Chapter twelve
—¿Papá? Me gustaría hacerte una pregunta—deje las llaves del auto en uno de mis bolsillo y abrí la puerta del ante jardín de la casa, le sonreí con intriga, asintiendo a su petición—¿Estuviste triste todo este tiempo al no poder ver a tu amigo Kim Seokjin?.
—¿Sientes curiosidad de pronto, chiquito?.
Él luego de unos segundos, asintió.
—Lo extrañe muchísimo. Pero con el tiempo pude superarlo porque sabía que estaba bien, sea lo que sea que estuviera haciendo—me encogí de hombros y tome su mano para caminar por el pequeño camino en el jardín, paramos al llegar a la puerta, alcance a escuchar risas dentro.
No le tome importancia.
—Yo, creo que siempre supe que extrañabas a alguien papá, algunas veces lo pensé—se detuvo a pensar, mientras que formaba un puchero en sus labios—Tus ojos cambiaban cuando estabas a solas y cuando me veías a mi—me sorprendió la forma en la que lo había dicho—En la escuela nos han hablado de las cosas que nos hacen felices, y me acorde de tí—le mire con el amor desbordando mis ojos—Y que eres el mejor super papá del mundo. Por eso mis ojos siempre brillan cuando te miran a ti—sentí de pronto un sentimiento en mi corazón que arañó por dentro, que me hizo abrir los ojos y darme cuenta de algunas cosas que no había notado hasta ahora—Así como cuando miraba a Mila también cuando aún vivíamos allá, papá.
Me agaché para quedar a su altura y acaricie su cabello oscuro, ondulado.
—Y tú eres el mejor super hijo de todo el mundo—le pique la nariz y toque el timbre de la casa, ahorrándome el tener que sacar las llaves para poder entrar. Aguardamos unos segundos hasta que Eloísa se paró frente a nosotros—¿Interrumpimos algo?.
Ella carcajeo levemente.
—¿Qué dices? Sólo estamos cenando, pasa hermano—me dio un abrazo y nos cedió el paso no sin antes besar las mejillas de Hwan—Cuéntame como te fue en clases hoy Hwan, ¿Ya tienes amigos?—preguntó.
—Esta cansado, no lo agobies con tus preguntas Eloísa—intervino nuestra madre—Tardaron en llegar, ¿Donde te llevo papá, Hwan?—deje nuestras cosas sobre el sofá y camine hacia donde estaba mi hijo.
—Fuimos por un helado, era mi favorito—sonrió pequeño, decidió tomar asiento junto a los demás—Tengo que cortar mi cabello, me han dicho que no es correcto llevarlo así—se encogió de hombros—Me gusta así y a papá también, no entiendo.
—Ya hablamos de esto, chiquito—tome asiento en el sofá y di un suspiro—Tenemos que hacer las cosas bien, son tus primeros días de escuela, en las vacaciones puedes dejar crecer tu cabello ¿De acuerdo?—él me observo y asintió finalmente, rendido—¿Terminaron de cenar? Me gustaría probar lo que mamá cocino esta vez, huele bien.
—Estofado, Taehyung—dijo ella con una pequeña sonrisa, mientras caminaba hacia mi y acariciaba mis hombros—Tu favorito.
Me mantuve en silencio, viéndola como se dirigía a la cocina. Con esa problemática dentro de mí que me impedía sentirme parte del reducido espacio que mi madre guardaba en su corazón para personas que eran realmente importantes ¿Cómo debería sentirme al sentir sus manos cálidas sobre mis hombros tensos y cansados? No sabía.
Cualquiera se hubiera sentido protegido.
Sin pronunciar palabra me dirigí tras ella, sin una razón realmente elaborada, tan solo la acción de ponerme de pie y lo sucesivo llevándome hasta donde estaba, hundiendo una cuchara sobre la olla mientras que con su otra mano sostenía un plato tan blanco como recordaba cada loza de esta casa.
—Quién te viera madre, comienzo a creer algunas cosas que dice mi hermana sobre algunos de tus comportamientos en la casa—ella se giró a verme, pareció que mi comentario se lo tomó bastante bien. Ese lado cómico que jamás vi estaba presente ahora—¿A quién intentas sorprender?.
—No necesito sorprender a nadie hijo, es la la tarea que cualquier madre haría por sus hijos. Hace mucho no nos veíamos y quise hacer lo que alguna vez fue tu comida de cada día de la semana, cuando todo seguía estando bien en esta familia ¿Recuerdas?—giré mis ojos y voltee a ver a otro lugar—No me mires con esos ojos, sabes que es así.
—Para mi sigue todo exactamente igual, tu actitud no a cambiado para nada, madre—despeje mi garganta—Se que has visto a Jeon Jungkook y lo que me sorprende es que no me lo hayas comentado después de hacerlo. Tengo derecho a saberlo, madre.
—No debería importarte lo que hable o no con él, hijo.
—Lo es si mi hijo estuvo presente. Entiendo que tú entiendes perfectamente las consecuencias que caerían en nuestras cabezas si tu nieto se entera de la verdad—guardo silencio—En los problemas que tendríamos como familia a nivel político, el apellido que tanto cuidan se vería arruinado—después de unos minutos me miro a los ojos—Al menos reconsidera decirme una próxima vez lo que acaba de pasar hoy, hazlo al menos por el apellido que tanto te importa madre. Mi hijo no debe estar en medio de estas disputas internas tuyas, o volveremos a Suiza y no lo verás otra vez.
Salí de la cocina, sin esperar una respuesta de su parte. Decidí olvidar lo que había pasado al menos el tiempo que estuviera sentado junto a los demás en la cena.
—Es abrumador...—dije en un suspiro, mientras dejaba caer mi pecho sobre la mesa y en mi mano derecha sostenía una lata de cerveza y quizá debería estar cerrando mi boca antes de decir algo que no debería—¿Quisieras aconsejarme algo?.
—Si supiera todo el contexto podría decirte algo que pueda ayudarte, amigo. Pero se tan poco como tú has querido contarme, lo único que podría decirte es que nada es tan grave como parece, todo en esta vida puede solucionarse si ambas partes lo estiman conveniente. No deberías sentirte tan desanimado, según lo que me has dicho de ese muchacho puedo deducir que es alguien que sabrá comprender lo que tengas para decirle, las razones que tuviste para haber terminado con él de esa forma.
—Ahora comienzo a dudarlo, Yoongi-ah—suspire y deje caer mi rostro entre mis brazos—Lo conozco lo suficiente para pensar que en estos momentos soy la última persona a la que quiere cruzarse en el camino. Me odia como no tienes idea.
—¿Y él te lo ha dicho?—Alce mi rostro, su rostro se mantenía serio ante la pregunta, pero con esa sonrisa vacilando por momentos en su rostro—Jeon Jungkook.
Pensé en el momento que tuvimos, el primero luego de tantos años separados.
—No..—negué apacible—Pero se que es así.
Luego de un rato tome un último sorbo a la cerveza que tenía en la mano y suspire.
—Lo peor, es que me muero por hablar con él, y no sé de que manera proceder con todo esto. Arruinar aun más la situación es lo último que quiero hacer ¿Entiendes?.
—Claro que si, Jungkook-ah—se acercó y apoyo una de sus manos en mi hombro—Debes tomar las cosas con calma, piensa con la mente fría y el mismo tiempo te dará la oportunidad para tener la conversación que deseas—Alce el rostro y le miré por un momento, sintiendo esa calidez emanar de mi amigo. Regreso a su postura normal y despejo su garganta, tomando la cerveza que había olvidado abrir hace minutos y dándole el primer sorbo—Recuerdo ese día, que me dijiste que ellos alguna vez fueron tu familia. Aquel pequeño que tomaba la mano del muchacho aquella vez ¿Es tuyo?.
Mi corazón tuvo una punzada.
Y quizá mi había intuyo que no fue una pregunta demasiado acertada.
—Digo, lo adoptaron juntos, es a lo que me refiero.
Pensé unos minutos antes de responder, sintiendo una especie de vacío angustiante al pensar en todo eso y en como ese niño llegó a nuestras vidas hace tantos años. Un niño tan inocente que no tuve la dicha de ver siquiera nacer, no lo conocía para nada.
Pero que hubiera dado cualquier cosa por revertir para poder estar con ellos ese día.
—Tenía tan solo días.. cuando él llegó a nuestras vidas. Fuimos inmensamente felices y no entiendo en que momento todo eso cambió. Esa felicidad digo, se esfumó como vapor en los aires, tan simple.. que pareciera que nunca existió dicha felicidad.
—¿Y no lo volviste a ver? Luego de que su relación acabará—negué despacio—Claro, entiendo, aunque pienso que tus derechos siguen intactos independientemente de lo que haya sucedido, es tu hijo, siempre lo va a ser. Se olvidara de que existes, Jungkook.
—Ha sido mi culpa, él no me impedido absolutamente nada..—comenté—Mi salida de sus vidas fue una decisión totalmente mía. Es lo que debo decirte, amigo mío.
Estaba por decirme algo antes que una presencia externa nos interrumpiera.
—¿Min Yoongi?—ambos alzamos el rostro ante el llamado ajeno de la persona frente a nosotros. Cargaba unas cosas en sus manos, entre ellas lo que parecían ser aviones coleccionables qué a un niño de niñez temprana podría gustarle—¿Eres tú?.
Las risas de pronto nos envolvieron y la incognita de que en alguna parte lo había visto no salían de mi cabeza.
—Park Jimin definitivamente no pensé volver a verte—le abrazo fuertemente—Pero dime que haces acá, en la capital que tanto odiabas. Algo grande debe estar atandote a esta ciudad caótica ¿O me equivoco?.
—Como siempre, Min Yoongi—sonrió apenas—Encontré un buen trabajo como médico en el hospital de Seúl, no puedo pedir más, fue una excelente oferta y bueno decidí quedarme aquí, pasaron años ya.
Luego de unos minutos, su mirada recayó en mi. Con educación me puse de pie y me presente ante el nuevo amigo de mi amigo.
—Jeon Jungkook, es un placer.
Sus ojos se abrieron más de pronto.
—Te conozco, te vi en la celebración del tratado que firmaron los Kim con la familia Jung ¿No es así? Soy Park Jimin, en esa ocasión fue acompañante del hijo mayor de los Kim, aunque debes conocerlo ¿No?.
Que pregunta.
—Por supuesto, es un agrado volver a verte, aunque no tuve oportunidad de conocerte formalmente—intente darle una sonrisa amigable—No obstante, pude conocerte ahora, y halago tu buena memoria Park Jimin, no me habría acordado de ti si no me lo recuerdas nuevamente—comenté—Soy mejor amigo de Yoongi-ah.
—Jungkook, con Jimin nos conocimos en la universidad, al ser del área de la salud tuvimos el agrado de compartir muchas actividades recreativas y nos llevamos bien al instante—el chico sonrió gratamente—Pudo lidiar con mi mal genio y de ahí no me le separe más, hasta que ambos acabamos la carrera y tomó la decisión de hacer sus practicas fuera de Seúl, no supe más de él.
—Te pido las disculpas, Min Yoongi—y todo dicho dentro del margen del humor.
—¿Y eso? No me contaste que habías tenido hijos ¿O los juguetes son para ti?—Alce la mirada y le observe con atención.
Negó tan rápido como sus mejillas se tornaron de un color carmesí. Aunque esa sonrisa soñadora seguía vacilando en su rostro cabizbajo, no pude evitar sentir un leve disgusto ante su deseo por ser padre.
Padre quizá del mismo niño que es mío.
—No tengo hijos, ni son para mi los juguetes Min Yoongi—carcajeo levemente—Son para el hijo de un amigo al cual estimo mucho, hace poco comenzó las clases y quiero darle un presente por ello, es todo.
—Que dulce eres, Park Jimin—dijo mi amigo—Espero y sean bien recibidos, algunos niños no tienen pelos en la lengua para demostrar su disgusto ante los demás.
—Se de buena fuente que ama los aviones—comentó feliz—Así que es un buen regalo. Yo estaba de pasada, no los interrumpo más, espero verte nuevamente Min Yoongi.
—Igualmente Jimin-ah, no te vuelvas a desaparecer que no tengo los medios para ubicarte en otro lugar—agitó su mano en despedida—¡Si guardaste mi número es el mismo de siempre, no lo olvides Park!
Finalmente fuimos nosotros dos.
—¿Quieres otra ronda?—sugerí.
Mi amigo sonrió.
—Hágase tu voluntad, amigo.
—Cálmate Hwan, te lastimaras si saltas de esa manera. No he tenido la oportunidad de tener un hijo con super poderes aun—le seguí por los pasillos de la casa hasta la sala de estar, en donde aguardo en el sofá.
El timbre de la casa había sido tocado recientemente. Lo que avivó la emoción en mi hijo al saber quiénes estaban detrás de la puerta, y que decir, a mi también. Con una sonrisa fue recibido en la puerta y le invite a pasar de inmediato, accediendo al abrazo que mi tan querido amigo me dio.
—Creo que nos vimos hace un par de días Seokjin—reí ante su efusividad—No me iré otra vez, te lo prometo si me sueltas ahora.
Carcajeo.
—A ti ya no te creo nada, Kim Taehyung—se separo de mi, y paso su mano por mi cabello, despeinadolo. Mi mirada luego recayendo en el pequeño, aún no soltaba su mano, tímido y esperando una petición—Iseul, puedes soltarme la mano, creo que Hwan esta ansioso por jugar contigo ¿No?.
Mire a mi hijo, aún aguardando en el sofá.
Me pareció divertido verlo esperando allí.
Iseul camino hasta el sofá y se sentó junto a Hwan quien le enseñó inmediatamente uno de sus aviones de juguete que le había dado Eloísa apenas cuando aterrizamos.
—¿Te ofrezco algo de beber? Hoy esta soleado, me imagino que hace calor ¿No?—cerré la puerta cuando mi amigo comenzó a caminar al interior de la casa, viendo como los niños corrían hacia el patio del fondo—Toma asiento, me prepararé un vaso de smottie ¿Quieres que te prepare?.
—Me gustaría..—dijo en medio de una sonrisa, dejando ese aura titubeante atrás—¿Estas solo? No he visto a tus padres.
—Eloísa atiende algunos asuntos de la empresa, y mis padres están en el hospital por un chequeo medico de rutina para papá —deje dos vasos en la encimera y tome la juguera de una de las repisas—No deberías estar tan tenso, lo he notado desde que los niños se fueron corriendo al patio de atrás.
—Nunca he sido santo de su devoción—paso una de sus manos por la nuca.
Reí ante su comentario.
Tome el cuchillo y comencé a picar unas frutas con facilidad.
—Mi madre podrá ser muchas cosas, pero no te comerá Kim Seokjin. Aparte han pasado años, las relaciones entre personas cambian drásticamente—vacíe el bowl con frutas en la juguera y abrí cuatro yogures—Eres mi visita, no tiene derecho a reprochar absolutamente nada, no te preocupes así.
La cuenta regresiva en la maquina llego a 0 y eventualmente me dispuse a vaciar la mezcla en los dos vasos que tenia listos.
—¿Sigues siendo un maniático del orden, Kim Taehyung? Pensé que al ser un padre responsable y un adulto de 30 años eso habría cambiado—carcajeo mientras recibía el vaso de smottie—Eres el mismo.
—Claro que soy el mismo, la llegada de Hwan avivó aun más eso—sonreí divertido—Cuéntame un poco de lo que fue tu vida.
—¿Te interesa? No es más emocionante que la tuya, querido amigo—rio.
—Por supuesto que si, eres mi único amigo—tome del liquido en el vaso—Quiero saber que tantas malas decisiones tomaste.
—¡Hey! No hay necesidad de recordarmelo—siguió riendo—No hay mucho que contar la verdad, estudie lo que quería, me case poco tiempo después de haber egresado de la carrera y al año siguiente nació Kim Iseul—se encogió de hombros—Duro tan poco qué superarlo no me costó trabajo. Desde entonces solo somos Iseul y yo.
Asentí.
—murmure—Entiendo, ¿Has sabido algo de la madre entonces? Si se puede saber.
Seokjin tomó un sorbo de su vaso y negó con la cabeza, pero su expresión permanecía tranquila.
—No, no he sabido nada de ella en años. La última vez que hablamos, estaba buscando algo diferente, un futuro nuevo lejos de aquí. Y, ¿sabes qué? No tengo problemas con eso. Criar a Iseul solo nunca fue un problema para mí. De hecho, creo que somos un gran equipo—sonreí por lo dicho.
Lo miré, reconociendo esa calma que solo alguien que ha aprendido a aceptar lo inesperado podía tener.
—Te entiendo perfectamente. Cuando Hwan y yo nos quedamos solos, también pensé que sería complicado. Y bueno, lo es, pero nunca lo vi como una carga. Hwan me cambió la vida, me hizo aprender a ser más fuerte—despeje mi garganta—Es un pilar.
Seokjin sonrió, esa sonrisa que viene de compartir experiencias similares.
—Es curioso cómo algo que parece tan difícil al principio termina siendo lo que más te llena ¿No? Iseul me enseña cosas todos los días. Creo que me hace más humano con el pasar de los años ¿Cierto?.
Asentí, sintiendo cada palabra.
—Totalmente. Aunque, admito que hay momentos en los que quiero esconderme cinco minutos—suspire pasando una de mis manos por mi rostro, algo cansado.
—¡Oh, ni me lo digas!—rió Seokjin—Iseul tiene esta habilidad de siempre saber exactamente cómo conseguir lo que quiere. El otro día me preguntó si podía dormir tarde porque así practican los grandes inventores—reí con emoción.
—¿Y qué hiciste?
—Lo dejé dormir tarde, claro. ¿Cómo iba a decirle que no? —respondió con un gesto dramático, que me hizo reír—Estaría desperdiciando las habilidades de un gran inventor en un futuro ¿No lo crees?.
—Hwan hace algo parecido. La semana pasada me dijo que si no le dejaba comer helado, no tendría energía para sacar buenas notas ahora que ingreso a una nueva escuela. Honestamente, creo que ambos podrían escribir un libro de tácticas.
Seokjin soltó una carcajada.
—Definitivamente. Aunque, siendo honesto, a veces creo que ellos nos están criando a nosotros más de lo que nosotros a ellos.
—Sí, probablemente. Pero, ¿Sabes qué? No me quejo. Al final, ellos son los que nos mantienen en movimiento.
Seokjin levantó su vaso, sonriendo con complicidad.
—Por los hijos que nos enseñan más de lo que imaginamos.
Levanté el mío y lo choqué con el suyo.
—Por eso. Y por los padres que seguimos improvisando y haciéndolo lo mejor que podemos.
Ambos bebimos, con una sensación compartida de satisfacción y complicidad. A veces, no se necesita mucho para sentirse acompañado y con ello también me había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado el tiempo que pase fuera.
Desvíe la mirada cuando el ringtong de mi celular comenzó a sonar, haciéndolo vibrar sobre la mesa. El nombre de quien menos esperaba brillaba en la pantalla sin más.
—¡Papá! Hwan no quiere compartir su avioneta—Seokjin se puso de pie, y opte por dejar la situación en sus manos. Quien rápidamente camino detrás de los niños y se perdió por los pasillos de la casa.
Después de un segundo de duda, contesté.
—¿Qué quieres? —pregunté con frialdad, directo al punto.
—Taehyung... —La voz de Jungkook sonó insegura, casi temblorosa. Había algo pesado en su tono, como si le costara hablar—Sé que no es el mejor momento, ni con la persona que deseas hablar ahora, pero llevo días dejándote mensajes, necesito hablar contigo si eso es posible.
—Ya estás hablando—Respondí seco, sin ocultar mi indiferencia.
Un silencio incómodo se instaló antes de que él hablara de nuevo.
—¿Cómo estás?
—Bien—Contesté sin más, sin intención de darle la satisfacción de una conversación.
—¿Y Hwan? —preguntó con cautela, su voz más baja.
Mi cuerpo se tensó al escucharlo mencionar a mi hijo. Mantuve mi tono neutro a pesar de la molestia que crecía en mi interior.
—Está bien, juega en el patio.. con un amigo.
Jungkook dejó escapar un suspiro casi imperceptible al otro lado de la línea.
—Taehyung... —Su voz era un susurro, cargado de arrepentimiento—Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero... quiero verlo. Quiero ver a Hwan.
Sus palabras cayeron pesadas en el aire. Cerré los ojos por un instante, tratando de contener la tormenta de emociones que se agitaba en mi interior.
—No creo que sea una buena idea—Respondí cortante, sin lugar a concesiones.
—Por favor. —Su tono era suplicante, casi quebrado—. Solo quiero verlo... aunque sea de lejos. Prometiste hacerlo cuando nos vimos en esa fiesta, Taehyung. Te lo pido.
Su vulnerabilidad me golpeó, pero no iba a permitir que eso cambiara mi decisión.
—¿Ahora te importa? —pregunté con un filo evidente en mi voz. Y es que quizá no había sido la pregunta más acertada, ni las palabras correctas para ninguno de nosotros. Avivando sentimientos que quizá me prometí jamás volver a experimentar.
Él no respondió de inmediato. Cuando lo hizo, su voz era débil, como si estuviera al borde de romperse justo en ese momento.
—Nunca dejó de importarme, Tae... Solo que fui un idiota. Hay tantas cosas que no sabes, la vida fue injusta para los dos.
—Un idiota..—Lo interrumpí, cansado—Ni siquiera nos buscaste después del parto, estuve un mes en coma Jeon Jungkook..
Hubo un silencio prolongado, roto únicamente por su respiración entrecortada.
—Sé que no puedo cambiar lo que hice, pero... estoy intentando ser mejor, hay cosas que no entiendes pero prometo explicarte todo, por más complicado que sea de digerir te diré absolutamente todo.
Sus palabras me hicieron apretar los dientes. Sentía la sinceridad en su voz, pero no podía permitirme ceder tan fácilmente.
—Algunas cosas no se pueden arreglar, Jungkook—Respondí con frialdad—Necesito más tiempo, es lo único que pido.
Dejé el teléfono sobre la mesa una vez finalizo la llamada, sintiendo un peso en el pecho. No podía negar que sus palabras me habían afectado, pero había demasiado dolor entre nosotros como para ignorarlo.
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