Me encuentro en el hospital debido a los golpes de Michael, maldito, después de esto creo que lo único fuerte que tengo es mi espíritu.

Pero ese sujeto es un profesional en eso y yo no, por eso terminé aquí, gracias a Teo y Amber, sino hubiera terminado en la morgue.

-Ian. -tengo visitas de nuevo pero esta vez es Jésica, me sorprende un poco verla aquí.

-Hola. -saludo pero mi voz parece de lija, raspoza y baja.

-No te esfuerces, tu garganta debe descansar. -dice sonriendo, se acerca a mí y se sienta a los pies de la cama -Te parecerá raro que esté aquí pero vine a ser sincera contigo, cuando me dijeron que estabas aquí... pensé lo peor. -da una pausa para respirar.

Wau... nunca la vi así, este lado de ella, ya veo por qué Teo y Jess se hicieron amigos. Cuando quiere puede ser tierna y sensible. Yo la miro a los ojos haciendo un movimiento con mi cabeza para que continúe.

-No soy buena con las palabras y lo sabes, por eso... -Jésica se inclina y me besa. Últimamente lo hacemos muy deseguido. Ella se separa y me sonríe, al ver que no reacciono Jésica frunce el ceño.

-¿Qué pasa? ¿No te gustó? -pregunta molesta.

-No ¡Digo sí! Sólo que me soprendió esto. -contesto como puedo.

-Te quise desde siempre. -murmura agachando la mirada.

-Todo el mundo sabía eso. -respondo sonriendo.

-¿Y tú?

-Todo el mundo sabe eso también. -contesto rodando los ojos.

-Yo no sé. -dice mirándome.

-Yo también. -junto nuestras frentes -Pero... ¿Por qué cambiaste de opinión? Podías haberme arrojado a la basura como siempre. -broméo haciéndola reír.

-Es que fuiste mi primer beso, mi primera vez ¿Por qué no lo intentamos? -sus ojos se conectan con lo míos y es cuando siento culpa.

-Yo tambiém debo ser sincero, en realidad no lo hicimos. -confieso.