-Gracias por acompañarme. -digo agachando la mirada como despidiendome de Mike.

-No respondiste pequeño. -coloca su antebrazo por el marco de la puerta y se inclina un poco hacia adelante quedando muy cerca de mí.

-Bueno... yo...

-No me iré hasta que me cuentes Teo. -conecta su mirada con la mía.

-Que hermosos ojos. -susurro inconcientemente, entonces tapo mi boca con las manos al darme cuenta de lo que dije, Mike mantiene su mirada, lo que me pone nervioso. Puedo jurar que estoy sonrojado.

-Gracias. -contesta sonriendo -Pero no me voy hasta que me digas.

-Okey. -tomo el borde de su camisa y lo jalo dentro de la casa, se sorprende un poco por mi acción haciendo que suelte una risa -Puedes sentarte en el sofá, esto es una historia muy larga. -agrego.

-Bueno, puedes contarme pequeño. -habla para que comienze.

-Cuando eramos niño, bueno no tan niños, teniamos 13, Ian y yo eramos los mejores amigos. Siempre lo maltrataban y siempre lo rescataba del basurero donde Jésica siempre lo tiraba. -hago una pausa, no estoy seguro si debo contarle esto a Michael, apenas lo conozco, pero por otro lado quiero soltar todo lo que tengo guardado en mi pecho.

-Ah... Jésica está en esta historia. -murmura Mike pensativo -¿Y por qué molestaba a Ian?

-Porque sus padres son... es una pareja gay y ella le hacía la vida imposible, golpeandolo, insultándolo y todo eso. -contesto sintiendome mal por Ian.

-Entiendo... yo hubiera hecho lo mismo. -confiesa y lo miro mal -Es broma pequeño. -rie haciendo que yo también lo haga.

-Eramos amigos pero yo confundí eso con algo más, entonces fue cuando... -ya no consigo terminar y escondo mi rostro es su pecho para no llorar.