La preocupación de una madre
El héroe sin harem
Capítulo 19: La preocupación de una madre
.
Inclinaron las cabezas, contritas las dos en sus poses, similares a la de niñas pequeñas al ser regañadas por el padre, no obstante, la reina no dejaba de fruncir el ceño luego de su reprimenda; a diferencia del hombre al lado de las jovencitas, sabía que solo era una actuación, no sentían remordimiento y que tanto su hija como su prima, seguirían insistiendo en llevarle la contraria apenas salieran de la habitación.
—Pueden retirarse, no salgan del palacio. ¡Hasta que yo lo diga!
El hombre se dio la vuelta a medida que las chicas fueron hacia la puerta, quiso ver una vez más sus ojos y transmitirles una sonrisa de aliento, pero ambas siguieron con la cabeza gacha, sin elevar la vista para despedirse.
Antes de girar para ver a la reina, tragó saliva, no quería que la mujer de elevada estatura viera su manzana de Adán ocultar su nerviosismo.
—Me disculpo de antemano por no haberle ofrecido asiento, por favor —se excusó y señaló el mullido sillón frente al escritorio. La reina fue con elegancia hacia su asiento y se sentó, lo mismo que Amador, así ambos no tuvieron otra que mirarse de frente.
Agradeció que, a diferencia de la mujer, no tuviera que poner las manos sobre el escritorio, le temblaban aquellas.
«Esto es ridículo, me siento como si estuviera de vuelta en el colegio, en la oficina del director».
—¿Se encuentra bien?
—Sí, Su Majestad, solo me zumban los oídos —dijo sin poder creer la calma con la que dijo aquello.
Se forzó a ver a la mujer a los ojos, en especial luego de ver como cruzaba los dedos, era como revivir sus tiempos en el colegio como un alumno con poca autoestima.
—Sir Amador, confío en su aseveración de ser el héroe de otro mundo del reino de Soldat, no obstante, requeriré que me enseñe los sellos y el anillo.
—Ex héroe de otro mundo, Su Majestad; no se preocupe, puedo mostrárselos.
—¿Los lleva consigo?
—Sí, apenas llegué a su hermosa ciudad y me vi arrastrado a la aventura con su hija y su amiga.
—Vuelvo a reiterar mis disculpas ante lo acontecido.
—No se preocupe, aquí tiene —dijo y le entregó los pergaminos y el anillo, extrayéndolos gracias a su pantalla isekai.
El rostro de Tanya se suavizó al comprobar que el hombre no mentía, no obstante, Amador sintió que cierto recelo no abandonaba del todo a su interlocutora.
—Tome, perdone las formalidades del caso. Cambiando de tema, ¿qué hace en mi reino?
—Solo vine para conocer a su hija.
—¿En serio?, ¿solo eso? Desde el más docto hasta el más necio sabe que el héroe de otro mundo se rodea de acompañantes que son conocidas como el harem, jovencitas enamoradizas que no dudan en arrimarse a la figura del héroe, conllevando en nueve meses consecuencias a todas vistas previsibles.
—Le aseguro, reina Tanya, que mis intenciones con su hija son honorables. De hecho, ¡no tengo intenciones con ella, punto!
—"Ya veo de donde Tina obtuvo su belleza", eso fue lo que dijo.
—Estás en problemas —le susurró Eros al oído con un tono que indicaba que se moría de ganas por reírse.
—Perdóneme, no soy alguien muy listo, pero le aseguro que jamás de los jamases fue mi intención en buscar a su hija para enamorarla. ¡No soy de esa clase de personas! Mire, Su Majestad —añadió lo último porque creyó que, a estas alturas, debería hablar con mucho respeto—, cuando dejé de ser el héroe de otro mundo y no pudieron regresarme a mi mundo natal, me sentí deprimido. Imagínese cómo me puse al enterarme que las chicas del supuesto harem, dejaron de recibir una especie de paga. Sé que no es mi culpa, ya me lo dijeron, pero no puedo evitar sentirme mal; para dejar de sentirme así, fue que decidí emprender un viaje para conocer a las chicas que iban a formar parte de mi grupo, conocerlas y ayudarlas de alguna forma. Soy un tonto, ¿verdad?
—No lo es, sir Amador, ingenuo eso sí. No espere que todas las jovencitas que busque sean inocentes y no intenten manipularlo. Como madre me siento más tranquila luego de tener nuestra conversación, pero sigo angustiada por el futuro de mi hija.
—Tina me dijo algo al respecto. Parece una chica responsable, más que su prima.
—Alpecia, esa niña es una mala influencia, a veces no sé qué tiene en la cabeza. ¿Es buena?, ¿es mala? o solo creció tan engreída que no discierne del todo la diferencia entre actuar caprichosa y ser una perra. —Se mordió el labio, pareció dolida, los recuerdos la transportaron a los años cuando la pelirroja jugaba con su hija a las muñecas.
—No sé cómo es ella o su hija, recién las conocí hoy y no de una manera normal, solo sé que su hija siente que usted es injusta con ella.
—¡Adolescentes, típicos adolescentes! —exclamó y se llevó los dedos a las sienes al sentir que se aproximaba el dolor de cabeza—. Tina debe comprender que ya no puede seguir siendo una miembro más en el gremio de aventureros.
—¿Habló de esto con ella?
—Claro que lo hice, sé muy bien que cuando un padre da una orden a su hijo rebelde, este hace justo lo contrario. Traté de razonar con ella, incluso sugerí hablar con el líder del gremio para que la eleve de rango y le asigne un grupo responsable de aventureros que velen por ella. Se imaginará lo mal que escalaron las cosas luego de aquello.
—Ummm —asintió al no poder decir algo que lo pusiera de parte de alguna de las mujeres.
Creyó que su indecisión fue tomada como algo descortés puesto que Tanya lo miró muy atenta.
—Confío en que usted es un caballero, no me refiero a su título nobiliario. Sir Amador, quiero pedirle un favor.
«¿Un favor? Esto no me gusta».
—¿Qué favor sería ese, Su Majestad?
—Es alguien muy mayor para mi hija.
—Disculpe, pero no soy tan viejo, tengo apenas veintisiete.
—Lo cual es diez años de diferencia con Tina. Quiero pedirle que extienda su estadía en la capital.
—¿Con qué objeto? —preguntó, tragando saliva al anticipar la respuesta.
—No se ponga nervioso, solo quiero que acompañe a mi hija.
—¿Desea que haga de guardaespaldas?
—Cielos, no. Ya le dije que se rebela con este tipo de cosas, ¿vino aquí para conocerla?, pues albricias, tiene mi permiso para cortejarla.
—¡Qué! —gritó sin poder evitar alzar las manos.
—¡Sí, por fin! —exclamó a su vez Eros.
—Como una actuación. No debería decirle esto, pero ciertas cosas hacen que me preocupe más de la cuenta.
—¿Se refiere al golpe de estado que intentó la familia Farm?
—Me sorprende, veo que se informó muy bien pese a ser un recién llegado.
—No hubo de otra, siguen limpiando las calles de la ciudad, era imposible no preguntar o escuchar lo que la gente habla.
—En efecto, volviendo a mi petición, quiero que esté con mi hija a cada momento.
—Señora —dijo sintiendo que el miedo y la sorpresa iniciales se desvanecían para dar paso al enojo—. Puedo acercarme a su hija, pero solo como amigo, al fin y al cabo, vine justo para eso.
Tanya abrió más los ojos, juzgó mal al hombre frente a ella, una sonrisa no fingida se dibujó en su elegante rostro.
—Por favor, sir Amador, le pido ser amigo de mi hija.
—Sé que un monarca jamás debe decir por favor, no se preocupe, Su Majestad, como usted dijo, vine justo para eso. Solo que nunca fui bueno para esto de entablar amistades con el sexo opuesto.
—No se preocupe. Tina se inscribió al gremio de aventureros justo porque le gusta esto del romance, ¡romantizar esto de las aventuras y lo exótico, no se confunda! Usted, siendo el héroe de otro mundo, seguro llamará su atención.
—Ex héroe de otro mundo, y ella se veía aburrida camino hacia el palacio.
—Seguro estaba estresada al saber que le daría un sermón. Un consejo: no actué como un desesperado, tómese su tiempo, luego vaya a la habitación de mi hija y comuníquele que decidí que sea mi huésped en palacio.
—Te sirve a su hija en bandeja de plata, creo que mis flechas no serán necesarias —volvió a susurrarle el gato parlante.
—Entendido, Su Majestad, si me disculpa, iré a mi habitación.
—¿Sabe dónde es? —dijo Tanya con una sonrisa. Amador se ruborizó por partida doble, al ver la hilera de finos dientes de la mujer adulta y al percatarse que no tenía la más remota idea de adonde dirigirse.
Llamó con una campanilla y una sirvienta entró a la habitación. La monarca ordenó que le llevara a sus aposentos y Amador se despidió de la reina.
Por el rabillo del ojo vio que sir Altus estaba cerca de las puertas dobles. El protocolo le exigía no intercambiar palabras con el recién llegado, pero su mirada fue gentil al verle.
Esperó que las figuras de Amador y la sirvienta se perdieran tras una esquina y tocó la puerta para pedir permiso para entrar.
Tanya le dijo que entrara y vio como el anciano se acercaba a ella con una mirada dura.
—¿Cuál es su reporte?
—Lo qué temía, Su Majestad. Las fuerzas de Farm parecen no cejar en su intento de tomar el poder.
—Supongo que te basas en lo acontecido este día, más en específico con el asunto de la reciente escolta a palacio de Tina y Alpecia, sin mencionar al héroe de otro mundo.
—En efecto, Su Majestad. La princesa y la baronesa, justo antes de encontrarse con sir Amador, fueron atacadas por miembros subversivos de Farm. Les hice creer que fueron desafortunados miembros de la guardia real que lo único que querían era escoltarlas al palacio.
—¿No dudaron de tus afirmaciones?
—No lo hicieron. En especial el héroe, puedo asegurarle, basándome en mis muchos años de experiencia, que no fue él quien rescató a las princesas y luego noqueara a los verdaderos guardias reales que vinieron justo después de los asaltantes.
—¿Quién crees que lo hizo? Mi hija es buena para pelear, pero no tanto, en especial contra hombres entrenados.
—Creo que fue Rex, mi señora.
—Ese mocoso, esto va de mal en peor. Veo que fue acertada mi decisión de pedirle a sir Amador que se hiciera amigo de mi hija.
—¿Confía en él?
—Sí, por un momento me extrañé, se supone que el héroe de otro mundo es un mancebo de belleza ejemplar, hoy no es el caso. Mi hija, incluyendo a Alpecia, están fuera de su liga. Sé evaluar a las personas, sir Amador no es un oprobio de persona como lo es Rex, la virginidad de mi hija permanecerá a salvo.
—¿Y el de la baronesa? Ella y la princesa son amigas y pasan tiempo juntas —dijo el caballero, haciendo que Tanya sonriera de lado, después de todo, la pureza carnal de Alpecia era algo que ya no se podía proteger.
—Alpecia es otra cosa, su moral es tan laxa como la de Rex, de todas formas, no pertenece a su liga, solo espero que no juegue mucho con él. Sir Amador es un buen hombre, no se merece que lo lastimen. ¿Algo más que agregar?
—Queda el asunto de los golems, aunque pequeños, me es difícil creer que la baronesa por si sola haya orquestado todo el asunto de esconderlos en las alcantarillas de la ciudad.
—¿La estarán utilizando los Farm o se alió con ellos para seguir con sus experimentos?
—No lo sé, Su Majestad.
—Comprendo. Sir Altus, dejará de ser el escolta de la princesa; no quiero que lo tome como que deba despreocuparse de ella, asigne a sus mejores hombres para que la vigilen a ella y a sir Amador desde las sombras.
El hombre asintió y salió del cuarto. La reina se reclinó en el espaldar de su asiento y miró al techo cubierto de molduras, la preocupación hizo fruncir su ceño.
«Alpecia, Rex, ¿qué están haciendo?».
.
.
Una sombra, veloz como un gato, aprovechaba la noche para avanzar de forma subrepticia. Su objetivo: una ventana por donde se apreciaba una silueta femenina.
La jovencita se peinaba su largo cabello negro, alguien llamó a la puerta y fue a abrirla.
Quien quiera que fuera, su presencia pareció sorprenderle mucho, dio saltitos como si fuera una niña pequeña y tomó las manos del hombre.
«Carajo, esto no me lo esperaba, ¿qué demonios sigue haciendo Amador en el palacio?», pensó Rex, reculando de su idea de ingresar a la habitación de Tina por la ventana.
CONTINUARÁ...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro