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Félix [6]


Complejo.

Complejo es que el corazón y la cabeza no lleguen a un punto de equilibrio.

Lo que era lo mismo que estar viviendo en un continúo punto de inflexión... Ese no deseado cambio de rumbo sobre el cual no se tiene control.

Desesperante... Tal vez.

Indeseado... Puede ser.

Frustrante... Definitivamente.

Isla llevaba los brazos cruzados, era incapaz de quitar su mirada de la nuca de Trevor.

Estaba terriblemente enojada con él... Más que enojada estaba indignada.

¿Cómo podía ser tal maldecidamente escéptico?

Jermaine estaba sin dudas y por alguna misteriosa y muy estúpida razón intentando comunicarme con él... ¡Con él!

Ella lo había intentado tanto.

Lo había intentado todo.

Y su amado novio decidía comunicarse con Trevor...

¡Eso no tenía sentido!

Talvez Trevor tenía razón y había sido solo una corriente de aire...

Ella suspiró.

Cómo siempre viajaba sola en la última fila de la van y en ese momento decidió que lo mejor sería intentar dormir un poco.

Se acostó con la cara contra el respaldar... Talvez lloraría un poco y no quería que la vieran.

Los viajes de regreso siempre eran más silenciosos que los de ida.

Todo el equipo dormía excepto por Brenda y Kitty que por lo general conducían por turnos el regreso.

Era lo más lógico si se consideraba que ellas eran las que más descansaban al terminar el primer turno de investigación nocturna.

Trevor no dormía... Aunque lo fingia.

En realidad no podía dejar de pensar en la historia de Isla y en el asunto de las tarjetas...

Talvez pudo ser un poco más comprensivo con ella o a lo menos seguirle la corriente para que estuviera contenta.

¿Eso en que lo dañaba?

Abrió los ojos y se fijó en las chicas, Brenda conducía en ese momento y Kitty parecía estar dormida.

Al igual que Demarco y Félix... Ellos parecían desmayados.

Se volteó al disimulo para mirar a Isla... La encontró acostada dándole la espalda.

Mejor no molestarla.

Recargó la cabeza contra la ventana y el frío del vidrio lo relajó... Se quedó dormido sin darse cuenta.

Soñó.

¿Que era ese lugar?

¿Eso que se escuchaba era el océano?

¿Acaso había vuelto?

El aroma de la sal invadió sus sentidos... Si, era el océano... Había vuelto.

Estaba en una habitación completamente blanca, no había puerta, no había muebles, no había nada a excepción de un ventanal sin vidrios ni rejas.

Sintió temor de acercarse... Un paso en falso y caería.

Con cuidado caminó inseguro.

Se asomó al ventanal, era enorme, casi como si faltará una pared.

¿Dónde estaba?

Se encontraba en medio del océano y las olas reventaban furiosas sobre las rocas dónde descansaba la fortaleza blanca en la que él estaba.

Retrocedió aún asustado por el temor de caer.

Si caía moriría...

Ahogado.

Buscó una salida... No la encontró...

¿Que era ese lugar?

De repente se sintió observado... No estaba solo.

Luego solo miedo.

— Mañana al medio día — Escuchó mientras Isla lo sacudía del hombro.

— Ah... ¿Que? — Logró decir él entre dormido y despierto.

Ella lo miró y él pudo ver en sus ojos perfectamente como ella iba perdiendo la paciencia.

— ¡Mañana al medio día! Vamos a grabar los testimonios  — Dijo ella.

— Ok... Medio día — Dijo él antes de bostezar.

Luego estiró los brazos que se chocaron con el techo de la van.

Entonces se percató que la van estaba parada y que no había nadie más.

Solo estaban Isla y él.

— ¿Llegamos?

— ¿En serio? Que listo...

Ella casi le pasó por encima para poder salir de la van, mientras que él no entendía a dónde se habían ido las tres horas de viaje.

— Hey Trevor si quieres te llevo — Dijo Félix — No voy hasta Buena vista pero llego hasta el valle... Ahí puedes tomar un autobús más directo.

— Si, gracias.

Trevor fue a ocupar el asiento de adelante y Félix se sentó tras el volante.

Se despidieron de la mano con el resto del equipo... Kitty le hizo un guiño a Trevor.

— ¿Dónde viven las chicas? — Preguntó Trevor solo por curiosidad.

— En la Fontana... Es un conjunto recidencial en Monte alto... Demarco las lleva... Aunque a veces Isla se queda en la casa Darkness.

— ¿Ahí? ¿Sola?

— Completamente sola...

— ¿Por qué?

— Bueno... Es que ella...

— ¿Tiene que ver con Jermaine?

Félix lo miró asombrado.

— ¿Cómo sabes ese nombre?

— Isla me lo contó.

— ¿Ella? ¿A ti?

Trevor asintió.

— ¡Pero si te odia mortalmente!

— Lo sé... Pero, anoche tuvimos un momento de paz y armonía... Le gustó lo que grabé y se puso de buen humor... Aproveché para preguntarle por qué no puedo acercarme a Kitty y...

— Te lo contó todo... Supongo que en el fondo no te odia tanto.

— ¿También tú pasaste por un periodo de odio mortal? — Preguntó Trevor.

— Amigo... Encanto... Es que eres más lindo cuando eres inocente... Soy gay... No represento el menor peligro para Brenda o Kitty.... Además yo entré al equipo antes de la trajedia.

Trevor empezó a reír sintiéndose como un gran tonto.

— Ok... Si, lo siento... Soy un idiota.

— Está bien... Debe ser feo ser odiado por Isla... Ella puede ser super malvada.

— ¿Está intentando comunicarse con Jermaine?

Félix asintió.

— Pobre... No imagino lo que debe ser... Perder a la persona con la que planeas pasar toda tu vida... Sencillamente horrible.

— Ella quedó devastada... Pensamos que no se recuperaría... Sabemos que está mal que se porte tan hostil todo el tiempo, pero nos volvimos permisivos con ella...

— Se entiende, son sus amigos y sus hermanas.

— Kitty ya está un poco harta la verdad... Incluso ha pensado en dejar el equipo.

— ¿En serio?

— Veremos... Yo creo que es puro bla bla esa muñeca, en realidad adora a su hermana... Muy a pesar de las discrepancias.

— Noté eso.

— ¿Y bien tú qué tal? ¿Te gustó tu primera experiencia paranormal?

— Estuvo bien... En realidad me gustó.

— Isla será lo que tú quieras pero no se le puede negar que sabe darte primeras experiencias... Esa chica no tiene sangre en la cara... Y tú te puedes dar el lujo de decir que Isla Montgomery te desvirgó paranormalmente...

Trevor volvía a reír...

Sinceramente Felíx le estaba agradando mucho.

— ¿Que harás el resto del domingo? — Preguntó Félix.

— Dormir... O al menos intentarlo.

— Cuando yo empecé en esto no dormí bien como por tres meses... ¿Ves el hermoso tono olivo de mi piel? ¡Lucia horrible! Ojeroso y marchito... Tenía muchas pesadillas.

— Te creo... Hace un rato tuve una.

— Esa casa roja era espeluznante y eso que yo no entré... Felizmente.

— Si... Pero en realidad soñé otra cosa... Algo con el océano.

— ¿Te asusta el océano?

— Desde niño sueño que me ahogo... No sé si me asusta pero no me gusta.

— Te hace sentir ñañaras...

— ¿Ña que?

— O sea que sientes feo encanto.

— Oh... Si, supongo que sí.

Había pasado mucho tiempo... Pensaba que lo había superado.

Aparentemente no era así o talvez era solo por todo lo vivido el fin de semana, tal vez era que se habían revuelto viejos miedos en su interior... Talvez aquella terrible furia en el océano era su representación inconciente de Isla odiandolo.

Eso último lo hizo reír solo.

— ¿Y esa risita? ¿Tiene que ver con Kitty?

— Kitty... Es muy linda Kitty pero no tengo permiso de acercarme.

— Y ahora sabes la razón... Una insana razón pero es lo que hay.

— ¿Está recibiendo ayuda?

— Estaba... Dejó la terapia, no está lista para superarlo, no quiere hacerlo... Quiere seguir buscándolo.

— Pero está muerto.

— Y cuando le decimos eso, ella se prende en furia y dice que nadie más ha vivido lo que ella, que no lo entendemos y que la dejemos en paz... En parte tiene razón, podemos intentar se empáticos pero no hemos pasado por lo mismo... Talvez en realidad no entendemos.

— No se trata de empatía, se trata de que ella está viva y está atrapada en el pasado explotando en ataques de furia cada vez que alguien tiene la osadía de llevarle la contraria... estar con ella es como estar en un continúo juego del piso está hecho de lava... No puedes pisar en ninguna parte y es imposible acercarse.

— ¡Vaya! Has estado analizando a la jefa...

— No hace falta... Bastan cinco minutos y ella me deja muy claro que no soy bienvenido.

— ¿Te molestan las restricciones con Kitty?

— Un poco.... ¿Cómo era antes? Isla... Me refiero a ella.

— Encantadora, dulce y tierna.... Nah estoy jugando... Nunca fue una princesa de Disney... Siempre tuvo su carácter fuerte, aunque no era tan uraña, era amable y amistosa... Ahora es más hermética y malvada.

— Sería difícil de creer que una chica dulce y tierna se volviera una bruja de la noche a la mañana...

— ¿Insinuas que siempre hubo una bruja en el interior de Isla? — Preguntó Félix riendo.

— No... Lo que digo es que hace falta una mujer con carácter para perseguir ese objetivo que se ha autoimpuesto... No imagino a una chica como Brenda comportándose como lo hace Isla.

— ¿Lo dices porque Brenda es la más dulce o porque Isla es terca como una mula?

— Ambas...

— Esas chicas son taaaan diferentes que no parecen hermanas... Brenda, es muy coqueta pero es natural en ella, no se da cuenta que lo es... En realidad es una niña muy inocente, es el tipo de chica que sueña con un vestido blanco tipo princesa el día de su boda... Por otro lado está Kitty... La muñeca, afrontemoslo es la más llamativa, está repleta de curvas y su rostro es precioso, ella es pura seducción y lo hace porque sabe el efecto que tiene en los hombres y lo disfruta...

— Eso no tiene nada de malo...

— Obvio no, a mi me encanta que sea tan segura de si misma... Pero cariño te advierto que ella no está lista para poner sus ojos en un solo caballero, es joven y la está pasando muy bien... A veces salimos ella y yo, nos adentramos en la vida nocturna de fiestas y bares.

— ¿Siempre termina enredada con alguien?

— No, claro que no... Solo a veces si alguien le gusta mucho... Por lo general solo disfruta que la miren... Y la miran mucho.

— No tengo derecho de juzgar a los que les gusta mirarla.

— Se que no, también tú pusiste tu nombre en esa lista.

— Si pero da igual... Necesito trabajar y una de las condiciones fue no te acerques a mis hermanas.

— Eres divertido Trevor... Talvez quieras salir con nosotros uno de estos días.

— Sería genial... Me gustaría.

Félix sonrió.

— ¿Oye tú hermano es tan encantador como lo eres tú?

— ¿Fausto? Es un pesado...

— ¿Tiene novia? ¿Novio?

¿Novio?

En realidad... Ya se había detenido a pensar que a sus 24 años Fausto nunca se había dejado conocer una novia... Aunque a veces hacia comentarios sobre chicas en realidad su hermano era algo hermético al respecto.

— Está soltero — Se limitó a contestar.

— Digo... Porque ya sabes, cinco hermanos y tres ya están casados... Tú eres hetero y pues...

— Buena lógica — Dijo Trevor sonriendo.

Se sorprendió pensando que si en realidad uno de sus hermanos prefiriera los chicos a él no le molestaría para nada que saliera con Félix... Era agradable y le hacía pensar en esos chicos por los que las chicas suspiran.

Además de su "hermoso" tono de piel olivaseo claro, tenía los ojos verdes, la nariz perfilada y dientes perfectos para una sonrisa perfecta, el cabello era liso y se peinaba con la raya a un lado, tenía la costumbre de pasarse la mano por el pelo pero por más que lo hiciera siempre volvía a la misma perfecta posición.

— ¿Cómo se ve? ¿Es guapo? — Insistía Félix.

— Ehmm no lo sé... Nos parecemos, creo...

— Uhhhh tú eres lindo.

Trevor negaba mientras sonreía.

— Yo soy dos centímetros más alto... Y... No lo sé... Espera, tengo una foto.

Trevor buscó en la galería de su teléfono.

Lo llevaba en silencio y no se había percatado que le había llegado un mensaje.

Era de Kitty.

Fingió que buscaba la foto para poder ver primero el mensaje.

"Te veo mañana".

No decía nada más pero había enviado también una foto en la que hacía un sujestivo guiñó de ojo mientras que sus labios estaban entreabiertos... Muy sexy.

Esa mujer estaba empeñada en quedarse en sus pensamientos.

— ¿Y la foto? — Preguntó Félix.

— No la encuentro — Mintió Trevor — Deja ver en la otra carpeta.... Si, aquí está.

Aprovechó el oportuno semáforo en rojo para ver la foto.

— Es lindo... Y si se parecen, con la diferencia que él si sabe peinarse.

— En mi defensa, él tiene el pelo más liso que el mío... Yo tengo la cabeza repleta de rulos sin sentido ni razón.

— Esa no es razón ni justificación suficiente para apelmazar tu cabello bajo esa horrenda gorra... Igual se salen todos esos rulos por los costados... Se ve raro... Como si el payasito de los Simpsons llevara gorra

— Lo acepto.

— Pero no seas egocéntrico pequeño narciso... Estamos hablando de tu simpático hermanito... Su nariz también es más bonita que la tuya y debo decir que se ve más definido... ¿A qué se dedica?

— Estudió educación física... Ha estado buscando trabajo en colegios y gimnasios... pero aún no ha tenido suerte...

Félix miraba la foto fijamente...

—  Sabes que... No tengo nada que hacer... He decidido que te llevaré hasta Buena vista.

Trevor comenzó a reír.

— ¿Tu hermano te obliga a ejercitarte?

— De hecho si lo hace... No entiende que la flojera lo es todo para mi... En realidad está creando su propio plan de entrenamiento y el más idiota, o sea yo, paga las consecuencias de probar si funciona.

— ¿Y funciona?

— Eso creo...

— Ver para creer...

Trevor lo miró pensando que bromeaba.

— Es en serio, deja ver... Ya sé que eres hetero, respeto eso pero quién sabe... Talvez necesite un entrenador personal y necesito evidencia de que el plan de entrenamiento funciona.

— Entrenador personal... No se nos había ocurrido — Dijo Trevor — Es una gran idea.

— ¿Me vas a dejar ver o qué?

Trevor rodó los ojos pero se levantó la camisa solo un poco... Solo para demostrar que el plan si funcionaba.

— Uhhh si funciona... Y te hice que me mostraras la panza — Dijo muriendo de risa.

— A lo menos podrías decirle a Kitty que no estoy tan mal.

— Encanto no estás para nada mal... Y ella ya lo sabe, no necesita que yo se lo diga.

— ¿Te ha dicho algo sobre mi?

— Ajap.

— ¿Que dijo?

— ¿Para que quieres saber? De todas formas está prohibida...

— ¡En serio! Ya dime.

— Escucha, lo mejor será que le hagas caso a Isla... Quiero mucho a Kitty pero en realidad no creo que sea tu tipo.

— ¿Cómo se supone que sea mi tipo? ¿Alguien a quien Isla si apruebe?

— ¡Exacto! Ya entendiste.

— Gira por la próxima a la izquierda.

— Ok.

— Sigues de largo hasta el parque se ve al fondo y luego giras a la derecha... Ahí es mi casa — Explicaba Trevor como llegar.

— Es fácil tu dirección... Lo recordaré cuando venga a visitar a mi futuro entrenador personal — De repente Félix cambió su habitual sonrisa por una expresión más seria — Debo preguntar... Se que me gusta bromear y entiendo que tú estás bien con mis preferencias pero que pasa con tu familia.

— Estarás bien, no te preocupes.

— ¡Espléndido! — Dijo Félix volviendo a sonreír.

— ¿Has sido discriminado muchas veces?

— Algunas... Supongo que soy de los que tienen suerte, mi familia me ama y me acepta como soy, tengo buenos amigos y un trabajo que me encanta pero nunca falta el comentario malintencionado aquí y allá de vez en vez.

— Lamento las veces que te sentiste mal.

— Gracias Trevor... En serio me alegra que seas parte del equipo.

— Esperemos que Isla también se alegre.

Félix estacionó la van frente a la casa de Trevor.

Abrió su bolso para buscar las llaves y una de las tarjetas de Isla cayó al suelo.

La miró a sus pies sin poder apenas creerlo... ¿De que se trataba el asunto con esas tarjetas?

— ¿Por qué tienes eso? — Preguntó Félix.

— No lo sé...

Tomó aire antes de agacharse a recogerla.

"A veces lo único que necesitamos es que una persona abrace nuestro dolor y lo entienda. Y con eso es suficiente"... Nekane González.

Te juro que no lo entiendo — Dijo Trevor — Estás tarjetas no dejan de aparecer entre mis cosas.

Félix lo miró intrigado y algo asustado.

— Isla nunca deja esas tarjetas... Son importantes para ella... Muy importantes.

Trevor se encogió de hombros sin saber que decir.

— ¿Cuántas tienes?

— Dos... He encontrado cuatro pero tengo dos.

— ¿Que? No estoy entendiendo...

— Vamos, adentro te explico.

La casa parecía vacía.

Trevor colgó las llaves en el gancho atrás de la puerta.

— ¡Llegué! — Dijo elevando un poco la voz.

Hizo un ademan con la mano para que Félix siguiera.

— ¡Mamá ya llegué! — Insistió Trevor — ¿Será que salieron?

Félix estaba dando una vuelta por la sala de estar, se fijaba en las fotografías que adornaban el centro de entretenimiento dónde estaba el televisor.

— ¿Es tu familia? — Preguntó señalando una fotografía dónde se veían muchas personas.

Trevor asintió.

Luego Félix comenzó a contarlos.

— Somos quince... O bueno éramos... En esa foto está mi papá... Ahora somos catorce.

— Las reuniones familiares deben ser divertidas... Es lindo que se lleven bien.

Entonces Fausto apareció por el corredor, bostezando, restregandose un ojo... No llevaba camisa ni zapatos, solo un pantalón de pijama muy viejo que se le colgaba de la cadera.

— Que hay enano — Dijo al ver a su hermano — Mamá está en casa de Oliver... La invitaron a almorzar... ¿Y tú qué? ¿Cómo te fue?

— Hola — Se atrevió a decir Félix.

Fausto se dió la vuelta al percatarse que había alguien más.

— Él es...

— ¡Félix! — Dijo Fausto acercándose para saludarlo.

— Hola — Repitió Félix.

— Desde que Trevor nos contó que iba a trabajar para Isla de fantasmas he estado mirando los vídeos del canal, me parece genial el trabajo que hacen... Justo hace un rato estaba viendo el caso de la mujer del pañuelo ¿En serio la viste?

— Ese caso fue espeluznante — Dijo Félix — Y si... Yo...

— Pero siéntate por favor — Dijo Fausto interrumpiendo a Félix un momento.

Ambos muchachos se sentaron y Félix comenzó su historia.

Trevor no entendía muy bien lo que estaba pasando pero se sentía correcto... Eso lo hizo sonreír.

— ¿Que te pasa? — Preguntó de repente Fausto.

— ¿Eh?

— Estás ahí parado con cara de tonto... No es que tu cara de tonto sea algo extraño pero... ¿Estás bien?

— Si... Tengo sueño... Pero estoy bien.

Se sentó en uno de los muebles, buscó las dos tarjetas que tenía en su poder y las miró por un momento.

— ¿Crees que debería devolverselas?— Le Preguntó a Félix.

— ¿Que es eso? — Preguntó Fausto.

— No lo sé encanto, va a enojarse mucho si se entera... Aunque no entiendo porque las tienes.

— Solo aparecen... La primera en el suelo de la habitación que estaba compartiendo con Isla.

— ¿Dormiste con Isla Montgomery? — Preguntó Fausto impactado.

— La segunda fue al pie de la puerta... Se puede decir que también fue en la habitación... Ella estaba dormida en ese momento.

— ¿La de las almas gemelas? — Preguntó Félix.

— Exacto — Confirmó Trevor — La otra la encontré dentro del forro de mi cámara cuando volvimos del turno de investigación nocturna... No le dije nada porque estaba súper enojada conmigo en ese momento... Y la última la encontré aquí, la viste caer al suelo desde mi bolso.

— ¿Las tomaste?

— Claro que no.

— ¿De que están hablando? ¿Dormiste con Isla Montgomery?

— Si... Dormimos juntos... Eso no es importante.

Fausto lo miró como si no lo conociera.

A Trevor le tomó unos segundos entender...

— ¡No! Cuando digo dormir lo digo literal... Dormimos eso es todo... De hecho había una muralla de almohadas en medio de la cama... Ni siquiera podía verla.

— Ahhh — Dijo Fausto como si aún lo dudara — ¿Que son esas tarjetas?

Trevor suspiró....

Aproximadamente dos horas más tarde y ahora con Fausto entendiendo lo que estaba pasando... No habían llegado a ninguna conclusión.

La diferencia es que ahora tenían pizza, según Fausto y Trevor eso los ayudaba a pensar.

Félix los miraba incrédulos.

— Esa es la pizza más horrible que he visto en mi vida... Y ustedes la deboran como si fuera lo mejor que han comido...

— Tú sigue comiendo la aburrida vegetariana que ordenaste — Dijo Trevor.

— ¡Esa cosa que están comiendo tiene más proteínas que carbohidratos! Eso no es fácil de encontrar en una pizza... No entiendo a dónde se les va...  Se ven tan bien...

— Es el plan de entrenamiento — Dijo Fausto — Si funciona y no comemos así todos los días.

— Oh si es cierto.... Me olvidaba — Dijo Trevor mirando a su hermano — Félix quiere acceder al plan de entrenamiento.

— Pero no tengo lugar de trabajo...

— Estábamos pensando en algo como un entrenador personal — Dijo Félix — Estoy algo delgado y me gustaría definirme un poco.

— Entrenador personal — Repitió Fausto con la misma expresión que había puesto Trevor un rato antes.

Cómo si aquella idea fuera la más obvia pero por alguna razón no podían verla.

— Si — Dijo Fausto — Claro.

— ¿Si? — Preguntó Félix.

— Si — Confirmó Fausto.

— ¡Si! — Dijo un emocionado Félix.

Aún quedaban algunas porciones de pizza cuando los chicos decidieron que estaría bien ver una película.

A los pocos minutos Trevor se quedó dormido.

— Entonces... ¿Esa chica lo está tratando mal? — Preguntó Fausto.

A Félix le pareció tierno que se preocupara por su hermano mientras este dormía, así no podía escucharlo.

— Es bueno... Ya se la ganará, es cuestión de tiempo con ella, Isla tiene un gran corazón que por el momento está roto, le está costando sanar pero sé que lo hará.

— Si pero mi hermano no tiene la culpa.

— Es cierto pero al parecer él ha decidido que vale la pena ganarse a Isla.

— Tenía el mejor futuro... De entre todos mis hermanos, él tenía casi asegurado un futuro brillante... No es justo que lo cambie por una fulana que le grita y lo trata como si fuera basura.

Félix sonrió.

— Es listo... Sé que tiene cara de tonto pero es listo... Más que yo, eso es seguro.

— Eso es lindo — Dijo Félix.

— No le digas que lo dije.

— No lo haré descuida.

— Gracias Félix... Ehmm ¿Cuando te gustaría comenzar con el entrenamiento.

— Dame tu número y te paso el horario del tiempo que tengo disponible y nos ponemos de acuerdo ¿Te parece?

— Si, perfecto — Dijo tomando el teléfono de Félix para guardar su número de teléfono.

— ¡Genial! Ahora creo que lo mejor será que me vaya... Tú hermano está como desmayado...

— Ok... Si... Ehmm... Fue un verdadero gusto conocerte.

— Digo lo mismo — Dijo Félix.

— ¿Vives lejos?

— En el sector de los Valles...

— Escribe para saber que llegaste bien.

Félix no pudo evitar el dejo de emoción en el pecho, sabía que era una imprudencia entusiasmarse... Él nunca lo hacía, ya había salido lastimado muchas veces.

Pero al mismo tiempo, seguía creyendo que también para él era posible.

Algún día talvez.

— Lo haré... Me despides de tu hermano.

— Claro... Cuídate y conduce con cuidado.

Félix levantó su mano para hondearla solo un poco mientras se despedía.

Subió a su auto pensando que talvez y solo talvez su algún día ya no estuviera tan lejos.


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