Brujitas de gatillo alegre
W.O.A.: Witches scout of Averno
Capítulo 18: Brujitas de gatillo alegre
.
Un gato esculcaba la bolsa negra cuyo aroma prometía algo para comer. Sus orejas rotaron como si tuvieran conciencia propia, arqueó su lomo y siseó a los zapatos negros que hicieron acto de presencia en cuestión de segundos.
—Lo siento —dijo Gamal al ver como su "congénere" salía corriendo hacia el resquicio que dividía dos construcciones.
—Animó, ya falta poco —dijo Anna que prestaba atención tanto al camino como a la pantalla de su familiar.
Era fácil decir, pero el desánimo y la desesperación golpeaban cuando veían a los puntos grises y rojizos amenazar con cortarles el paso.
—No, aguanta un poco más, todavía no tomes la poción, no quedan muchas —le decía Timoteo a su bruja que resollaba y de vez en cuando, se llevaba la mano a un costado.
—Ya no puedo más, me duele mucho.
—¡Resiste un poco más, ya casi llegamos a los barrios bajos!
—No puedo, por favor, solo un traguito.
Las esperanzas de Paula se quebraron al ver como las patrullas policiales con sus motores rugientes y sirenas poderosas, se dirigían hacia ella a tan alta velocidad, que parecía que no querían interceptarlas, más bien pasarles por encima.
—¡Tomen esto! —gritaron Candy y Britany, usando a sus familiares como si fuera una ametralladora. Los cortísimos maullidos del gato, ridículos ellos, precedieron proyectiles que destrozaron el motor, llantas y parabrisas del motorizado.
El conductor no pudo controlar el vehículo, el cual dio un par de eses para luego dar un vuelco de campana que se repitió en una secuencia chirriante y que lanzaba chispas en el pavimento.
—¡Hija de puta! ¡¿Qué mierda fue eso?! —gritaron los policías en otras patrullas, pero nadie les dio respuesta, por consiguiente, continuaron con la persecución.
—Ya llegamos, estos deben de ser los guetos —dijo Olivia al ver como las bolsas de basura se acumulaban en veredas ennegrecidas por el aceite y grasas varias.
—Carajo, juro que me voy a hacer una reversión de la magia estética cuando regrese a Averno —decía Candy, con el rostro contraído de dolor.
—¿No te pusiste sostén? —preguntó Jimena, pero la curvilínea adolescente estaba muy fatigada para responder, así que solo negó con la cabeza.
—Estoy con Paula, solo un traguito, por favor —rogó Rebeca a su familiar.
—Vamos a ese callejón, descansemos un rato allí —dijo Anna y todas se encaminaron al lugar lóbrego y maloliente que a las chicas les pareció como una bendición. Las sirenas de la policía se escuchaban cerca.
—Tomemos un poco de aire, y, y unas pociones, las necesitaremos al salir de aquí —dijo Faith, que se limpió el sudor de la frente con un pañuelo bordado que sacó de su bolsillo.
—¿Cuánto para que se acabe el efecto de la bomba demoniaca? —preguntó Anna, quien se limpió la frente con un pañuelo desechable, usándolo después para restregarse el cuello.
—Falta mucho, mejor no preguntes cuánto. Concéntrate en escapar —le contestó Paco.
—Vamos, tomemos las malditas pociones —dijo Jimena que se abanicaba el rostro con la palma de su mano, todo un esfuerzo inútil.
Buscaron en las pantallas las pociones y las bebieron con ansias, tanto, que algunas derramaron el contenido por la comisura de sus labios, perdiéndose esas gotas en valles turgentes. Una tosió y otra se llevó el cristal a su frente y mejillas para refrescarse.
Hubieran sonreído para sí mismas al notar como el cansancio y el dolor se esfumaba por arte de magia, cosa que era cierto, no obstante, sus mentes estaban en alerta máxima, no hubo de otra con todo el aullar de las patrullas.
—Creo que se alejan, tal vez, si nos quedamos aquí y esperamos que regrese la magia de nuestros amiguitos...
Una motocicleta policial entró al callejón, interrumpiendo a Faith y sorprendiendo a todas. El oficial tomó en su mano un comunicador y empezó a reportar a la central de policía, craso error, uno mortal.
—¡Espera, es un humano normal! —gritó Kristos, pero Britany disparaba contra el hombre, lo mismo que Candy.
—No hubo más remedio, este es un callejón sin salida y les estaba avisando a los demás. ¡Vámonos de aquí!
Las brujas apresuraron el paso, dieron saltitos para esquivar los restos de metal desmenuzado y trozos sanguinolentos, se veía que hombre y máquina fueron impactados por una ametralladora que disparó en una brutal velocidad cinética balas para elefantes.
Algunas miraron al frente, otras fruncieron el ceño, obligándose a no mirar más de la cuenta, las demás no pudieron evitar el impulso de hacerlo, con lo que sus estómagos intentaron rebelarse.
Escucharon un ruido que era poco familiar para ellas, pero lo reconocieron gracias a las clases en la academia.
—¿En serio? ¡No inventen! —gritó Anna, y lo mismo que las demás, elevaron la vista al firmamento. Un helicóptero de la policía las descubrió y tenía la intención de pegarse a ellas como sus sombras proyectadas en el cielo.
—Michael, llévanos a un lugar seguro.
Obedeciendo a Faith, el gato desplegó un mapa.
—Con esa cosa en el aire, ya no podemos escondernos en los barrios bajos. Hay que ir a una fábrica en las afueras, creo que está abandonada, no veo puntos grises.
—Andando, entonces —ordenó Faith y siguieron las indicaciones del gato.
Dada la vigilancia aérea, las sirenas policiales de nuevo hicieron acto de presencia, era imposible huir con ese ojo vigilante en las alturas.
—¡No hay más remedio! Lo siento —dijo Olivia y disparó contra el helicóptero.
Zumbando como un abejorro, la máquina aérea dio giros con la velocidad de una avispa para luego estrellarse en la calle, a pocos metros de ellas. El calor fue tan intenso, que las chicas temieron que se les quemarían las pestañas; los gatos pensaron lo mismo, pero con respecto a sus bigotes.
Pese al cercano peligro flameante, este resultó en una ventaja, obstruyó la vía y ninguna patrulla policial o motocicleta, pudo ya perseguirlas.
Dejaron de oír las sirenas, no obstante, sus corazones no sintieron paz; sus piernas, fatigadas como estaban, de nuevo rogaron por descanso, prendidas en esa especie de fuego interno tan incómodo.
—Chicas, veo que puntos rojos se dirigen a donde vamos —les advirtió Jared.
—¿Nos siguen persiguiendo? —preguntó Anna.
—No, son solo humanos poseídos, ninguno de la policía.
—No hay más remedio, hay que pelear, tenemos que asegurar ese lugar, ¿cierto? —dijo Jimena.
—Sí, todavía falta para que regrese la magia —dijo Yakumo.
—¿Lista para dar trompadas? —preguntó Olivia.
—¿En serio? Bien sabes que siempre fui mala para defensa sin magia —les respondió una ceñuda Eva—. Esto es bien cliché, por ser asiática ¿creen que sé artes marciales? A ver, tú, ¿por qué no peleas usando capoeira?
—Epa, hablando de clichés.
—Tú comenzaste.
Rebeca apagó una risa y las otras se sonrieron, agradeciendo esos breves segundos de distracción, lo que pronto enfrentarían, no sería fácil.
La acería era otra muestra más, una imagen entre patética y cliché de la cuesta abajo de un país que decidió llevar sus industrias pesadas a otra nación en pos de abaratar costos. Entraron por un resquicio del alambrado, no descansaron hasta que las sombras de todo ese complejo abandonado las cubriera de cualquier ojo avizor en el cielo.
—¿Cómo va la situación? —preguntó Olivia.
—Ningún policía en mi pantalla —le respondió Ivan.
—¿Y los demonios? —quiso saber Paula.
—Están en el otro extremo. Van juntos, pero no se dirigen directo a ustedes —le respondió su familiar.
—Bien, tenemos la ventaja gracias a nuestros amiguitos —dijo Anna—. ¿Los evadimos o nos enfrentamos a ellos?
—Tal vez llamen a la policía o a otros demonios, creo, lo mejor será pelear contra ellos —dijo Rebeca, algo dubitativa.
—Tienes razón, lo mejor es acabar con ellos. Apenas pudimos escapar de la policía, no quiero pasar por eso otra vez —dijo Faith.
—¿Cómo supieron que nos dirigíamos aquí? —preguntó Paula, pero nadie supo responder.
—Eso ya no importa, tenemos la ventaja, no habrá que pelear cuerpo a cuerpo o intercambiar disparos. Separémonos en tres grupos y llenémosles de balas o lo que sea que disparen los gatitos —dijo Candy.
—¿Grupos actuales o...? —intentó preguntar Faith.
—Los anteriores, lo prefiero así. No me miren mal, ustedes dos resultaron ser buenas amigas, pero para esto prefiero los anteriores grupos —dijo Olivia.
—Buena idea, entre amigas desde primer año nos conocemos y coordinamos mejor —coincidió Jimena.
Se reagruparon como estaban antes de ser separadas por la directora de Averno y se adentraron en la acería.
Dando gracias a la profesora que daba las clases de sigilo sin magia, se acercaron a los humanos poseídos. Eran un grupo numeroso, a diferencia de lo que por lo general les enseñaron, los huéspedes no se veían como gente rica o poderosa, más bien como un grupo heterogéneo de hombres y mujeres que no destacaban del resto de personas que pululaban en la ciudad, salvo que portaban armas de fuego.
Los tres grupos se separaron con la intención de flanquear. Utilizando las funciones de texto de las pantallas gatunas, coordinaron su ataque que fue mortal. Los demonios no tuvieron la más mínima oportunidad, el problema fue que tampoco pudieron hacer algo para salvar a los humanos.
—No veas tu pantalla —le aconsejó Eva a Rebeca, una vez terminada la masacre. Sabía que su compañera se traumaría de ver que los caídos eran personas con nombres y apellidos, con trabajos comunes y familias como cualquier otro.
Soltaron a los gatos y estos ocultaron sus pantallas, no hubo nada más que ver, solo alejarse, alejarse de la muerte y el olor a sangre; alejarse de los pensamientos, los sentimientos y recuerdos.
De tres en tres se abrazaron en un amplio espacio debajo de las graderías en la planta baja y algunas lloraron.
.
.
El frío empezó a morder, por fortuna, la magia de los familiares retornó.
—Ya es tarde, miren lo oscuro que se está poniendo —dijo Anna.
Todas dieron un respiro que trajo calma al cuerpo, sin embargo, no pudieron tener un estado de paz mental. Sabían a la perfección que fracasaron en la última prueba, además del hecho que causaron tremendo desastre, teniendo plena seguridad que montón de cámaras de vigilancia atestiguaron ante los medios televisivos su presencia.
—¿Cómo diablos van a explicar esto los humanos? —preguntó Olivia, que lejos de asumir una postura dura, se veía insegura al ver ese cielo que de a poco se teñía de azul metálico. Su rostro, a claras luces mostraba que, pese a la incomodidad de la planta abandonada, no tenía muchas prisas por regresar a la academia.
—Lo que me preocupa es lo que nos dirá Clueca y las monitoras —dijo Paula, mordiéndose el labio de la preocupación.
—Mi padre, seguro me mata —dijo Faith y no pudo evitar llorar por el miedo.
—Ya, ya, tranquila —dijo Rebeca para calmarla, adelantándose a Candy y Britany. La abrazó y le frotó los brazos—. Tú misma lo dijiste, fue una prueba matadora, al mismo nivel de las pruebas del WOA, una muy difícil.
—¿Nos vamos a la academia o las contactamos primero? —preguntó Eva.
—Creo que más bien las profesoras vendrán aquí —dijo Sid y les mostró su pantalla: la directora pedía que la contactaran.
Cruzaron miradas de preocupación. Sin poder retrasar más lo inevitable, Jimena hizo clic en el ícono.
—¡Niñas, gracias a Merlín que están sanas y a salvo! —exclamó no otra que la directora Clueca, la cual se materializó al segundo.
La apariencia de la anciana era lamentable, no solo su traje de bruja estaba raído y chamuscado, se notaba la preocupación en su rostro; su cabello de espantapájaros, estaba más revuelto si eso era posible, no llevaba su gracioso sombrero de bruja, en vez de eso, un gato gordo y viejo estaba sobre su cabeza, parecía un predador somnoliento luego de comerse los pajarillos de un nido.
—¿Cómo nos encontró? —preguntó Anna.
—Fue por Flandes, él es un familiar isekeado como el de ustedes —dijo y las jovencitas miraron al gato que no se molestó en decir siquiera miau.
—Lo siento, no pudimos, la prueba, fallamos, mi papá...
La anciana se acercó a Faith y la abrazó para tranquilizarla. Otras chicas empezaron a lloriquear, pero decidió que no tuvo tiempo para ellas, así que movió su báculo en un patrón mágico.
—Están tan jodidas —dijo el gato de la directora.
No se equivocó, al segundo, varios caballeros negros rodearon a las brujas; sus sombreros negros, pasados de moda, se vieron más ominosos que nunca.
CONTINUARÁ...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro