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26.


Ver el rostro de Jennie adornarse con una hermosa sonrisa fue lo mejor que pudo pasarme esta noche. Tocar su canción favorita solo por verla sonreír era asombroso para mí.
                     
El show había terminado hace unos minutos atrás y ahora todos estábamos en nuestra habitación de descanso recuperando nuestras energías mientras tomábamos un poco de cerveza, cortesía de Taehyung por haber dado un gran show esta noche para sus clientes.
                     
Jennie se había ido tan pronto como acabó el show, no sin antes despedirme de mí, obviamente. Al parecer había recibido una llamada telefónica de su padre en donde le dió la noticia que una persona muy importante para ella venía de visita a la ciudad y estaba ansiosa por verle; y definitivamente no pude evitar tener celos de aquella persona misteriosa.
                     
- Cada día me sorprenden más. - dijo Taehyung entrando a la habitación - Sinceramente merecen unas buenas vacaciones, sin embargo el bar sería un caos sin ustedes. Los clientes no estarían felices bebiendo sin música.
                     
- Nos puedes subir el sueldo en lugar de darnos vacaciones. - todos empezamos a reír por el comentario de Markus - ¿O no, chicos?
                     
- El anciano tiene razón, jefe.
                     
- ¿Tu vas a dar de tu dinero para que les aumente la paga a los demás, Soo-young? - mi amiga negó haciéndonos reír
                    
- Quizá debas hacer corte de personal. - Jackson hacía acto de presencia acomodándose a lado de Paul en el sillón - Ya sabes, no es muy bueno para el negocio tener dos vocalistas y tres guitarristas.
                     
Nuestras miradas se juntaron por un momento, él me sonrió con autosuficiencia. Definitivamente su comentario era por mí.
                     
- ¿Y por qué no se empieza despidiendo a los meseros inadaptados que solo generan problemas con los clientes? - comentó Joy.
                     
- Porque esos meseros valen más la pena que algunas guitarristas de cuarta. - el ambiente se volvió tenso por su comentario.
                     
Jackson se había levantado del sillón para encarar a mi amiga, sin embargo Paul y yo fuimos más rápidos y nos colocamos frente a Joy.
                     
- Toca un solo cabello suyo y juro que te muelo a golpes, imbécil. - empujó al rubio haciéndolo perder el equilibrio
                     
- ¿Dijiste cabello? Discúlpame pero lo que tiene en esa cabeza es de todo menos cabello. Apuesto que es más basura y mugre que cabello. - se mofó.
                     
- Escucha pedazo de idiota. - comencé a acercarme amenazadoramente hacía el bajo la atenta mirada de mi jefe, quien solo miraba nuestra discusión en silencio - Por lo menos ella tiene algo en la cabeza a comparación de ti, que lo único que tienes es mierda y aire.
                     
- Repitelo, estúpida. - se levantó del suelo rápidamente para irse contra mí y empujarme de la misma manera en que Paul lo había empujado a él, la única diferencia es que su empuje no me había tirado al suelo
                     
- ¡Park, Harris, ni un paso más! - gritó nuestro jefe al ver que íbamos a empezar con los golpes - ¿Por qué tienen que hacer un alboroto por todo? ¿Es que pensáis que son unos adolescentes aún?
                     
- Él es el que empieza. - dijo Joy.
                     
- Y todos ustedes los que acaban. - se acercó a Jackson - Donde vuelva a escuchar alguna estúpida sugerencia tuya sobre cómo debo manejar a mis empleados mejor vete haciendo la idea que al primero que despediré será a ti, ¿entendiste? - asintió asustado - Ahora lárgate de aquí y ve a atender a los clientes, que en primer lugar no deberías estar aquí adentro en un sitio que no te corresponde.
                       
- P-pero es la sala de descanso.

- Sólo para la banda, ¿comprendes? - habló Markus - Aprende a superar las cosas y graba en tu cabeza que ya no eres parte de nosotros, Harris.

Al fondo se pudo escuchar como Joy, Paul, y Gill hacían un coro de "Oh" por el comentario de Markus.

Unos dos meses antes de que yo llegara a Nashville y pidiera trabajo aquí, Jackson pertenecía a la banda del bar. Él era uno de los vocalistas junto con Gill, y también tocaba la guitarra; hasta que una noche en uno de sus shows en el bar se enojó tanto con un cliente que se expresó mal de su voz que se le tiró encima y lo dejó inconsciente por tres semanas, haciendo que demandará al bar y que Taehyung estuviera a punto de correr a Noah por hacerlo perder una buena suma de dinero por la demanda.

Al final solo optó por restarle la mitad del dinero que le daba como sueldo a Jackson cada que cobrará hasta que le pagará el total de todo el dinero que le hizo perder aquel cliente que el rubio golpeó. Ese era el castigo, trabajaría en el bar hasta que pudiera pagar todo. Markus me contó que sacando cuentas, Jackson estaba destinado a trabajar ocho años en el bar sin prestaciones ni vacaciones.

- Vete al infierno, estúpido. - contestó.

Otra cosa que ya no se le tenía permitido a Jackson era estar en la banda, y no solo por el hecho de lo que pasó aquella vez y el dinero que le debía a Taehyung. Más bien era por seguridad de los clientes, ya que era muy temperamental y todo el tiempo estaba soltando groserías o atacando personas, así que por eso estaba más como mesero o detrás de la barra preparando bebidas bajo la condición de que no hablara más de lo necesario.

- Me estás haciendo enojar, y estoy seguro que no quieres pasar otro día en la bodega arreglando por orden alfabético y grado de alcohol a las bebidas que tenemos. - dijo el jefe tocando el puente de su nariz - Tienes tres segundos para salir de aquí, ya habíamos hablado de tu comportamiento. ¡Andando! - gritó.

A la única persona que Noah parecía tenerle respeto y miedo era al jefe, y lo entendía muy bien en ese aspecto ya que Kim Taehyung podía ser definitivamente alguien sombrío.

- Solo vine para felicitarlos por el show, no para ver una vez más otra de sus peleas con él. - nos dijo enojado - No les aumentaré el sueldo, vayan olvidándose de eso. - volteó a verme - Quiero verte en mi oficina en cinco minutos, Park. Llegó algo para ti.

Asentí. El jefe se dió la vuelta y finalmente salió de la habitación dejándonos a todos callados por unos minutos. A lo lejos se podía escuchar como la música del bar estaba a todo lo que da, lo que significa que aún habían clientes por ahí a pesar de que ya eran las tres de la madrugada.

- ¿Vas a beberte eso? - preguntó Joy señalando la botella de cerveza que tenía frente a mí.

- No.

- ¿Puedo tomarla? - asentí sin mirarla pensando en lo que me había dicho el jefe - ¿Quién crees que te haya dejado algo, uh? Yo creo que fue esa amiga que vive contigo.

- No creo. - murmuré.

- Una admiradora, quizá. - rió Paul sentándose a lado de Joy rodeándola con su brazo izquierdo - ¿Quieres que te esperemos en lo que hablas con Taehyung para que después nos vayamos a mi casa juntos?

- ¿Tu casa?

- Tengo una fiesta, ya te había dicho; y también Joy, ¿no es así, bebé? - le preguntó a mi amiga.

- Así es. Te lo dije, Chaeng.

- Mierda, es verdad. - recordé la ropa que traía en la mochila y para que la usé hace unas horas atrás - Lo siento, chicos, no voy a poder ir.

- Maldición, Chaeng, te avise. - gruñó Joy a la par de su no novio - Tienes que ir, quedamos en que te presentaría a una chica que te quitaría las ganas que tienes acomuladas de tener sexo.

- Pudrete, no quiero un revolcón. - le dije; la verdad es que no necesitaba a ninguna otra mujer que no fuese mi pelinegra bella y definitivamente no tendría un revolcón con cualquiera -  Quería ir para beber un poco, pero tengo que hablar con Taehyung. - me levanté de la silla en la que estaba y tomé mi mochila - Nos vemos por ahí.

- Adiós, Rosé. - dijeron Markus y Gill a la par; de hecho, ellos eran los únicos en el trabajo que a veces me decían así,  ya que tanto Paul cómo Joy me llamaban Chaeng y el resto de los trabajadores y trabajadoras del bar me llamaban por mi apellido

- Adiós, chicos. - me despedí de ellos.

Salí de la habitación de descanso con un pequeño sentimiento ansioso en mi estómago. ¿A qué se refería Taehyung con que algo había llegado para mí? ¿Quién había mandado ese algo? ¿Y si era una de esas cartas como las que habían recibido Marco y Ann?

Subí la escalera de caracol que estaba al final del pasillo por los baños del bar y cuando llegué al piso de arriba toqué dos veces la puerta de la oficina de Taehyung.

- Adelante. - se escuchó su gélida voz del otro lado de la puerta; giré la perilla y empuje para poder abrir - Cierra y toma asiento, Park.

- ¿Qué es lo qué llegó?

- No tengo ni la menor idea. - dijo rebuscando algo en uno de los cajones de su escritorio - Se lo dejaron a John hace unas horas mientras tú y los chicos estaban tocando, así que él me lo dió a mi. - sacó un sobre amarillo y me lo dió - Está a tu nombre.

- ¿No dijo su nombre la persona que lo dejo? - pregunté con curiosidad.

- Según John, no. Al parecer la mujer tenía muchísima prisa y tenía cubierto el rostro. - volvió a rebuscar en el cajón - Toma, a ella se le cayó esto. - me extendió una pulsera que parecía ser de oro - A lo mejor la conozcas. Eso es todo, puedes retirarte.

Me levanté en silencio y caminé hasta la puerta, pero la voz de mi jefe me detuvo un momento.

- Park, no quiero enterarme que tú y Harris discuten otra vez, ¿entendido? - asentí - Ahora sí, puedes irte.

Bajé con cuidado las escaleras de caracol. Cuando estaba a punto de salir del bar guardé el sobre amarillo y la pulcera de oro en mi mochila. Abriría y revisaría aquellas dos cosas tan pronto como estuviera en la casa de los Manoban.

Al salir del bar me percaté que aún estaba lloviendo así que tomé un taxi. El viaje fue muy tranquilo, sin embargo por alguna razón cuando llegué a casa de los Manoban tuve la pequeña sensación de que alguien estaba mirándome a lo lejos, así que volteé pero no pude ver nada más que la calle levemente iluminada por los faroles que habían. Traté de controlar mis sensaciones paranoicas, a lo mejor mi cuerpo y mente estaban jugandome una mala pasada por recordar aquello que me habían dicho los Manoban sobre que alguien estaba siguiéndome.

Al entrar a la casa me sentí un poco más aliviada por estar en un sitio más seguro que la noche. Me tomé el tiempo de cerrar bien la puerta de la entrada y después me puse a revisar que todas las ventanas tuvieran puestos sus seguros, por alguna razón no podía quitarme la sensación de inseguridad a pesar de saber que en casa de los Manoban nunca me pasaría nada por las miles de alarmas que tenían.

Miré hacia la calle una vez más a través de la ventana de la sala y después de verificar que no había nadie afuera, decidí subir de una vez por todas hacía mi habitación para revisar que era lo que contenía aquel sobre amarillo.

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