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Enfrentando los miedos [9]

— Ya está decidido... Esta noche te quedas a dormir.

Trevor la escuchó sin darle crédito a sus propios oídos.

De a poco empezó a contraer el rostro formando una mueca de confusión, desconcierto y perplejidad única en su tipo.

Básicamente no estaba entendiendo nada de nada.

Por su mente comenzaron a desfilar imágenes de Isla y él practicando hechizos, rituales e invocaciones intentando hacer que Jermaine vuelva del otro lado.

Enseguida se asustó.

— ¿¡Que!? ¡Tú de que estás hablando! — Dijo él en tono de alerta.

— ¿Disculpa? — Preguntó ella.

— No... Yo no... No voy...

— Detente ahí — Dijo ella — ¿En serio en tu cabeza cabe pensar que al decir que te quedas a dormir estoy implicando algún tipo de insinuación con connotaciones sexuales?

Él se sonrojó al instante.

Ella comenzó a reír.

— ¡Claro que no! — Respondió él algo consternado — ¿¡Cómo se te ocurre!?

Entonces él agachó la mirada mientras lo rojo de su cara subía de nivel.

— De hecho... Confieso que me asusta está casa... Y no, no tengo intenciones con connotaciones sexuales contigo.

Isla sintió calor subiendo desde su pecho hasta su rostro.

¿Acababa de sentirse insultada y ofendida?

¿Pero por qué?

Cierto que Trevor no le interesaba en lo más mínimo y jamás estaría entre sus planes nada que significará aunque sea remotamente algo relacionado a la intimidad.

Pero...

El muchacho acababa de herir a la mujer que se sabía atractiva y segura de si misma.

Odiaba que él en particular tuviera ese efecto en ella... Mucho más si lograba descolocarla varias veces durante un mismo día.

Odiaba la sensación de inseguridad creciendo en su interior... Mucho más porque él ni siquiera le resultaba Interesante.

Odiaba aceptar que ella no lograra causar impacto alguno en él... Mucho más porque aquella sensación ni siquiera la entendía.

Se quedó callada.

Eso también era nuevo, generalmente ella siempre tenía algo que decir.

— No te ofendas Isla, es decir... Claro que eres una mujer preciosa y es obvio que eres atractiva... ¿Sexualmente? — Intentaba explicar él evidentemente nervioso — Y yo... Y yo... Bueno... Yo...

Ella lo miraba fijamente sin siquiera pestañear, apenas podía creer que estaba en esa ridícula situación.

— Cállate... Mejor ya cállate y solo olvídalo.

Él soltó el aire dejando escapar la tensión que se había estado quedando acumulada en su pecho.

— Ok... Lo siento, cuando estoy nervioso suelto muchas incoherencias.

— ¿Solo cuando estás nervioso? ¿Seguro?

Él la reprochó con la mirada.

— Lo siento — Se disculpó ella rodando los ojos.

Puso los brazos en jarras sin dejar de mirar al chico.

— Mira... Pasa esto, es evidente que la casa, yo o ambas te damos miedo y también es obvio que por alguna razón te sigo atacando... Lo sé, lo reconozco y lo siento, prometo que trabajaré en eso... Ahora, te pido que por favor te quedes y me ayudes a entender.

— ¿Cómo? Yo no entiendo nada de lo que está pasando, yo no pedí esto.

Talvez ese fue el primer momento en que Isla sintió empatía hacía Trevor, lo vió angustiado y en su mirada se evidenciaba que estaba genuinamente asustado, además el lenguaje de su cuerpo no mentía, respiraba agitado y llevaba los puños cerrados, además de que había empezado a caminar de un lado a otro en pequeños círculos.

Cierto era que ella estaba acostumbrada a las situaciones extrañas y sin explicaciones racionales, de hecho ella misma voluntariamente había decidido buscar a su novio muerto e intentar contactarlo de alguna manera pero no podía pretender que cualquiera tuviera la fortaleza y la capacidad de entenderla.

El miedo era uno de los sentimientos más humanos que se pueden experimentar y no debe ser tomado a la ligera, burlarse de Trevor y de sus temores no la ayudaba, al contrario, él terminaría completamente aterrado y ella perdería la oportunidad más clara que hubiera tenido hasta el momento de recuperar a Jermaine.

— Cálmate por favor — Pidió ella suavizando el tono de su voz.

La sorpresa en la expresión del chico no se hizo esperar.

Seguramente esas eran las tres primeras palabras que ella hubiera dirigido hacía él con tanta amabilidad.

Estaba perplejo y algo incómodo.

— No me mires así... Lo estoy intentando.

Él no pudo evitar la sonrisa.

Entonces fue Isla quien se sintió incómoda, talvez es que en serio él era demasiado bueno y correcto... Talvez él necesitaba ser más malicioso y desconfiado, a lo menos sería un ser humano más real... A lo menos así lo percibía ella.

— Isla — Interrumpió Brenda — El almuerzo ya se enfrió... ¿Vamos a comenzar la reunión de hoy?

Isla miró a su hermana, había olvidado por completo la reunión, el vídeo, los testimonios y todo el trabajo que tenían por delante para darle vida al caso de los aparecidos.

— Ehmmm... No... Lo siento, está suspendido por hoy... Dile al resto del equipo que por favor me disculpen, estoy indispuesta... Hablamos mañana.

Miró a Trevor por última vez, le hubiera gustado disculparse con él por el mal rato y por toda la presión que estaba poniendo en él... No pudo.

Solo se giró y siguió de largo hasta dejar la estancia.

Trevor la vió girar por uno de los pasillos y perderse en el interior de la casona.

— ¿Que pasó? — Preguntó Brenda.

— ¿Ese pasillo lleva a la habitación de Isla? — Preguntó Trevor a su vez.

— Si... ¿Que pasó? — Insistió Brenda — ¿Discutieron?

— Honestamente no lo sé... ¿Talvez?

— Te entiendo, mi hermana es bastante complicada... La conozco de toda mi vida y siempre me estoy encontrando a mi misma súper desconcertada después de hablar con ella — Dijo ella regalandole una pequeña sonrisa a Trevor.

Él sonrió de medio lado.

— Ya la escuchaste, suspendido todo hasta mañana.

— Si... Voy a terminar de recoger mis cosas — Dijo él.

Brenda asintió antes de volver a la habitación de la puerta roja para hablar con los demás.

Trevor se colgó el bolso en el hombro dispuesto a marcharse.

Se quedó de pie mirando el pasillo por dónde Isla había desaparecido, estaba oscuro y se sentía mucho frío... Enseguida se estremeció, negó para si mismo y finalmente bajó las escaleras.

— ¡Trevor! — Dijo Félix alcanzandolo justo en la puerta de la casa.

Trevor elevó la mirada y se encontró con Félix bajando a toda prisa.

— ¿Te llevo? Quiero hablar con tu hermano... ¿Crees que sea posible?

— Si claro, Fausto está en casa... ¿Que pasó, es sobre lo del entrenamiento?

— Algo así — Confirmó Félix — ¿Que pasó con Isla? Demarco está bastante molesto contigo.

— Supongo que por lo del ajedrez... Lo merezco.

Los dos chicos dejaron la casona y caminaron juntos hasta la van.

Trevor volvió la mirada hacia la casa.

No pudo evitar sentirse culpable por no quedarse a invocar a los muertos con Isla.

Por más ridículo que pareciera, era real para ella y él no podía negar que estaba asustado y aquel miedo también era bastante real.

La van empezó a alejarse pero los pensamientos de Trevor se quedaron con Isla.

Talvez estaba siendo egoísta.

Talvez debía pasar la noche con ella y renunciaría por la mañana.

Necesitaba trabajar, era cierto, pero no estaba seguro de poder con todo lo que Isla exigía de él.

— ¿A dónde fuiste? — Preguntó Félix — Estás ausente ¿En qué piensas?

— En Isla...

— Ok... Eso es nuevo.

— No lo es, pienso en ella constantemente desde el minuto uno cuando la conocí.

— Ok... Eso es nuevo para mi.

— No así Félix... No son pensamientos románticos.

— ¿Que pasó entre ustedes?

— Sabe lo de las tarjetas.

— ¿Le dijiste?

— Aparentemente eso hice...

— ¿Por qué? ¿Estás loco?

— Me agaché y una de esas tarjetas cayó al suelo... Estaba en el bolsillo de mi camisa, ella la vió y preguntó.

— ¡Y le dijiste todo!

— Lo intenté al menos... Ella me pone de los nervios, me asusta incluso... Me pidió que pasara la noche con ella y me negué.

Félix giró el rostro para mirar a Trevor completamente anonadado.

— ¡Mira al frente! — Gritó Trevor.

Félix hizo una mueca y enseguida volvió la atención al camino.

— ¡Pero es que sueltas así sin más semejante propuesta! — Se quejó Félix.

— ¿Que les pasa a todos con las propuestas sexuales? Obviamente no fue una proposición de esa índole... Aunque ella pensó que yo pensé que lo era...

— ¿Y no?

— ¡No! Claro que no.

— ¿Entonces porque no te quedaste?

— ¿Crees que debí hacerlo? Sabes que todo el asunto de las tarjetas me incómoda... Y me asusta... Nunca he sido de creer en estos asuntos paranormales pero...

— No se puede negar que es extraño y si espanta un poco.

— ¡Exacto! Talvez esto no es para mi.

— No creo que Isla este dispuesta a aceptar tu renuncia con pataleta incluida...

— ¿Que me va a hacer? No puede obligarme a trabajar para ella.

Félix sonrió para si mismo.

Sabía perfectamente que Isla hacia las cosas a su manera y más si el asunto en cuestión incluía a Jermaine y Trevor era clave para sus propósitos.


Llegaron a casa de Trevor un rato más tarde.

Fausto estaba sentado en el sofá viendo la televisión.

— ¿Ya volviste? Es temprano.

— Idiota... Me hiciste salir corriendo para nada... Llegué súper temprano.

Fausto empezó a reír hasta el punto de casi ahogarse de risa.

Y aún así seguía riendo.

— No es gracioso... Tuve problemas con Isla... Creo que no volveré.

— ¿Que? — Dijo Fausto dejando de reír al instante.

— Ya te contaré... Por cierto, Félix está afuera, quiere hablar contigo.

— ¿Por qué no entró?

— Asumo que es privado — Respondió Trevor encogiendo los hombros.

— ¿Privado?

— ¡Yo que sé! Sal y pregúntale... Se amable con él, es mi amigo.

— Tú crees que...

Los hermanos intercambiaron un par de miradas de desconcierto ahí donde las palabras sobran.

— Oye... Sabes que está bien... Si es lo que quieres — Se aventuró a decir Trevor.

— ¡Baboso! — Le respondió Fausto antes de aventarle un cojín a la cara a su hermano.

Fausto se quedó ahí sentado mirando a su hermano hasta que este entró a su habitación.

Se había quedado en blanco intentando no adelantarse a la conversación que se le venía por delante.

No podía demorarlo más, no tenía excusas.

Tomó aire y finalmente salió a buscar a Félix, lo encontró recargado a la van con la mirada fija en el suelo, aparentemente estaba entretenido jugando con una piedra que hacía rodar bajo su zapato.

— Hola — Dijo Fausto delatando su presencia.

— ¡Hey! — Saludó Félix sonriendo enseguida.

— ¿Recibiste mis mensajes? — Preguntó Fausto — ¿Que te pareció el plan de entrenamiento?

— Si... Respeto a eso, necesito hablar contigo.

— Si quieres hacer algún cambio, no hay problema, lo podemos adaptar a lo que necesites y sea más cómodo para ti.

Sin dejar de sonreír Félix agachó la mirada, tomó aire y también tomó un poco de valor para animarse a hablar de cosas que nunca eran fáciles para él.

— Intentaré ser lo más honesto que pueda — Empezó por decir — Confieso que me emocionó recibir tus mensajes y no fue exactamente por el contenido... Fue porque tú los escribiste... Soy un libro abierto, es parte de ser quien soy... Hoy una persona que me quiere y en la cual confío plenamente me dijo que lo tomara con calma y que tuviera cuidado, mi corazón ya se rompió tantas veces que... Bueno, un corazón roto nunca es fácil, el problema es que tomarlo con calma no es lo que soy, yo me ilusiono y lo hago muy rápido, sé que debería cambiarlo pero no lo puedo evitar... Pero es cierto que debo ser más cuidadoso y quererme más... Me gustas Fausto — Dijo levantando la mirada para ver de frente al chico frente a él — Y sé que terminaré ilusionado, pensando cosas que no son y viendo señales donde no las hay... Prefiero ser sincero ahora antes de empezar a malinterpretarte.

— Nos hemos visto una vez.

— Lo sé y no estoy hablando de amor a primera vista... No creo en eso, pero si creo en la atracción a primera vista y mi caso la ilusión es inmediata y nunca correspondida.

A ese punto era obvio que Fausto estaba sumamente incómodo, tenía los labios apretados y las manos escondidas en los bolsillos del pantalón, además que era incapaz de mirar a Félix de frente.

— Trevor... Bueno yo pregunté y él contestó, me dijo que nunca tuviste novias... Y ahí empieza a volar mi imaginación.

— Salí con un par de chicas pero es cierto, nunca tuve novia.

— Entiendo.

— No... No entiendes — Fausto se giró para recargarse en la van junto a Félix — En realidad no sé si fue porque no he encontrado a la chica para mi o sea que... Talvez no me gusten las chicas ¿Entiendes eso?

— ¿Has hablado de esto con alguien?

Fausto negó.

— En realidad no lo entiendo — Aceptó Félix — Yo nunca tuve dudas, lo supe siempre y he tenido la suerte de tener una familia maravillosa que siempre supo quién era y jamás escuché una negativa o comentario prejuicioso en casa.

Félix se giró un poco para mirar a Fausto.

El muchacho se veía consternado, tenía la mirada clavada en el suelo y la tensión en su cuerpo era obvia.

— Lamento si te estoy molestando.

— No lo haces... Estoy confundido, talvez tú me estás haciendo afrontar algo que he estado posponiendo por mucho tiempo... Pero no me molestas.

Fausto se atrevió a levantar la mirada y se encontró con los ojos de Félix, sintió algo parecido a los nervios pero no de manera negativa.

— ¿Nunca sentiste que debían gustarte las chicas? — Preguntó Fausto.

Félix negó.

— Es decir... Amo a las chicas y claro que son hermosas... Pero no, me gustan como amigas y eso es todo, también debo admitir que me veo fantástico en los pantalones de Brenda pero esa es otra historia.

Fausto sonrió.

— No estoy listo Félix... Lo siento.

— Lo entiendo.

Félix desvío la mirada y Fausto se fijó en el perfil del muchacho que estaba junto a él, aunque quisiera e hiciera un esfuerzo muy grande... Tenía que admitir que le gustaba lo que estaba viendo... A pesar de estar lejos de poder aceptarlo en voz alta aquel día había logrado soltar gran parte de ese equipaje emocional que llevaba cargando tanto tiempo.

— Dame tiempo — Dijo Fausto en voz baja sorprendiendose a si mismo de sus propias palabras.

Una vez más Félix volteó a mirarlo, está vez talvez más sorprendido que el mismo Fausto.

Sin detenerse a pensar Fausto levantó la mano y con el pulgar acarició la mejilla de Félix.

En ese momento Félix supo que debía estar soñando y que seguramente despertaría en cualquier momento.

Si era realmente un sueño entonces todo daba igual y tomar riesgos no tendría consecuencias...

Félix cerró el espacio y también cerró sus ojos, Fausto reaccionó acunandole el rostro.

Los labios apenas se empezaban a rozar...

— ¿Que están haciendo? — Interrumpió Trevor — Da igual.... Necesito volver con Isla.

Fausto se separó de Félix bruscamente al tiempo que su rostro iba de pálido a granate en segundos.

Félix miró a Trevor mientras consideraba seriamente en cometer su primer crimen.

Trevor... Aparentemente él no entendía nada.

— ¿Escucharon lo que dije? — Preguntó mirando a Félix y a Fausto alternativamente.

Félix negaba incrédulo.

Fausto no lograba arrancar la mirada del suelo.

— ¡Félix necesito volver a la casa Darkness ahora! — Insistió Trevor.

— ¿Enloqueciste? — Preguntó Félix por fin.

Trevor extendió la tarjeta que llevaba en la mano para que Félix la viera.

"La vida sólo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero tiene que ser vivida hacia delante... Soren Kierkegaard."

Félix leyó la tarjeta y luego miró a Trevor.

— ¿Y?

— Isla me dijo que estás frases no estaban entre sus tarjetas.

— ¿Ah?

— Entré a mi habitación, dejé mis cosas en el suelo y fui a darme una ducha, cuando salí esto estaba sobre mi cama...

— No es novedad, ya has encontrado algunas.

— ¡Son para mi Félix! Estás frases no son para Isla ¡Son para mi! Y aquí claramente dice que ella está estancada en el pasado... Y yo...

— ¿Insinuas que tú eres el futuro de Isla? ¿Cómo una especie de Príncipe azul salvador?

— ¡No! Pero ya es bastante evidentemente que Jermaine está comunicándose conmigo.

— ¿Pensé que eso te asustaba?

— Me aterra... Pero...

— Isla...

— Isla — Repitió Trevor de manera cancina.

— ¡Bien! Si a lo menos aceptarás que te gusta sería más fácil...

— No me gusta...

— Trevor encanto, quieres volver a la casa Darkness con desesperación... Tanta que ni siquiera te has dado cuenta que llevas puesto un pijama.

Trevor se sonrojó inevitablemente.

— Dame cinco minutos... Ya vuelvo.

Trevor entró corriendo a la casa dejando nuevamente solos a Fausto y a Félix.

— Lo siento... El enano puede ser algo intenso.

— Está preocupado por Isla y honestamente también yo...

— ¿Crees que en verdad el novio muerto de Isla intenta comunicarse con mi hermano?

Félix se encogió de hombros.

— No lo sé... Pero no me gustaría estar en los zapatos de tu hermano.

Fausto volvió a tensarse.

— ¿Mi hermano podría estar en peligro de alguna manera?

— No lo creo... Jermaine era un buen sujeto... Además Isla sabe lo que hace, talvez odie un poco a Trevor pero dudo que lo ponga en riesgo... No te preocupes por él.

— Talvez yo debería acompañarlo y hablar seriamente con la tal Isla.

— Si quieres eres bienvenido en mi van...

Fausto se sonrojó inmediatamente.

— ¡Listo! — Anunció Trevor — Fausto... Cuando llegue mamá dile que voy a pasar fuera la noche... Omite la parte de comunicarme con muertos.

— Nop... De ninguna manera, yo voy contigo.

— ¿Que? Pero...

— Sube al auto y déjate de tonterías.

Trevor miró un momento a su hermano, luego encogió los hombros y subió a la van.

En realidad lo único que quería era volver lo antes posible a la casa Darkness... Había algo que le decía que Isla estaba en peligro y eso lo asustaba más que nada.

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