Gatito escondido
Ian
-Voltea. -ordena Jess para poder vestirse para ir a la escuela.
-Ok. -volteo dándole la espalda, por los sonidos puedo saber que dejó caer la sábana y comienza a buscar su ropa -Que curvas. -digo entonces recibo un golpe de Jésica en mi cabeza.
-¡Te dije que no mires! -exclama molesta.
-Es tu culpa por dormir así, exísten los pijamas. -hablo cubriendome con mis brazos. En ese momento escuchamos a alguien decir abajo -¡Teo llegó Jess!
-Olvidé que Teo venía a buscarme, escóndete ahora. -Jésica me toma de los hombros y me esconde debajo de se cama justo a tiempo.
-Hola Jess. -la saluda él sonriendo.
-Hola Teo ¿Cómo estás? -contesta nerviosa.
-Te levantaste temprano. -habla asombrado.
-Gracias a mi despertador. -dice Jess mientras se agacha para levantar las cosas que están tiradas en el suelo. Entonces se encuentra frente a mí y sonrío.
-No te olvides que tienes que ayudarme. -susurro lo más bajo posible.
-Si que eres inoportuno. -contesta seria.
-¿Jess, pasa algo? -pregunta Teo extrañado por el comportamiento de su amiga.
-Nada, sólo que hay mucha basura debajo de mi cama. -contesta poniendose de pie ¿Por qué no puede parar de insultarme? Ya verá, rápidamente saco mi mano y toco el pie de Jésica haciendo que ella peque un grito.
-¡¿Qué tienes?! ¡¿Estás bien?! -exclama Teo estando alterado.
-Estoy bien es que... es...
-Jess... Hay algo debajo de tu cama. -habla el pequeño un poco asustado. Entonces hago lo primero que me viene a la mente.
-Miau. -sueno como un verdadero gatito.
-Es un gatito que apareció en mi cuarto. -dice con rabia Jess y pisa fuerte el suelo y también mi dedos que sobresalen.
-Auch... -reprimo las ganas que tengo de gritar y muerdo mi labio inferior con fuerza.
-¿Un gatito? ¿Puedo verlo? -pregunta Teo entusiasmado inclinandose para ver debajo de la cama.
-¡No! -lo detiene Jésica -No te gustará verlo, es muy feo y tiene pulgas, garrapatas y zarna. -ella lo empuja a la salida -Tal vez cuando vuelta tendré que sacrificarlo, no te preocupes sólo es un gatito callejero. -la puerta se cierra detrás de ellos.
-No soy feo, ni tengo pulgas. -digo razcándome fuertemente mi nuca por la terrible comezón. Creo que tengo que comprarme un collar antipulgas.
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