Me preparo para ir a la escuela y mientras tomo mi desayuno alguien golpea la puerta.

-Hola Ian. -me saluda él.

-¿Teo? Eh... hola. -contesto sonriendo.

-Vine a buscarte para ir a la escuela. -dice con la mirada en sus pies.

-Ah bueno, pasa, todavía no estoy listo. -hablo abriendo la puerta para que pueda pasar.

-Tu casa es linda. -murmura mientras mira al rededor hasta que se sienta en el sillón de la sala.

-Espera aquí, ya vuelvo. -digo subiendo a mi cuarto para buscar mi ropa, ni siquiera estoy vestido y ya es hora ir a la escuela.

Cuando ya estoy listo, tomo mi mochila y bajo las escaleras para encontrarme con uno de mis padres hablando con Teo.

-¿Pasa algo? -pregunto.

-Sí. -dice mi papá -¿Por qué nunca hablaste de tu amigo? -pregunta serio cruzándose de brazos.

-Tal vez por el hecho de que lo conocí ayer. -contesto normalmente.

-Sí. -agrega Teo un poco tímido.

-Bueno, ya deben irse. -dice sonriendo ya que estaba bromeando.

-Nos vemos luego. -me despido dándole un abrazo lo que deja a mi amigo un poco sorprendido.

-Un gusto conocerte Teo. -habla mi papá cuando salimos por la puerta.

-Igualmente. -contesta él. Cuando vamos caminando noto que Teo quiere decirme algo.

-¿Qué pasa? -pregunto un poco preocupado.

-Abrazaste a tu papá. -murmura sin mirarme.

-Ah eso... es que así me criaron. -digo apenado.

-Me parece muy tierno.

-¿Ah sí? -agacho la mirada, estoy muy avergonzado por eso.

-Quisiera que mi padre fuera así conmigo. -habla un poco desanimado.

-No tengo el poder de cambiar a las personas, pero puedo animarte ¿Qué dices si vamos a andar en patineta después de la escuela? -propongo sonriendo.

-Emmm... sí, me parece bien. -acepta devolviendo la sonrisa.