Jésica
Ian me suelta lentamente después de prometer que no gritaría.

-¿Perdón? ¿A mi? -pregunto arqueando una ceja.

-Sí, vine por dos razones, la primera, pedirte perdón. -habla sentándose en mi casa.

-¿Por qué? -digo confundida.

-Por el beso ¿Recuerdas?

-Ah sí. -me acerco a él y le doy una cachetada -Te perdono. -sonrío sentándome a su lado.

-Gracias. -responde molesto mientras frota su mejilla.

-Ahora fuera de mi habitación. -ordeno cruzándome de brazos.

-No. -niega firme -La segunda razón es que... necesito tu ayuda. -él rasca su nuca y suspira.

-Mi ayuda... mi valiosa ayuda ¿Cierto? -hablo orgullosamente -¿Y por qué ayudaría a una basura como tú?

-Necesito que me ayudes a hablar con Teo, ustedes son amigos, quiero que lo convenzas de hablar. -me pide.

-Teo es muy sensible, lo puedo persuadir. -sonrío de costado.

-Gracias, gracias. -Ian me da un abrazo haciendo que quede paralizada.

-Sigues siendo el mismo de antes. -hablo alejándome.

-En ocasiones. -suelta una risa -Mírate, creciste mucho, tienes muchas curvas. -susurra seductaramente guiñándome un ojo.

-Graci...

-Pero sigues teniendo ese carácter podrido de siempre, por eso nunca conseguirás novio. -comenta negando.

-¡Fuera de mi cuarto ahora! -exclamo molesta.

-No sin antes decirme "Sí". -habla caminando hacia la ventana.

-Sí. -bufo cansada. Cansada de él.

-¡¿Duermes desnuda?! No creí que lo admitieras. -suelta una risa.

-¡Cállate!

-Pero dijiste que sí... -contesta aún con sus estúpida sonrisa.

En ese momento estaba a punto de empujarlo por la ventana pero piso mi propio cordón y caigo sobre él en la cama.

-Puto cordón. -gruño seria, estamos demasiado cerca.

-Te entiendo. -contesta Ian sonriendo.