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Desolación [32]

El corazón de Fausto había experimentado algunos tipos de aceleración, pero sin duda alguna el de miedo era la peor clase.

Sentía la sangre acumulada haciendo presión en su cabeza, aquella presión que causaba dolor debía ser el resultado de estar casi seguro que no volvería a ver a su hermano.

Comenzó a llorar a mitad del camino.

Brenda lloró con él, pero no se atrevió a decir nada ni tan siquiera a tocarlo, entendía que la causante de aquella situación había sido su hermana, aún así, Trevor había tomado sus propias decisiones, pero Fausto parecía no entender nada eso.

Al llegar, Fausto ni siquiera hizo el ademán de bajar de la van, se quedó ahí sentado con los puños apretados y las lágrimas corriendo por sus mejillas.

—Fausto —se aventuró a decir Félix.

—Mi hermano está muerto, ya lo sé.

—No es cierto, no lo sabes.

—Lo sé, no preguntes cómo, solo lo sé.

Félix le tendió la mano, quería ser su apoyo y estar ahí para él, Fausto lo miró, inseguro y asustado.

Temblando, aceptó el apoyó que Félix le ofrecía, finalmente bajó de la van y logró entrar a la casa.

Tal como Brenda había descrito, Trevor estaba en el suelo, inconsciente.

Fausto tomó aire antes de arrodillarse junto a su hermano, le tomó la mano con sumo cuidado y delicadeza mientras sentía que se le iba la vida.

Pensó en su madre y en sus hermanos, la perdida de Trevor sería terrible para todos.

Félix intentó buscar el pulso, algún atisbo de vida que les diera esperanza, no lo encontró.

—Oh por Dios —susurró Félix aturdido—, esto no puede estar pasando.

—Lo siento tanto —dijo Brenda en un hilo de voz.

Fausto no respondió nada, no era capaz, no podía dejar de mirar la cara de su hermano, parecía estar en paz, se veía igual que cuando dormía.

—Debí cuidarte mejor, para eso soy tu hermano mayor.

El corazón de Félix se encogió en su pecho, la escena que estaba presenciando era terriblemente dolorosa y lo atormentaba saber que aquel penoso desenlace  había comenzado cuando Trevor se unió al equipo de Isla.

Sintió que él tenía parte de la culpa, lo había animado mucho a seguir adelante.

Fausto se puso en pie y sin decir palabra alguna, salió de la casa.

Brenda y Félix se miraron sin saber que hacer.

— ¿Dónde están las chicas? —preguntó Félix.

—En el baño, están inconscientes, pero respiran.

—Vamos a llevarlos arriba.

— ¿A los tres?

—Pues si, no queremos que lleguen tus padres y se encuentren con tres personas  inconscientes.

Brenda asintió y ayudó a Félix a cargar primero a Trevor.

—Quiero que despierten, solo quiero que despierten —susurró ella.

—También yo, nena... También yo.

                       (*・~・*)

Isla se percató del repentino cambio de clima.

En un sueño aquello no tenía el menor sentido, sobre todo si era el sueño manipulado de un viajante onírico.

— ¿Que pasa? —Preguntó Trevor— ¿Esto es normal?

—Nos encontró...

Trevor lo entendió enseguida, Jermaine había llegado a contaminar su sueño, los había encontrado y de eso no saldría nada bueno.

El muchacho entendió que no habría manera de salir bien librado, Jermaine había sido un buen hombre cuando estaba con vida, pero aquella obsesión por entender y poseer un poder que no entendía, lo había llevado a la locura y un fantasma que ha perdido la razón y ha pactado con demonios, resultaba terriblemente peligroso.

—Voy a detenerlo —anunció Isla.

Trevor la tomó por los hombros y la detuvo para mirarla de frente.

Era preciosa.

Jamás permitiría que esa cosa que en vida había sido su novio la lastimara.

—No. Isla, tú tienes que volver, busca a tu hermana y vuelve a casa.

— ¡No! ¡No te dejaré! ¡No lo haré! —chilló ella viendo la determinación en los ojos de Trevor.

—Es necesario.

— ¡Claro que no! ¡No quiero perderte!

—Isla...

—Además no tienes idea de cómo funcionan las cosas aquí.

Trevor negó conmovido.

Sonrió apenado y se tomó solo un segundo para besar a Isla.

—Tengo una idea que creo podría funcionar, pero necesito que tú estés del otro lado.

— ¿Te refieres? ¿Despierta?

Él asintió.

Ella negó.

—Vamos a encerrarlo, este lugar es nuestro, tú y yo hacemos las reglas.

—No estoy entendiendo.

—Se cierra la casa de las mil puertas, adiós al laberinto de puertas... Se convertirá en la prisión de Jermaine.

— ¡Estás loco! ¡No! Si tú vas a vivir aquí, yo tengo que venir, tengo que estar contigo... Tengo que...

—No cariño... Tú serás la guardiana desde afuera y yo seré el celador desde adentro.

Isla soltó las lágrimas, el plan de Trevor se dibujó tan claramente frente a sus ojos que enseguida supo que podría funcionar.

Pero eso significaba que iba a perderlo.

Y no estaba dispuesta.

—No, tiene que hacer otra manera.

—¡Ha pactado con demonios! Ahora tiene el poder de pasearse libremente por este portal de sueños, será cuestión de tiempo hasta que empiece a buscar personas inocentes que le sirvan de recipiente a sus nuevos amigos y les dé permiso de habitarlos... Isla, estoy muerto, no puedo volver.

—No digas eso —pidió ella con voz quebrada.

—Lo seguirá haciendo, se lo hizo a Demarco y me lo hizo a mi ¿Que pasará si va a por tus hermanas? ¿O por Félix? ¿Podrás vivir con eso? No quiero que pierdas a nadie más.

Isla empezaba a desesperarse, no encontrar solución a ese horrible acertijo le significaría perder a Trevor.

El cielo claro y despejado se había tornado oscuro y neblinoso, ya se podía vislumbrar la tormenta que se acercaba.

No tenían mucho tiempo para pensar y ella ni siquiera se atrevía a mirarlo, sabía que se derrumbaría en cuanto sus ojos se encontrarán con la mirada apenada de Trevor.

—Ha de ser así... Lo siento de veras.

—Por favor no —susurró ella.

Trevor la abrazó con fuerza ante de darle un beso en la frente.

—Ve a casa —le dijo bajito al oído.

La soltó suavemente y ella se obligó a mirarlo.

Él sonrió.

—Tiene que haber otra manera —insistió ella.

—No me arrepiento de haberte conocido, te amo y dónde quiera que esté, siempre será así.

Trevor cerró el espacio, ella cerró los ojos... Entonces sintió que se hundía en el vacio y una espantosa sensación de vértigo la hizo sentir náuseas.

Cuando abrió los ojos sintió se golpe que su cuerpo estaba recargado en algo blando.

Se incorporó enseguida solo para comprobar que estaba en casa, en su cama.

— ¿Que? ¿Cómo? ¿Cómo llegué aquí?

Lo pensó un momento, su cuerpo se había quedado en el baño, abrazada a Kitty.

Entonces...

— ¡Kitty! —chilló desesperada.

La puerta de la habitación se abrió y Félix entró casi corriendo, llegó justo a tiempo para impedirle salir de la cama.

— ¡Félix! —forcejeó ella— ¡Tú no lo entiendes! ¡Tengo que volver! Kitty... Tengo que volver por ella.

—Cálmate, escúchame primero —pedía él inútilmente.

— ¡No! ¡Por favor! ¡No!

— ¡Isla!

La chica dejó de forcejear al instante, se fijó en la voz que había venido desde la entrada de su habitación y se encontró con Kitty, despierta y en aparente perfecto estado.

— ¿Que? ¿Que pasó? ¿Cómo es que estás aquí?

—Trevor me sacó.

— ¡No!

Isla se echó a llorar y Kitty la imitó, se acercó a su hermana, se sentó junto a ella en la cama y la abrazó con mucha fuerza.

—Lo siento tanto... Dijo que tenía que quedarse para contener a Jermaine, su plan era atraparlo en ese lugar tan confuso.

Isla lloraba sin consuelo, era devastador pensar que Trevor se pasaría la eternidad conteniendo a Jermaine para que no escapara.

—No entiendo nada —dijo Félix en medio de su angustia— ¿Eso significa que Trevor si murió?

Kitty asintió sin atreverse a mirar a su amigo.

Isla se secó las lágrimas y se irguió con las últimas fuerzas que le quedaban, el sacrificio de Trevor no sería en vano.

Ella tenía que poner de su parte y cerrar la entrada a su mundo onírico desde la realidad dónde se encontraba.

Seguramente no volvería a soñar, no volvería a verlo y ella no volvería a viajar.

— ¿Que haces? —preguntó Félix.

—Es hora de poner orden... Tengo que cerrar la puerta.

—¿La que está rodeada de flores? —preguntó Kitty.

—Es curioso, yo siempre pude entrar a mi antojo, Trevor nunca la pudo abrir, siempre estuvo cerrada para él ¿Será que ya estaba escrito que él tendría que quedarse ahí? Talvez por eso nunca le gustó, en el fondo de si mismo, sabía que ese sería su destino.

Félix la escuchaba pero no estaba entendiendo ni media palabra.

Para él todo aquello sonaba a locura, aunque seguramente era solo que eso era lo más fácil de pensar.

Afrontar que había todo un universo de sueños al que Isla y Trevor tenían acceso era demasiado extraño para procesar.

Y luego estaba la verdad irrefutable de que Trevor había muerto, a lo menos su cuerpo físico había dejado la vida.

Y ahora Isla hablaba de dejar la escencia del muchacho encerrada con Jermaine por toda la eternidad.

—No quiero que vuelvas —suplicó Kitty—, me muero de miedo, ese lugar es peligroso... No vayas, por favor no vayas.

Isla ladeó la cabeza y miró a su hermana con ternura.

—Solo voy a cerrar... Volveré, lo prometo.

Kitty se echó a los brazos de su hermana entre lágrimas y miedo, se estrechó a ella con fuerza.

—Prometo que estaré aquí tomando tu mano, no te tardes por favor.

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