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03


Una equivocación, aquello es lo que Jimin había cometido y por eso estaba dándole unos cuantos cabezazos a su almohada.

Yoongi se estaba burlando desde el marco de la puerta de la pequeña habitación del menor.

—¿Y ahora qué hago? —suspiró sentándose en su cama.

—Nada, les mentís. Dejá de alterarte tanto, solo fue un error. —dijo bebiendo un sorbo de su taza de té.

—Pero van a ver a Nadine, ¿qué se supone que puedo inventar?

Jimin había subido una foto de su hija a la red que frecuentaban sus dos amigos restantes: Hyunjin y Nayeon. Ahora mismo no sabía si era más sencillo usar su cerebro o directamente mudarse a otro país. Quizás la segunda era mucho más lógica.

—Que es algún familiar o que empezaste servicio de niñero, esa es muy creíble.

—Nadie va a creer eso, es absurdo, encima no dejan de preguntar. —El más bajo alzó su teléfono delante de los ojos felinos y era verdad, sus amigos no dejaban de mandar mensaje tras mensaje buscando alguna respuesta coherente.

No era el fin del mundo, solo eran chusmas, pero Jimin en ese momento no podía pensar con claridad.

Mantener a su hija en el anonimato había sido de las cosas más complicadas estos últimos meses, la universidad comenzaba a requerir muchos más trabajos y con ello mucha más exigencia. Nadine todavía era muy pequeña para dejarla sola y concentrarse en otra cosa por más de medio minuto.

El rubio cayó de espaldas sobre el colchón sintiendo los mini balbuceos y movimientos contra su cabeza. Quiso llorar.

—Yo les respondo, y te repito, no te enloquezcas tanto, es algo que puede solucionarse fácil —dijo tecleando con rapidez.

—¿Qué vas a decirles? —preguntó con un desgano notorio.

—Que te caíste sobre la verga de un alfa bibliotecario y después de nueve meses nació.

—¡¿Qué?! —se reincorporó de inmediato para ponerse de pie e intentar tomar el teléfono de su mejor amigo que se estallaba a carcajadas limpias —. No podés decirles eso.

—Mentira no es.

—Yoongi, lo vas a terminar enviando en serio, borralo.

—¿Cómo les voy a enviar eso? —dijo bloqueando su móvil para sacudir un poco al más bajo—. Les dije que es tu sobrina y que la estás cuidando porque tu tía está con un cargo muy demandado.

El corazón de Jimin volvió a latir con normalidad y suspiró, asintiendo antes las palabras de su amigo. La habitación quedó en silencio escasos segundos hasta que el rubio rompió el hielo.

—Por mentirme vas a tener que quedarte mañana para cuidarla mientras voy a la universidad —sentenció con una sonrisa maliciosa.

—Agradecé que tengo la mañana libre, Park.

—No te hagas el ofendido, también te lo mereces por anotarme a ese trabajo sin mi autorización.

Yoongi iba a refutar, pero Jimin había apoyado sus dos pequeñas manos hecha puño sobre su pequeña cintura —todo su cuerpo era diminuto—, por eso mismo se quedó callado y aceptó porque esa postura significaba peligro.

(...)

Caos. Esa palabra definía el departamento de Jimin en ese instante.

Yoongi se había "predispuesto" en cuidar a la pequeña bebé ya que el omega quiso hacer presencia en su universidad porque Hyunjin, uno de sus amigos, no paraba de decirle que era necesario que vaya para un trabajo grupal.

Los dos únicos biberones estaban sucios en el lavabo, la mesada llena de papilla y habían unos cuantos pañales cochinos en el tacho de la basura. Claramente había comenzado a recoger los juguetes esparcidos por la alfombra pero no pudo terminar ya que su mano había sido secuestrada por Nadine, la cual se había quedado dormida.

Un milagro a decir verdad.

La cara de Yoongi expresaba mucha felicidad, su boca formaba una línea recta y sus ojos se encontraban entrecerrados y cansados. No iba a mentir, amaba a la bebé, pero hace una hora se encontraba sobre el suelo, en la misma posición con las piernas algo dobladas y su espalda pegada a uno de los bordes del sillón.

Si algo había aprendido en este tiempo era que definitivamente no quería bebés.

Jimin había llegado a la puerta de su apartamento mientras movía las llaves de forma apresurada entre sus manos repletas de pintura.

—Park, te encuentro al fin.

La dueña de los pequeños edificios se acercó hacia él haciendo ruido con sus pantuflas, algo que lo alteró un poco.

—Buen día, señora Kim. —dijo sonriente mientras estiraba la mano para un saludo que jamás llegó.

—Te vengo a dejar el último plazo de pago —dejó un sobre en su mano de forma desinteresada.

El joven lo abrió encontrándose con una cifra lo suficientemente alta como para suspirar, no sabía exactamente si era rindiéndose o tal vez por el cansancio que le estaba generando todo el tema de estar tan atrasado con los pagos.

—¿Podría pedirle un poco más de tiempo?

La única respuesta que recibió fue una carcajada que habrá durado unos cinco segundos pero para él fueron varios minutos.

Su ojo empezó a palpitar, ¿será el estrés?

—¿Aún más tiempo? —dijo de forma irónica —. Park, deberías concentrarte en buscar un nuevo empleo para poder pagar porque estás tres meses atrasado, bueno, cuatro ahora mismo.

—Lo sé, eso es lo que estoy intentando.

—Deberías esforzarte más.

Y aquel sonido volvió a irritar hasta su último sentido en el momento en que la anciana comenzó a caminar por su lado buscando a la siguiente víctima.

¿Esforzarse más? Ni que no lo estuviese intentando, aquello parecía ser algo de nunca acabar y necesitaba un milagro urgente.

Giró la perilla y la imagen delante de sus narices le drenó el humor restante. Sí, era una alegría que su hija estuviese dormida, se había ahorrado una muy grande, pero la casa era un completo desastre y era él quien debía limpiarlo.

¿Quién dijo que era buena idea ser un omega independizado?

Todas sus pertenencias fueron depositadas en un rincón, una por una, luego se acercó a su pequeña hija, intentando que suelte el dedo de su mejor amigo, que también estaba dormido, pero parecía estar muy bien aferrado. La fuerza de los bebés era algo de no creer.

Claramente era superior a cualquier situación de su entorno y pudo dejar a la bebé en su cuna, la cual también era un desastre, pero ya no importaba. Salió de la habitación en completo silencio y volvió a soltar un suspiro con sus ojos cerrados antes de hacer sonar su cuello y comenzar a limpiar.

Tomó uno de los canastos de la ropa y colocó prendas de Nadine que estaban por el suelo, de esa forma le sería más fácil de lavar a la mañana siguiente. Guardó todos los juguetes, pasó el trapo en toda la habitación, lavó el biberón y también algunas cosas que Yoongi había usado para comer, así como también limpió las encimeras quitándole los restos de papilla.

El sonido de un bostezo le hizo sobresaltar un poco. El joven detrás suyo se había despertado.

—¿Jimin? —preguntó observando a su alrededor reluciente con un poco de duda —¿Yo limpié todo eso o solo lo soñé?

El más bajo rió porque su amigo realmente parecía confundido, así que se limitó a darle la razón mientras se sentaba a su lado.

—Gracias por cuidar a Nadine hoy.

—Fue divertido —rió —, aunque en un momento empezó a gritar porque le saqué un juguete.

Una carcajada salió entre los labios de Jimin y llevó sus manos hacia su panza.

—¿Y qué hiciste?

—Se lo tuve que devolver —respondió indignado —. Esa rata tiene un año con mucha furia y no me respeta.

Ambos se quedaron tomando un té hasta que Yoongi se despidió y se fue hacia su departamento, tenía que hacer algunas cosas de su propia carrera antes de trabajar.

La casa era un silencio puro, salvo por los pájaros que se escuchaban por haber dejado una de las ventanas abiertas para que entre un poco de luz solar.

Jimin había aprovechado todo el día para avanzar sus deberes y sacarse un poco del peso de encima, no era de las personas que se conformaban con un nivel, pero corría el riesgo de escuchar un llanto en cualquier instante.

Aquel día se llevó dos cosas, una sorpresa y una lección.

¿La sorpresa? Luego de cepillar sus dientes, le llegó un mensaje indicándole que había sido aceptado en la librería. Se emocionó tanto que casi se ahogó con la pasta dental.

¿La lección? Que no debería dejar dormir a Nadine durante tantas horas en la tarde porque apenas cerró sus ojos, un ligero llanto se hizo presente. Su hija se había despertado y sabía bien que entre biberones y arrullos no iba a dormir esa noche.

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