Michael
Luego del accidente de aquel bar, la ambulancia llevó a Jésica al hospital, Ian fue con ella y yo desaparecí.

No puedo ir al hospital porque los policías comenzarán a hacer preguntas sobre lo ocurrido y al tener mi arma, definitivamente iría a la cárcel. Ahora estoy en mi departamento, acostado boca arriba en mi cama, apenas puedo moverme gracias a los múltiples golpes que me dieron, hubiera usado mi arma mucho antes pero mi jefe quería que haga mi trabajo sin llamar la atención.

Mi celular comienza a sonar y es un mensaje de Teo.

"Mike, te extraño, supe lo que hiciste por Ian y Jésica. Por qué no quieres verme?"

-Ay Teo, yo también te extraño. -murmuro teniendo el celular en mi mano.

-"Quisiera verte pero no puedo, no quiero volver a lastimarte" -contesto y envío el mensaje.

"Puedes abrirme la puerta?" Responde haciendo que me sorprenda. Me levanto como puedo de la cama y camino hacia la puerta de entrada.

Al abrirla, Teo se abalanza hacia mí para darme un fuerte abrazo, me duele pero no importa -Entiende que fue un accidente, sé que no quisiste golpearme. -dice contra mi pecho y puedo sentir en su voz que está llorando.

-Pero...

-No puedo vivir sin ti. -me abraza con más fuerza -Eso es peor que los golpes. -agrega y levanta su vista para mirarme a los ojos. Los suyos están un poco rojos y aguados.

-No llores pequeño. -murmuro correspondiendo el abrazo, antes no sabía si debía hacerlo.

Me inclino un poco, ya que soy un poco más alto, y lo beso con cuidado, ternura y dulzura. Lo extrañaba aunque sólo pasamos dos días separados.

Teo toca mi pecho con sus manos y no puedo evitar soltar un gemido de dolor.

-Lo siento, olvidé que estabas lastimado. -se disculpa agachando la mirada -Yo te voy a sanar. -toma mis manos y cierra la puerta con su pie.

Él coloca crema y hielo en mis moretones y golpes mientras me da besos debes en cuando. Así pasamos toda la tarde, Teo me cuida tan bien, mi pequeño me quiere. Mi pequeño me ama.