Capítulo 8
El festín había comenzado hacía ya varios minutos, en una sala enorme con mesas larguísimas a sus lados, dejando el centro libre para lo que se rumoreaba seria un pequeño baile a media noche y que por el momento era ocupado por lo que parecían diplomáticos de gran alcurnia con bellísimos hanboks hablando sobre política y chismes nacionales, de los cuales obviamente los extranjeros recién llegados eran los protagonistas.
– Ya saben su trabajo – Hoseok miraba a su equipo en lo que afinaban detalles de su traje tradicional segundos antes de entrar.
Nada podía ser al azar, cada quien iría por las personas que eran su especialidad e intentarían hacer amistades o en su defecto sacara la mayor cantidad de información posible, sin verse sospechosos.
Jimin con su encanto y ternura se centraría en las esposas, mujeres en su mayoría de edad cuyo su único trabajo además de ser amas de casa, era chismear sobre los asuntos importantes del país a costa de la información compartida por sus esposos e hijos.
Hoseok haría lo posible por ir con la familia mayor en caso que se presentará y como plan B acudiría a la familia menor aunque para eso tenía a Yon quien además intentaría amistar con los militares de alto rango ya que era la única que hablaba su idioma.
– Me siento como espía encubierto.
– Hmm creo que eso somos Jimin – Fue lo último que dijo Yon antes de tomar el brazo de Hobi y entrar al gran salón donde se ganaron varias miradas curiosas seguidas de rumoreo – Esto será un poco más complejo de lo que pensé.
Y sin duda lo fue, casi había pasado una hora en la que el progreso no había sido mucho, en especial Yon quien se encontraba meditando qué tomar ante la frustración que sentía.
– Para una noche fría como esta, el soju local es la mejor opción – Le fue extendida una copa por Kim Namjoon quien la miraba con una gran sonrisa en lo que acomodaba sus lentes – De parte del caballero.
Señaló al otro lado de la habitación donde Seokjin la miraba con una sonrisa en lo que estaba en una conversación que parecía importante, Yon recibió el trago mientras fijaba su mirada en el uniforme militar del asesor, aquel sol que reposaba en su hombro le generaba bastantes dudas.
– ¿Desea apoyo? – Yon conservó su cara inexpresiva aunque por dentro su alma cayó a los pies por un segundo – Fíjese bien, no hay nadie de aquí que no tenga un buen rango, hasta los meseros mínimo tienen que ser de buena familia… está en un campo minado, así que permítame guiarla.
– ¿Por qué? – Por más que quisiera no podía depositar su completa confianza, no podía negar que en ese preciso momento tenía miedo.
– Confío en el juicio de Jin… lo que significa que confío en usted – Le extendió su brazo con caballerosidad y la presentó justo con quien necesitaba, en menos de 10 minutos se encontraba en conversaciones “casuales” con sus objetivos, las cuales terminaron de extenderse por horas.
De repente la música cesó haciendo que todos centraran su atención en la aparición del hijo de la nación, quien entró como si de la realeza se tratara, dando pequeños saludos hasta llegar a una pequeña tarima donde dio unas breves palabras.
Pero Yon ni siquiera pudo ponerle atención, su cabeza estaba dando mil vueltas al ver el gran error que había cometido, el chico al que había tratado básicamente como imbécil era quien ahora daba dicho discurso.
El hijo de la nación Kim Taehyung
– Por último quiero darle un gran agradecimiento a nuestros hermanos del sur que han venido para conocer y entender nuestro hermoso país – Para ese entonces los tres estaban reunidos dando las gracias por el aplauso que estaban recibiendo – Ahora sin más comencemos con el baile.
La música volvió a sonar y cada quien buscaba pareja en lo que los tres surcoreanos se escabullian a un esquina.
– Tenemos un problema… se acuerdan del imbécil de los caballos que les conté más temprano – Los dos asintieron – Es Kim T-a-e-h-y-u-n-g – Ambos hombres casi se van de espaldas en una escena casi cómica – Creo que me voy a dar de baja… en la vida – Antes de seguir Jimin le dio una mirada cómplice casi que gritandole con los ojos que se callara.
– Disculpe señorita, me permite este baile – El corazón se Yon se detuvo por un instante al escuchar la voz que tenía detrás y al ver a sus compañeros solo se encontró con Hoseok dándole la bendición antes de hacerla voltear.
Yon asintió con una sonrisa forzada antes de tomar la mano de Taehyung quien sin más la llevó a la pista de baile, en lo que no dejaba de hacer contacto visual al ver lo nerviosa que se encontraba la chica, quien solo quería que la tierra se la tragara y la escupiera en Madagascar.
Al final se dio por vencida, sabía que no era el momento para mantener su orgullo, así que tan solo suspiro antes de comenzar a hablar.
– Mis más sinceras disculpas, no debí entrometerme en una situación que no era de mi incumbencia como la de esta tarde.
– Creo que deberías pagarme por tal insulto… que te parece si domas esa yegua por mi, ya que yo soy un incompetente, quizas tu si seas la adecuada para el trabajo.
Yon río por lo bajo, no podía creer el ego y cinismo de este personaje, pero dada su historia tampoco esperaba mucho menos, tenia un país a sus pies y lamentablemente ahora ella se encontraba en dichas tierras y al estar en la mira de alguien con tanto poder tan solo podía agachar la cabeza.
– Como ordene.
– Tiene tres días – De inmediato se detuvo, no podía creer el requerimiento tan descabellado.
– Tengo mucho trabajo señor, no podría ser un poco más coherente con el requerimiento – El joven tan solo negó con la cabeza.
– Espero que cumplas si no quieres que la cumbre de unificación se vea interrumpida – Enseguida volvió a tomarla de la cintura para seguir bailando, pero alguien se interpuso en su camino.
– ¿Primo, me permite? – Seokjin había llamado la atención de todos por lo que a Taehyung no le quedó de otra que asentir y retirarse para evitar cualquier escándalo – ¿Todo bien? A veces Tae puede ser un poco… imbécil.
– Si lo note – Vio lo abrumada que se veía la joven, así que prefirió sacarla a los jardines para que ambos tomaran aire – Perdón, me deje llevar por un segundo, volvamos.
– ¿Crees que te saque porque te veías terriblemente enfadada y distraída? pues no, lo hice por mi… esas reuniones me cansan – Yon se rio ante el personaje que tenía enfrente – ¿Que te pidió que hicieras?
Después de contarle la historia de aquella tarde solo escuchó una sonora carcajada de Seokjin que solo le generó un impulso por pegarle que debió resistir.
– Mañana tenemos reuniones toda la mañana, pero qué te parece si te ayudo por la tarde, no se nada de caballos pero lo intentaré – Yon se enterneció ante la propuesta de ayuda, tan solo llevaba dos días de conocerse, pero sin duda Seokjin seria de gran ayuda.
– Gracias…
Hablaron otro par de minutos y volvieron al gran salón para no generar malos entendidos, al final tenían los ojos de todos encima de ellos.
Estuvieron toda la noche entre charlas políticas, cruzando miradas incluso estando en esquinas opuestas.
Al finalizar la velada Yon decidió dirigirse a su habitación cruzando por el gran jardín para detenerse un poco en la fuente que se convertía lentamente en su lugar favorito, se quitó los tacones y se sentó para contemplar un rato las estrellas.
– Parece que el invierno está llegando – Al ver la figura felina de Min acercarse, oculto detrás de ella los tacones, en lo que se levantaba para saludar – Admiro a las mujeres por muchas cosas y sin duda una de ellas es poder estar con tacones mas de una hora – Le dio una sonrisa en lo que extendía un par de sandalias – ¿Me permite?
Ante la caballerosa oferta Yon quedó helada un segundo antes de rechazarlo gentilmente y ponerlas por su cuenta, le seguía costando recibir ese tipo de atenciones por alguien que no fuera su hermano o su padre.
– Gracias consejero Min
– Quisiera tener una charla amistosa con usted, la gente tiende a llevarse una primera impresión de mi algo…
– Fría – Ambos rieron un poco ante lo predecible
– Si… aunque me encantaría justo ahora, no es el mejor momento – Se acercó de golpe para susurrar algo a su oído – Parece que tiene una sombra – Yon sabía perfectamente que se refería a Soobin quien de lejos la había estado cuidando por órdenes del sargento Jeon, no la había abandonado en toda la noche y aquel momento no era la excepción – La contactare en un momento más oportuno.
Ambos tomaron rumbos diferentes a causa de las pequeñas gotas que caían del cielo, ante lo cual una sombrilla apareció de repente sobre la cabeza de Yon siendo sostenida por su guardaespaldas.
– Así que ahora serás mi sombras.
– Ordenes señorita.
– Lo entiendo, solo espero que nos llevemos bien y metete en la sombrilla que te estás mojando.
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