Feliz cumpleaños [17]
"Vale la pena vivir, vale la pena seguir viviendo, siempre hay un para qué... Viktor Frankl."
Trevor le sonrió a su rústica tarjeta y la añadió a las demás que finalmente no sabía si se atrevería a entregarle a Isla como regalo de cumpleaños.
Solo sabía que lo hacía feliz escribirlas pensando en ella.
El cumpleaños de Isla y también el suyo... Estaba al contar de las horas.
Habían pasado algunos días en los que la vida parecía seguir con total normalidad.
No más tarjetas de ultratumba.
No más encuentros del más allá.
No más pérdidas de conciencia.
No más sueños hiper-realistas.
No más Isla...
Si.
Aún pensaba en ella...
Guardó la tarjeta de ese día con las demás y salió de su habitación.
En ese momento Fausto y Félix entraban por la puerta principal muriendo de risa.
— ¡Hey! Hola encanto — Dijo Félix.
Trevor sonrió.
Fausto había conseguido el trabajo en el centro geriátrico y era la excusa perfecta para ver a Félix todos los días...
— ¿No deberías estar trabajando? — Le preguntó Trevor a Félix.
— No hoy... Finalmente la matriarca si quiere festejar y vamos a salir esta noche.
— Pero es mañana — Dijo Trevor.
— Ya sabes... Dramatismo nivel Isla, a la media noche será oficialmente su cumpleaños y nosotros estaremos ahí para verla soplar las velitas... ¿Quieres venir?
Fausto resopló.
— No he sido invitado — Dijo Trevor — Y de cualquier manera no puedo... Trabajo hoy.
Trevor había conseguido trabajo en un bar, en el turno de noche sirviendo mesas.
— Hoy es miércoles — Se quejó Félix.
— Trabajo de miércoles a domingo.
— ¿En serio vas a seguir con la necedad de no volver al equipo de Isla de fantasmas?
— No es necedad... Es paz mental.
— Bien... No insistiré, aunque estoy seguro que a Isla le gustaría verte...
— Si... Claro...
— Lo digo en serio, pero ni modo trabajo es trabajo... Te enviaré fotitos.
— No creo que eso le cause mucha gracia...
— ¡No de Isla! Fotos mías y de Fausto pasándola de las mil maravillas.
— ¿Tú vas? — Le preguntó Trevor a su hermano.
— Yo si fui invitado.
Trevor lo miró incrédulo.
Félix comenzó a reír.
— Yo lo invité, aunque Isla estuvo de acuerdo.
— Genial, pásenla bien.
— Lo haremos — Dijo Fausto.
Trevor regresó a su habitación, buscó las tarjetas y pensó en pedirle a Félix que se las hiciera llegar a Isla.
Las envolvió en un trozo de papel cebolla color lavanda que uno de sus sobrinos había dejado en casa hacía un par de noches, luego las aseguró anudando un poco de soga al rededor del envoltorio.
— Félix — Dijo Trevor cuando volvió a salir de su habitación.
Encontró al muchacho sentado en mueble mirando dos camisas.
Estaba decidiendo cual se le vería mejor a Fausto para salir esa noche.
— ¿Puedes por favor darle esto a Isla de mi parte?
— ¿Le compraste un regalo? — Preguntó Fausto un poco fastidiado por el gesto de su hermano.
— No... Es solo algo que quiero que ella tenga.
— ¿Que es? — Preguntó Félix tomando el pequeño paquete.
— Ella lo entenderá.
— Ok... Seguro se alegrará.
— Genial, gracias amigo.
A las seis y media de la tarde Trevor dejó su casa para ir a trabajar.
Llegaba a las siete con quince, su hora de llegada en realidad era a las siete y media pero no le molestaba llegar temprano y tener un poco más de tiempo para tener todo listo a las ocho que era cuando el bar empezaba a recibir clientes.
Aunque ese día en particular estaba bastante desanimado... No podía mentirse a si mismo, claro que le hubiera gustado ver a Isla.
También se sentía algo mal por haber tenido que suspender su cena de cumpleaños... Estaría trabajando también el jueves.
— ¿Que te pasa niño bonito? — Preguntó uno de sus compañeros de trabajo — ¿Tu novia dijo que no? — Preguntó luego antes de empezar a reír.
— Ni siquiera tengo novia...
— Y si la tuvieras seguro diría que no.
Trevor no supo ni que responder... Aparentemente le caía muy mal a ese sujeto... Aunque no tenía ni idea de por qué...
Se limitó a seguir limpiando las mesas mientras él sujeto iba a la bodega a buscar los delantales que usaban para servir las mesas.
— Es porque las chicas te miran.
— ¿Eh?
La chica sonrió.
— Julián te odia porque las chicas te miran.
Fernanda volvía a sonreír ante la expresión confundida de Trevor.
— Eres muy dulce — Agregó ella.
— ¿Te refieres a las chicas que vienen al bar?
Fernanda asintió.
— Soy amable, eso es todo.
— Claro que no... Eres amable si, pero también eres lindo.
Trevor se sonrojó.
Ella lo miró con dulzura.
— ¿En serio no tienes novia?
— No tengo ¿Por qué mentiría?
— ¿Por qué no tienes novia? — Quiso saber ella.
Él se encogió de hombros.
— No lo sé.
— He visto a las chicas dejarte sus números escritos en los vasos desechables...
— ¿A mi?
— ¿No lo has notado?
— No realmente... En realidad cuando recojo la basura no estoy buscando números de teléfono.
— ¿Estás enamorado?
Él volvía a sonrojarse.
Inevitablemente pensó en Isla.
— No — Dijo desviando la mirada.
— Entonces estás enamorado... Ella tiene suerte... En serio eres lindo.
Fernanda le sonrió una última vez antes de seguir a Julián a la bodega.
— ¿Que dice? — Preguntó Brenda.
— Que había dicho a las nueve y media no ocho y media — Respondió Kitty.
— ¿Entonces los chicos tardarán una hora más?
— Sip — Confirmó Kitty — Demarco aún está en su casa y Félix dice que acaba de salir pero tiene que pasar por Fausto.
— Awww — Dijo Brenda — Esos dos van viento en popa.
— ¡Si! Y me encanta lo feliz que está Félix.
— No quiero saber que va a pasar cuando Fausto le diga que no quiere formalizar y que solo quiere seguir con esa relación escondida — Opinó Isla.
— No digas eso... Yo creo que Fausto si va a animarse a formalizar — Dijo Brenda.
— Que inocente eres — Dijo Isla.
— ¿Creen que venga Trevor? — Preguntó Kitty.
— ¿Quieres verlo? ¿Aún después del fracaso que fue su cita?
— Si Isla... Aún somos amigos y me agrada mucho.
— Bien...
— Estás más a la defensiva que de costumbre ¿Todo bien? — Preguntó Kitty.
— Si... Lo siento...
— Anímense — Dijo Brenda — Tengamos una mini noche de chicas mientras esperamos a los chicos.
— No podemos entrar al restaurante, la reserva es para dentro de una hora.
— ¿Y que? Hay un montón de lugares en esta calle... Miren esa pizarrita, en ese bar hoy es chicas gratis.
— Si... Está bien, no vamos a estar esperando en el auto una hora — Dijo Isla.
Las tres hermanas bajaron del auto y caminaron los pocos metros que las separaban del bar.
Un tipo enorme que cuidaba la puerta las miró cuando entraron pero no dijo nada.
— Buenas noches señor la montaña — Dijo Brenda toda sonrisas leyendo el gafete con el nombre del tipo enorme.
— ¡Brenda! — Reclamó Isla.
— ¡Que! Así se llama... Eso dice en su gafete.
La montaña elevó el pulgar devolviéndole la sonrisa a Brenda.
El lugar estaba bastante lleno y algunas personas estaban aplaudiendo.
— ¡Que bien! Llegamos justo a tiempo para ver el show — Dijo una muy animada Brenda.
Las mesas estaban todas ocupadas pero encontraron dos asientos libres en la barra.
Isla y Brenda se sentaron y Kitty se apoyó a la barra en medio de sus hermanas.
— ¡Vaya! ¡Esto si no lo esperaba! — Dijo Kitty antes de morderse el labio inferior.
Los aplausos estaban siendo dirigidos hacía Trevor que acababa de subir al pequeño escenario, guitarra en mano, se había sentado en un taburete alto y estaba tocando "Memories" de Marron 5.
— ¡Lo hace muy bien! — Dijo Brenda.
Isla lo miraba sin entender que estaba pasando.
Él levantó la mirada y fue a cruzarse con la de Isla... Sonrió enseguida.
Ella sintió que le quemó el rostro.
— Tiene un gafete — Dijo Kitty — ¿Está trabajando aquí?
— Eso parece... Lleva la misma ropa que el resto del personal.
Isla se fijó en eso... Era cierto, camisa blanca sencilla con el gafete a un costado y un pantalón negro básico... La diferencia es que los demás llevaban zapatos negros y Trevor estaba usando deportivos blancos.
— Es un tonto — Dijo ella.
— No lo minimises — Dijo Kitty.
— No lo hago — Dijo Isla sonrojándose — No fue lo que intenté decir... Yo nunca...
Él terminó su canción, agradeció los aplausos, tomó su delantal que había dejado a un lado del escenario y mientas se lo anudaba en la cintura se acercó a saludar a las chicas.
Brenda y Kitty lo abrazaron al mismo tiempo.
— ¡Eso estuvo genial! — Dijo Brenda.
— Linda voz — Dijo Kitty.
— Gracias... Pero hey, esto es inesperado... ¿Que hacen por aquí? Félix me contó que irían a cenar... Ehmm hola Isla.
Ella elevó una ceja en respuesta.
— Nos confundimos con el horario de la reserva — Explicó Kitty — Y a Brenda se le ocurrió esperar aquí hasta que lleguen los chicos ¿A qué hora sales?
— Tarde... Me quedo hasta después del cierre.
— ¿Desde cuándo estás trabajando aquí? — Preguntó Brenda.
— Desde el fin de semana pasado, esta es mi primera semana completa.
— Es muy animado el lugar.
— Si y bueno... Es algo, tengo libres los lunes y los martes.
— ¿Estás bien? — Preguntó Isla.
Las chicas se quedaron en silencio mirando a Trevor.
— Si... Nada de que preocuparse.
— ¿O sea que trabajas mañana? No podrás festejar tu cumpleaños — Dijo Kitty.
— Mi mamá está un poco desepcionada, pero ya se le pasará... Dijo que hornearia el pastel igualmente.
— Eres un tonto — Dijo Isla antes de ponerse de pie y salir del bar.
— Si... Definitivamente está loca y es demasiado grosera — Dijo Kitty.
— ¿Cómo han estado ustedes? — Preguntó él — ¿Cómo está ella?
— Nosotras muy bien... Ella más arisca que nunca.
— Honestamente creo que se siente mal por ti — Dijo Brenda — Quiere que vuelvas pero ya sabes cómo es... Le cuesta hablar contigo y ha estado teniendo estos sueños raros... Isla no está bien... No realmente.
— ¿Que sueños? — Preguntó Trevor.
— La he escuchado llorar en las mañanas... No le digo nada porque no le gusta mostrarse vulnerable, ella lo confunde con debilidad, pero no duerme bien y se ve cansada todo el tiempo.
— Tengo que hablar con ella... Ya vuelvo.
Trevor salió del bar y no había rastro de Isla.
— Montaña viste salir a una chica muy linda de cabello negro largo, llevaba un vestido negro.
— Hay muchas chicas con esa descripción... Han entrado y salido toda la noche.
— Claro... Pero ella es la más linda — Dijo en voz baja.
Salió hasta la vereda para mirar a los costados pero ella ya no estaba.
Trevor torció la boca con descontento.
— ¿Trevor? — Escuchó la voz de su hermano.
Se giró y se encontró de frente con Fausto y Félix.
— Ahora el mensaje de Isla tiene sentido — Dijo Félix — ¿Viste a Isla?
— Si, la estoy buscando ¿Que mensaje?
— Ni siquiera tuve oportunidad de darle tu regalo — Decía Félix entregándole el paquete a Trevor.
Luego buscó el mensaje para mostrárselo.
"Se cancela todo, lo siento pero tengo que ir a casa"
— Tiene que ir a casa — Repitió Trevor — Mierda...
Sin más explicaciones Trevor echó a correr.
— ¡Trevor! — Gritó Fausto.
Pero su hermano ya se había alejado y además seguramente no le importaba nada de lo que Fausto tuviera para decirle.
Isla llegó a la casa Darkness un poco más tarde, subió los tres escalones del porche y se detuvo un momento a buscar las llaves.
— No entres por favor.
Ella se sobresaltó y trastabilló.
— ¡Casi me caigo! ¿¡Que se supone que haces ahí acechando en medio de la oscuridad!? ¿Enloqueciste? — Reclamó ella.
— Pensé que no llegaría a tiempo — Dijo él — Pero tardaste ¿Dónde fuiste?
— A casa de mis padres, necesitaba una linterna, aún no hay luz aquí... Y bájate de ahí, la viga está podrida.
— No está tan mal — Dijo él elevando la mirada para fijarse en la viga que sostenía el columpio del porche.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo llegaste tan rápido?
— Corrí.
— ¿Corriste?
— Me asusté... Pensé que no llegaría... No entres por favor.
Ella se removió incómoda.
— No deberías estar aquí... Se supone que estás en tu horario de trabajo.
Él fue conciente de eso en ese momento, se dió cuenta que aún llevaba puesto el delantal y gafete con su nombre.
— Si... Asumiré que ya me quedé sin trabajo... Otra vez... Pero valdrá la pena si tú no entras a la casa.
— ¿Que quieres de mi? ¿Por qué me haces esto?
Él se encogió de hombros.
— No lo sé... Supongo que me importas.
— ¡Basta! ¡Odio que hagas esto!
— ¿No fue un sueño cierto? Estuvimos juntos en ese lugar... El de las puertas.
— ¿Que?
— Lo sabes Isla... Se que lo sabes... Fue demasiada real.
— No seas ridículo... Nada de eso tiene sentido.
— ¿Que había? ¿Que encontraste? Me dejaste solo y te hundiste en la tormenta... ¿Que pasó luego? ¿Despertaste?
Ella asintió.
— ¿Y tú?
— También... Estaba aterrado y he estado intentando convencerme de que no pasó... Pero tú y yo sabemos que fue real... Si pasó.
— Eso es absurdo... Claro que no... No puede ser — Decía ella para si misma.
— Solía visitar ese lugar cuando era niño... Siempre en mis pesadillas, me aterraba estar ahí... Aún me asusta.
— No hay nada aterrador en ese lugar.
— No en el lugar como tal, pero es la incertidumbre, el no saber que hay detrás de cada puerta y la sensación de estar encerrado en un lugar infinito que no tiene salida... Y siempre estaba solo... Contigo fue diferente, aunque abriste la puerta de la fortaleza blanca en medio del océano y todo mi miedo volvió... ¿Que crees que sea ese lugar? Mi laberinto de puertas, tu casa de las mil puertas...
— No lo sé... Comencé a ir en sueños cuando Jermaine murió, creo él está esperando por mi detrás de una de esas puertas... Siempre creí que él me había llevado hasta ese lugar para que pudiera encontrarlo.
— ¿Aún crees eso?
— Ya no estoy segura de nada y es todo tu culpa... Yo estaba perfectamente bien con mis convicciones y mis propósitos muy claros... Entonces llegaste tú y todo se vino abajo... Ya casi ni me reconozco a mi misma.
Él notó que aún llevaba apretado en la mano el paquete de las tarjetas.
— Para ti — Dijo extendiendo la mano — Feliz cumpleaños...
Ella lo miró, enojada y frustrada.
Odiaba que él fuera cómo era.
Odiaba sentir que él se había vuelto importante para ella.
Se acercó y tomó el paquete de la mano de Trevor.
Mientras lo desenvolvía caminó hasta el otro lado del porche para alejarse de él lo más que pudiera.
Miró las tarjetas escritas a mano y comenzó a leerlas.
No eran muchas.
Pero ella entendió a la perfección lo que significaban.
Vacío.
Eso sintió en el centro del pecho mientras de a poco se llenaba de emociones.
¿Por qué le hacía eso?
¿Cómo podía ser tan cruel con ella?
— Yo... Te odio... En serio te odio — Dijo ella.
Él notó que ella lloraba.
— Desechalas si no te gustan... Ya me da igual.
Ella se giró y fue directo hacia él.
— Eres un tonto, insoportable y detestable que debería odiarme — Reclamó ella.
— No puedo...
— Sé que no...
Él no se había levantado del columpio cuando ella terminó de acercarse, lo tomó del rostro y lo besó.
Trevor cerró sus ojos y la sintió.
¿Ahora con que argumentos negaría que le gustaba?
Cerró los puños resistiendo la urgencia de tocarla... Talvez si él interrumpía el momento ella entraría en razón y dejaría de besarlo.
— Yo... Lo siento — Dijo ella contra los labios de Trevor — No sé que estoy haciendo...
— Da igual... Tampoco yo — Dijo él poniéndose de pie, la estrechó contra su cuerpo y volvió a besarla.
Ella lo correspondió.
Un ruido fuerte dentro de la casa los obligó a separarse.
— ¿Que pasó? — Preguntó ella.
— No lo sé...
— Jermaine... Esto está mal... Tú y yo no debimos... Yo no debí...
— Está bien... En serio está bien, de hecho Jermaine personalmente me dijo que lo aprobaba...
— ¿Que? — Dijo ella retrocediendo súbitamente — ¿Que dijiste?
— Isla...
— Jermaine... Tú... ¿Volviste a ver a mi novio?
— Fue hace unos días... La misma noche que estuvimos juntos en sueños y yo...
— Como te atreves... Tú... Tú sabes cuánto me importa... ¿Por qué?
— Lo siento tanto pero es que se estaba saliendo de control y de todos modos tú no haces caso de nada de lo que él quiere...
— ¿Ahora dirás qué él quiere que estemos juntos? — Dijo ella sarcástica.
— No lo dijo exactamente así pero si dijo que lo aprobaría.
— Eso jamás va a suceder — Sentenció ella.
— Acabas de besarme... Tú me besaste.
— ¡Porque tú lo pediste!
— ¿Yo? ¿Cuando?
Ella buscó entre las tarjetas que él le había dado y le entregó la que estaba buscando.
"Quiero un beso apasionado contigo, de esos, con sabor a te extrañé tanto... Ariel Ruíz."
— Oh... Es que... Está debió escaparse, no debiste leerla...
— ¿No era para mi? ¿Era para alguien más?
— No no no no... Si era para ti... Pero no debiste leerla.
— Tú estás demente.
— Era privado, que sea para ti no necesariamente significa que quiero que lo sepas... Sobre todo teniendo muy claro que sabía que esto pasaría y que me rechazarías sin importar que.
— Tengo novio.
Él se exasperó y se dejó caer pesadamente en el columpio.
— ¡Ten cuidado! Cuántas veces tengo que repetir que la viga está podrida.
— Te gustan los hombres muertos, talvez si la viga me mata tenga una oportunidad.
— Eres un idiota.
Él sonrió sin poderlo evitar, la situación era absurda y para fastidiarla solo un poco más, tomó impulso y comenzó a columpiarse.
— ¡Ya basta! No vas a gustarme más si mueres...
— ¿Más? Eso quiere decir...
— No quiere decir nada.
Él se detuvo y la miró un momento mientras ella acomodaba las tarjetas en el envoltorio color lavanda.
— No son tan elevoradas como las de Jermaine pero se entiende el mensaje...
— Tienes bonita letra... Gracias.
— Mira esto — Dijo él mostrándole la pantalla de su teléfono — Media noche... Feliz cumpleaños Isla.
Ella suspiró y cruzó el porche, se sentó en el columpio junto a él y recargó la cabeza en su hombro.
— Feliz cumpleaños Trevor.
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