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Los aparecidos [4]


A veces la verdad está más cerca de lo que pensamos, el problema está en que somos demasiado necios para reconocerlo.

Incluso si está justo en frente preferimos fingir que somos ciegos, simplemente porque es más fácil no arriesgarse.

O a veces también pasa que soltar el pasado duele y dejar ir no es parte de nuestros planes.

Otras veces es un poco de todo.

Isla tenía la mirada perdida en la nada.

¿Que era lo que buscaba?

Le asustaba transformar ese "que" a un "quien".

Esa pregunta la asustaba.

Y por mucho que doliera, en el fondo de su ser sabía que la pregunta correcta sería ¿A quien estaba buscando?

Sabía la respuesta.

Jermaine...

¿Debía dejar de buscar?

Desde que casi se había rendido, los sueños habían vuelto con más fuerza e intensidad... Incluso lograba ver con mayor claridad.

Pero...

Estaba mal abandonarlo... Nunca quiso dejar de buscarlo, incluso si todos opinaban que era lo mejor.

— Isla, nena ya llegaron los Quinn — Dijo Félix.

— ¡Por fin! — Dijo ella — ¿Trevor?

— Está dando una vuelta con Kitty.

Ella intentó llenarse de paciencia.

— No te enojes nena... Es bueno, creo que sería más probable que Kitty lo lastime a él.

— No quiero que lo toque...

— ¿A ti en que te afecta?

— Félix... ¿Crees que soy malvada? — Preguntó ella mientras se le quebraba la voz.

— Claro que no nena... Has pasado por muchas situaciones francamente horribles y mírate, estás aquí... Seguiste adelante, eres fuerte Isla, solo te está costando un poquito volver a ser quien eras.

— Ya nunca volveré a ser la misma.

— Eso tampoco tiene nada de malo, te estás conociendo nuevamente estás en proceso de cambios, eso no te vuelve malvada.

— Cuatro camarógrafos en seis meses... Fernando me gritó diciendo que yo era la peor persona que hubiera conocido... A Gerardo lo hice llorar...

— ¿Crees que Trevor se irá?

— Se que necesita trabajar... Aún pienso que es un tonto por dejar el conservatorio pero reconozco que es noble y perdió a su papá... Quiero que se quede pero...

— ¿Cuál es el verdadero problema? ¿Crees que te molestaría ver a una de tus hermanas con novio?

— ¿Eso me volvería un monstruo egoísta? — Preguntó ella llorosa.

— No — Dijo Félix negando — Claro que no.

— ¡Es mi camarógrafo! ¿No puede buscar a alguien más donde yo no la vea?

— Ehmmm Aquí estoy... Ya estoy listo — Dijo Trevor.

— Gracias por regalarme dos minutos de tu tiempo... Disculpa si te interrumpí con lo único que te pedí que no hicieras — Le dijo ella pasándole por al lado.

— ¿Estaba llorando? — Le preguntó Trevor a Félix.

— Ella ha pasado por mucho, encanto...

— ¿Puedo preguntar?

— No creo que sea el momento... Ahora ve tras ella o va a enojarse mucho más.

— Entendido.

Se giró y aceleró el paso para alcanzar a Isla.

Ella lo miró de reojo cuando lo sintió cerca.

— No digas nada... Por favor.

Él se quedó en silencio.

Se atrevió a mirarla durante un segundo, justo en ese momento ella se limpió una lágrima en la mejilla.

Luego la vió tomar aire.

Demarco los estaba esperando junto a los Quinn.

Ella se fijó en la pareja a la distancia, el señor Quinn debía estar rondando los cincuenta años más o menos... La señora Quinn seguramente tenía menos de cuarenta, ambos se veían bastante bien, además de muy cómodos mientras hablaban con Demarco.

— ¿Tengo los ojos irritados? — Le preguntó Isla a Trevor.

Se frenó para que él pudiera mirarla.

— No... Un poco rosa en el borde del párpado inferior, como si fueran alergias. Pero tus ojos están bien.

Ella asintió.

— Lo lamento — Dijo él — Solo dimos un paseo... Amistoso.

— No me importa — Dijo ella — No quiero hablar de eso.

— ¿Vas a reemplazarme?

Ella encogió los hombros.

— Hablemos luego... Ahora has tu trabajo. 

Volvieron a caminar, entonces el señor Quinn los notó.

— ¡Señorita Montgomery! Cuanto gusto.

Si no lo veía con sus propios ojos no lo hubiera creído.

Trevor se sorprendió mucho cuando la vió sonreír abiertamente mientras extendía la mano para saludar al señor Quinn.

Tanto que estaba ignorando al señor Quinn que intentaba saludarlo.

Demarco aclaró la garganta.

— Trevor.

— Oh... Si... Un gusto — Dijo él estrechando la mano de el señor Quinn y luego la de la señora.

— Lamentamos mucho la demora, en las fincas suelen aparecer situaciones inesperadas... Espero que Julio los haya tratado bien y que estén cómodos en la casa de huéspedes.

— Si por supuesto... La finca es muy agradable, agradecemos su amabilidad y sobre todo que nos abrieran las puertas de su hogar para hacer la investigación.

— Fue idea de nuestro hijo... Le encanta su canal señorita Montgomery, le hubiera encantado estar aquí pero tenía algunas responsabilidades académicas y no puede acompañarnos — Explicaba el señor Quinn.

— Además que nos daría mucho gusto que se conociera la historia que vamos a contarles — Acotó la señora Quinn.

— Tenemos entendido que es una historia de amor que salió muy mal — Dijo Demarco.

— Es así... La gente de la finca les dice los aparecidos — Confirmó el señor Quinn.

— Si ustedes quisieran aparecer en el vídeo como testimonios reales sería increíble — Dijo Isla — De lo contrario no hay problema, solo haríamos la grabación para poder tener los detalles de la historia.

— ¡Nos gustaría mucho! — Dijo la señora Quinn.

A Isla no le sorprendió.

Vivían en una finca pero estaban vestidos y arreglados como si estuvieran invitados a una fiesta importante.

Además era obvio que querían la atención... ¿Publicidad talvez?

— Nos vendría muy bien... La idea es que la finca se vuelva un lugar turístico... Estamos preparando algunas adecuaciones para que la casa roja sea habitable y la gente pueda alquilar habitaciones... Suelen venir turistas los fines de semana y solo hay un par de hoteles pequeños en el pueblo, pero aquí tenemos el lago para paseos en botes, los caballos para paseos por el campo y estamos por empezar la construcción de una piscina, un área de comedor y otra de juegos.

Si... Era publicidad gratuita.

Isla sonrió.

— ¡Perfecto!

— Cuéntenos los hechos por favor — Pidió Demarco.

Trevor comenzó a grabar.

— Todo pasó en la que nosotros llamamos la casa roja — Comenzó a explicar el señor Quinn — Síganme por favor.

El grupo comenzó a avanzar por un costado de la casa.

Isla se rezagó un poco para mirar a Trevor, él había adaptado un micrófono a la cámara, se había ajustado la correa de la cámara al cuerpo y la sostenía de la tal manera que básicamente no podía moverse... Estuvo segura que las tomas quedarían bien hechas.

— Nosotros construimos la casa principal desde cero — Explicaba la señora Quinn — De hecho cuando heredé esta propiedad lo único que había era la casa roja... Nunca hemos pasado una noche ahí dentro... Honestamente me da escalofríos solo pensarlo.

Unos metros más allá se encontraba el edificio del cual hablaban.

No era rojo.

— ¿Por qué la llamaron casa roja? — Preguntó Isla.

— Por las manchas de sangre en la fachada — Respondió el señor Quinn — Vengan por favor, acerquence para que puedan ver de qué se trata.

Había maleza creciendo al rededor de la casa por lo que Demarco le dió la mano a Isla para ayudarla a pasar.

Trevor se había quedado un poco atrás aún haciendo tomas de todo el edificio.

La casa roja era una edificación mixta que estaba en malas condiciones, se notaba el deterioro por dónde se mirara.

Tenía tres pisos y era básicamente un cajón con una puerta en la planta baja, dos grandes ventanas a cada lado y en los otros dos pisos las mismas cuatro grandes ventanas solo que sin la puerta que las separaba.

Le pareció ver una sombra en la ventana derecha del último piso y hacia allá dirigió su atención.

Cuando volvió a grabar el frente notó que lo estaban esperando, se acercó enseguida para no provocar la ira de Isla.

Las manchas de sangre eran más bien un salpicado.

Pero ahí estaba, era indudable.

— Siempre me hicieron sentir incómoda esas manchas — Decía la señora Quinn.

Mientras Demarco se acercaba para ver mejor las salpicaduras.

— El problema es que hemos intentado limpiarlo pero nadie consiguió sacarlas — Explicó el señor Quinn — Usamos pintura y todo tipo de fórmulas de limpieza pero se borran por un momento y todos los días antes del amanecer vuelven a aparecer tal como las ven ahora.

— Además como podrán notar aquí cerca de la casa se siente más frío — Dijo la señora Quinn.

— Eso es bastante usual — Estuvo Isla de acuerdo.

— ¿Podemos entrar? — Preguntó Demarco.

— Si — Dijo el señor Quinn — Pero solo conmigo a Karina le da miedo entrar, no le gusta el ambiente pesado del lugar.

— Es sumamente incómodo — Dijo ella.

— ¿Hay alguien adentro? — Preguntó Trevor arriesgándose al no saber si tenía autorización para preguntar cosas.

— Nadie — Respondió Cristian Quinn.

— ¿Viste algo? — Preguntó Isla.

— Una sombra en el piso de arriba o eso creo.

— ¿En el lado derecho de la casa? — Preguntó Karina Quinn.

— Así es — Confirmó Trevor.

— Era ahí donde dormían... Yo los esperaré en casa a que terminen el recorrido — Dijo ella antes de dejarlos solos con el señor Quinn.

— ¿Lo grabaste? — Preguntó Isla.

— Claro... Si estaba ahí aparecerá en el vídeo.

— ¡Bien hecho! — Dijo ella sonriendo, luego incluso le acarició el hombro.

Cristian Quinn sacó las llaves de su bolsillo y caminó hacia la puerta.

— ¿Se sabe que provocó las manchas de sangre en la fachada? — Preguntó Demarco.

— Fue ahí donde murieron cuando intentaban escapar — Explicó Quinn — Pasen por favor.

Demarco entró primero seguido de Isla y de el señor Quinn, Trevor iba de último para poder grabarlos a todos.

— Cuéntenos señor Quinn... ¿Que fue lo que pasó aquí? — Preguntó Isla.

— Esta propiedad es de la familia de mi esposa desde hace unos noventa años aproximadamente y está casa fue construida por los abuelos de Karina, era la casa familiar por aquella época, vivían de la tierra en aquel entonces, la parte donde tenían sus sembradíos es donde está la casa principal ahora, eran cinco personas, los dos abuelos de Karina, la hija mayor, el hijo del medio y el menor que es el padre de Karina... El negocio fue bien por un tiempo pero hubo una terrible época de sequía de la que no pudieron recuperarse, eso los obligó a huir y la casa quedó abandonada.

— ¿No ha sido habitada desde entonces? — Preguntó Demarco.

— No oficialmente.

— ¿Intentaron venderla? — Preguntó Isla.

— Si pero no pudieron, la sequía afectó a la gran mayoría y casi todo el pueblo buscó hacer vida en otros lugares.

La casa aún estaba amueblada, Trevor caminaba con cuidado de no romper nada y no tropezar con nada, había mucho polvo y suciedad en el suelo... Y si hacía mucho frío.

De repente él sintió un escalofrío cuando una corriente helada le pasó por la nuca.

— Trevor — Lo llamó Demarco cuando iban a empezar a subir.

— La familia nunca se fue del pueblo, el abuelo de Karina encontró un trabajo en el centro, no volvieron a casa porque para la época era bastante complicado llegar hasta aquí, hoy en día en auto toma unos veinte minutos desde el centro... Pero en fin, los dos chicos más grandes crecieron, el padre de Karina aún era pequeño, cuando él nació sus hermanos eran un poco mayores es por eso que mi suegro en realidad no recuerda muy bien haber vivido aquí... Nos les fue mal con el otro negocio y se acostumbraron a estar rodeados de gente por lo que los planes de volver se aplazaron cada vez más.

— Es una lastima... Está pudo ser una gran casa familiar, muy cómoda — Opinó Demarco.

— ¿Que pasó entonces? — Preguntó Isla.

— Lo que pasa siempre... En todas partes hay manzanas podridas... Nicolás el hijo del medio tenía 18 años en esa época no era inusual que los chicos se casarán jóvenes y una de las chicas del pueblo decidió que lo quería a él como esposo, esa señorita era la hija de una persona importante en el pueblo... Un criminal debería decir, al principio Nicolás simpatizó con esta chica y accedió a visitarla, todo hubiera resultado bien pero el amor es una cosa extraña que no tiene explicación... Él se enamoró perdidamente de una de las chicas del servicio.

Llegaron al segundo piso y delante de ellos se abrió una amplia estancia, había una mecedora en la esquina de la habitación y en ese momento la madera traqueó justo bajo la mecedora y esta empezó a moverse.

— No se asusten... Eso siempre pasa cuando se pisa esta tabla — Explicó Cristian Quinn.

Volvió a pisar la tabla que era la misma que sostenía la mecedora y provocaba el movimiento.

— ¿Grabaste eso? — Preguntó Isla.

— Si — Respondió Trevor.

— Continúe por favor señor Quinn — Pidió ella.

— La chica del servicio tenía el costado del rostro parcialmente quemado... La caprichosa hija de este hombre de poder la había quemado en un arrebato de coraje por una confusión con una taza de té, cuando Nicolás se enteró pensó que Paloma estaba en peligro en esa casa, si su supuesta novia se enteraba que él pretendía cambiarla por la deforme chica del servicio enloquecería y todo terminaría muy mal... Así que Nicolás y Paloma huyeron.

— A esta casa — Dijo Demarco.

— En efecto... Se escondieron aquí un tiempo, pero a falta de alimentos Nicolás tenía que ir al pueblo a buscarlos... Los hombres de poder nunca trabajan solos y tenía que vengar el roto corazón de su caprichosa hija... Nicolás y Paloma sabían que no podían esconderse aquí por siempre y el día que decidieron marcharse los estaban esperando afuera... Murieron acribillados antes del amanecer... Por eso de la sangre salpicada en el muro... Los cuerpos fueron encontrados dentro de la casa, no tenemos claro si aún estaban con vida y lograron arrastrase dentro o los asesinos los cargaron y los dejaron aquí dentro.

— ¿Dónde los encontraron?

— Cerca de la entrada... Debajo del polvo hay una alfombra y debajo están las manchas de sangre.

En ese momento se escuchó un traqueó en la parte de arriba.

— Tranquilo Nicolás — Dijo Cristian Quinn — Estás personas solo quieren contar tu historia para que todos sepan que amaste a Paloma aún a costo de tu vida.

Isla miró hacia arriba.

— ¿Es ahí donde se escondían?

— Si, no usaron ninguna otra habitación, solo la de la esquina superior derecha.

— ¿Podemos ir? — Preguntó Demarco.

— Si claro... Síganme... Es el cuarto más frío de la casa... Nunca hemos entrado en la noche y siempre acompañados.... Creemos que Nicolás aún intenta proteger a Paloma.

— ¿Estás bien? — Le Preguntó Isla a Trevor.

— Un poco nervioso debo admitir pero bien.

Ella sonrió.

— Estarás bien.

— Ví los vídeos como me pediste que hiciera... Pero juro que pensé que había más montaje.

— No... Todo lo que hacemos y los lugares a los que vamos es cien por ciento real.

El último piso era un pasillo largo con solo dos habitaciones en extremos opuestos.

Ellos fueron hacia la derecha.

La puerta estaba cerrada.

— Nicolás soy Cristian... Voy a entrar solo un momento — Dijo Quinn antes de abrir la puerta.

Fue muy obvio en ese momento que esa era la habitación donde habían vivido.

La cama aún tenía las sábanas desarregladas como seguramente las dejaron esa noche antes de intentar huir.

Había un par de tazas sobre una mesita y un par de platos uno sobre el otro.

Dos juegos de cubiertos y algunas botellas de diferentes formas en el suelo.

Ropa doblada sobre un mueble y tres revistas a los pies del mueble.

Una tina de baño antigua y eso era básicamente todo.

Cubierto por el paso del tiempo en forma de polvo y descomposición... Isla sintió un nudo en la garganta y dolor en el corazón.

Seguramente si alguien tocaba la sabana sobre la cama esta se haría pedazos entre las manos... Le dolió pensar que se habían amado entre esas sábanas y que de eso apenas quedaba nada.

Murieron por amor cuando tenían toda la vida por delante.

No pudo evitar que se le escapara un sollozo... Eso no era nada profesional pero la tristeza que sentía en ese habitación no se podía negar.

— ¿Grabaste todo? — Preguntó Demarco.

— Lo tengo todo — Respondió Trevor.

— Creo que eso es todo — Dijo Demarco — Isla... Ven — Dijo tendiendole la mano.

Ella se había quedado en medio de la habitación sintiendo su dolor, dejándose llevar por el... Intentando quedar atrapada en el.

Talvez si seguía buscando... Talvez...

— Isla — Repitió Demarco tomándole la mano.

— Si — Dijo ella volviendo en si misma.

Salieron de la casa momentos más tarde.

— ¿Nos acompañan a cenar esta noche? — Preguntó el señor Quinn.

— Será un gusto para nosotros — Dijo Demarco.

— Bien... Los veo más tarde, los dejo solos para que reflexionen sobre la visita.

Trevor apagó la camara.

— ¿Y bien? ¿Que te pareció? — Preguntó un sonriente Demarco.

— Fue aterrador... Les juro que no pensé que sentiría miedo, pero fue aterrador.

— ¿Isla cariño estás bien?

Ella asintió.

— Estoy algo cansada... Voy a acostarme un rato.

Demarco y Trevor se quedaron ahí mirando como ella se alejaba.

— Es muy sensible a este tipo de fenómeno — Explicó Demarco — Desgasta mucha energía en estás visitas, siempre termina muy cansada... Por eso las limitamos a una al mes, dos si no hay otra alternativa.

— Entiendo.

— Lo mejor será que volvamos nosotros también.

— ¿No te parece una locura eso de restaurar este lugar para alquilar habitaciones? ¿Quien querría dormir ahí dentro?

— Isla lo haría... Y tú tendrías que acompañarla para grabarlo todo — Bromeó Demarco.

— ¿Yo? Seguramente hoy dormiré en una silla en el comedor... Ya me dejó muy claro que mi presencia es indeseada en la habitación.

— ¿En serio esperabas dormir con ella?

— Pues si... No soy un depravado, puedo perfectamente dormir en la misma habitación con una mujer sin que eso signifique nada.

— Lo entiendo, pienso igual pero para ellas es incómodo... Además apenas te conoce.

— Supongo.

— Aunque todo es posible si con eso consigue alejarte de Kitty.

Trevor sonrió.

— Es linda Kitty... ¿Es su nombre real?

— Katrina.

— No lo entiendo... No me conoce ¿Por qué asume automáticamente que soy malo para Kitty?

— No eres tú... Es... Es complicado.

— ¿Puedo preguntar? — Insistió ahora con Demarco.

Talvez lograría algo más que con Félix.

— Isla lo ha pasado muy mal... Si quieres a Kitty deja el trabajo, si quieres el trabajo mantente alejado de Kitty... Es simple.

— Necesito Trabajar...

— Entonces ya sabes que hacer.

Llegaron a la casa de huéspedes momentos más tarde.

No había nadie, seguramente las chicas y Félix estuvieran dando vueltas por ahí o espiando al capataz.

— Voy a darme un baño — Dijo Demarco — Odio el polvo de casa embrujada pegado en el cuerpo.

Trevor sonrió eso no tendría sentido en ningún otro contexto.

La puerta de la habitación donde estaban sus cosas estaba cerrada, seguramente Isla dormía.

Talvez debía salir e intentar buscar a los demás.

O talvez solo debería intentar alejarse de Kitty.

Suspiró mirando la puerta tras la que Isla dormía. 

De repente la puerta se abrió chirriando.

Pensó que ella estaría ahí y se puso de pie para buscar sus cosas... Ella estaba dormida.

Él sintió un escalofrío seguido de otra brisa helada sin ninguna explicación esta vez no pasó de largo por su nunca, la sintió como si viniera directamente del suelo.

Talvez era solo una corriente helada anunciando el anochecer, que se había colado por la puerta principal que se mantenía abierta.

Miró al suelo y otra de las tarjetas de Isla estaba a sus pies.

Se agachó a recogerla.

“Al final, las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite”... Robert Brault.

Leyó él.

Luego puso la tarjeta sobre la cama y a ella la dejó dormir.

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