CAPÍTULO UNO
<<AMELIA>>
A las 2 de la mañana aún no había logrado conciliar el sueño, la litera donde me encontraba estaba hecha con retazos de madera mal colocados bajo un delgado colchón grumoso que preferí no averiguar su contenido. Hacía ya una semana que el campamento Island Night abrió sus puertas, mi prima Caroline y yo queríamos tener una nueva aventura, fuera de la tecnología, la universidad y sobre todo lejos de mis controladores padres. Supe de inmediato que iría al campamento en cuanto vi la publicidad en Facebook "aventurero, que esperas para anotarte? Island Night: Solo para valientes y aventureros"
Pero desde el momento en que me bajé del autobús, las expectativas fueron abatidas por un sin números de desventajas (si se les puede decir desventajas) que a simple vista presentaba el Campamento. Desde entonces mi cabello ha sufrido mucho, el Sr. Démian anfitrión del campamento nos dio una corta bienvenida, invitó a recorrer los alrededores, nos indicó que el campamento que estábamos presenciando era solo una prueba y los que pasaran allí 7 días serían llevados al verdadero campamento, luego de eso se fue junto con 5 campistas que decidieron no quedarse al instante y el único medio de transporte para llegar allí.
El "campamento" se encontraba en una zona boscosa, cerca de allí no había señales de asfalto salvo el camino del autobús, dos cabañas con planta baja y 1 piso, sin ningún tipo de identificadores para reconocer el de hembras o el de varones así que dormimos en cabañas mixtas. La zona del comedor era externa con una gran mesa larga de madera oscura, durante los días la comida fue puesta por una mujer de al menos 50 años, muy linda y delgada, solo llegaba y colocaba la comida en la mesa, no hablaba no escuchaba, para nosotros ella era sordo muda, la "bruja del Campamento". Los baños... no habían baños, intenté aguantarme pero al cuarto día mi estómago no podía más, había decidido irme en el autobús que llega todos los días al medio día, pero Caroline me convenció de hacerlo cerca de un gran árbol a 100 metros del campamento, luego se hizo normal, para limpiarnos teníamos un pequeño riachuelo, al principio se había decidido turnar hombres y mujeres por separado pero ambos grupos tanto hombres como mujeres se afanaban por espiar al sexo opuesto.
No soy del tipo de mujeres que le gusta ver a los hombre bañarse y restregarse su masculinidad, pero por otro lado Caroline si era de esa clase de chicas, y pese a que me mentía diciendo que lo miraba como información para sus obras eróticas (en su mayoría muy subidas de tono) se muy bien que ella tiene un espíritu voyerista que no puede ocultar.
No soy la clase de chica que lee eso pero siendo ella la autora me convencía de hacerlo y no voy a negar que en mas de una ocasión tuve que darme un momento a solas en el aseo de mi casa.
Mirar a los chicos la llenaba de ideas locas las cuales me decía con tal descripción que de no ser mujer hubiese podido notar su erección. Y bueno, durante mas de una noche tuve que escuchar sus gemidos y tambaleo cerca de mi cama, no sin susurrar para que yo escuchase que me estaba invitando a unirme, claro, lo hacía de forma indirecta, algo así como que yo se que me escuchas y tu sabes que yo se que me escuchas pero aun así hago como si no me escuchas. ¿Envidia? un poco, pero aun no estoy dispuesta a perder mi himen y menos en un lugar así, con un desconocido y sobre una colcha de contenido extraño.
Durante la semana se retiraron muchos campistas, la mayoría mujeres que se quejaban por todo al igual que yo y algunos varones, pero de eso se trataba el campamento, al menos eso quise pensar, a pesar de todo el campamento tenía la Fuente, se encontraba como a 300 metros de las cabañas, la descubrieron un grupo de chicos mientras caminaban por el bosque, la primera vez que la vi quede sorprendida.
― ¿habías visto algo tan hermoso?
― No es para tanto Amelia ― respondió Caroline―, es solo que tus ojos se acostumbraron a lo feo del Campamento.
Tenía Razón, cualquier cosa normal se vería esplendorosa en ese campamento, aunque la Fuente era distinta a cualquier cosa en ese lugar, de forma circular, profunda de al menos cuatro metros, lo supimos porque varios entraron a ésta. En el centro la escultura constaba de cuatro perros, uno a cada lado, norte, sur, este y oeste, con un serafín encima de cada canino y justo en el centro y más arriba la escultura de un hombre sin rostro. Todo elaborado con un material muy parecido a la porcelana, cuando hacía medio día el sol se colocaba justo arriba y parecía que la fuente alumbrara.
Fueron seis largos días y más largas todavía fueron las noches, oscuras y llenas de susurros, gritos, gemidos, Bromas pesadas entre los campistas y olores fétidos mezclados unos con los otros, de alcohol, sexo, orina, mierda, semen, toda una sinfonía de malos olores producidos por un extraño grupo de jóvenes con las libertades que no se les da en sus hogares. No se podría esperar menos.
A la mañana vendría el Sr. Demian, solo quedamos cerca de veinte campistas de los cincuenta que llegaron, entre esos estaba yo, Amelia, una joven mimada de piel morena y baja estatura que busca encontrarse a si misma y quizá alguna que otra cosa...
continuara...
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