen lugar antes de la clase. Llegué pronto al lugar con mi auto. Hoy me siento más animado, puede ser porque cambiaré mi rutina. Tal vez debería buscar nuevos pasatiempos, salir más. No puedo quedarme encerrado todo el tiempo; debería pensar más en mi presente.
Así que pido un desayuno abundante y un poco elevado de precio. Me alimenté en silencio y miré a la demás clientela. Algunos están solos, otros acompañados. El restaurante no es ruidoso, es moderno y bonito.
De pronto, sin darme tiempo a reaccionar, hay una mujer mayor sentándose en la silla frente a mí y suelta un largo suspiro antes de mirarme, para sonreír.
— ¡Guau! ¡Qué chico más apuesto eres! —ella exclama.
Sonreí ante eso: sé que muchas personas me encuentran atractivo. Afortunadamente para mí, heredé la buena genética de mi padre: su simétrico rostro, su nariz recta, pómulos altos y ojos rasgados. Mi madre dice que soy una versión joven de él, mezclada un tanto con las características de ella. Al igual que él, las miradas femeninas recaen en mí con bastante felicidad y he sido objeto de sus cartas de amor y pláticas acaloradas.
Mala suerte que yo no sea heterosexual.
— Muchas gracias —es lo que digo y la miré mejor; ella parece cansada.— ¿Necesita que pida algo por usted?
— Y de paso eres muy amable —ella se abanica con su delgada, manchada y arrugada mano antes de asentir—. ¿Puedo pedirte un café?
— ¿Solo eso? —ella asintió así que me puse de pie y me dirigí hacia la barra.
Unos minutos más tarde, regresé y la encontré mirando la ventana. Coloqué la taza humeante frente a ella y volví a tomar asiento.
— Aquí está.
— Muchas gracias —ella comenta antes de tomar la taza.— ¿Vas a la universidad?
— Sí, solo pasé a desayunar.
Ella asiente, bebiendo de su taza y luego me mira.
— No te desanimes, mi niño.
— ¿Disculpe? —pregunto confundido.
— Todavía eres joven y un futuro muy interesante te espera: no luches contra él.
Fruncí el ceño, pero ella no añadió más. Ella bebe de su café y estudié sus rasgos: ojos miel, cabello negro, con muchos mechones blancos y una tez muy pálida. Es delgada y tiene muchas arrugas en sus expresiones faciales. Lleva un par de aretes con piedras verdes que brillan de forma adorable cada que el sol mañanero los acaricia. No sé mucho sobre joyería, pero los aretes son tan únicos y se ven antiguos, de otra época. Quizá sean de su juventud y quizá sean de jade. No lo sé, solo sé que no podría olvidarlos en mi vida.
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