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Capítulo 17: Entre flechas y furia.

Al abrir los ojos, todo era borroso, y una luz cegadora molestaba su visión. Aunque al principio no entendía nada, eso fue cambiando conforme su vista se normalizó.

De pronto, un sonido rompió el silencio: un suspiro de alivio llegó a sus oídos, que apenas segundos antes estaban zumbando.

—Menos mal.... Al fin despiertas, lse.

Lo primero que vio fue un rostro muy familiar, observándolo desde arriba. Era Sairaorg, quien, con una expresión de alivio sincero, suspiró mientras un desconcertado, parpadeante y recién despierto Issei intentaba comprender la situación.

—¿Eh? ¿Hola...? Uh... ¿Dónde estoy?

Para Issei, todo era confuso. Con el paso de los segundos, los recuerdos de lo acontecido regresaron a su mente de golpe; el recuerdo de su combate contra un demonio armado con un enorme mazo de acero lo dejó atónito.

Antes de decir algo, miró a su alrededor. Estaban en el interior de una cueva húmeda y sombría, iluminada apenas por una antorcha rudimentaria que ofrecía una luz parpadeante y molesta para sus recién despertados ojos.

—¿Qué hacemos aqui? Espera, ¿no estaba peleando con alguien?

—Calma, calma. Primero descansa. Te lo explicaré todo.

Sairaorg cruzó los brazos y se sentó en una roca cercana. Luego, mientras se rascaba la cabeza sin saber por donde iniciar, murmuró:

—A ver... ¿por dónde empiezo?

Tras unos segundos comenzó su relato:

—Después de que vencieras al demonio del mazo, te desmayaste. Obviamente, intenté ayudarte para que no te mataran, así que puedes agradecerme. Pasaron unos minutos y, tras docenas de cadáveres esparcidos por el campo de batalla, hmm... ¿cómo decirlo? Digamos que los pocos sobrevivientes llegaron a un acuerdo tácito de tregua no estipulada. Por eso te traje a esta cueva. Permanecer en el campo de batalla ahora mismo es demasiado arriesgado, y, francamente, estoy agotado de mi pelea anterior.

Aunque el relato de Sairaorg fue algo confuso, Issei logró procesarlo. Observó sus manos, llenas de heridas y callos. Luego, su mirada se posó en su querida espada, Zangetsu, que descansaba sobre una roca cercana.

—Ya veo... Ási que eso ocurrió. Gracias por salvarme el pellejo. Seguro que te causé muchos problemas. Lo lamento.

—Hmph, no te preocupes. De cualquier manera, ¿estás bien?

—¿Eh? Ah, sí. Me duele un poco el hombro derecho, pero estoy bien.

Issei se levantó y, para demostrar su estado, crujió su hombro y luego el cuello. Sairaorg suspiró, pero una sonrisa resignada apareció en su rostro. Sin embargo, al dirigir su mirada hacia la entrada de la cueva, su expresión cambió: su sonrisa fue reemplazada por un ceño fruncido.

Issei notó el cambio y, rápidamente, se acercó a Zangetsu. Tomando el mango envuelto en vendas blandió el espadón de 45 kilos, dejando claras sus intenciones.

—Wow, wow. Están muy agresivos, chicos. ¿Por qué no se relajan un poco?

—¡Tch! ¿Cómo se atreven a amenazar a Sair-sama? ¡Los matare!

—Tranquila, Violet. No hay necesidad de matarlos.

—¡Como usted diga, amo Sair!

De repente, tres figuras entraron a la cueva. Dos de ellos eran rostros ya conocidos por Issei y Sairaorg, especialmente para el primero, quien recordó la golpiza que recibió anteriormente en la sala de registro del torneo.

La luz de la antorcha iluminó a los recién llegados, despejando las dudas de los dos demonios jóvenes. Sin embargo, eso solo sirvió para que sus cuerpos se tensaran, preparándose para un posible enfrentamiento.

—Calma, venimos en son de paz.

El que hablo fue un demonio desconocido para ambos.

—¿Quién eres tú? —preguntó Sairaorg, sin bajar la guardia.

—¿Yo? Hmph. Supongo que no hay problema en presentarme. Darch, ese es mi nombre.

—Darch, ¿eh? ¿Y qué quieren de nosotros? ¿Buscan matarnos? Si es así, pelearemos, tengo ganas de estirarme un poco después de todo.

Dijo Issei sin titubear, apuntando a la mujer que llevaba la máscara de Oni ocultando su cara con el filo del espadón.

Issei deseaba una revancha de la patada anterior que lo dejó noqueado. Además, enfrentar oponentes fuertes era, para él, un paso necesario hacia su objetivo de convertirse en Maou. Cada victoria y cada derrota lo nutrían de experiencia y conocimiento, lo cuál, lo acercaba más a su meta.

—¿Qué dijiste, insolente? Es mejor que bajes ese cuchillito de pacotilla.

Replicó la mujer enmascarada, al borde de la furia. Más que molesta por las palabras de Issei, estaba más molesta por que estaba apuntando con esa espada también a su amo.

El Hyoudou primogénito respondió a esas palabras sonriendo retadoramente, lo cual, provocó la molestia y enojo de la enmascarada. Para fastiarla aún más, dijo:

—Ja. Intenta patearme otra vez, mujer con máscara ridícula.

—¡¿Cómo te atreves...?!

—¡Cálmense ustedes dos! —interrumpió Darch con autoridad. Dirigiéndose a la mujer, añadió:

—Oye, niña. Recuerda que no venimos a pelear. Y tú, Sair, si eres su amo, contrólala por favor.

Aunque la tensión persistia, el demonio encapuchado intercedió, pidiendo calma, especialmente a su acompañante que se aguantaba las ganas de lanzarse a Issei y darle de ostias hasta dejarlo como los monstruos caníbales de camino hacia el terror. Poco a poco, la situación se relajó.

Darch aprovechó el momento para aclarar algo, a lo cual, inmediatamente captó la atención de Issei y Sairaorg.

—Bueno, a lo que iba. Quiero proponerles algo; unanse al grupo, ¿sí?.

—¿Qué?

—¿Eh?

La propuesta dejó perplejos a Issei y Sairaorg. Después de todo, esta fase del torneo estaba diseñada para reducir el número de participantes hasta que solo quedaran treinta en pie. ¿Por qué alguien querría formar un equipo en medio de tal caos?

********************************

Ya más relajados, Darch, Sair, Violet, Sairaorg e Issei estaban sentados en el suelo, conversando sobre la propuesta que habían planteado momentos atrás.

El que tomó la palabra fue Sairaorg, quien comentó:

—Entonces, propones que formemos un grupo los cinco. Hmph, no suena mal...

Comentó Sairaorg, llevándose la mano al mentón, pensativo. Si los cinco trabajaban juntos las probabilidades de sobrevivir a esta fase del torneo, llamada Azrael, aumentarían considerablemente.

Issei también consideró la propuesta razonable. Estaba convencido de que otros participantes ya habrían formado alianzas similares para garantizar su paso a la siguiente etapa. Algo bastante lógico. Un grupo numeroso no solo ofrecia más seguridad, sino que también reducía significativamente el riesgo de muerte.

—Entonces, ¿qué dicen? —preguntó Darch, con una leve sonrisa.

—Tengo una pregunta.

Interrumpió lssei, evitando dar una respuesta directa. Darch asintió, indicando que podia hablar.

—¿Sabes cuántos participantes quedan aún?

—Hmph, esa es una pregunta complicada... Pero, de los 216 que iniciaron, probablemente quedan menos de la mitad.

—Ya veo... Ási que quedan menos demonios con vida. Es una pena... Por cierto, ¿son solo 30 los que avanzarán a la siguiente etapa, verdad?

—Exacto. Solo 30.

Darch confirmó con un asentimiento. Issei suspiró, encogiéndose de hombros como si aceptara resignado las reglas del torneo.

Sairaorg, por su parte, reflexionaba con más cuidado. Aunque veía más beneficios que desventajas en la propuesta, no podía aceptar sin antes resolver una duda crucial.

—¿Por qué nosotros? Quiero decir, allá afuera deben quedar demonios mucho más fuertes que nosotros. ¿Por qué escogernos a nosotros?

El Bael expresó su inquietud con franqueza, obligando a Darch a detenerse unos segundos para pensar. Después de todo resultaba ridículo, ¿por qué reclutar a unos simples demonios jóvenes de clase baja?

Ántes de que pudiera responder, Violet intervino con arrogancia y desdén.

—Hmph, no se crean tan importantes. Solo son unos diablos de clase baja. Deberían agradecer que les dimos nuestra atención.

La mujer enmascarada intentó menospreciarlos, pero lo único que logró fue enfurecer a Issei quién se puso de pie casi de un salto y la encaró sin titubeos.

—¡Oye, niña insoportable! ¿Por qué no cierras la boca de una vez? ¡Molesta!

—¡¿A quién llamas niña insoportable, idiota?!

—A ti, ¡Bleeh! —respondió Issei, sacándole la lengua de forma burlona.

—¡Infeliz, grrr...!

—Es suficiente, Violet.

La voz de Sair, el encapuchado, resonó en la cueva mientras colocaba una mano firme en el hombro de Violet. Aunque seguía visiblemente molesta, la mujer obedeció, limitándose a gruñir en señal de descontento.

—Volviendo al tema... —Darch retomó la conversación, ignorando la tensión previa —. Sobre tu pregunta, Bael, te seré sincero. Mi intención inicial era reclutar demonios de clase media o superior. Eso garantizaría un grupo más sólido y seguro. Sin embargo, ninguno de ellos aceptó unirse, salvo estos dos. —señaló al encapuchado y a Violet—. Asi que no tuve más opción que buscar entre demonios de clase baja, pero seleccioné a aquellos con mayor potencial. Ustedes cumplen con ese criterio.

—Entonces, para ti, señor Darch, somos clase baja prometedora. ¿Es eso?

Preguntó Sairaorg con el ceño fruncido, su tono lleno de escepticismo.

El demonio asintió, indiferente a la reacción del Bael. Solo había expuesto la verdad.

—Ahora les vuelvo a preguntar: ¿están dispuestos a unirse a nosotros?

Darch repitió la pregunta, manteniendo una sonrisa que buscaba transmitir confianza. lssei, quien había permanecido en silencio, desvió la mirada entre Darch y Sairaorg. Finalmente, suspiró, apoyó a Zangetsu en su hombro y respondió con voz neutral.

—Está bien. Aceptamos tu propuesta. ¿Verdad, Sairaorg?

—Hm... Supongo que tienes razón. Es lo mejor por ahora.

Aunque molesto, Sairaorg entendia que no podian permitirse vagar sin aliados, exponiéndose a ser superados por grupos más organizados y numerosos.

Darch se levantó, visiblemente satisfecho por la sonrisa esbozado en su rostro. Lo siguieron Sair, Violet, y finalmente Sairaorg.

—Buena decisión, chicos. ¡Espero que todos logremos avanzar a la siguiente etapa del torneo!

Sus palabras dichas con un tono de voz animado, buscaban romper la tensión generada en el ambiente. Luego, le tendió la mano a Sairaog quién respondió al gesto, terminado todo en un apretón de manos.

—Nosotros también... —respondió Sairaorg, aunque en un tono seco y poco amistoso.

Issei, por otro lado, decidió ignorar la evidente molestia de Sairaorg y se dirigió hacia el encapuchado y la mujer con máscara de Oni, a quien no muy secretamente detestaba.

—Hmph, no soy muy bueno diciendo esto, pero... Espero que podamos llevarnos bien, ¿de acuerdo? —dijo con cierta incomodidad.

—¡Ni lo sueñes! Nunca podría trabajar contigo. —espetó Violet con desdén.

—Vamos, Violet, no es necesario ser tan tajante, ¿entiendes? —intervino Sair con un tono de voz calmado.

—...Si usted lo dice, amo Sair... — respondió la mujer, visiblemente contrariada.

Los ojos de Issei se volvieron blancos mientras una gota de sudor recorría su sien. Internamente se preguntaba cuán fuerte debía ser ese encapuchado para tener como sirvienta a alguien como a la enmascarada, algo que, en lugar de intimidarlo, lo emocionaba profundamente.

Sair se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida de la cueva, seguido de cerca por Violet. Darch los miró extrañado, antes de preguntar: —¿A dónde van?

—Uh... ¿No es obvio? Vamos al campo de batalla. Es aburrido quedarse aquí. — respondió Sair sin detenerse.

—El amo Sair tiene razón, además, no soporto compartir el mismo aire con ese tonto de ahí. —añadió Violet, señalando a Issei con desprecio.

De inmediato, una vena se marcó en la frente de Issei al escuchar cómo Violet lo insultaba. Solo su fuerza de voluntad era lo que le permitía mantener la sufiencitmente compostura como para no lanzarse encima de esa zorra y acuchillarla con Zangetsu.

—Maldita... ¿Cómo te atreves a llamarme tonto? —murmuro, furioso.

Sairaorg, por su parte, soltó unas risas nerviosas mientras se rascaba la cabeza, encontrando la discusión de ambos un tanto cómica.

Darch suspiró con cansancio y se levantó también. Contradecir a Sair o Violet no era una opción viable; ambos eran los más fuertes del grupo, y si lo deseaban, podrían aniquilarlos en un abrir y cerrar de ojos.

—Vaya que son un grupo complicado, eh. —comentó Darch con resignación.

Sin perder más tiempo, Issei y Sairaorg siguieron al encapuchado. El trayecto hacia el campo de batalla transcurrió en un silencio incómodo, sin que nadie pronunciara palabra alguna.

El grupo avanzaba por un bosque frondoso, alejado ya de la cueva. Issei observaba a su alrededor con una mezcla de curiosidad y asombro. Recordaba claramente que el campo de batalla inicial era un páramo desolado y lleno de cadáveres, mientras que este bosque parecía un sueño en comparación.

Miró hacia el cielo, pero solo pudo distinguir el característico rojo carmesí del inframundo entre los enormes árboles que bloqueaban la vista.

—¿Están seguros de que no estamos perdidos? —preguntó Sairaorg de pronto, rompiendo el silencio.

Todos se detuvieron y miraron hacia Darch, cuya expresión nerviosa confirmaba sus sospechas.

—Cómo excusa para defenderme, yo no fui el que insistío para salir... Fue él. —señalando a Sair.

—Bueno... se supone que este es el camino... Se supone. —respondió Sair sin inmutarse.

—¡¿Cómo que "se supone"?! —gritó Issei, alarmado.

—Tranquilo, lse. No te pongas tan histérico. —intentó calmarlo Sairaorg.

—¿Eh? Lo siento, no estaba gritando porque estuviera alterado... Pero volviendo al tema, ¿acaso no oíste, Sairaorg? ¡Estamos perdidos en este maldito bosque!

Rascándose desesperadamente la cabeza con ambas manos, Issei dejó escapar un grito de frustración. Darch, por otra parte, dejó escapar un suspiro y se encogió de hombros.

—Vamos, vamos, no exageres. En cualquier momento podemos salir de aquí. Bastaria con desplegar nuestras alas y volar por encima de los árboles, ¿no? —sugirió Darch tranquilamente.

—¡Oh, es verdad! —exclamó Issei—. ¡Espera, espera! ¡Aún no puedo sacar mis alas!

De pronto, ma risa estruendosa de Violet resonó en el lugar mientras ella se revolcaba en el suelo sujetándose el estómago.

—¡Jajajajaja! ¡Eres un completo inútil!

—Hk... Maldita... —murmuró Issei con el puño cerrado y una vena a punto de explotar en su frente.

—Es cierto, lse aún no puede desplegar sus alas. Pero no te preocupes, puedo cargarte en mi espalda si es necesario. — ofreció Sairaorg con naturalidad.

—¿Eh? No hace falta, puedo seguir el ritmo corriendo. No soy tan lento, incluso cargando a Zangetsu que pesa como el demonio. —respondió lssei intentando mantener su dignidad.

—Cállense todos y prepárense. Nos están observando. —advirtió Sair de repente, su voz grave y autoritaria.

La advertencia puso en alerta a todos. Darch adoptó una expresión seria, mientras Violet, envuelta en un aura morada, tronó los dedos con determinación. Sairaorg tensó su cuerpo, listo para reaccionar ante cualquier ataque, e Issei colocó una mano sobre el mango de Zangetsu que cargaba en su espalda, preparado para desenfundar el espadón.

Sair dio un paso al frente y, con calma, alzó la voz:

—Ya sabemos que están ahí. Salgan de una buena vez.

De entre los exageradamente altos árboles, demonios comenzaron a aparecer. Algunos estaban encaramados en las ramas con arcos apuntando hacia ellos, mientras que la situación en el suelo, otros demonios armados con espadas y lanzas, emergieron del follaje. Liderándolos, un demonio de barba blanca triangular montado en un lobo negro se acercó con aire desafiante.

—Tienes buen instinto, encapuchado. Pudiste detectarnos a pesar de que todos suprimimos nuestras auras. Fascinante.

—Hmph, ¿eres el líder de este grupo? —preguntó Sair, ignorando el halago.

El demonio asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, Sair suspiró con desdén.

—Qué decepción... ¿Solo 25 miembros? Además, todos ustedes son patéticamente débiles.

—¡¿Qué dijiste?! —gruñó el líder furioso.

—¿Acaso no me escuchaste, anciano con barba de triángulo? Dije que todos ustedes son unos D-É-B-I-L-E-S. ¿O prefieres que lo deletree otra vez?

—¡Tsk, maldito engreído...!

Ántes de que pudiera reaccionar, Violet apareció frente a él en un abrir y cerrar de ojos y le asestó un golpe brutal en el estómago, bajándolo del Lobo negro que montaba y lanzándolo al suelo violentamente.

Los arqueros encaramados en las ramas de los árboles no tardaron en disparar una lluvia de flechas hacia el grupo. Sin embargo, antes de que los proyectiles pudieran alcanzarlos, se encendieron en llamas y se desintegraron en cenizas. ¿El causante? Pues ningún otro más que Darch, quién sonrió mientras las cenizas se dispersaban en el aire.

—Lo siento, pero en mi territorio, nada que yo no desee permanece intacto.

Declaró, e Issei al ver esto abrió la boca en asombro y se dirigió al demonio llamado Darch.

—¡Increíble, Darch! ¿Me enseñarias a hacer eso? —preguntó Issei, con ojos brillantes.

Al ver la sorprendente habilidad mágica de Darch, Issei no pudo evitar pedirle que le enseñara cómo realizarla. La técnica había sido lo suficientemente poderosa como para destruir más de 15 flechas que descendian desde los árboles. Si lograba dominarla, podría ser una herramienta valiosa en combate.

—¿Eh? Claro, puedo intentarlo. Pero no es algo sencillo de aprender... —respondió Darch, con cierta cautela—. Las primeras veces que lo intenté, me quemé casi por completo. Si no fuera por mi hermana, que domina la magia curativa avanzada, probablemente tendría cicatrices en todo el cuerpo o peor, fuera muerto. Es una magia peligrosa y consume una gran cantidad de energía mágica.

Ántes de que pudieran continuar, Sairaorg alzó la voz con una advertencia:

—¡Ustedes dos, no bajen la guardia, vienen por nosotros!

La alerta de Sairaorg hizo que Issei y Darch se prepararan rápidamente para el ataque. Los demonios bajo el mando del anciano barbudo, al ver que los arqueros habían fallado, se lanzaron al ataque cuerpo a cuerpo.

El primer objetivo fue Violet. Armados con lanzas, intentaron acuchillarla, pero la mujer enmascarada reaccionó con reflejos tremendos, esquivando cada embestida con facilidad. Rápidamente desarmó a uno de los atacantes arrebatándole su lanza, y con un movimiento preciso, decapitó al demonio de un solo golpe.

El cuerpo sin vida permaneció de pie por un breve instante, sacudido por espasmos involuntarios. La grotesca herida en su cuello dejó al descubierto venas y tejidos internos, mientras la sangre negra y espesa fluia en un torrente macabro.

Violet, ahora cubierta de la sangre del demonio, caminó tranquilamente hacia la cabeza cercenada, que yacía en un charco de su propia sangre. Los ojos del demonio, abiertos en una expresión de horror y vacio, parecian congelados en su último momento de vida. Sin piedad alguna Violet aplastó la cabeza bajo su pie con fuerza, reduciéndola a una masa irreconocible.

la escena dejó perplejos a Issei y Sairaorg. Aunque habian presenciado numerosas miertes hace unas horas y de formas casi similares, alguien cuerdo nunca se acostumbraría a ver a un demonio morir de manera tan brutal y deshumanizada.

—¡¡VENGAN! ¡Todos los que quieran enfrentarse a mí, ADELANTE! —gritó Violet con una confianza desbordante.

—¡Maldita perra, cómo te atreves! — vociferó otro demonio, furioso por la muerte de su compañero.

Desenfundó su espada y corrió hacia Violet, pero ella solo le dedicó una mirada fría desde detrás de su máscara de Oni. Con un movimiento rápido, lo atravesó entre las cejas con la punta de la lanza, matándolo al instante.

El cuerpo cayó al suelo con un pequeño agujero entre sus cejas. Sin inmutarse, Violet pateó el cadáver, que salió disparado con tal fuerza que derribó a varios de los compañeros del demonio muerto, quienes también fueron lanzados por los aires.

—¡Es increíblemente fuerte...! —murmuró uno de los demonios.

—¡No se queden quietos! ¡Prepáren las flechas! —ordenó el anciano, desesperado.

Los arqueros, obedeciendo de inmediato, cargaron sus arcos y dispararon una nueva oleada de proyectiles. Darch, sin perder tiempo, chasqueó los dedos, expandiendo su zona mágica. Al igual que antes, las flechas se incendiaron y se convirtieron en cenizas al cruzar su dominio. Sin embargo, algo inesperado ocurrió.

—¿Qué... qué es esto...?

Susurró Darch, con los ojos bien abiertos al ver cómo una de las flechas atravesaba su zona mágica y se clavaba en el suelo justo a su lado. Si no hubiera dado un paso atrás en el último momento, habría sido alcanzado de lleno. Este hecho y pensar que estuvo apunto de morir le helo la sangre.

—¿Atravesó mi dominio? Un momento... Esto es...

—Así es... —dijo una voz femenina, interrumpiendo su monólogo.

Desde las alturas, una figura se dejó caer ágilmente, aterrizando con gracia frente a ellos. Era una demonio con un arco decorado en tonos madera y un carcaj de flechas adornadas con plumas rojas en su espalda.

La cazadora llevaba una capa verde con capucha que le daba un aire de viajera experimentada. Su vestido, de estilo medieval, tenía un corpiño marrón que realzaba su figura, mientras que su falda verde claro estaba adornada con bordes decorativos. Los guantes de cuero y las botas robustas completaban su apariencia práctica pero elegante.

—Así que fuiste tú quien lanzó esa flecha... —comentó Darch observándola con atención—. ¿Cómo lograste... —se detuvo, como si de repente lo entendiera todo—. Ya veo...

Básicamente, la demonio había utilizado su aura mágica para protegerse y también para envolver la anterior flecha que lanzó, anulando los efectos de la zona de Darch. Aunque parecia una solución sencilla, en realidad era extremadamente complejo. La magia de Darch estaba diseñada para incinerar todo lo que él no permitiera en su dominio. Esto significaba que el control, poder y destreza mágica de la cazadora eran superiores a los de Darch, al menos en ese aspecto.

Sacando una flecha del carcaj que llevaba en su espalda, la arquera tiró de la cuerda de su arco y apuntó directamente a Darch, quien dio un paso atrás con preocupación. Si su Dominio, que se expandía hasta cinco metros a la redonda, había sido burlado, entonces estaba completamente indefenso ante la amenaza de esa demonio.

—Lo siento, pero tu magia no es lo suficientemente fuerte. —comentó la arquera con un tono sereno y tranquilo.

—Hmpr, ya lo sé... —respondió Darch con una voz resignada, aceptando la situación.

Sin embargo, antes de que la flecha pudiera ser disparada, Issei y Sairaorg se posicionaron frente a él listos para protegerlo.

—Bueno, parece que ahora es nuestro turno. —dijo Issei con determinación.

—Oye, Sairaorg... Esta chica sí que parece fuerte, ¿no crees? —añadió, observando con seriedad a la arquera encapuchada.

Ambos demonios cruzaron los brazos, mostrando confianza. Issei no desenfundó a Zangetsu, su enorme espada que descansaba en su espalda, y Sairaorg tampoco levantó los puños para prepararse. Estaban seguros de sí mismos.

—Será un buen desafío para mejorar mis habilidades. —comentó lssei.

—¿Habilidades? ¡Yo seré quien se enfrente a ella! —respondió Sairaorg, dando un paso al frente.

—¡Espera, Sairaorg! ¡Yo lucharé primero! —replicó Issei.

—¿Qué? Para nada, seré yo.

—¡No! ¡Dije que yo!

La discusión entre ambos comenzó a subir de tono mientras competían por decidir quién enfrentaría a la arquera. Darch, agotado de escucharles suspiró y les interrumpió.

—¿De verdad van a pelear por eso? Escuchen, ¿por qué no luchan juntos contra ella? El primero que logre darle un golpe decisivo será el ganador. Considérenlo una competencia.

Al escuchar la petición, Sairaorg e lssei se miraron antes de asentir al unísono, aceptando la idea.

—Buena idea... ¿Qué dices, lse? ¿Lo hacemos? —preguntó Sairaorg con una sonrisa.

—¡Claro, me parece perfecto! Hagámoslo.

Darch solo pudo suspirar de nuevo mientras observaba cómo esos dos idiotas se preparaban para luchar. "Estos tipos son como niños...”, pensó, pero no pudo evitar desearles suerte mientras apartaba su atención hacia Violet, quien estaba enfrentando un peligro distinto.

—Eres más fuerte de lo que imaginaba, vejestorio.—

—Mocosa atrevida. Tendré que eliminarte. —gruñó el demonio de barba blanca, montando a algo así como a un Lobo Negro.

El demonio apuntó a Violet con su dedo índice mientras el Lobo, envuelto en rayos y relámpagos, aullaba con ferocidad. De pronto, la criatura abrió su mandibula, acumulando una esfera de energía eléctrica en su interior antes de dispararla en un torrente de poder eléctrico con violencia hacia la enmascarada.

¡¡¡Brooooooaaawwwmm!!!!

Violet logró esquivar por los pelos el ataque con un salto lateral, pero al mirar el impacto, quedó sorprendida. La esfera de rayos había dejado un rastro de destrucción al rojo vivo, con vapor y electricidad estática en el aire danzando libremente.

—Esa criatura es realmente peligrosa... — admitió Violet, consciente de que un solo ataque directo podría costarle sino una extremidad, la vida.

Mientras tanto, Sair permanecía tranquilo observando la escena. No parecia tener ningún oponente, o eso creía, hasta que una voz llamó su atención.

—Oye, tú. Es un fastidio, pero parece que tengo que matarte. Nada personal... Solo es trabajo, ¿de acuerdo?

Sair giró sobre su hombro para encontrarse con un demonio corpulento, armado con un espadón gigantesco que rivalizaba en tamaño con el de Issei.

—Vaya, parece que hoy es mi día de "suerte..." —comentó Sair con un bostezo desinteresado, aparentemente aburrido. El recién llegado solo sonrió al verlo tan relajado.

—Así que me subestimas, ¿eh? No te preocupes, ¡no dejaré que bosteces más por el aburrimiento!

Con una fuerza descomunal el demonio pisó el suelo, creando una telaraña de grietas mientras se lanzaba hacia Sair a gran velocidad. Pese a la rapidez y al peso del espadón, Sair no mostró ninguna señal de preocupación. Cuando el oponente apareció frente a él, esquivó el ataque diagonal con un simple paso lateral y respondió con un rodillazo directo a las costillas.

—¡Guhhh! —exclamó el demonio, escupiendo sangre mientras retrocedía para tomar distancia.

El golpe había sido tan poderoso que, incluso desviando parte del impacto moviendose en la trayectoria del golpe, el dolor resultó ser insoportable, casi ni podía respirar y la sangre no paraba de salir de las comisuras de su boca y nariz.

—[¿Q-qué? ¿Tan fuerte es...?] —Fue su pensamiento.

Mientras se recuperaba, el demonio observó con el rabillo del ojo cómo uno de sus compañeros salía disparado y terminaba estrellándose contra un árbol, muriendo al instante. El causante del impacto no era otro que Violet, quien luchaba ferozmente contra el Lobo y otros miembros del grupo.

—Esa tipa también es increiblemente fuerte... Esto ya no es divertido. Sea como sea, primero me desharé de este sujeto. —dijo, volviendo su atención a Sair, el encapuchado.

Con una sonrisa maliciosa, blandió su espadón, listo para continuar el combate. Ahora iba a ir enserio.

Las batallas ya estaban definidas:

—> Issei, Sairaorg y Darch contra la misteriosa arquera.

—> Sair enfrentando al demonio con el espadón gigante.

—> Violet luchando contra el Lobo Negro y el resto del grupo enemigo.

Las cosas estaban a punto de ponerse aún más interesantes.

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