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Capítulo 11: Inherencia. PARTE 1

"Asia... Tal vez lo que te voy a decir no te va a gustar para nada, pero... Leonardo acaba de pasarte el Gen de Satella a ti..."

Las palabras del padre Galeardo hicieron que la mirada de la monja se perdiera en el más allá, no sabía que decir o hacer, abrazando con más fuerza el cuerpo de Leonardo quería buscar en que aferrarse, apretando sus dientes con fuerza y cerrando sus ojos intentó mantener la calma, quería gritar, quería llorar, quería morir...

"Por favor, mi señor... Ayúdame..." Cayendo arrodillada con Leonardo en sus brazos empezó a derramar lágrimas.

"Mientras estabas inconsciente aparentemente Leo te hizo beber de su sangre."

Al oír eso Asia recordó el momento dónde despertó con su boca manchada de sangre, el sabor de ese líquido no fue para nada agradable y el sólo recordarlo le daba ganas de vomitar pero se contuvo.

"Ahora... Ahora... Estoy... ¿Ma-maldita...?"

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Dos días después.

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Orando arrodillado frente aúna Cruz una monja rubia de ojos verdes se encontraba en la sala de oraciones del convento, esta era Asia Argento, la infeliz chica quién había sido maldita dos días atrás gracias al gen de [La Bruja de la Envidia] Satella que le fue dada a ella. Pidiéndole a Dios protección y perdón por tener en su persona la "MALDICIÓN" llamada autoridad. Su oración fue interrumpida a causa de la puerta del lugar que siendo abierta dejó ver a un anciano con vestimentas de sacerdote.

"Asia." La voz de un hombre mayor atrajo la atención de la nombrada quién lo volteó a ver.

"Padre Galeardo, ¿Qué hace aquí?"

"Con respecto ha eso tengo algo muy importante que decirte, vayamos a mi oficina."

Ante lo pedido por el anciano Asia no objetó y lo siguió hasta su oficina, la mirada de la hermosa monja estaba fijada al piso sin poder levantarla, cada vez que lo hacía el recuerdo de Leonardo muerto en sus brazos la pasmaba de sobre manera, estaba traumada, deprimida y asustada, a pesar de todo, el Padre Galeardo ocultó el cuerpo del difunto pelinegro y lo sepultó a escondidas de todos, si alguien se enteraba que aquél joven había muerto en su presencia se formaría un gran problema para él con respecto a la [Iglesia Purify] quiénes lo destituirían de su puesto a la par de mandarlo a prisión o talvez matarlo por saber tanto.

"Ya llegamos, toma asiento."

Cuando el dúo llegó a la oficina del anciano Asia acató la orden y tomó asiento frente al escritorio del Padre Galeardo que se acomodó en su lugar de trabajo, mirando fijamente a la monja rubia soltó un suspiro antes empezar a hablar.

"Cómo ya sabes, Leonardo que en paz descanse te transfirió el Gen de la Bruja Satella a través de su sangre, no tuve otra opción de comunicarle todo lo sucedido a la [Iglesia Purify] para la cuál trabaja este convento, sin Leo en sus filas será un problema seguir con las misiones, recuerda que la Autoridad de la Envidia es importante para estas causas, se dice que quién la posea podrá ver el futuro por decirlo de alguna manera, puesto que en las operaciones que hubo hubieron casos en dónde el muchacho predijo situaciones sacándolos de grandes aprietos muchas veces, aunque este negaba que este fuera el caso o el poder de la Autoridad, después de todo no podía contarlo, según él, eso era un tabú que no podía romper porque su corazón explotaría o algo así.." Explicó.

"Lo siento mucho, pero puede ir al grano por favor Padre Galeardo." Las palabras de Asia hicieron que el anciano frunciera el ceño viéndola fija y seriamente.

"Les dije que tú eras la ahora portadora del Gen de la Bruja de la Envidia, ya que fuiste exitosamente compatible, en resumen Asia, eres en estos momentos una exorcista que trabaja para la [Iglesia Purify]." Dijo el anciano.

La expresión de Asia pasó de confusión, sorpresa y luego estupefacción, ¿una exorcista? Ella nunca quiso ser eso, no de hecho la rubia odiaba matar, porque prácticamente eso era lo que hacían con los demonios, los asesinaban. Levantándose bruscamente de su asiento sus ojos verdes perdieron brillo mientras su boca temblaba al igual que las manos de la chica.

"N-no.... No quiero ser una exorcista, soy conocida como la Dama Santa, Asia Argento, ¡La mujer que salva vidas en nombre de nuestro señor! Yo... Yo... ¡Yo no quiero matar a nadie!"

"Asia te entiendo, esto es un gran peso para ti, pero necesitamos de tu ayuda, en el nombre de nuestro  bondadoso señor ayúdanos con esta Guerra contra los malvados demonios, ¡Te lo suplico!"

Galeardo tomó las bonitas, delicadas y blancas manos de la monja rubia quién se negaba a su petición, Asia se apartó bruscamente del anciano, dando unos pasos hacia atrás agarró con fuerza en su mano la Cruz que colgaba en su pecho gracias a un colgante alrededor de su cuello.

"¿Porqué yo...? ¡¿Porque tengo que ser yo y no otro?!" Exigió una respuesta la cuál fue dada en forma de otra pregunta.

"¿Enserio eso es lo que quieres Asia? ¿Deseas darle el peso de esa cruz a otro por tu propio deseo egoísta?"

"No yo no..."

"¿Crees que con ese pensamiento podrás ir al reino de Dios? ¡Te equivocas!  ¿Acaso pensaste que el Señor te perdonaría? ¡Estás equivocada! ¡Lo único que lograrás serás ganarte el odio del Todopoderoso ¿y sabes cuál será tu destino? ¡Exacto! ¡Ir ah quemarte en el infierno como una bruja más!" Ante las palabras manipulativas del anciano Asia tragó saliva.

"¿Una bruja...? ¿No seré perdonada...?"

"Sí, sí, ¡Sí! Eso es lo que pasará."

La monja cayó arrodillada con lágrimas saliendo de sus ojos, su mirada hace tiempo que se había perdido en la nada, ser odiada... Aborrecida... Tachada de bruja... Lo odiaba.... Odiaba ese destino, no lo quería, tomando con más fuerza la cruz que colgaba de su cuello hasta su pecho, gritó: "perdóname señor" múltiples veces sin parar, cuándo se detuvo alzó la cara en dirección del Padre Galeardo.

"A-acepto; qui-quiero converti-tirme en una exorcista, la Exorcista de la Envidia." Dijo entrecortadamente mientras derramaba lágrimas.

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1 semana después.

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Una semana pasó desde ese incidente, Asia había dejado el convento para ahora vivir en la [Iglesia Purify] misma la cuál le ofreció una cálida habitación de dónde casi ni salía y cuándo lo hacía sólo era para ir a orar. No se sentía cómoda en ese lugar y eso se reflejaba en su encierro diario.

"Asia Argento, ¿puedo entrar?"

Una voz del otro lado de la puerta llamó la atención de la monja quién duró unos segundos antes de dar su respuesta. "Pasa." Ante el permiso de la rubia la persona que le había llamado entró en la habitación, revelando a una hermosa pelinegra de ojos azules con rasgos occidentales vistiendo el traje de exorcista, misma la cuál se ajustaba a su cuerpo.

"Fernanda.... (¿Ella es la exorcista Sudamericana?)" Pensando lo último alzó una ceja.

"Sabes que puedes llamarme Fer-chin Asia, quisiera escuchar mi nombre pronunciado de esa forma por tú linda voz Asia-chan."

"¿Chan? ¿Y porqué el Chan?"

"Bueno es una forma de decirle linda a alguien en Japón, me pareció divertido y decidí llamarte Asia-chan. Aunque bueno, también es influencia del anime." Confesó Fernanda con una sonrisa.

"Entiendo.... Fernanda, digo, Fer-chin, Mph... ¿Qué hace aquí?" Preguntó la rubia.

"¡Kyaaa! ¡Cómo lo suponía! ¡Qué lindo se te oye llamándome Fer-Chin!"

"¡No bromee conmigo por favor!" Sonrojada Asia habló.

"Jeje, como digas, respondiendo tu pregunta, sólo vine a intentar sacarte de este encierro Asia-chan, en el convento te llamaban Dama Santa ¿verdad? No creó que sea simplemente por lo hermosa que eres, ¿hay algo más?"

"S-si, supongo, nuestro señor me ha bendecido con un Don el cuál me permite curar cualquier herida." Dijo. "Eso es todo."

"¡Oooh!" Fernanda abrió los ojos en asombro. "¡Es un Sacred Gear ¿cierto?!" Vociferó en emoción.

"Si..."

"¡Eres impresionante Asia-chan! ¡Tan sorprendente como Ismael!"

"¿Ismael?"

"Si, aunque me gusta llamarlo más Ismako, suena lindo." Dijo la exorcista con una sonrisa. "El también posee un Sacred Gear el cuál son botas futuristas que le dan una velocidad impresionante, se ganó el apodo de 'El Rayo Azul' gracias a su rapidez."

"Oh, ya veo... Ismael ¿no? Parece ser una persona muy fuerte."

"Así es Asia-chan, a pesar de yo ser un año mayor que él, me dejó muy atrás." Espetó esta un poco molesta.

"¿Cuántos años tienes Fer-chin?"

"¿Yo? Bueno... 20 años, e Ismael 19, ¿y tú? Pareces ser muy joven."

"De hecho sólo tengo 15 años." Con una sonrisa algo nerviosa Asia respondió.

"¡15 años y ya eres una exorcista! Bueno supongo que tú Don de curación será muy útil." Cerrando un ojo de forma tierna miró al techo con el dedo índice en su barbilla pensativa. "Después de todo la magia curativa es muy rara en estos tiempos para los humanos." Confesó.

"¿Muy rara?"

"Cómo sea, vamos para fuera Asia-chan."

"Espera yo no~"

Antes de que la rubia terminara de hablar la pelinegra tomó su muñeca y la sacó de su habitación, la luz del sol cegó por unos instantes a Asia quién tuvo que protegerse de los rayos solares. Fernanda caminó junto a la monja en dirección del jardín que había a fuera de la Iglesia y al llevarla a ese lugar los rayos solares iluminaron la visión de las jóvenes, quiénes observaron la cantidad de flores rodeándolas.

"¡Impresionante Ferchin!"

"Verdad ¿Asia-chan?"

"Si."

Así pasaron un buen rato, jugando con las flores mientras reían sin parar, rodando en el césped, corriendo por el lugar, hasta que en algún punto terminaron sentadas arriba de las ramas de un gran árbol dónde se podía ver a lo lejos un paisaje de montañas bastante hermoso a la vista. Asia estaba maravillada y feliz, después de un largo tiempo por fin sonreía de forma tan angelical que hizo curvar los labios de Fernanda en una sonrisa.

"Fue bastante divertido Ferchin." Dijo la monja.

"Si, supongo."

Las dos pensaban quedarse unos minutos más viendo el paisaje a lo lejos, era tan hermoso lo que sus ojos veían que quedaron maravilladas, pero en ese momento una corazonada golpeó a Fernanda e hizo que su cuerpo se tensara, sacando de su escote un mango de espada al instante la misma fue iluminada y una hoja de doble filo de luz se formó. El movimiento fue tan rápido que Asia no tuvo tiempo de reaccionar cuándo al segundo siguiente vio a la pelinegra abajo del árbol tirada boca arriba en las flores mientras bloqueaba con una [Espada de Luz] otra [Espada de Luz].

"¿Crees que es justo atacar por la espalda a tu oponente? ¿Rayo Azul?"

Un hombre pelinegro de ojos café estaba parado encima de Fernanda mientras infligía fuerza en su espada de luz que chocaba con el arma de la chica abajo de él, las dos armas de [Elemento luz] probaron sus filos con tanto ímpetu que hasta chispas saltaron ante la fricción entre ambas. Asia a penas salía de su estupefacción y parpadeo un par de veces intentado comprender que pasaba en estos momentos.

"No me importa atacar por la espalda si eres tú, Asesina de la Hoja Roja."

Los dos se nombraron con sus apodos de asesinos/exorcistas, a pesar del ambiente tan tenso en sus rostros se podían ver sonrisas retóricas, pero esto poco hizo por tranquilizar a Asia y por decir poco tuvo el efecto contrario.

"¡Deténganse!"

El grito de la monja causó que ambos exorcistas se distraigan dirigiendo sus miradas a la rubia inquieta, el ahora conocido como el Rayo Azul pareció ser persuadido por el llamado porque deshizo la fuerza aplicada a su espada de luz, dejando a Fernanda levantarse. Asia se relajó al ver que los dos habían dejado de forcejear en el césped y suspiró.

"Gracias a Dios..." Más relajada cerró sus ojos en alivio, volviéndolos a abrir miró desde lo alto sentada en la rama del árbol a ambos exorcistas. "¿Qué pensaban hacer? Casi se hacen daño." Reprendiéndolos con un tono de voz tierno.

Fernanda y el Rayo Azul se miraron por unos instantes confundidos antes de fijar su vista de nueva cuenta en Asia, misma que se encontraba viéndolos de forma represiva a causa de lo anterior visto, por otra parte el recién llegado tomó la palabra.

"¿Hhuummhh...? ¿Quién eres? Perdón, déjame corregir mi pregunta, ¿qué hace una dama tan hermosa como usted por estos lugares? Quiero decir, la iglesia hoy no está abierta."

"Se llama Asia Argento." La respuesta fue respondida por Fernanda. "Es nuestra nueva compañera de equipo." Presentó a la rubia.

El rayo azul también conocido como Ismael puso su atención en Asia, ¿enserio ella iba a hacer la nueva compañera de equipo? A su vista no parecía muy fuerte y eso mismo fue lo que hizo que se confundiera. Después de unos segundos cambió su expresión de confusión y suspiró.

"Ya veo. Mucho gusto Asia Argento, me presento, soy Ismael, El Rayo Azul. Tú compañero de equipo."

Con una reverencia el hombre se presentó, la rubia por su parte no supo como reaccionar a esto y se puso nerviosa tartamudeando palabras de su boca nada entendibles. Fernanda sonrió al ver lo nerviosa que se puso Asia e interrumpió el momento divertido.

"Cambiando de tema, ¿ya terminaste con tu misión?" Preguntó la exorcista alzando una ceja.

La atención de Ismael se dirigió a Fernanda e hizo una mueca de fastidio, la hoja de luz de la espada que traía sé desvaneció y lo único que quedó fue el mango el cuál guardó en el bolsillo de su atuendo de exorcista, unas botas las cuáles traía puesto de estilo futurista con alas doradas de decoración desaparecieron en partículas de luz, ante este hecho el hombre se relajó y le respondió a la pelinegra.

"Si, ya terminé." Dijo con simpleza.

"Vaya, ¿enserio? Después de todo no era una misión fácil, eran dos demonios callejeros de alineación torre." Exclamó sorprendida la pelinegra de ojos azules.

Ismael se encogió de hombros para luego masajear su tabique al recordar el gran problema que supusieron esos dos demonios callejeros. Aunque tampoco tuvo que preocuparse, después de todo con su Sacred Gear, [Speed Boost], que le otorgaba una velocidad inhumana pudo acabar a los diablos.

"No fue nada fácil, esas Torres tenían una fuerza descomunal, un sólo golpe y moriría sin duda. Pero gracias al Don que me ha dado nuestro señor Dios pude exorcizarlos con gran facilidad." Respondió el pelinegro.

Asia por su parte sintió un vacío en el estómago y tragó saliva al escuchar las palabras del nombrado Rayo Azul, su boca temblorosa dejó escapar una pregunta simple, pero profunda dirigida al chico.

"¿Los... mataste?"

No quería escuchar la respuesta, de verdad que no quería, pero sus oídos y mente al parecer querían lo contrario, Asia sintió sus labios secos, tragando saliva los ojos verdes de la rubia temblaron.

"Si... Los maté obviamente."

La respuesta que no quería escuchar la monja fue dicha con una naturalidad impresionante, como si arrebatar la vida de alguien fuera sido nada, claro, sabía que eran demonios que hacían daño a las personas, pero la forma tan tranquila en que lo dijo Ismael molestó a la rubia quién apretó sus dientes. Odiaba la muerte, la odiaba de verdad, sabía que todos morían a fin de cuentas, pero... La tristeza de la muerte no le encantaba para nada, la detestaba.

"¿Y lo dices con tanta tranquilidad?"

"¿Eh?"

Al principio Ismael, el rayo azul, no comprendió las palabras de Asia, a pesar de esto la expresión molesta de la monja no cambió. Fernanda pareció comprender a lo que se refería su ahora compañera de exorcismo y puso su mano en el hombro del pelinegro al lado suyo.

"Olvida lo que dijo Ismako, es nueva jejejeje, tal vez no este acostumbrada a oír muertes y esas cosas." Intentó tranquilizar la pelinegra el ambiente.

Al parecer el rayo azul tomó de forma diferente esta escusa y su expresión cambió a una de enfado, caminando hasta estar al frente de Asia él contraste de estatura fue evidente, tomando de la solapa del vestido de monja a la rubia, la levantó unos centímetros del suelo mientras su mirada era de hostilidad.

"¡Arg!" Soltó la monja de ojos verdes un quejido de dolor.

"Escúchame bien niñita bonita, si viniste ha quejarte aquí es mejor que hables con los altos mandos para que te vayas a la mierda, si resultas ser una carga para mi unidad en las misiones yo mismo te mataré, no permitiré que ninguno de ellos muera por el error de un novato, ¡¿Entendiste?!" Espetó molesto Ismael.

Asia por su parte intentaba a hablar pero de su boca sólo salían quejidos de dolor, Fernanda intervino y tomó el brazo del pelinegro mientras le enviaba una mirada fría junto a intenciones asesinas, al parecer esto pareció persuadirlo porque soltó a la monja quién cayó de trasero al suelo. Ismael sin decir palabra se dio media vuelta y caminó en dirección a la Iglesia donde él y su unidad de exorcistas vivían, dejando a ambas chicas en el jardín de flores.

"Lo siento, es un idiota." Fernanda dijo.

Tendiéndole la mano a Asia la ayudó a levantar, la monja por otra parte agradeció la ayuda y luego dirigió su vista en la dirección donde caminaba el rayo azul ya varios metros alejadas de ellas. Recordando aquella mirada de ultratumba que le dedicó, la rubia palideció, a pesar de que ya no lo tenía al frente eso no evitó que se estremeciera y sé le cortara la respiración por un breve momento.

"¿Estás bien Asia-chan?"

"¿Eh? Sí, supongo. ¿Po-podemos quedarnos un rato más en este lugar? No quiero entrar por ahora a la Iglesia." Dijo con nerviosismo.

Entrar a la iglesia significaría ver a Ismael, el rayo azul de nuevo, le tomó miedo a ese sujeto, ese hombre era muy aterrador, no quería estar cerca de él. Al parecer Fernanda comprendió esto de alguna manera y sonrió, asintiendo en confirmación ambas chicas se divirtieron por otras horas más en el jardín de flores.

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3 Horas después.

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Ya dentro de la iglesia Asia y Fernanda quedaron paradas detrás de la puerta, viendo el interior seriamente. En las largas bancas/asientos de madera, 5 en cada lado para ser exactos, donde llegaban los creyentes a las misas y tomaban asiento junto aún montón de etcéteras, no habían exactamente personas devotas, después de todo hoy estaba cerrada la iglesia, pero sí estaban sentados 6 sujetos con ropas de exorcistas.

"¿Quiénes son esas personas?" Preguntó tiernamente la monja, actualmente exorcista, a nadie en específico.

Asia no tenía exactamente una expresión seria, la cual pocas veces, por no decir nunca, se le veía en el rostro, en cambio estaba tiernamente ansiosa, ella no era una experta leyendo el ambiente pero tampoco significó que no pudiera sentir la palpable tensión que había en la sala.

"Ellos son los miembros de la unidad de exorcismos de la Iglesia Purify." Dijo seriamente Fernanda.

"¿Eh?"

"No te preocupes Asia-chan, son... Buenas personas, creo..." Aunque lo último lo dijo con duda pudo tranquilizar a Asia de alguna manera.

"Ah, ya veo..."

Fernanda sólo sonrió con cara de estúpida y luego devolvió su vista al sexteto de exorcista de alto nivel, cada uno tenían habilidades impresionantes a pesar de no poseer Sacreed Gear's, los únicos que tenían los Dones del Señor actualmente eran Asia e Ismael, el rayo azul.

"Kiara, es de América y tiene 25 años."

Fernanda señaló a una peleinga de ojos marrones sentada en una de las bancas/asientos donde rezaba. Al parecer está misma se dio cuenta de que la observaban y miró sobre su hombro viendo que en la entrada de la iglesia estaban ambas chicas, sin decir nada la llamada Kiara saludó a las dos mujeres, y la única en devolverle el saludo fue la exorcista oji azul mientras que Asia se encontraba nerviosa y fuera de lugar.

"El gordo ñoño qué vez allá es Suiliceck, tiene 20 años, aunque no lo parece por la obesidad, y es holandés, pero no tienes que preocuparte por si habla en su idioma y no lo entiendes, al igual que yo e Ismael, todos hablan Italiano asique nos podremos entender." Comunicó la pelinegra.

"Oh gracias a Dios, ya me estaba preocupando de que no nos pudiéramos entender." Suspiró Asia en alivio.

"¡Ay que tierna Asia-chan! ¡Hasta preocupada te vez lindaaa, muy muy muy lindaaa!"

"¡¿Eh?! ¡¿A qué viene eso Fer-chin?!" Exclamó.

"Jajaja, no te preocupes, sólo digo la verdad, pero continuando con lo que estábamos, él de allá es Julio, ¿Oíste? ¡Julio!"

"¿Eh? Sí, ya entendí Fer-chin, ¿pero porque tanto interés para que me aprenda su nombre?"

"Porque en vez de decirle Julio le dicen Agosto jajaajajajaja."

Al parecer el mencionado que estaba orando como sus demás compañeros exorcistas pareció sentir instintivamente que alguien se burlaba de su nombre, (como siempre), aunque Fernanda no lo vio Asia si pudo notar claramente como un aura oscura salía del cuerpo del llamado Julio, oscureciendo por alguna extraña razón una parte de la habitación junto a una máscara Hannya  en su rostro.

"Humph... Ehm... Fer-chin... Como que empecé a sentir fuerzas oscuras."

Con unas gotas de sudor bajando por su frente Asia empezó a temblar, Fernanda por otra parte estaba igual que la monja rubia mientras tragaba saliva, encogiéndose de hombros como diciendo: "Qué se le puede hacer", actuó con ironía mezclado con terror.

"Eh, ehm... Prosigo, él es Julio, 19 años y es Sudamericano como yo." La pelinegra cambió la dirección de su dedo ahora señalando a una mujer de baja estatura. "La chica tetona de allá es Juliana, hermana de Julio, tiene 17 años y obviamente es Sudamericana, es una sádica exorcista." Con un tono algo perturbado Fernanda habló.

"¿Sádica?" La monja rubia arqueó una ceja.

"¡Kyaaaa Asia-chan eres lindaaaa hasta cuando estás confundida! ¡Qué envidia!"

"¿Eh? ¿Linda?"

"Bueno olvídalo, actuar tan lindamente torpe también es uno de tus puntos fuertes de lindura. Pero volviendo al tema, el que está allá al frente de la Cruz gigante rezando es Ismael, aunque creo que ya lo conoces bien ¿no?"

La expresión de Asia cambió a una nerviosa y tragó saliva al ver a ese sujeto, aún recordaba aquella mirada que le erizó hasta el alma misma. Apretando el dobladillo de las anchas mangas del vestido de monja fuertemente intentó tranquilizarse, Fernanda al notar este hecho puso su mano en el hombro de la rubia y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

"No te preocupes Asia-chan, da miedo, pero es una buena persona... Creo. Además, ¡Cuándo estás asustada también eres lindaaaaaaaaa que envidia!"

"Deja de bromear Fer-chin."

"Jajajaja olvídalo olvídalo, bueno, el último es ese de ahí, el que está al lado de Ismael, es el perro faldero de este mismo y lo sigue por todas partes, se llama Walter. Tiene 19 años y es de Inglaterra." Dijo Fernanda con seriedad. "No es un tipo agradable asique lo puedes llegar a odiar, pero tratándose de tí Asia-chan no creo que puedas odiar a alguien jajaajajajaja." Riéndose a carcajadas la pelinegra se tuvo que sostener el abdomen. "Jahahahaha... ...Jaaaahhh... Cómo sea, y  obviamente también estoy yo, y actualmente tu también."

"Oh.. Ya veo... ¿Todos son fuertes verdad?"

"¡Ay Asia-chan hasta preguntando eres lindaaaaa!"

"¡Fer-Chin!" Con un sonrojo en su rostro Asia gritó el nombre de la pelinegra.

Al parecer el grito causó que las miradas del sexteto de exorcistas se fijaran en ambas chicas, Asia se petrificó al ver tantas miradas sobre ella mientras que Fernanda sólo saludaba con un gesto de su mano.

"Oh pero si es Fer y la novata."

"¡No me llames Fer, gordo ñoño!"

"Mi querida amiga Fernanda, La discriminación es algo que a nuestro Señor Todopoderoso le molesta ¿sabes?"

"¡Si! ¡Kiara tiene razón! ¡Y lo peor es que lo estás haciendo en la casa del señor! ¡Tenemos que ejecutarla." Dijo una mujer de baja estatura.

Asia al oír esto palideció y dio un paso atrás, no sabía que le había aterrado más, si la amenaza de muerte dichas por la enana tetona con apariencia de niña, o porqué esta misma amenaza fue dicha de forma tan sádica por una enana tetona de 17 años con apariencia de niña.

"Kiara y mi hermana Juliana gritan muchooo~, por favor no peleen más por una tonteríaaaa~." El que habló fue el Sudamericano conocido como Julio.

"De verdad que eres un bicho raro, con razón y te dicen Agosto."

"No te burles de mi nombre Fernaaaaaandaa~, ¿verdad hermana Juliaaaaaaaanaa~?"

"¿Pero que le pasa?" Fernanda susurró con pena ajena hacia el llamado Julio. "Cómo sea, ella es Asia Argento, es de Italia, ósea de aquí." Presentó a la rubia.

Asia por otra parte salía de su anterior shock y parpadeo al ser nombrada, al tener las miradas de todos la monja exorcista hizo una reverencia, nerviosa ante toda esta gente que descrito por Fernanda eran bichos raros.

El ambiente era tenso, nadie dijo nada e inclusive el sonido de las respiraciones fueron audibles, los nervios de Asia sólo aumentaron y le hizo bajar la mirada al sentirse oprimida por las presencias tan sofocantes de los exorcistas, si tuviera que poner un ejemplo era como una estudiante siendo ignorada y despreciada por sus compañeros de clase. Fernanda por otra parte se cruzó de brazos y pensaba como detener esta tensión en el ambiente tan incómodo, pero...

"Bienvenida." La voz suave de una mujer llamó la atención de todos. "Bienvenida Asia Argento, soy Kiara, tu nueva compañera. Espero que nos llevemos bien. Aunque veo que sí es posible, viendo tus ojos la fe que le tienes al Señor es bastante impresionante, y eso me gusta."

La nombrada Kiara hizo quel ambiente tenso fuera cortado por unos segundos, y luego los demás....

"Si, bienvenida Asia Argento, este es tu nuevo hogar, soy Juliana, Uhmm... Y perdón por decir que te ejecutarán, jeje. ¡Señor perdóneme por favor! ¡Perdone a esta pobre pecadora que juzgaba sin razón a una nueva compañera! ¡Juro que seguiré exorcizando a los demonios para que me perdoné!"

La ahora conocida como Juliana se arrodilló y empezó a lanzar plegarias a Dios quién ella estaba segura que escucharía para que la perdone, esto al parecer terminó por romper el tenso ambiente e hizo que los demás se abrieran.

"Yo soy Juliooooo~, soy el hermano de Juliaaaaa~, ¡Por favor llevémonos bieeeeeen!"

"So-soy Suiliceck Tunmges, ¡¿Qui-quieres casarte conmigo Asia?! ¡A-a-auch!"

"¡Nadie se casaría contigo gordo tonto!"

Fernanda al oír aquella propuesta de matrimonio tan repentina a su amiga Asia, golpeó al chico obeso en la cabeza para proteger a la rubia del llamado por ella: "Ñoño acosador", quién hacía siempre esto con las nuevas miembros.

"Así es gordo ñoñooo~, te quemarás en el infiernooo~."

"¡Estoy de acuerdo con mi hermano!"

"Eres despreciable."

Fueron las palabras despreciativas por parte de Kiara, Julio y Juliana quiénes veían al gordo con desprecio y repulsión.

Asia al ver la escena que se armó entre el grupo de exorcistas dejó escapar una sonrisa. Luego un bufido. Y después una carcajada de diversión que fue subiendo de volumen hasta qué sé volvió fuertemente audible para los presentes en aquella sala, esto obviamente llamó de inmediato la atención de todos quiénes miraron a la monja, inclusive Ismael y su acompañante Walter mismos que se habían mantenido al margen de todo lo acontecido en la iglesia.

"Jajaajajajaja, todos son divertidos y buenas personas, de verdad que Dios es bueno. Me hizo cruzar destino con ustedes, espero... espero.... ¡Qué todos nos llevemos bien y sigamos divirtiéndonos como hoy ¿Sí?!"

 
Aquella sonrisa pareció iluminar el lugar e hizo que todos la vieran hipnotizados, era como ver la belleza misma al frente de ellos, tan linda y preciosa que causó que incluso Ismael se paralizara. A pesar de a ver quedado enganchados con esa escena de la rubia los labios de todos se curvaron en una sonrisa.

"Por supuesto Asia-chan, ¡Verás que la pasaremos genial!"

Fin del capítulo.


Bueno gente aquí les traigo la siguiente parte de Issei The Hunter, se que estoy dando muchas vueltas para que comience el Torneo de Campeones pero quise traerles algo interesante sobre Asia, esto tendrá como una o dos partes más pero les aseguró que será interesante.

Eso es todo, si les gustó dejen su Voto y comenten que les pareció.

Hasta la próxima.

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