Jésica
Poco a poco el dolor se está calmando pero desearía que fuera más rápido porque me pasé todo el día en la maldita casa de Ian, él propuso mirar películas de terror y nos la pasamos sentados en el sillón, demasiado juntos para mi gusto.

Ian comieza a cerrar sus ojos lentamente, creo que lo sangriento de la película le da sueño, además recuerta su cabeza por mi hombro, entonces comienza a roncar el desgraciado. No quiero mirar la película, no quiero a Ian roncando en mi oído y tampoco quiero estar en su maldita casa.

Miro a mi lado y encuentro unas cuantas galletitas, entonces comienzo a poner galletitas en la boca abierta de Ian para callar sus ronquidos y para completar saco mi labial y comienzo a dibujar en su cara.

De vez en cuando reprimo unas carcajadas por la maldad que estaba haciendo, pero todo se cayó cuando me dí cuanta que Ian comienza a masticar las galletitas, está despierto, con los ojos cerrados y después me abraza fregando su rostro con el mío.

-¡Fuera! -exclamo forcejeando con él pero es muy fuerte.

-No quiero, estás muy cómoda. -murmura frotando de nuevo su mejilla contra la mía, manchándome con el labial. Idiota, hasta dormido se sale con la suya.