12 de septiembre de 1977

Phoenix Malfoy

Caminé por los pasillos, después de pelear con mi hermano. ¿Por qué debía ser la mayoría de veces un idiota? 

Teníamos la misma edad y ya se creía con el derecho de decidir sobre mí, ya tenía bastante con mis padres, para que ahora él también me estuviera molestando con el tema. Sabía que querían casarme con alguno mortífago, y las opciones más factibles eran Regulus Black y Evan Rosier, no tenía nada en contra de ellos, pero yo tenía otros planes para mí. 

Yo quería disfrutar de mi vida y estar fuera de todo esto, sabía que eso era muy complicado, pero necesitaba ser libre. 

Tenía pensado escapar una vez que terminara Hogwarts, y esa era la idea, tenía todo pensado para que no pudieran encontrarme. 

¿Pero como podría dejar a mis mejores amigos? Había una guerra y eso era muy evidente. Dos bandos y yo estaba en el que no quería estar, y no por decisión propia. 

Aunque eso quería cambiarlo, debía hacerlo, porque no pasaría por eso. No iba a dejar que mis padres influyeran en mí. Había tratado, por mucho tiempo, ser la hija perfecta que ellos querían, pero yo ya estaba cansada de todo eso. 

Quería disfrutar de mi vida y estar con alguien que de verdad amara. 

De pronto sentí como alguien tiraba de mi brazo y entrábamos a un aula vacía, quise gritar. 

—Ni se te ocurra gritar rubia —suspiré aliviada al ver que se trataba de James. 

Me acerqué a él enfadada, casi pensé que me iba con Salazar. 

Le golpeé el brazo con todas mis fuerzas.

—¡Nyx! —me miró con una pequeña mueca tocándose la parte afectada, eso le pasaba por ser un idiota.

Aunque si lo pensábamos mejor, siempre lo era. 

—Eres un idiota James Potter, casi me matas del susto —él rio bajito.

—Perdón, en mi defensa, quería verte y no sabía como podía hacerlo sin que estuviera tu hermano. 

—Seguro que me buscaste con el Mapa del Merodeador, porque últimamente siempre lo haces —le dije divertida, logrando que él se sonrojara por ello. 

Era tan lindo verlo tan tímido y sonrojado. ¿Lo más lindo? Es que solo era así conmigo o cuando se trataba de mí, es lo que me había contado Sirius.

—Cállate —sonreí aún más, yo no era tímida ni mucho menos, y tenía mis métodos, los cuales a él le encantaban.

—Entonces cállame tú —él me miró sonrojado, pero a la vez divertido y se acercó a mí para besarme.

La relación que tenía con James era algo rara, ninguno de los dos sabíamos lo que éramos, pero estábamos muy bien como estábamos. 

Le correspondí pegándolo a mí. 

Como dije, ni siquiera sabía como había pasado y porque seguíamos haciéndolo, pero no nos importaba nada. Bueno, a mí me importaba que mi hermano se enterara y todo acabara por eso, nuestra especie de relación, o lo que fuera esto, era secreta. 

—Podrían vernos —susurró él. 

Asentí, y me aparté un poco, aunque no era lo que quería.

—Esto es horrible —le confesé viéndole, ¿por qué todo tenía que ser de esta manera? No era para nada justo, solo quería tener la vida de una adolescente normal, pero estaba claro que eso no pasaría. 

No en estos tiempos donde había dos malditos bandos y mis padres estaban en el peor de ellos. 

—Sigo manteniendo que una vez que salgamos de Hogwarts podemos escapar lejos de todo esto —le miré. Ambos sabíamos que no seríamos capaces de hacer algo así, ninguno podría dejar a nuestros mejores amigos peleando en una guerra. 

—James, no digas tonterías. Los dos sabemos que nos somos capaces de algo así. Ninguno de los dos podrá dejar a nuestros amigos a su suerte —hice una pequeña pausa y él asintió—. Dejemos de pensar en el futuro y disfrutemos de lo que nos queda, porque ya tendremos tiempo más adelante de pensar en las opciones que tenemos.

Él asintió de nuevo con una sonrisa.

—¿Qué pasa si mi única opción eres tú? —susurró contra mis labios.

Le abracé por el cuello, con una gran sonrisa. 

—¿Lo soy? —murmuré.

—Lo eres cielo, y siempre lo serás sin importar nada —sonreí aún más acortando la distancia que nos separaba y le besé. 

Tiré de su pelo ligeramente, consiguiendo que jadeara contra mis labios. 

Sentí sus manos bajar por mi espalda hasta llegar a mi retaguardia, pero justo cuando quiso tomarme en brazos, un carraspeo nos interrumpió.

Ambos nos separamos lo más rápido posible, con nuestras respiraciones entrecortadas. Me arreglé la ropa como pude para levantar la mirada y ver a Sirius con una expresión divertida en su rostro. 

—Qué sinvergüenzas sois ambos —él me miró—. Estás corrompiendo a mi mejor amigo rubia —volteé los ojos divertida.

—Tu mejor amigo ya estaba corrompido de antes, y todo por culpa tuya. Así que no me culpes por ello —él rio. 

—Al menos bloquear la puerta, que luego viene tu hermano y mata a nuestro querido miope —bufé.

¿Acaso James no había pensado en eso?

Dirigí mi mirada hacia el miope que me miraba con una sonrisa inocente. 

Le golpeé el brazo. 

—¡Auch! —él se quejó haciendo que Sirius soltara una carcajada. 

James le miró mal y luego dirigió su mirada hacia mí.

—¿Por qué me has golpeado? —le miré obvia—. Joder, en verdad tengo una muy buena excusa, y es que no pensaba que pasaría —le volví a golpear— ¡Basta! —se alejó asustado, estirando sus manos, para mantener la distancia. 

Bufé, maldito idiota que era. 

Sirius, en cambio, se limitó a ver la escena divertido. 

Aunque tenía motivos para estar de esa manera, porque James en estos momentos era muy gracioso. Incluso yo quería reírme de él en estos momentos.

—Eres un idiota James.

—Pero soy tu idiota —sonrió y yo negué divertida, logrando que él soltara un grito indignado—. Ya no juego. Como se nota que eres de Slytherin, porque vaya mujer más cruel.

Reí, ¿acaso eso debía dolerme?

—¿Auch? —él bufó, y tanto Sirius como yo soltamos una carcajada.

—Para que enemigos si os tengo a ustedes dos —me acerqué a él para darle un beso en la mejilla.

—Nos amas y lo sabes. Además, estarías perdido sin nosotros en tu vida porque somos tu alegría y no puedes negarlo.

Él asintió con una pequeña sonrisa.

—Qué idiota te ves Cornamenta de esta manera —James volteó los ojos acercándose a él para darle un golpe—. ¡Maldito! —esta vez la que se rio fui yo. 

Ambos parecían un viejo matrimonio. 

—Cállate Canuto —la expresión de Sirius cambio de nuevo a una divertida.

—Cállame tú —James hizo una mueca, y yo volví a reír.

—Prefiero callar de esa manera a Nyx —Sirius suspiró dramáticamente.

—Ya no me amas, ya entiendo. Prefieres a una rubia oxigenada, a un hermoso Black —ofendida me acerqué a Sirius y le golpeé en el brazo—. ¡Mierda!

—Más respeto que soy rubia natural —él me imitó sin dejar de quejarse y sentí como James me abrazaba por la cintura. 

Le miré y vi que tenía una sonrisa divertida en su rostro.

—Educa a tu mejor amigo.

—Primero a ti rubia linda —contraatacó Sirius y bufé, abrazando a James.

Maldito perro pulgoso, qué insoportable podía ser a veces.

NOTA DE AUTORA

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