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Estíbaliz [21]

Trevor suspiró sin despegar sus ojos del cielo en movimiento, el día estaba soleado y las nubes dibujaban formas extrañas...

Talvez solo tenía sueño.

No había dormido casi nada... Pero no se quejaba.

Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios recordando ese instante cuando Isla había aceptado que talvez él podría gustarle un poquito.

Se removió en el asiento de la van dónde iba cómodamente acostado.

Llevaba las piernas recogidas y tenía que usar su brazo como almohada pero estaba bien, ya no faltaba tanto para llegar a casa.

Además todavía era su cumpleaños y como ya no volvería a trabajar en el bar podría quedarse en casa con su mamá y recibir a sus hermanos para la cena que Carol haría especialmente para él.

Aunque primero tomaría un baño y dormiría un poco.

— ¿Ya vas a decirnos que pasó anoche? — Preguntó Fausto de repente.

— Creo que primero debo hablarlo con Isla...

— ¿No hablaron anoche?

— Ella no quiso.

— La comprendo — Dijo Félix — Lo que pasó en casa Darkness fue... Muy extraño y es decir poco.

El chico se quedó callado un momento, Trevor lo escuchó gimotear.

— Abandonamos a Demarco — Dijo Félix con voz quebrada — Incluso abandonamos a Isla...

— Hey... No te sientas mal... Ellos entraron voluntariamente a la casa y mi hermano estaba convulsionando en el porche... Hicimos lo correcto — Dijo Fausto mientras acariciaba el hombro de Félix.

— Como sea tenemos que volver por Demarco — Anunció Trevor.

— No... Ni en broma — Dijo Fausto.

— El encanto tiene razón — Aceptó Félix — Tenemos que volver...

— ¿Se están escuchando? — Preguntó Fausto incrédulo.

— No sabes lo que pasó — Dijo Trevor.

— ¿Cómo voy a saberlo si no quieres hablar?

Trevor giró el rostro para encontrarse con la mirada acusadora de su hermano.

— Demarco sigue ahí... En algún lugar — Insistió Trevor — Además toda la situación es por demás extraña...

— Ya dinos — Pidió Félix.

— Jermaine... Pasó algo con él... Y mientras más lo pienso, menos lo creo...

— ¿De que estás hablando? — Dijo Félix frenando la van de repente.

— Ya había visto a Jermaine antes — Dijo Trevor evitando mencionar dónde se encontraba con Jermaine — Y siempre me pareció un buen sujeto que lo único que quería era cuidar a Isla... Pero esta vez... Jermaine no parecía Jermaine... Insistió en no querer lastimarla pero al mismo tiempo... Quiere que Isla muera.

— ¡No! ¡No puede ser! — Dijo Félix espantado.

— Hay un demonio en la casa Darkness... Ya no tengo dudas de eso y quiere el cuerpo de Isla... Es como si hubiera hecho un trato con Jermaine... El demonio se queda con su cuerpo y Jermaine con su espíritu... Así volverían a estar juntos.

— ¿En dónde? Estarían muertos — Dijo Fausto — ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?

— Estuve ahí... Es así como hablo con Jermaine, mientras estaba inconciente y convulsionando, mi espíritu volvió a la casa Darkness para buscar a Isla y sacarla de ahí... Yo le pedí que me despertara.

— Por eso ella estaba tan segura de poder despertarte... Tú volviste por ella — Dijo Félix uniendo las piezas — ¡Es tan aterradoramente romántico!

— ¿Estabas ahí dentro? ¿En la casa? ¿Fuera de tu cuerpo? — Preguntó Fausto entre enojado y asustado.

— Sip...

— Esto no puede estar pasando — Se dijo Fausto a si mismo.

— Es horrible... Ese lugar... Es horrible... Está repleto de almas en pena... Me volvería loco sabiendo que Isla estaría ahí... Atrapada para siempre con Jermaine, mientras otra cosa ocupa su cuerpo...

— ¿Es ahí donde está Demarco ahora? — Preguntó Félix.

— Si... Aunque no creo que sea conciente de dónde está... Lo que sea que esté en el cuerpo de Demarco no es él.

— ¿Cuando vamos a ir por él?

— Esta noche, después de la cena de cumpleaños que planeó mi mamá...

— ¡No van a ir! ¡Ninguno de los dos! — Se quejó Fausto.

— Voy a ir... Solo, de preferencia... Isla no puede volver a poner un pie en la casa... Es demasiado peligroso para ella y honestamente creo que sería inútil que alguien viniera conmigo... Nadie más puede ver lo que yo veo, cualquiera estaría desprotegido y es ponerse en riesgo sin necesidad.

— Pero encanto, tampoco puedes tomar ese riesgo tú solo.

— Demarco ni siquiera es tu amigo — Se volvía a quejar Fausto.

— Creo que no le agrado mucho o talvez es que algo estaba influenciado en él, cuando nos conocimos fue amistoso y pareció sincero dándome la bienvenida al equipo... Por un par de malos entendidos no estaría bien abandonar así a una persona.

— Es muy buen amigo y una excelente persona — Dijo Félix limpiando una lágrima en su mejilla.

— Es por eso que creo que merece la pena intentar sacarlo de ahí — Dijo Trevor.

Fausto emitió un quejido de desagrado y resignación, se cruzó de brazos ceñudo, fastidiado y muy molesto... Se negó a volver a pronunciar palabra hasta llegar a casa.

Nada más entrar en su habitación montones de emociones comenzaron a agolparse y acumularse en su pecho.

Se llevó la mano justo donde sentía el latir de su corazón.

¿En serio se estaba enamorando de ella así de rápido?

Talvez era que los flechazos fulminantes si existían... O talvez había algo más que aún no entendía.

Todo alrededor de Isla parecía estar suspendido en un halo de misterio que era innegable y que podía percibirse a kilómetros de distancia.

Se sentó en su escritorio y tomó una de las tarjetas que había cortado, estaba en blanco... Pensó que talvez podía seguir escribiéndolas para ella.

Y de cierta manera también las escribía para él mismo, lo ayudaban a poner sus sentimientos en palabras... Sobre todo si ya tenía asumido que era un cero a la izquierda intentando escribir algo propio.

Tenía separados algunos escritos y recordaba uno en especial...

Sonrió al encontrarlo.

"Te quiero, en mi cama, en mis días, en mis sueños y en mi vida... Danns Vega."

— Si... Es justo así como siento ahora.

Dejó la tarjeta sobre el escritorio, se quitó la ropa y se fue directo a la ducha.

Después del baño y aunque fuera casi medio día, Trevor se puso su ropa de dormir, cerró las cortinas y se metió a la cama.

El sueño lo estaba venciendo y él con gusto se declaraba perdedor.

Cerró los ojos y se sumió en un profundo sueño en cuestión de segundos.

Sintió como su cuerpo se hundía cómodamente en el colchón, no podía recordar estar tan agusto en su cama... De pronto se había vuelto mucho más suave y acogedora, la almohada bajo su cabeza lo acunaba a la perfección... Aquel tipo de relajación no era normal...

No lo era...

Abrió los ojos y se encontró con un candelabro encendido de iluminación tenue que apenas impedía que la habitación estuviera en penumbras.

Definitivamente él no tenía ese candelabro.

Miró a sus costados y la cama era enorme... Muy muy grande, también se dió cuenta que contaba con cuatro columnas que en ese momento servían para sostener las cortinas granate cerradas a su alrededor.

Se sentó intentando no hacer ruido.

No tenía idea donde estaba ni que o a quien encontraría cuando abriera las cortinas y saliera de la cama.

Carajo... Pensó.

Estaba cubierto con la cobija más suave del mundo y por un momento deseo que Isla pudiera estar ahí acostada junto a él... Talvez aquella cama tan cómoda la pondría en el humor correcto para...

¡Concéntrate y deja de pensar tonterías! Se recriminó mentalmente a si mismo.

— Ok — Dijo en un susurro casi inaudible.

Apenas había rozado la cortina cuando alguien más la corrió desde fuera de la cama.

Trevor se echó para atrás horrorizado por el primer impacto.

Entonces ella sonrió.

— Despertaste pronto... Duerme un poco más si quieres, no hay prisas...

Ella acomodó las cortinas, amarrandolas una por una en las columnas de la cama.

Trevor la miraba sin entender absolutamente nada, aunque en realidad no estaba asustado.

Miró a la mujer que se paseaba a su alrededor arreglando la cama como si fuera cosa de todos los días.

Era bellísima.

Seguramente era la mujer más bella que hubiera visto en persona.

Podía pensar en un par de actrices y modelos que tuvieran ese tipo de belleza pero nada que el hubiera visto así de cerca... Talvez incluso ella era todavía más bella... Casi irreal.

— ¿Ya no tienes sueño? — Preguntó ella con ese tipo de dulzura en la voz que esconde a una verdadera seductora.

— ¿Quien eres?

— Estíbaliz — Dijo ella.

— ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde estoy?

Ella encogió un hombro.

— Tenía muchas ganas de verte... Y es tu cumpleaños... Que mejor ocasión.

Trevor detalló el rostro de porcelana de la mujer frente a él, no llevaba una sola gota de maquillaje y era completamente perfecta, los labios llenos naturalmente rosa, al igual que sus mejillas ligeramente coloreadas como si acabara de sonrojarse... Sus ojos eran del gris más intenso y brillante que hubiera visto... Llevaba el cabello suelto hasta más abajo de la cintura en un color turquesa azulado, el cuerpo de la mujer era de proporciones perfectas y estaba bastante seguro de eso... Ella solo llevaba un vaporozo vestido blanco casi transparente con un escote escandalozamente pronunciado que dejaba ver su bella silueta gracias a la tenue luz del candelabro.

Él había abierto la boca quedándose sin aliento.

Ella sonrió al tiempo que le agachaba la mirada.

Sacudió la cabeza intentando salir de aquella fuerte hipnosis y volvió a mirar a su alrededor.

— Tengo que salir de aquí — Dijo él saliendo de la cama.

— ¿Tan pronto? — Preguntó ella.

— ¿Quien eres? — Repitió él.

— Estíbaliz — Repitió ella.

— No... No tu nombre...

— Oh... En ese caso... Soy tu destino.

Trevor le lanzó una mirada incrédula.

— Ya... Mirá... ¿Estebalin?

— Estíbaliz...

— Estíbaliz... No te ofendas... Pero es que... No sé dónde estoy y me estás poniendo muy muy nervioso... Sería fantástico si te cubrieras un poco...

— ¿Por qué? ¿Ya no te gusto? — Preguntó ella confundida.

— ¿Disculpa, que?

— No me recuerdas... Entonces es cierto... Sabía que podía suceder pero esperaba que me recordaras...

— Si te hubiera conocido antes seguramente te recordaría... Así que... Creo que me confundes con alguien más... Lo siento.

— Claro que no... Eres tú quien está confundido.

Ella se acercó un poco, Trevor no se movió, Estíbaliz extendió su mano para acariciar la mejilla del hombre.

— Te he extrañado mucho...

Empezó a perderse en su mirada, entrar en ese trance era tan fácil... Sus sentidos comenzaban a anestesiarce y se sentía tan bien...

Sería tan sencillo dejarse llevar...

Era preciosa...

Preciosa... Cómo Isla...

¡Isla!

Trevor se alejó un poco mientras intentaba sacudirse los efectos del trance.

— ¿Eres una sirena o creatura mitológica de algún tipo? ¿Tienes poderes hipnóticos o algo así?

— ¿De que hablas? Claro que no, seguramente es que estás recordándome...

Ella estaba de pie en el camino que lo llevaba a la puerta de esa habitación y era obvio que no lo dejaría pasar tan fácilmente.

Trevor se echó a la cama y rodó hasta el otro lado para intentar llegar a la puerta.

— ¡No me dejes tan pronto! — Pidió Estíbaliz cuando lo vió abriendo la puerta.

Él evitó mirarla, abrió la puerta y tal como esperaba salió al largo corredor que era parte del laberinto de puertas.

Estíbaliz salió tras él.

— ¡Trevor! — Dijo ella — Intenta recordarme por favor.

Él se giró para mirarla.

Había angustia en sus hermosos ojos, era casi insoportable pensar que él pudiera causarle cualquier tipo de dolor a esa bella mujer.

No era posible.

— Tú en serio me estás confundiendo.

— Claro que no mi amor... Nos hemos visto tantas veces... Aquí, como siempre... Por favor, no vuelvas a dejarme... No tan pronto.

— Es que yo... No sé de lo que hablas... Juro que nunca te había visto... No te olvidaría... No tiene sentido ni lógica.

Estíbaliz ladeó la cabeza y una expresión tan triste como dulce cruzó su rostro.

— Lo entiendo, sabía que podía pasar... Conóceme otra vez por favor... Una vez prometiste que te enamorarías de mi cada vez que fuera necesario.

Él frunció el entrecejo.

Ciertamente la chica parecía muy dulce y decía las cosas con tal convicción que hacerlo dudar no estaba resultando tan difícil.

— Se que es difícil... Yo vivo aquí y tú en la realidad... Pero siempre fuiste mío en sueños...

Trevor cerró sus ojos.

Las pesadillas lo habían acechado desde que tenía memoria.

La música lo había calmado era cierto, las pesadillas se habían ido pero también los sueños.

No había sido conciente de ese detalle hasta ese momento.

Los sueños y también las pesadillas habían vuelto a él después de conocer a Isla...

Ya había empezado a asumir que no era la primera vez que visitaba el laberinto de puertas... Lo había estado haciendo desde niño.

Pero...

¿Sería posible que se hubiera enamorado en sueños durante ese periodo de tiempo que no lograba recordar?

— ¿Cuando? — Preguntó él.

— ¿Que?

— ¿Cuando pasó esto? — Preguntó mientras regresaba sus pasos hacia ella.

— Siempre... Ha pasado siempre.

— Pero...

— Lo sé... No lo recuerdas...

— No lo recuerdo... Lo siento.

— No importa, ya estás aquí... Otra vez conmigo.

Ella se acercó cerrando el espacio entre ellos.

Trevor sintió como claramente el tiempo se detenía y su respiración se cortaba.

Estíbaliz lo besó muy lento y muy suave... Sabía dulce y era perfecto.

Él apoyó sus manos en la cintura de la chica ciñendo un poco la tela del vestido para evitar rozar la piel que seguramente también se sentiría perfecta.

— ¿Trevor?

Abrió los ojos... Estíbaliz seguía besándolo y a solo unos metros, Isla lo miraba... Dolida, aturdida, desepcionada...

Ya debía saberlo.

Ya debía conocerla.

Isla respiró profundo y sin despegar los ojos de él ni por un segundo, caminó con paso firme los metros que aún los separaban.

Se aferró al vestido de Estíbaliz sin saber muy bien porqué.

Justo en el momento en el que Isla iba a tocar el hombro de la mujer, ella se giró y la recibió con una sonrisa.

— ¡Isla! ¡Tú también estás aquí!

Estíbaliz la abrazó dejando a Isla sin reacción.

Trevor miraba espectante, el rostro de Isla era una interrogante que le interesaba mucho descifrar.

— ¡Me encanta verte! — Dijo Estíbaliz unos segundos después mirando a Isla  con mucha curiosidad.

Caminaba al rededor de la mujer mirando su cabello y su ropa, incluso la tomó de la mano para mirar de cerca el color púrpura de sus uñas.

— ¿Estíbaliz? — Preguntó Isla dejando a Trevor conmocionado.

— Que... Espera... ¿Tú la conoces? — Logró preguntar Trevor.

— ¡Claro que la conozco! Yo la creé... Era mi amiga imaginaria cuando éramos niñas... O sea mírala, ni siquiera parece humana... No entiendo porqué creció.

Estíbaliz sonrió.

— No soy imaginaria... Si existo... Me encantaba jugar contigo... Tú también te fuiste...

— Crecí... Ya no necesitaba amigas imaginarias...

— Ya te dijo que no es imaginaria...

Isla lo desafío con la mirada.

— Estaba tan sola... Soy muy feliz ahora... Mi mejor amiga y mi novio volvieron a estar conmigo el mismo día...

— ¿Novio? ¿Tu novio?

Estíbaliz sonrió encantada mientras asentía y buscaba abrazarse al brazo de Trevor.

— Yo estoy tan confundido como tú — Dijo él mirando a Isla.

— No te veías para nada confundido mientras la besabas...

Él escuchó la voz de Isla quebrarse al tiempo que sus ojos se humedecian y se giraba para que no pudiera verla.

— ¿Que está pasando? — Preguntó Estíbaliz un poco asustada.

— ¿Si no eres imaginaria entonces que eres? — Preguntó Isla recomponiendose como siempre lo hacía.

— Una de las hijas del sueño.

Trevor pensó que eso era muy lógico y explicaba perfectamente aquel estupor tan relajante e hipnótico que sentía cuando ella se acercaba mucho.

Claro, en el caso de que algo de aquello tuviera lógica...

— Soñaste Isla — Siguió explicando ella — Con este lugar... Tu casa de las mil puertas, entonces aparecí yo para cuidar tus sueños y proteger tu casa de las mil puertas...

— ¿Eso es lo que son? — Preguntó Trevor — ¿Detrás de las puertas? ¿Son los sueños de Isla?

Estíbaliz asintió.

— Y los tuyos también... Lo comparten... Su casa de las mil puertas y tu laberinto de puertas.

— ¿Eso es posible? ¿Pasa con frecuencia? — Preguntó él.

— No lo sé — Dijo ella encogiendo un hombro — Siempre he estado aquí... Solo sé lo que pasa aquí, cada sueño es una puerta nueva.

— Pero... Una de las puertas me llevó a casa Darkness... Eso no fue un sueño, si pasó — Dijo Trevor pensativo — Pasó aquí y en la realidad...

— Esa puerta apareció cuando vino el otro hombre... El novio de Isla... Soñó muchas veces con él... Me da miedo, no me he atrevido a mirar tras esa puerta.

— ¿Tú sueñas? — Le preguntó Trevor.

— Nunca duermo — Respondió Estíbaliz.

— Esto es increíble — Dijo Trevor mirando a Estíbaliz — Tú eres increíble...

Ella lo miró con los ojos llenos de amor y enseguida volvió a acariciarle el rostro.

Como consecuencia él volvía a caer en aquella ensoñación hipnótica mientras todo se nublaba a su alrededor y se dejaba ir.

Isla se giró en silencio y comenzó a alejarse.

No era tonta... No lo era.

Dió la vuelta por un pasillo y se recargó contra la pared.

Cerró los ojos intentando calmar el latir de su corazón, se le escaparon algunas lágrimas... No lo pudo evitar.

Había confiado en él, había abierto su corazón, había empezado a pensar que era posible volver a sentir.

Sollozó en silencio.

Odiaria verse frágil frente a él.

Odiaba aceptar que ya lo estaba queriendo mucho.

Abrió los ojos y ahí estaba frente a ella.

Después de tanto tiempo y de tanto buscar.

— Jermaine — Dijo ella.

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