Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7: Brujas del Pecado.

Capítulo 7: Mi Maldición.
History Asia Argento.

--------------
Italia.
Nápoles.
Convento.
--------------

Orando frente a una Cruz dónde la figura y estatua de el mesías Jesús estaba crucificado una monja rubia se encontraba arrodillada mientras en sus manos unidas en oración tenía una cruz de metal. El silencio se extendía en todo el lugar y la concentración de la mujer no podría ser rompido por nada.

"Amén..." De repente susurró.

Persignándose la monja rubia y de ojos verdes se puso de pie revelando una altura similar al de una adolescente, dándose media vuelta salió del salón de oraciones y caminó por el convento dónde vivía junto a otras monjas. Una mujer mayor vestida de monja se acercó a la oji verde misma que ladeó la cabeza a un lado en confusión.

"¿Madre Tereza?" Con un tono de voz angelical y suave la rubia habló.

"Asia... ¿Cómo estás Argento?" La monja de rostro arrugado pregunto.

"Bien gracias a Dios Madre Tereza... Es un gusto verla, no la veo muy seguido." La rubia quién se llama Asia Argento dijo haciendo una reverencia.

"Jeje, supongo que sí Asia... Cambiando de tema vengo a darte un mensaje de parte del Padre Galeardo. Pide tu presencia en su oficina." Comunicó la monja de cabello canoso.

"¿Mi presencia? ¿Porqué razón Madre Tereza?"

"No lo sé, pero sospecho que es para hacerte un favor, después de todo tú bendición dada por Dios es muy útil para estás épocas dónde a habido muchos heridos por guerras y misiones dadas por la [Iglesia Purify]." Dio una explicación.

"Ya veo..." Asia puso sus manos en su pecho y cerró sus ojos. "Es un milagro del señor que todos estén vivos y me haya dado este Don para ayudarlos."

La [Iglesia Purify] es una de las tantas iglesias que hay en el mundo trabajando para el Vaticano y muchas de ellas cuentan con equipos de exorcismos los cuáles son personas que fueron seleccionados de conventos. Por decirlo de una forma los conventos eran las escuelas y las Iglesias la Universidad dónde se ponía en práctica todo lo aprendido, a pesar de este hecho no todos estaban clasificados para convertirse en exorcistas y sólo unos pocos lo lograban, los suertudos que nacieron con el "Don de Dios" también llamados Sacred Gear's se convertían en las gallinas de Oro las cuáles se cuidaban como un hermoso cristal de cuarzo transparente.

"Espero encontrarme otra vez contigo Asia, que nuestro señor Dios vaya siempre a tu lado."

"Amén Madre Tereza. Con su permiso me retiro." La rubia hizo una reverencia y juntó a una sonrisa angelical se despidió de la monja anciana.

Caminando por el convento se dirigió a la oficina dónde se encontraría con el Padre Galeardo, al llegar tocó un par de veces la puerta del lugar antes de escuchar un: "pase" del otro lado dándole la autorización de ingresar, entrando a la habitación lo primero que vio fue un escritorio con papeleo incluido donde un ojeroso anciano vestido de sacerdote la recibió, viendo a su alrededor Asia notó que habían sacramentales adornando el salón variando en escapularios, cruces, medallas, estampas con oraciones, etc.

"Padre Galeardo."

"Asia, ¿cómo haz estado?"

"Bien gracias al señor, ¿y usted?"

"Igual que tu, aunque un poco agotado por este papeleo, mantener el convento es una tarea tediosa." Respondió a la pregunto el anciano de cara amable.

"Perdón por la pregunta, ¿pero porque me llamó?" La hermosa Asia pregunto con una cara confundida.

"Ah sobre eso... Es Leonardo, necesito que lo ayudes otra vez con Tu bendición, está... Bueno... Ya sabes." Con algo de preocupación el Padre Galeardo habló.

"¿Otra vez Leo se encuentra mal?" Asia tapó su boca en preocupación.

Leonardo era un exorcista de la [Iglesia Purify] quién constantemente venía al convento a curar sus heridas, no físicas, sino psicológicas, sólo Asia y el Padre Galeardo sabían como regresaba "Leo" después de las misiones que le eran encomendadas. La preocupación de la monja rubia estaba por los cielos asique apenas recibió un asentimiento en confirmación del anciano fue corriendo a la sala de heridos, en su recorrido paso por campos de entrenamientos donde se le enseñaba el arte de la espada a algunos niños, salones de estudios, habitaciones en los cuáles se encontraban bebés abandonados llorando y salas de oraciones, nada la detuvo, al llegar a su destino abrió la puerta.

"¡Leo!" Exclamando en voz alta llamó a esa persona.

Cuándo la puerta de la Sala de Heridos se abrió por completo la figura de un joven de 17 o 18 apareció a la vista de Asia, el chico era pelinegro, ojos azules, rasgos faciales occidentales y vestía con ropas de exorcista, tenía una mirada perdida mezclada de angustia, sus brazos tenían rasguños y este hecho se debía a sus propias uñas las cuáles el mismo se clavaba en su piel. Poseyendo ojeras el pobre hombre se veía cansado, daba tanta lástima que la monja rubia sólo pudo preocuparse.

"A-a-a-asia... ¡Asia!"

Bajando de la camilla de hospital dónde estaba sentado corrió hacia la rubia, arrodillándose frente a ella abrazo la cadera de la chica mientras enterraba su cara en el estómago de la monja, sus lágrimas bajaban por el rostro del pelinegro quién explotó en llanto cómo un bebé. Asia al ver esto no dijo nada y sólo acarició la cabeza de este revolviéndole el cabello intentando consolarlo de alguna manera. Después de un rato Leonardo se calmó y aún asustado a la par de aterrado se acostó en el piso pero esta vez en el regazo de la oji verde misma que se arrodilló.

"Ahora sí, ¿puedes contarme que te pasa? ¿Porqué estás tan asustado?" La monja rubia le preguntó al chico.

"Los deje morir Asia... Alex, Camila... Aunque aún puedo salvarlos... N-no pu-puedo... Soy tan débil... ¡Ni-ni siquiera se porque....! ¡Porqué me seleccionaron como exorcista! Tal vez porque fui compatible con esa cosa.... Si... Si... Esos malditos.... Esos malditos... So... Sólo... Sólo... Bu-buagh..." Sin aguantar más se alejó de Asia para vaciar su estómago y vomitar.

"¡Leonardo! ¡¿Te encuentras bien?! ¡¿Estás herido?! ¡¿Qué te duele?! ¡Dímelo para curarte!"

Asia angustiada a la par de preocupada por su amigo se intentó acercar a este pero el pelinegro estiró su brazo y apuntó su mano hacia cella alejándola de él. No quería que la monja rubia viera este lado tan patético de él, de hecho le repudiaba.

"Asia lo siento, pero no quiero hacerlo..."

"¡¿Hacer qué Leo?! ¡Dímelo!"

"¡No puedo! Si lo hago esa cosa vendrá y aplastará mi corazón.... Tengo miedo... Soy un cobarde... Lo siento...." Empezando a llorar golpeó su cabeza contra la parte del suelo que fue vomitado por él varias veces con vehemencia.

"¡Detente!"

Asia abrazó a Leonardo deteniendo a este por unos instantes antes de que el mismo la apartará bruscamente golpeándola sin querer en su mejilla, la frágil rubia rodó por el piso antes de estrellarse contra la puerta ahora con una hemorragia nasal. El pelinegro al ver lo que hizo se apartó de la inconsciente monja pero su expresión de agonía y tristeza fue reemplazada por una sonrisa de locura, su mente ya estaba rota al igual que su corazón, sólo quería morir pero no podía, asique una idea retorcida se le ocurrió en su poco cuerdo cerebro.

"Asia lo siento... No quiero esta maldición, asique por favor carga está Cruz que me fue dada por el señor y llevala tú, Perdóname perdóname perdóname perdóname... ¡¡¡Perdónameeeee!!!"

--------------

3 horas después.

--------------

Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo....

¿Quién eres...? ¿Dónde estoy...? ¿Porque todo es oscuro...?

Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo....

¿Dónde me encuentro? Alguien se acerca... ¿Quién soy...? Lo recuerdo... Soy Asia Argento...

Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo....

¿Porqué me amas? ¿Porqué no puedo ver tu rostro? ¿Eres una chica? Todo es oscuro... No lo entiendo...

Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo.... Te amo... Te amo.... Te amo.... Te amo....

Espera Leonardo... Cierto... El... El... Tengo que salvarlo.... Por favor señor ayúdame... ¡Dame fuerzas!


--------------

Abriendo sus hermosos ojos verdes lentamente una monja rubia despertaba en la sala de hospital dónde se había encontrado con Leonardo, más que su amigo es su primer amor. Apenas despertó rápidamente el sabor de algo metálico o salado invadió su boca, no sabía a nada como tal, sin darle importancia a eso su visión en cambio se dirigió al piso en el cuál lo primero que vio fue un líquido rojo oscuro que estaba derramado a borbotones por todos lados. La mirada de Asia se aclaró, a lo lejos un cuerpo tirado inerte la sorprendió y aterró a la monja quién con sus pocas fuerzas se puso de pie.

"No..." Murmuró. "No..." Empezó a negar con su cabeza. "¡No no no!" De sus ojos las lágrimas se desprendieron bajando por sus mejillas hasta su barbilla para terminar cayendo al piso manchado de sangre. "¡Leo Leo Leo Leo!"

Lo comprendió, la persona que se encontraba muerta no era ni más ni menos que Leonardo, su primer amor quién aparentemente se había suicidado degollándose el cuello con un cuchillo, pero este también tenía un corte profundo en su brazo derecho que dejaba escapar grandes cantidades de sangre. Asia llevó sus manos a su boca y rápidamente notó un líquido carmesí manchando sus labios, ese sabor salado y metálico era sangre, sin duda lo era.

"N-n-no no no... Q-que hice... Leo... ¡Leonardo! ¡Señooooor! ¡¡¡PORQUEEEEEeeeeeeejeee...!!!"

Rompiendo en llanto la rubia se acercó al cuerpo muerto de su amado abrazándolo entre sus brazos mientras lloraba desconsoladamente. Su vestido de monja estaba manchado de sangre mismo líquido que manchaba su boca dándole la apariencia de una Vampira o una asesina serial dependiendo de la perspectiva de cada quién.

"Asia, asique ya despertaste."

Una voz llamó la atención de la desconsolada rubia quién volteó a ver a la persona que había entrado a la Sala de Heridos. No era ni más ni menos que el Padre Galeardo que a pesar de estar viendo la escena frente a él actuaba de forma natural, el anciano traía una toalla y un nuevo vestido de monja mientras intentaba no pisar la parte del piso manchado de sangre.

"Padre Galeardo..."

"Si si... Soy yo..."

Asia no comprendía como era que el anciano canoso no gritaba y corría asustado por la escena frente a él, la confusión se apoderó de su mente pero no tuvo tiempo para preocuparse por eso y continuó con lo que estaba haciendo siguiendo derramando lágrimas sin contenerse en el rostro de su fallecido amado que había muerto. Después de unos minutos pudo contener su llanto, asique aprovechando esto el Padre Galeardo la interrumpió en su escena melodramática de amor trágico.

"Ya terminaste de llorar Asia, no vale la pena llorar por ese tonto."

"¡¿Cómo puede decir eso?! ¡Acaso no ve que Leo está muerto! ¡El señor se lo llevó! ¡¿Porqué?!"

"Sencillo Asia, es un cobarde, a pesar de todo ese idiota no pudo soportar el "amor de esa bruja"." Lo último lo dijo con sarcasmo el Padre.

"¿Amor? ¿A que se refiere con eso?"

"El gen de Satella, a pesar de todo no pudo soportar la autoridad de la bruja de la envidia." Comentó el anciano cerrando un ojo y encogiéndose de hombros.

"Satella.... Ha-Habla... ¿De la bruja de la envidia....?"

El sólo nombre de Satella fue suficiente para que el cuerpo de Asia empezará a temblar de miedo, ¿y como no? Satella conocida también como [La Bruja de la envidia] es una de las Brujas del Pecado y la responsable de causar la Gran Calamidad de hace 400 años. La única forma de derrotarla fue gracias a los 3 seres humanos más fuertes de esos tiempos y la ayuda de un ángel de 10 alas, y a pesar de toda esa ayuda lo único que lograron fue sellarla, eso de por si ya podía hablar de la inmensa fuerza de esta.

"Sí, habló de ella, ese monstruo." Con su respuesta positiva la expresión de Asia fue de angustia.

"¿Y que tiene que ver ese ser aborrecido por el señor con Leonardo."

"Jaja, es algo gracioso que le digas ser aborrecido por el señor... En realidad las historias que hablan de Satella y las demás brujas del pecado están algo modificadas. Primero, las Brujas del pecado no son demonios que vinieron del Inframundo queriendo destruir el mundo, de hecho fueron humanas, y creyentes del señor, nacieron con Sacred Gear's pero estás resultaron ser tan especiales que sus Dones fueron conocidas como 'Autoridades', eran exorcistas de la Iglesia, querían hacer cosas buenas para el mundo pero desgraciadamente terminaron haciendo más mal que bien, y no fue culpa de ellas, esto resultó de sus 'Autoridades' que terminaron siendo sus maldiciones las cuáles las llevaron a ser llamadas brujas, pero toda la culpa es de Satella."

"¿De Satella?"

"Un día, Satella decidió consumir los genes de las Brujas del pecado, con las que no tenía ninguna compatibilidad, desconozco el porque, aunque es claro que fue por convertirse en una sabia, pero el objetivo después de que lo logrará es un misterio, al final dio como resultado a la creación de otra personalidad suya llamada la Bruja de la Envidia. Las brujas no se llevaron bien con esta última, pero todas, excepto la Bruja de la avaricia, seguían siendo amigas de Satella. No obstante, más adelante la Bruja de la Envidia perdería el control, las traicionaría y correría por el mundo dispuesta a provocar caos en su camino, causando la conocida Gran Calamidad de hace 400 años."

"Eso... ¡Eso no me importa! ¡Si es verdadera o falsa la historia de las Brujas del pecado es algo que me tiene sin cuidado! ¡Lo que quiero saber es que tiene que ver Satella con Leonardo!" Asia alzó la voz, la linda rubia que no mataría ni a una mosca se encontraba enojada, aún así el padre Galeardo la ignoró y continuó con su relato.

"Cómo te dije, sólo la Triana de humanos más fuerte pudieron darle un tatequieto, pero ni eso fue suficiente, un ángel comunicó que el señor ordenó que ningún ser sobrenatural se involucrará a excepción del Serafín Gabriel mismo que había comunicado el mensaje, aún así lo único que lograron fue sellarla. Cuándo la Gran Calamidad fue detenida y Satella sellada las Brujas fueron aborrecidas, más adelante, las Brujas del Pecado empezarían a ser perseguidas, resultando en la muerte de su gran mayoría; [La bruja de la Ira] enloquece hasta la muerte en una trampa, [La bruja de la lujuria] muere quemada en un incendio, [La bruja de la gula] muere de hambre en un desierto, [La bruja de la soberbia] muere ahogada en una inundación, y [La bruja de la pereza] muere cayendo de la gran cascada al pelear contra un Dragón. Cuando solo quedó [La Bruja de la Avaricia], esta recolectó las almas de sus amigas, y creó un Santuario para protegerse no solo del Dragón, sino también de uno de la Triana de humanos más fuertes, quien la perseguía. Con el tiempo, el Dragón sellaría a [La Bruja de la avaricia] en el Santuario, quien entonces quedaría encerrada allí, muriendo, pero conservando las almas de sus amigas en su aburrimiento."

Asia no sabía adónde venía todo esto ni el porque Galeardo le hablaba de esto, aún así el relato del Padre a cargo del convento atrajó su atención. El oír las muertes de las Brujas y como estás tuvieron que pagar los platos rotos causadas por [La Bruja de la Envidia] Satella no pudo sentir lástima por ellas, no se merecían asesinatos tan crueles, sólo eran personas de carne y hueso que querían ayudar, aunque a pesar de este hecho traían desgracias a las personas y el mundo en general, la Monja fue sacada de sus pensamientos por el anciano que continuó.

"Los Genes de las brujas fueron estrictamente custodiados por el Vaticano que los mantuvo ocultos, hasta hace 150 años. Por ordenes del PAPA de esa generación se permitió el uso de los Genes a los exorcistas, los demonios se volvían cada vez más difíciles de cazar asique ellos tenían que hacer algo para acortar esa abismal diferencia, claro, no todos fueron compatibles con los genes asique hubieron sacrificios antes de que perdieran el control."

"Eso es horrible..." Asia abrió los ojos en sorpresa, pero empezó a entender algo. "Espere un momento, usted me dijo antes que Leonardo murió porque no soportó el amor de la bruja Satella, eso significa que..."

"Entiendes rápido Asia... Y si, exacto, se le dio el Gen de La Bruja de la Envidia a Leonardo, desconozco cuál es la autoridad de la Bruja de la Envidia pero sea cual sea aparentemente el portador no puede decirlo." Dijo el Padre Galeardo.

"¡Eso era! ¡Eso era lo que hacía sufrir a Leonardo! ¡Ese poder! ¡Ese poder lo hacía sufrir mucho! ¡Mucho mucho!"

Asia se puso de pie aún abrazando el cuerpo de su difunto amado y amigo en sus brazos, ya hace tiempo que su uniforme de monja y su rostro estaba manchado de sangre aunque poco le importaba, estaba enojada, muy enojada, ¿porqué? ¿Porqué Dios había permitido esto? ¿Porqué el señor hizo que existieran estas maldiciones llamadas Autoridades? ¡¿Porqué?!

"Asia... Tal vez lo que te voy a decir no te va a gustar para nada, pero... Leonardo acaba de pasarte el Gen de Satella a ti..."

Las palabras del padre Galeardo hicieron que la mirada de la monja se perdiera en el más allá, no sabía que decir o hacer, abrazando con más fuerza el cuerpo de Leonardo quería buscar en que aferrarse, apretando sus dientes con fuerza y cerrando sus ojos intentó mantener la calma, quería gritar, quería llorar, quería morir...

"Por favor mi señor... Ayúdame..." Cayendo arrodillada con Leonardo en sus brazos empezó a derramar lágrimas.

"Mientras estabas inconsciente aparentemente Leo te hizo beber de su sangre."

Al oír eso Asia recordó el momento dónde despertó con su boca manchada de sangre, el sabor de ese líquido no fue para nada agradable y el sólo recordarlo le daba ganas de vomitar pero se contuvo.

"Ahora... Ahora... Estoy... ¿Maldita...?"

Fin del capítulo.

¿Cómo les pareció?

Meta de votos: 10

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro