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El beso del ganador

Los elfos deben morir

Capítulo 4: El beso del ganador

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La ventisca de aguanieve y el aullar del viento reinaban en los alrededores, toda esa furia se estrellaba de forma inútil contra una montaña negra que era hueca por dentro. Aquí y allá ciertos resquicios de luz proveniente de diversas antorchas, indicaban que dentro de la mole pétrea los vivos retaban a la muerte que iba de un lado al otro con su gélida guadaña.

Dentro de Moradon, el ruido de pintas de cerveza barata y los pisotones que iban y venían junto con el berrear de los demonios alcoholizados, hacía difícil llevar una conversación sin recurrir a los gritos para dejarse entender.

—Estoy aburrida, ¡quiero irme!

—Ya basta, Sinta, deja de actuar como una niña pequeña, tienes ciento dieciocho años, actúa como tal —le riñó Ofid'Salae, la mayor de las hermanas y la más insidiosa.

—Pero me aburro mucho, si tan solo me dejaras tomar un poco.

—Toma, te cedo esta cosa asquerosa —le dijo Tega'Salae, la tercera hermana con su característica mirada severa que hacia juego con su rostro.

—¡Sí! Gracias, hermana.

—Por todos los dioses oscuros, serás tonta —dijo Ofid'Salae que decidió mirar al frente para no ver lo que pasaría.

Sinta'Salae tosió escupiendo los grumos de la cerveza caliente junto con su baba.

—Tega, limpia la cara de tu hermana.

—Sí, Ofid —dijo de mala gana y limpió la comisura de los labios de Sinta'Salae, que chorreaban la espuma de la bebida espirituosa—. Infiernos aullantes, te manchaste el pecho, que tonta eres, no te muevas, menos mal que no tienes mucho que mostrar.

—Miren quien habla, tú no puedes alardear respecto a eso tampoco, ¡auch, me haces daño, maldita!

—Una estratega como yo no necesita tener esas cosas por delante.

—Yo tampoco, soy una exploradora y espía.

—Silencio ambas, quiero que miren al frente y se vean lindas para con estos imbéciles, no debemos dar una muestra de que somos débiles o tontas al enfrascarnos en riñas infantiles.

Las hermanas menores se disculparon y obedecieron a la mayor, pero al cabo de un tiempo se notó por sus expresiones que deseaban estar en cualquier lugar menos en esa celebración a la que fueron obligadas a venir. Forzaban una sonrisa cuando cruzaban miradas con alguien, pero en nada podían igualar la maestría con que sonreía Ofid'Salae que ofrecía sonrisas hermosas cargadas de un velo maternal, seductor e inocente, todo al mismo tiempo, era sorprendente como esas sonrisas eran acompañadas por sus ojos que parecían desnudar el alma de quien sea la mirara de frente.

De las tres, Betor'Salae era la única que disfrutaba sin mediar fingimiento alguno de la tosca celebración de los demonios, sus cuatro trenzas gruesas y muy largas, se agitaban junto a su cabeza cuando ese poderoso cuello giraba para no perderse detalle de los bailes de los demonios.

«Me pregunto en qué me equivoqué al criarlas, son una vergüenza. Hay mucho terreno que recorrer para eirgir al menos una sombra de lo que fue la noble casa Salae en este muladar infecto de cochambre demoniaca».

Ocupando un sitial de honor junto con Siltus, el rey demonio, tuvo que beber mucho de esa bebida grumosa que era un insulto a su fino paladar y hacerlo con suma gracia y elegancia. Controló el tono de su voz y expresó una preocupación al enterarse que Siltus planeaba extender la celebración por un par de semanas.

—¿Quieres que paremos la celebración? No te entiendo, Ofid'Salae, hemos logrado una gran victoria frente a esos estúpidos humanos, luego de tanto tiempo de solo estar retrocediendo, creo que todos necesitamos alegrarnos.

—Sin duda es motivo de alegría y celebración la derrota dada a los humanos, pero no fue a causa de una batalla planificada, solo rompimos el sitio a vuestra imponente fortaleza, puede que en estos momentos estén reagrupando sus fuerzas para volver a atacar, no sería prudente entregarse al merecido descanso. Sus hombres se sentirán orgullosos de usted, más de lo que ya están, al ver su temple y férrea voluntad de tomar los recaudos del caso para no permitir descanso alguno a sus enemigos.

—Creo que tienes razón, los humanos resultaron ser más molestosos de lo que anticipé. Dime, ¿qué sugieres?

La elfa serenó el rostro, pero por dentro se estaba riendo al ver que el rey demonio le pedía consejo, algo que esperaba continuara en el futuro.

Un fuerte golpe se escuchó al extremo del largo y tosco mesón, tan fuerte, que la música poco refinada cesó de pronto, lo mismo que los bailes y el continuo ir y venir de las risotadas.

Un largo siseo provino cerca de donde se originó la fuente de aquella muestra de cólera que obligó a todos guardar silencio.

—Disculpad, mi señor, pero creo que alguien desea tener la palabra antes de mi intervención.

Siltus giró el rostro y varios hicieron lo mismo, todas las miradas se centraron en un rostro de pesadilla por el cual asomaba una lengua larga y bífida junto con un cabello imposible que se movía y siseaba: una medusa.

—¿Qué te pasa, Galmasha? Dime qué te molesta, ¿acaso dije algo malo?

—No, rey Siltus, no dijiste nada malo. Lo que me molestó es que esta negra se crea con el derecho de ser tu consejera.

—¿Perdón?, creo que escuché que se refería a mí de manera poco educada.

Lo mismo que cuando Ofid'Salae fue interrumpida, Galmasha no pudo contestar debido a otro golpe igual de poderoso en el mesón.

—¡Puta escamosa! ¡Te enseñaré a guardar esa lengua de serpiente en tu mala boca!

—Betor'Salae, hermana mía, ya basta, no te comportes con violencia en esta sala, que el único con derecho a mostrar cólera justa es nuestro señor Siltus.

—Pero...

Tega'Salae jaló de la vestimenta de su hermana mayor con un brazo y, con el otro, negaba a Sinta'Salae, su hermana menor, desenvainar su daga corta.

—La elfa tiene razón. Galmasha, actuaste como una estúpida, ¡discúlpate con las elfas en este momento!

Todas las miradas se dirigieron a la medusa, esta puso cara de miedo, pero luego frunció el ceño.

—¡Exijo una pelea con estas malnacidas! ¡No me creo sus miradas y sonrisas falsas!

—Eres una buena guerrera Galmasha, de ser otro, ya hubiera ordenado que te decapitaran, pero te cederé esto, ¿qué dices, Ofid'Salae?

—Me siento compungida ante las palabras de alguien a quien desee tener como aliada y amiga, no es mi deseo que disputa alguna se resuelva con necia violencia.

—¡No me jodas, Ofid! —gritó Betor'Salae, pero calló de inmediato al ver esa máscara de mirada de súplica que escondía rabia contenida.

—Perdonad, mi señor, dejadme hablar con mi hermana para calmar los efectos de las maravillosas bebidas que le ofreciste. Por favor, que esto no os distraiga, ordenad que siga la celebración como os corresponde, oh, mi señor. —dijo con dulzura y luego de la venia del monarca, llevó a su hermana menor a un lugar apartado.

—Ofid, ¿qué planeas?

—Maldita puta sin cerebro, ¿todo el razonamiento que tienes se gastó en esos músculos? No creas ni por un segundo que me dejaré amilanar por esa ramera con escamas. Sé que Galmasha tiene muchos y fieles seguidores, no sería conveniente derramar sangre, al menos no de forma directa. Silencio, no me interrumpas; quiero que regreses a tu asiento, estés calladita y no busques pelea, déjame todo a mí.

Las venas en el cuello de la hombruna elfa se hincharon, pero accedió a la orden de su hermana mayor.

—¿Qué decidiste, Ofid'Salae?

—Mi señor, sería injusto que alguna de nosotras, siendo tus invitadas y humildes siervas, derramen sangre, en especial, de alguien tan importante como la noble general Galmasha; en vista de aquello, te pedimos nombrar a un campeón que sea el que limpie nuestra honra que fue mancillada al faltarnos al respeto de forma tan cruel e injusta, solo eso te pido, oh, mi señor.

Siltus miró a Betor'Salae, aparte de ver como se hinchaban las venas de su cuello, no vio muestras de que la más alta de las elfas quisiera seguir con la pelea.

—De acuerdo, no sé, ¿hay alguien que quiera pelear por las elfas?

Todo el salón cruzó miradas, las murmuraciones no duraron ni cinco segundos porque una voz fuerte y clara sonó a un lado de la medusa.

—Mi rey, he visto como las elfas nos dieron la victoria, yo confío en ellas y por eso seré su campeón.

—Bien. Galmasha, ¿estás de acuerdo con esto?

—Sí, no soy de las que se acobardan, lamento tener que pelear contigo, eres un buen guerrero, pero pronto tendré tu cabeza como un adorno en mi pared.

—Ya lo veremos, Galmasha, ya lo veremos —dijo Torum sin sonreír de lado como la medusa.

—Oye, Ofid, ¿estás segura de esto? —le preguntó en un susurro Tega'Salae, incómoda por soportar el peso de la más pequeña de las hermanas que se le pegó encima para así poder escuchar la respuesta.

—Tranquilas las dos, solo miren como va a resultar todo.

La medusa y el demonio con cabeza de toro se miraron sin pestañear. Galmasha hacía sonar el cascabel de su cola, mientras que Torum botaba vapor por esos orificios nasales bestiales.

—¡Peleen! —exclamó Siltus y la confrontación mortal comenzó unido a un coro de voces que pedían sangre.

El reptar veloz fue correspondido por el rasgar de la piedra por unas pezuñas poderosas. El tridente y una cachiporra enorme chocaron mientras el aliento de ambos escupía maldiciones y promesas de matar al rival.

Repitieron el proceso mientras daban vueltas debido al deseo de flanquear al oponente, al más mínimo atisbo de una baja guardia, ambos corrían y el choque se repetía, esta vez con más variaciones de mandobles o espadazos.

No por nada Galmasha era una general del rey demonio, su velocidad y fuerza eran abrumadoras, pero no contaba con los movimientos de Torum, que gracias a que viajó por el mundo, aprendió técnicas desconocidas de lucha.

—Miren y aprendan —dijo Ofid'Salae en un susurro audible apenas para sus hermanas. Betor'Salae y Sinta'Salae, pensaron que se refería a la forma de pelear de ambos y asintieron, memorizándose los movimientos y posturas para en un futuro utilizarlas en contra de ellos; Tega'Salae, sin embargo, abrió los ojos al ver lo que sus hermanas no vieron.

«Galmasha está sudando mucho, pero no así Torum. ¿Torum la está cansando? No, eso no es, ya veo, que maldita eres, Ofid. Y pensar que me vanaglorio de ser la estratega de la familia. Bajo la cabeza ante tu presencia, hermana mía».

Un bloqueo de ese tridente mortal y luego con un impulso, la cachiporra se estrelló contra la cara de Galmasha, causando que su mandíbula inferior saltara hasta caer sobre el corro de brutos de piel multicolor.

La medusa se retorció de dolor, daba gritos agudos que no se pudieron entender. Torum decidió darle piedad y como un pescador que ultima a un pez tenaz, así el bruto acabó con la vida de la general que insultó a las elfas.

El rey demonio aulló complacido ante el espectáculo, mientras el resto de los presentes entonaron el nombre de Torum como si un himno de victoria se tratara.

—Mi señor, vencí a Galmasha.

—Cierto, Ofdid'Salae, ¿ya estás contenta?, tu honor ha sido restaurado.

—Así es, mi señor. Gracias, mil gracias, comandante Torum. Mi señor, pido una recompensa para vuestro poderoso siervo y comandante.

—¿Qué favor sería ese?

—Cededle a Torum, el cargo y hombres de la general Galmasha. Que mejor guerrero que él para comandar tales fuerzas.

—Está bien, ¿qué dices, Torum?, ¿te sientes capaz de llenar el hueco dejado por Galmasha?

—Me siento honrado, mi señor. Le aseguro que seré capaz y eficiente bajo su mando —dijo y cortó el cascabel de la medusa, se la colgó en un mechón de su cabello salvaje y procedió a cortar la cabeza del rival para futuro adorno en su cuarto.

—No lo entiendo, Ofid, yo podría haber acabado con esa maldita escamosa, podría ser una General, así tendríamos más influencias sobre estos demonios.

—Tendríamos más enemigos, no influencias. Torum se encargará de disciplinar a las huestes de Galmasha y detectar a cualquier idiota con afanes de revanchismo para matarlo a golpes.

—¿Qué fue lo que hiciste? —preguntó Tega'Salae aunque ya sabía la respuesta.

No pudo contestarle, Torum se acercó y le ofreció a la mayor el cascabel junto a un mechón cortado de su cabello negro. La elfa extendió el brazo elegante y el demonio le besó la mano, luego, con mucho disimulo se llevó la mano a su pecho como una expresión fingida de timidez, pero Tega'Salae pudo notar como ocultó el frasco de veneno, veneno que le dio al duelista y que puso en la copa de la medusa sin que esta se diera cuenta.

CONTINUARÁ...

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