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Isis

Cuando un mensaje me notifica que los resultados de laboratorio de los pacientes del accidente ya están listos, le informo a la gran familia de la chica hacia a donde a sido transferida y que me encontraré con ellos en un momento.

A paso rápido me dirijo al laboratorio a buscar las valores clínicos, que como había sospechado, están sobre las normales, por lo que preparo el alta médica de ambos conductores antes de echar un vistazo rápido en emergencias y ver que todo marcha demasiado bien para como se encuentra la situación fuera de nuestras puertas.

Me encamino a la habitación de la chica, un VIP por cierto, para ver si los padres necesitan algo y la joven está bien. Desde que entro, noto dos pares de ojos clavados en mi, pero no les prestó atención. Vengo a ver a la paciente no a sus sexys hermanos.

-Veo que su hija esta bien instalada- les digo con una sonrisa acercandome para revisar los sueros y monitores a los que esta conectada, encontrando todo correcto.-Necesito que me respondan algunas preguntas-solicito.

-Las que usted quiera doctora- afirma el joven de ojos verdes con una sonrisa socarrona.

-Me dijeron, hace un rato, que ustedes habían separado a su hermana de las avispas, es correcto- pregunto.

-Si- me expone el más bajo de los dos hermanos.

- Si me lo permiten, me gustaría examinarlos para asegurarme de que no corran el mismo riesgo que la señorita- les comento con voz suave mientras estos me comen con la vista, nunca alguien me había mirado de esa forma.

-Si claro- manifiesta el más alto sin siquiera pensarlo.

-Entonces acompáñenme- pido señalandoles la puerta.

Salimos de la habitación hasta una más privada, pero, para mi sorpresa, entran los dos al mismo tiempo.

-Les molesta si el otro está presente mientras los examino – inquiero pero ambos niegan y el más alto toma asiento en la camilla- Me puedes decir tú nombre, edad y si tienes alguna alergia–le pregunto lista para tomar la información necesaria.

- Mi nombre es Kamir Ismarat, tengo 25 años y sin alergias, que yo recuerde- me menciona sin dejar de analizarme de arriba abajo sus ojos quedando fijos en mis labios no más comencé a hablar.

-Gracias, ahora me enseñarías donde están las picaduras Kamir, ¿puedo llamarte así?- pregunto dudosa, muchos pacientes se sentían incómodos cuando los llamaba por su apellido sobretodo sí eran jóvenes.

-Claro ,lo que desee la hermosa doctora- indica y me pongo roja, cuando comienza a quitarse la camisa, mis ojos quedan fijos en un abdomen bien trabajado, él lo nota, toma mi mano y me jala hacia sí.- Puedes tocar si gustas- insinua socarrón.

-Lo siento- me disculpo con vergüenza agachando la mirada y me centro en mi objetivo, como ya me habia informado solo tiene dos picaduras, una en el pecho y otra en el cuello.

Me pongo guantes para luego tomar un algodón y alcohol. Limpio la picadura de su cuello revisando que no esté más hinchada de lo que sería normal para luego hacer lo mismo con la de su abdomen y le suplico a mi cuerpo no jugarme una mala pasada tocandolo fuera del lugar que debería. Luego aplico un antiinflamtorio tópico sobre ellas para terminar.

-Mirame a los ojos- exige y mi cuerpo responde a su llamado- Nunca apartes tu vista de la mía.

Sus ojos no dejan los mios antes de sonreírme.

-Eres preciosa-expresa.

-Yo pienso lo mismo, hermano- agrega el otro chico y me sonrojo como un tomate maduro, como solía decir mi madre.

-Gracias. Ya termine-Le informo a Kamir nerviosa y me dirijo al otro hermano- Puedes venir para examinarte.

-Encantado, princesa -pasa a mi lado y roza mi glúteo con su mano, a lo que doy un pequeño respingo y me pongo aún más colorada.- Kamir sabes que, me gustaría saber hasta donde se extiende ese bonito color de sus mejillas.

-Seria espectacular, hermano- el otro no deja de mirarme en ningún momento, comenzando a ponerme nerviosa, pero esa sensación no es la única que abruma mi cuerpo y siento como mis bragas comienzan a mojarse.

-Basta ya, eso no es correcto-Les pido furiosa, sobretodo conmigo misma por las indecorosas respuestas que estaba teniendo mi cuerpo.

-Lo siento si te molestó mi comentario-Dice el que está sentado frente a mi y pone cara de cachorrito, y a pesar de que me relaja un poco no compro su actuación inocente.

- Me puedes decir tu nombre, edad y si tienes alguna alergia-cuestiono con una voz demasiado profesional, a pesar del efecto que causa su mirada fija en mis labios. Estoy nerviosa y yo nunca me pongo nerviosa.

-Soy Amir Ismarat, tengo 27 años y soy alérgico a la penicilina- anuncia humedeciendo sus labios, sin dejar de mirar los míos de forma pasional.

-¿Donde lo picaron las avispas, señor Ismarat?-Le pregunto y este se saca la camisa que lleva puesta.

- ¿Vas a privarme de oírte decir mi nombre? Podría quejarme por el trato preferencial- Susurra con nuestros rostros a centímetros de distancia.

-Como desees Amir, ahora muéstrame- exijo desesperada por salir de esta situación ilesa.

-Me gustaría oírte decirlo en otro momento con más emoción, pero tendré que conformarme- asegura y luego da la vuelta mostrándome cinco picaduras en su espalda, además de las dos que tiene en el pecho.

Ambos tienen unos cuerpos bien trabajados que sacan mis deseos más impuros. Cuando estoy haciendo lo mismo que con su hermano un gruñido sale de sus labios, acompañado de un gemido cuando mi mano toca su hombro un poco más fuerte para que enderece la espalda. Se gira para que limpie las de su pecho, una está muy cerca de su pectoral, este cierra los ojos cuando paso el algodón por ella y suspira, al mirar hacia abajo, una gran tienda de campaña se forma en sus pantalones y me pongo nerviosa.

-Ya termine-les digo aplicando aprisa el antiinflamatorio.- Voy a ver a su hermana.

Una mano se posa en mi mejilla, es Kamir.

-Gracias por todo, hermosa- sonrie antes de besarme la mejilla y un escalofrío recorre mi cuerpo.

-Gracias, pequeña-dice esta vez Amir, repitiendo la misma acción y mi cuerpo repite el mismo efecto. Estos hombres me ponen nerviosa y excitada.

-De nada –afirmo y salgo corriendo hacia el cuarto de Beren con el corazón que quiere salirse por mi boca.

Cuando estoy a salvo hasta de mis propios deseos fuera de aquella habitación, me regaño a mi misma de todas las formas posibles. La primera, por lo agitado que se encuentra mi corazón, la segunda y mas vergonzosa, por lo mojada que se encuentra mi ropa interior. He tenido un montón de pacientes sexis pero nunca mi cuerpo había reaccionado de esta forma con nadie.

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