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CAPÍTULO CUATRO
[PROFESOR DE MÚSICA]
Krestel tomó las llaves de la camioneta que estaban cercanas a la puerta, las hizo sonar esperando que Kylie bajara.
La chica escuchó las llaves de su padre anunciándole que era hora de irse, guardo el cuaderno que faltaba en la mochila antes de colgarla en su hombro y salir.
— Sabias que puedo tomar el autobús ¿verdad? — pregunto la adolescente. — Lo hice desde que tengo once.
— Espero no olvides que estás castigada señorita — recordó Krestel tomando el maletín.
Salió de la casa con Kylie siguiéndole, la chica se encargó de cerrar la puerta con llave.
Krestel saludo a la amable vecina que salió de casa para recoger su periódico, era una mujer de la tercera edad quien en alguna ocasión intentó presentarle a una de sus hijas para que consiguiera una pareja, sin embargo, Krestel terminó presentándole a uno de sus colegas y ahora ambos mantienen una relación.
Kylie subió al auto con su padre, dejó su mochila en el piso y se colocó el cinturón.
— ¿Cuantas veces tengo que disculparme? — volvió a preguntar la menor.
Krestel metió la llave en la cerradura.
— La misma cantidad de veces que tengo que decirte que no estoy molesto, solo rompiste una promesa y debes afrontar tus errores, Kylie.
— Papá, no va a pasarme nada, me he lastimado con una hoja y tengo que fingir para que los demás no se den cuenta — suspiró frustrada.
Krestel apretó el volante.
— Kylie, el hecho que seas una chica vampiro no significa que tengas autorización para fumar y bebe hasta que te quedes sin hígado que en tu caso se regenera, pero no quiero que tengas una adiccion.
Kylie suspiró, ella sabía que su padre siempre la vería como una niña pequeña aún cuando estuviera en sus cincuenta y no contara con arrugas.
— No todo el tiempo vas a poder protegerme, tengo que ser una adulta — hablo Kylie cansada del mismo tema.
Krestel suspiró, estacionó el auto cerca de la escuela de su hija.
— Ya lo se, Kylie — habló Krestel mirando a su hija. — Pero te he cuidado desde que tenías un año y solo una ocasión no pude hacerlo y terminaste herida y te condené a una vida que no elegiste, sigues siendo una niña antes que una inmortal.
— ¿No crees que eso es demasiado tarde en este momento?
Krestel se pasó una mano pro el rostro. — Olvida que eres una inmortal y concéntrate en que eres una mujer, ante los ojos de los demás eres una chica, que corre peligro en este mundo despreciable y estoy dejando que vivas tu vida sin meterme en tus decisiones, pero debes estar alerta y sobre todo, debes actuar normal. Tu no sabes si la persona que está al lado tuyo es un cazador, un humano o un vulturi, ¿recuerdas lo que hacen esos idiotas a las personas como tú y como yo?
La joven vampiro asintió, desde el momento en que su transformación ocurrió, su padre le pidió perdón un montón de veces e incluso por un año estuvo dejándola hacer lo que ella deseara y quisiera, pero ese tiempo había cambiado.
— Solo dile a Edward que no me esté molestando — pidió ella antes de cerrar la puerta.
— Sigue siendo tu padre, Kylie, aún cuando te caiga mal.
Kylie cerró la puerta rodando los ojos. Comenzó a caminar para ingresar al colegio, a lo lejos vio a sus amigos con los que estuvo el viernes afuera del supermercado cuando Edward la molestó.
Krestel vio a los chicos con los que su hija se juntaba e hizo una anotación mental para investigar sobre ellos y quien les vendía los cigarrillos.
Salió del estacionamiento con rumbo hacia su trabajo.
— Buenos días, profesor Carstair — saludó la directora al inmortal.
Krestel sonrió al ver a la mujer, no era normal que estuviera en su salón y menos cuando sus alumnos no eran problemáticos.
— Buenos días, profesora Archibald ¿a qué se debe su visita?
El hombre se levantó de su silla para acercarse hasta la directora quien estaba en la puerta del salón esperándolo.
La mujer se intentó poner un poco más recta, Edward quien estaba estarás de ella lejos de la vista de Krestel hizo una mueca al sentir los pensamientos de la mujer ante el hereje.
— Quería informarle que hemos tenido un nuevo profesor para el salón de música y ese es...
— Edward Cullen — se presentó el cobrizo.
— Debe ser una broma — hablo Krestel al ver al vampiro ante sus ojos.
— ¿Se conocen? — cuestionó la directora.
— Viejos amigos — mintió Krestel. — No tan buenos como quisiera.
— Lamentó escuchar eso — dijo la mujer. — Quería pedirle que se encargara de presentarle al nuevo maestro las instalaciones y si se puede ayudarlo en lo que se le dificulte, su primera clase será con su grupo, profesor.
Krestel sonrió. No estaba feliz con la petición.
Se estiró para cerrar la puerta de su salón, aún faltaba media hora para que los niños llegaran al colegio.
— Si gusta podemos comenzar con un recorrido pequeño, profesor Cullen — Carstair fingió una sonrisa.
Edward camino junto a su ex pareja no sin antes agradecerle a la directora.
La mujer se mordió el labio pensando en cómo sería tener a ambos hombres entre sus brazos y debajo de sus sábanas.
Una imagen que sin duda, Edward quería borrar de su cabeza lo más rápido que pudiera, y si Krestel no lo odiara tanto, lo estamparía contra la pared para besarlo de una manera poco profesional para marcar cierto territorio.
— Me dirás la verdadera razón por que estas aquí en esta escuela.
— Necesitaban un maestro de música — habló Edward mirando a Krestel.
Krestel guió directamente a Edward hasta el salón de música, pasaron de cerca por algunos salones y supo que el baño de profesores se encontraba enfrente del salón de música.
— Necesitaban un maestro de música.
— Claro — río en hereje. — Y yo me volví heterosexual.
Edward se rio al escuchar a Krestel.
El cobrizo sabía desde el inicio de su amistad las preferencias sexuales de su amigo.
Edward vio en el lugar un piano, algunas guitarras e incluso algunos tambores.
— Se supone que debas enseñarles a los niños principalmente lo básico de música, leer partituras y algunos instrumentos — explicó Krestel. — A final de año se hace una presentación, en diciembre hacemos una presentación como una obra de teatro.
— ¿Ayuda el departamento de música? — cuestionó Edward.
Krestel asintió. — Casi es vacaciones, por algún tema de la feria que se acerca — explicó el maestro. — Tengo una visita programada la próxima semana para un acuario, me temo que la directora te obligará a ir conmigo.
Edward seguía mirando a Krestel. El hereje se mantuvo firme alejado de él cobrizo.
— Te voy a pedir que si quieres involucrarte en la vida de Kylie lo hagas como se debe y no intentes fingir ser un padre que se preocupa solo por que la ve tomando un cigarrillo, quien debe encargarse de los castigos soy yo, no tu.
— Krestel...
— Puedes ser su padre en el papel — señaló Krestel intentando salir del lugar. — Pero la abandonaste y no has sigo una figura para ella desde que tiene uso de razón, mi hija no te necesita ahora.
— Quiero intentarlo.
— Demuéstraselo a ella y no a mi.
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