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Las risas de las brujitas

W.O.A.: Witches scout of Averno

Capítulo 23: Las risas de las brujitas

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Hubiera sido ridículo en cualquier otra situación, Olivia con cara de no saber qué era lo que pasaba, pero nadie se reía, lo que planteaba Flandes era muy peligroso.

—¿Quieres que yo vaya donde Clueca y la distraiga?

—¿No sería mejor Faith? Perdona que te diga esto, pero ella te tiene mucho favoritismo —dijo Anna.

—No hay nada que perdonar. Estoy dispuesta a ser el cebo.

—Tonterías, Clueca para nada estima a la señorita Miller. Esa serías tú.

—¿Yo? —dijo Anna, señalándose con el dedo.

—Alguien que no se da por vencida, pero para esto no sirves, si vas tú o cualquier otra, creerá que hay más de ustedes. En cambio, tú, no levantarás sospechas, todo el mundo sabe lo mucho que te gusta romper las reglas. Gilliam creerá que la espiaste y viniste sola, bueno, que viniste conmigo.

—Pero su plan, señor Flandes, es muy peligroso —decía Rebeca.

—Ya me contacté con los del WOA y los caballeros negros. No tardarán en llegar, el problema es Abigail, hay que rescatarla antes.

—No hay mucho maná, tendremos que turnarnos —dijo Paula.

—Y luego correr como locas —dijo Eva.

—No hay más remedio, en cualquier momento la mata, debemos actuar ya —dijo Britany.

—¿Crees que podrás hacerlo? —preguntó Jimena a su amiga.

—Claro que puedo hacerlo, ¿con quién crees que hablas? Solo ustedes no la arruinen.

Cruzaron miradas y decidieron actuar.

La directora Clueca gesticulaba y movía su báculo, concentrada en su hechizo cuando el susurro de un maullido le advirtió que no estaba sola.

—¿Quién está allí? ¿Flandes?

—Vaya, Gilliam, bonito día de campo el que tienes aquí, ¿por qué no me invitaste?, veo que lo hiciste con Abigail. ¿Qué le pasa a la pobrecita?, se ve algo descompuesta.

—Viejo amigo, ¿cómo fue que llegaste aquí? —le preguntó mientras bajaba una larga escalinata natural.

—Vine solo. Había mucho barullo en la academia y te busqué. Escuché algo muy intrigante cuando estabas en la bañera, la verdad es que no entiendo nada.

—La curiosidad mató al gato, pero no me creo que hayas venido solo. ¡¿Quién anda allí?!

—Miau, miau.

—Que estupidez, por favor sal, que esto es ofensivo a la inteligencia —dijo con severidad la anciana y detrás de una gran roca salió Olivia.

—Señorita Riveiro, debí imaginármelo, usted siempre anda de curiosa. Por favor, no me diga que arrastró con usted a la señorita Le y Espósito como de costumbre.

—Oiga, hasta yo sé dónde están los límites —dijo con decisión ante la mirada de duda de la bruja—. Por algo siempre logré que no las expulsaran. Solo quería bañarme en privado, las estúpidas de Faith y sus perritas falderas me sacan de quicio.

—Esto es tan absurdo que debe ser cierto. Seguro se preguntan qué es lo está pasando.

—¡Para nada! Veo que atrapó a Proudmore, ¡qué bien!, la mujer está loca y hasta quiere matarnos. Seguro está haciendo algo importante para asegurarse que no haga nada malo, yo solo la esperaré en la entrada.

La sonrisa nerviosa de Olivia contrastaba con la adusta expresión de la menuda mujer con cabello de paja.

—Gilliam, por favor, dime qué es lo que está pasando por Merlín.

La mujer dio un suspiro al llegar a la base de la escalinata, consideró que estaba cansada y se sentó sobre un escalón.

—La causante de todo este embrollo soy yo, de alguna manera al menos. Miranda era mi favorita, ya sé que una no debe tener favoritas, pero también soy humana —decía mientras levantaba la mano para no ser interrumpida—. Era un prodigio, pero se acostaba con Abigail, esa tonta, lo hacía en su época de alumna y luego como profesora. Tenía que expulsarla, pero me hice de la vista gorda, le dije que su puesto como futura directora estaba en la cuerda floja. Se desesperó e investigó magia que no debería. La descubrieron y se volvió loca, fingió su propia muerte con un homúnculo, ella buscaba destruir Averno, si no podía ser la nueva directora, destruiría la academia.

—Qué triste lo de Miranda, supongo que estaba bajo una terrible presión, pero ¿qué pasó con ella? —preguntó el gato, sus orejitas se movían al escuchar a la distancia como las brujas se turnaban para realizar magia de levitación sobre Proudmore que seguía inconsciente.

—Tuve que matarla, no me dio otra opción, la maté durante la quinta prueba.

—La falsa quinta prueba. ¿Por qué?, ¿por qué no me dijiste algo?

—No quería llegar a esto, déjame que te explique —levantó la voz y se le erizaron los cabellos revueltos—. Ella fue quien avisó a la alcaldesa que sus compañeras, señorita Riveiro, estaban en la alcaldía, también fue la que avisó a las fuerzas SWAT, también llamó a los humanos poseídos para que fueran a la fábrica abandonada.

—No entiendo, ¿por qué haría eso? —preguntó Olivia, esta vez interesada de verdad en escuchar la historia.

—Una maniobra de distracción para el profesorado, los agentes del WOA y los caballeros negros. Usted sabe que, en estos casos, todo el mundo debe desalojar los cuartos. Los demonios no pueden entrar en Averno, pero ella logró traspasar sus conciencias a las fundas de los espejos, desde allí la ayudaban en la bañera durante las pruebas. Nunca se dieron cuenta.

—Apuesto que ese cuarto es el eslabón más débil en los sistemas de defensa de Averno —dijo Flandes.

—No te equivocas. Gracias a sus experimentos, podía recorrer Averno sin que nadie la descubriese, en especial los familiares. Ella, mi niña, mi Miranda quería matarlas en la quinta prueba, no podía permitirlo, quería ayudarla, pero no me dejó opción. Yo soy la directora, mi deber es velar por las brujas de Averno, por las nuevas generaciones y en eso supe que podía seguir con el plan de mi pobrecita niña. Ella tomó la forma de Abigail y la secuestró para usarla en el ritual, pero ahora yo lo haré.

«Ahora lo entiendo, con razón hablaba tan diferente. Proudmore nunca nos diría cosas como "lávense la carita". Con razón no vinieron más demonios poseídos a la fábrica», pensó Olivia atando todos los cabos, pero ya era muy tarde.

—Por Merlín, ¿qué has hecho, Gilliam? ¿Qué has hecho?

—Lo sabes bien, Flandes, las brujas nos estamos extinguiendo. Algunas dicen que en tan solo treinta años lo haremos. Eso no puede ser, no voy a permitirlo. —Se levantó y empezó a caminar hacia ellos—. La culpa de que no hay más maná mágico y que estemos menguando es de los humanos, sin ellos, podremos vivir. ¿Los demonios? Que se queden con el mundo mientras no dañen la naturaleza.

—Hablas de genocidio, ¿qué hay de tu lealtad a la misión de las brujas de proteger la vida humana?

—Mi lealtad recae más en proteger el planeta que en unas criaturas que lo van a destruir —le respondió al gato.

—Hay algo que no entiendo, ¿cómo localizó a Miranda sin la ayuda de su familiar? ¡Los regalos que de seguro intercambiaron! —exclamó Olivia al recordar las palabras de Flandes.

—Exacto. Casi muero al matarla y luego fingí que estaba toda chamuscada por haber ayudado a los caballeros negros con la limpieza. Fui a Averno y pedí a Flandes que las localizara, yo sabía dónde estaban por supuesto, pero tenía que disimular para cubrir mis huellas. Señorita, fui yo quien las salvó de morir, su profesora quería matarlas, no tiene que temer.

—Prefiero ir a la salida como le dije, directora Clueca. Usted siga hablando con su gatito. ¿Yo?, seré una tumba, estos labios están sellados. ¡Ya sé! ¿Qué tal si a cambio de no expulsarme yo le prometo cerrar la boca para siempre?

—Sí, cerrar la boca para siempre, creo que eso es justo lo que va hacer.

—¡Gilliam! Entiendo que no hayas tenido opción con Miranda, pero aquí estás hablando de asesinar a una niña, una que nunca buscó estar metida en este lio.

—¡Cállate! ¿Crees que no me desgarró matar a Miranda? Ella era un prodigio. Una maestra solo una vez en su vida tiene la oportunidad de conocer a alguien así, y eso no pasa siempre. Ella tenía que ser la siguiente directora de Averno, sería la mejor de todas, pero por culpa de Abigail, por culpa de esa zorra...

Se congeló su rostro al darse vuelta y descubrir que Proudmore no estaba.

Olivia estaba corriendo lo más rápido que podía a la salida de la enorme caverna.

—Que listo. Supongo que las otras aspirantes también están aquí —dijo y dio un par de pasos y lo que pareció un campo de fuerza bloqueó su camino.

—¿No crees que ya estás muy cansado para esto, mi viejo amigo?

—Sé que estamos en el mundo humano y que no hay maná suficiente para hacer grandes hechizos, pero no por nada eres la directora de Averno, no puedo arriesgarme a que alcances a las estudiantes. Por favor, Gilliam, baja el báculo, te lo suplico, por todos los años de nuestra amistad.

—Así que esto pasa cuando la amistad no es suficiente. Lo siento, pero pronto te cansarás y aunque no tenga mucho maná, me bastará para encargarme de esas entrometidas, recuperar el cuerpo de Proudmore y usarla en el hechizo de romper los sellos del Tártaro. Un útil hechizo que solo sé yo, privilegios de ser la directora de Averno, pronto todos los demonios serán liberados.

—Es inútil, ya avisé a todo el mundo, pronto van a venir.

—No lo bastante rápido.

—Sí, creo que tienes razón, pero sabes qué, lo bueno de ser viejo, es que ya no se tiene miedo a la muerte —dijo e invocó de su pantalla isekai una especie de fuego plateado.

—¡El Platinum more extrem! ¡Nos vas a matar a ambos!

—¡Aniquilación! —gritó Flandes sin perder ni un segundo, no quería arriesgarse a que la anciana pudiera hacer algo. Una conflagración de fuego plateado los consumió y amenazó con expandirse por toda la caverna.

Olivia creyó que el corazón le saldría por la boca, pero al sentir como el calor amenazaba con quemarle los vellos de su nuca, sacó fuerzas de donde no había y logró a último momento, salir y cubrirse tras una gran roca.

—¡Olivia, Olivia! —gritaba Anna y corrió para abrazarla, cosa que hicieron todas.

—Basta, pesan mucho.

—Miren, ya llegan —dijo Candy al ver como las fuerzas de los caballeros negros y el WOA, se perfilaban en el horizonte—. Espero que no nos echen la culpa por todo esto.

—A mí no me van a echar la culpa, al menos en lo que se refiere a uso excesivo de la magia estética —dijo Eva. Candy se dio la vuelta y no la miró feo.

—Creo que me haré una reducción. Toda esta aventura me hizo ver que prefiero quererme más por mí misma que por las medidas de mi copa y culo —dijo y las otras asintieron, pensando lo mismo.

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Flandes flotaba ingrávido, no le importó, sabía que estaba muerto. Al abrir los ojos, la gran balanza de oro se materializó delante de él.

Se acercó y supo que debía depositar su corazón, pero no tenía manos humanas para empuñar un cuchillo, no importaba, se llevó las zarpas al pecho, pero todo frente a sus ojos se difuminó y lo último que vio fueron las imágenes de la diosa Bast, la diosa Sekhmet, la diosa Tefnut y el dios Ra, darle las gracias.

Al abrir los ojos, estaba en su mundo y supo lo que tenía que hacer, corrió a toda prisa y la explosión de la pirámide y los obeliscos no le alcanzó.

Sonrió para sí mismo y se encaminó a su casa, listo para ver a su adorada hija después de tantas décadas lejos en otro mundo.

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En Averno se realizaba una ceremonia no oficial, las alumnas podían permitirse ese lujo puesto que la profesora Proudmore renunció al sentirse responsable de todo lo que sucedió, por no haber defendido a Miranda cuando ambas fueron descubiertas.

Eran corredores en forma de letra "Y" formado por brujas que golpeaban con sus báculos el suelo. Desde las tres direcciones avanzaban tres grupos: Anna, Jimena y Rebeca; Olivia, Le y Paula; Faith, Britany y Candy.

Las nueve se encontraron en el centro y se mandaron miradas desafiantes y sonrisas ferales.

—Nosotras vamos a ganar las pruebas del WOA —dijeron al mismo tiempo y se apuntaron con sus báculos, no con la intención de matar como lo hicieran en la supuesta quinta prueba, el pundonor deportivo daba fuego a sus miradas. Fueron los gatos, los que saltaron a hombros de las brujitas los que sisearon asumiendo diversas poses de ataque, terribles tigres de la muerte.

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En la dirección y mirando a las brujas desde una ventana ojival, estaba la profesora Smith como nueva directora de Averno.

Los brazos de García, la nueva vicedirectora, la rodearon con cariño, pero ella los apartó con frialdad.

—Basta de esta estúpida actuación, no somos lesbianas.

—Muy inteligente de tu parte —decía García—. Fingir que lo éramos como Proudmore y Miller, así desviamos todas las miradas respecto a nuestra conspiración.

—Sí, hicimos que Miranda contactase a los demonios por nosotras, creyendo la pobrecita que actuaba por su cuenta. Luego arrastramos a Clueca al ruedo, todo salió muy bien.

—Pero no logramos destruir la academia y exterminar a los humanos.

—Paciencia, debemos esperar a que todo este lio se enfríe. Las chicas entrometidas se irán a la sede del WOA, los caballeros negros dejarán su paranoia para el siguiente trabajo de limpieza. Sí, todo llega para la que sabe esperar.

En los campos de Averno, las risas inocentes de las jóvenes aspirantes, contrastaban con risas malignas provenientes de la oficina de la dirección. Los espejos de cuerpo entero, parecían sonreír con un brillo de ensoñación.

FIN

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