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En ruinas [24]

Isla logró salir de casa de Trevor sin ser vista por Carol.

No hubiera podido explicar el porqué de los ojos hinchados y la obvia expresión de angustia.

Respiró profundo cuando estuvo en la calle.

Al buscar las llaves de su auto se dió cuenta que sus manos temblaban, talvez conducir no fuera la mejor idea en ese momento pero tenía que alejarse.

Debía alejarse.

Se recargó en el auto solo un momento para intentar recomponerse, aunque fuera solo un poquito.

— ¿Isla?

Ella se giró para encontrarse con la figura de Félix.

Enseguida le echó los brazos al cuello.

— Hey... Tranquila hermosa ¿Que pasó? — Dijo él abrazándola con fuerza.

— Lo arruiné... Lo arruiné todo.

— ¿Con Trevor? — Preguntó Félix sorprendido.

Le era bastante difícil de imaginar que Trevor discutiera con Isla hasta el punto de afectarla tanto que ella terminara llorando.

Él era un encanto y ella no era precisamente la más sensible del mundo.

— ¿Que pasó? — Insistió el chico.

Isla levantó la mirada, estaba terriblemente avergonzada, no se creía capaz de confesarle su horrible error a Félix...

No quería que su amigo también la odiara.

— Tengo que salir de aquí — Dijo desviando la mirada.

— Obvio no, mira en el estado en que estás... Así no puedes conducir.

— Estoy bien — Mintió ella.

Ella giró su rostro cuando escuchó que un auto se acercaba.

Enseguida se puso nerviosa cuando el auto de Kitty se estacionó detrás del suyo.

— Esto no puede estar pasando — Susurró ella cada vez más frustrada.

— ¡Sabíamos que estarías aquí! — Dijo Brenda bajando primero para encontrarse con su hermana.

— Demarco estuvo en casa — Dijo Kitty sin más preámbulos — Habló con mamá... Solo preguntó por ti ¿Que está pasando? Estoy preocupada... Pensé que Demarco no podía salir de la casa Darkness...

Isla enfrentó a sus hermanas y a su amigo pero no se atrevía a hablar... No podía.

— Diles... Diles la verdad... Diles lo mismo que me dijiste a mi.

Ella se giró y ahí estaba Trevor de pie en la entrada de su casa, Fausto estaba unos pasos detrás... Cómo siempre cuidando y apoyando a su hermano menor.

— No le hables así — Dijo Félix reprobando a Trevor con la mirada — ¿No ves que Isla no está bien?

— Diles la verdad Isla — Insistió Trevor — Atrévete a aceptar tu verdadera naturaleza... Deja que las personas que más quieres sepan quién eres.

— ¡Trevor! — Dijo Brenda alarmada — ¿Que pasa contigo?

Kitty jamás había visto la mirada tan fría en los ojos de Trevor, de la misma manera la mirada de Isla estaba llena de culpas.

Algo muy malo había pasado entre los dos y aunque doliera Kitty supo que su hermana era culpable.

— Isla... Somos tu familia, te amamos... Estaremos aquí para ti sin importar lo que hayas hecho — Dijo Kitty — Deja de esconderte ¿Que es lo que está pasando?

Isla agachó la cabeza.

— Demarco está muerto... Jermaine viene por Trevor... Todo es mi culpa.

Brenda ahogó un grito y Félix sintió un escalofrío recorrer su espalda.

— Ese resumen te libera de tus culpas... ¿No te parece? — Increpó Trevor.

Fausto lo miró casi desconociendolo... No era nada propio de Trevor hablar así... Tan duro.

— ¿Que te hizo? — Preguntó Fausto. 

— Hablas tú o hablo yo — Sentenció Trevor.

— ¡Basta! — Dijo Kitty en ese momento — Sea lo que sea no tienes derecho de torturarla así.

— No tienes idea — Respondió Trevor.

Kitty lo desafío con la mirada, apretó los labios mientras se acercaba a su auto, abrió la puerta de atrás y sacó un pequeño paquete.

Fue directo hasta Trevor y le estrelló el paquete en el pecho.

— Mi hermana te lo compró... Talvez tú no terminas de entender como funciona mi hermana... Pero ella no es detallista... Nunca... Con nadie... Esto — Dijo ella presionando un poco más el paquete en el pecho de Trevor — Más que lo material significa que tú le importas... Me da igual lo que te haya dicho o lo que haya hecho... Le importas y eso es un hecho y si no logras verlo entonces no eres bueno para ella.

Soltó el paquete y fue a tomar la mano de Isla.

La llevó hasta el auto y le abrió la puerta dejándola entrar.

— ¡Vámonos ya Brenda!

Brenda se apresuró a subir al auto y segundos después Kitty había arrancado y se estaban alejando.

— Será lo que sea pero ella es muy sexy — Dijo Fausto.

— ¡Oye! — Se quejó Félix.

Fausto pidió una disculpa silenciosa mientras encogía los hombros.

— Hablaremos de eso más tarde... Ahora ¿Por qué Isla piensa que Demarco murió? — Preguntó Félix.

Trevor sostenía el paquete que Kitty había estrellado contra su pecho.

Estaba envuelto en papel de regalo y tenía una pequeña tarjeta dónde se leía, para Trevor, en la línea de abajo decía Feliz cumpleaños y finalmente estaba la firma de Isla.

— ¡Hey! — Dijo Félix tronando los dedos frente a Trevor.

— Ehmm... Es una historia larga y no es bonita... Vamos adentro, voy a contarles todo.

Esa misma noche después de la cena de cumpleaños Félix y Fausto estaban en perplejo silencio.

Trevor miraba el suelo, era más fácil si no tenía que mirar a nadie.

— Esa mujer es una psicópata — Dijo Fausto.

— No lo entiendo... Es que es horrible... ¿Estás seguro?

Trevor asintió.

— Se que es horrible... Nunca le importé...

— ¿Como llegaste a la audición? Mencionaste que Isla dijo que fue idea de Jermaine... ¿Cómo es posible?

— No estoy seguro... Estaba buscando trabajo y tanto mi mamá como Fausto me pasaban datos de entrevistas o lugares donde podía llevar mi hoja de vida... El anuncio de la audición para Isla de fantasmas estaba sobre mi escritorio una noche cuando volví a casa... Supuse que mamá o Fausto lo habían dejado.

— ¿Que anunció? ¿Impreso?

Trevor asintió.

— Si... Creo que todavía lo tengo.

Se acercó al escritorio y abrió el primer cajón, revolvió algunos papeles y finalmente encontró la hoja volante.

Félix lo tomó de manos de Trevor y comenzó a leerlo.

Estaba toda la información ahí.

— Trevor... Nosotros nunca imprimimos volantes... Ella hizo el anuncio en el canal de Youtube.

Trevor se puso pálido.

— Yo no te dejé ese papel — Dijo Fausto.

— ¿Crees que Jermaine nos esté espiando ahora? — Preguntó Félix mirando a su alrededor.

— Es posible... Y seguramente esté bastante enojado.

— ¿Porqué Isla te dijo la verdad?

— Eso creo.

— ¡Dejen de decir tonterías! No hay expectros en esta casa... Punto final — Sentenció Fausto.

— No te asustes cariño — Dijo Félix acariciando el hombro de Fausto — Yo te protegeré... Por algo tengo experiencia como investigador paranormal... 

— ¿Te vas a quedar a dormir? — Preguntó Fausto.

— Esa propuesta es bastante tentadora...

Los dos muchachos sonrieron mientras Fausto comenzaba a peinar el cabello de Félix con sus manos y empezaban a acercarse lentamente.

Trevor aclaró la garganta.

— O sea... Aún estoy aquí... Literalmente frente a ustedes... En mi habitación...

— Lo siento encanto, pensé que te gustaban las chicas — Dijo Félix bromeando.

— ¡Que baboso eres! — Respondió Trevor con una sonrisa — ¿Y que pasó? ¿Ya son novios?

— ¡A ti que te importa! — Respondió Fausto.

— ¡Oh sí! — Respondió un sonriente Félix — Desde anoche.

Fausto se sonrojó inevitablemente.

— ¡Es genial! — Dijo Trevor sonriendo — Ya te hacía falta... Estabas súper amargado — Dijo luego mirando a su hermano.

— ¡Ya cállate! — Amenazó Fausto.

Trevor comenzó a reír muy fuerte.

Luego Félix se unió a las risas.

Fausto solo negaba... Aunque se sentía feliz, eso no lo podía negar.

— Por lo menos algo está saliendo bien de toda esta historia — Dijo Trevor un rato después.

— Lamento mucho lo que está pasando con Isla ¿Te gusta mucho? — Preguntó Félix.

— Mucho... Incluso pensé que... Bueno, eso ya no importa...

— ¿Que había en la caja? ¿La abriste?

— No.

— No la abras... Devuelvesela con una nota que diga que no quieres nada que venga de ella — Opinó Fausto.

— ¡Que crueldad! — Dijo Félix — En realidad Kitty tiene razón, Isla no es especialmente detallista e incluso envolvió la cajita en papel de regalo... No puedo juzgarte sino quieres volver a verla, es comprensible pero... Talvez estaba siendo honesta cuando dijo que le importas y que quiere cuidar de ti.

— ¡Es una psicópata! — Repitió Fausto — Lo mejor es que no vuelva a verla.

— ¡Ya que! Mejor vamos a dejar solo a tu hermanito... Tú y yo tenemos cosas que hacer — Dijo Félix haciendo un guiño.

El rostro de Fausto volvía a teñirse de rojo.

— Espero que las cosas sean silenciosas — Dijo Trevor — Recuerda que mamá tiene el sueño ligero...

— ¡Ya cállate! — Dijo Fausto antes de salir de la habitación de Trevor.

Se quedó ahí sentado sonriendo él solo.

Enserio le daba mucho gusto por Fausto y Félix.

Luego se fijó en la caja.

Podía devolverla...

Pero tenía mucha curiosidad... 

La tomó con cuidado y se fijó en la tarjeta que ella había escrito... La imaginó envolviendo la caja y escribiendo la tarjeta.

— Seguro te sentiste inadecuada e incómoda mientras lo hacías... Talvez pensaste que era una cursilería nada digna de ti que vas de chica dura sin corazón... Gracias Isla.

Suspiró.

Comenzó a abrir la caja cuidando de no romper el papel.

Encontró una caja de cartón común que no le daba pista alguna de su contenido.

La abrió y su primer expresión fue de sorpresa... Una grata sorpresa la verdad.

Luego no pudo evitar la sonrisa y finalmente se le aguaron los ojos.

— Ok — Dijo para si mismo — Tú si estabas prestando atención...

Sacó los dos empaques que contenían las dos figuras que faltaban en su colección de personajes de la Guerra de las galaxias.

Las miró al detalle.

Estaban perfectas...

Había intentado comprarlas él mismo algunas veces, pero ciertas cosas consideradas de coleccionistas pueden ser bastante costosas.

Esas figuras por ejemplo lo eran...

Él suspiró.

— Entonces supongo que no te importa que sea un intenso de la ciencia ficción... ¿Dónde las conseguiste?

Sonrió para si mismo.

— Y ahora estoy enloqueciendo...

Volvió a poner las figuras en la caja... Él le había dado un manojo de cartulinas escritas a mano, no podía aceptar que ella gastara una pequeña fortuna en él.

Dejó la caja sobre el escritorio, se quitó la ropa y se acostó a dormir.

Daba un poco igual.

Talvez Jermaine estaría esperándolo al otro lado listo para robarle su cuerpo.

Talvez esa sería su última noche con vida.

Talvez cuando despertara al día siguiente, no sería él mismo, sería Jermaine usándolo como a una carcasa nueva.

Talvez él quedaría varado y perdido para siempre en el laberinto de puertas. 

Talvez debería escribirle a Isla una vez más antes de cerrar los ojos y adentrarse a lo desconocido.

Se giró y se estiró para alcanzar el cajón del escritorio, metió la mano a tientas y sacó una de las tarjetas que no le había dado.

Le gustó la primera que encontró... Talvez era que solo le hacía falta enfriarse un poco.

Cerró los ojos y pensó en ella.

Recordó ese primer beso que compartió con ella.

Los labios de Isla presionando los suyos, el calor acumulándose en su interior, sus músculos tensandose y su corazón rindiendose ante ella.

— Carajo... Me gustas mucho...

Tomó la tarjeta y le sacó una foto.

"Ella no es mía, tampoco soy suyo, lo nuestro es temporal, somos un préstamo voluntario de momentos inolvidables que quizás podrían durar toda la vida entera... Mario Benedetti."

Envío el mensaje con la imagen y luego escribió.

"Voy a dormir ahora, si vuelvo a despertar siendo yo mismo, talvez te gustaría intentarlo conmigo... Lamento lo que pasó esta tarde."

"Te quiero Isla."

Dejó el teléfono a un lado y cerró sus ojos.

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