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06

El emperador elfico duerme profundamente en su lecho, a unos metros de la cama tirado descuidadamente yace una copa de oro con joyas incrustadas, alrededor de esta hay vino regado. A varios metros del lugar, en unos aposentos privados una hermosa elfa contempla el reflejo de su cuerpo desnudo mientras sostiene el mismo frasco que el emperador sostenia hace algunas horas
—Con esto dejaras de molestar maldito bastardo. Murmura la mujer con rabiosa furia y una mirada tan fiera que compite con la de un dragón. Mientras tanto en los pasillos del inmenso castillo elfico una elfo joven de aspecto muy demacrado camina solitaria, su vestimenta de sirvienta indica su oficio.
Días después la guardia real interroga al personal y a la servidumbre —consideran el incidente como un paso para un elaborado plan para matar al emperador— mediante un proyector de pensamientos, hombres y mujeres que tienen la habilidad —de nacimiento o aprendieron a usarla— de proyectar los pensamientos de cualquiera excepto en si mismos en una imagen clara y nítida. La habilidad es usada desde hace miles de años por las fuerzas del orden para interrogar víctimas o sospechosos en la escena de un crimen, finalmente le llega el turno a la criada de aspecto demacrado. Un muchacho humano, apenas un adolescente, cubre sus manos con un vaho color púrpura pálido y las acerca a la cabeza de la muchacha, unos momentos después se desplegó a través de sus ojos la pantalla que muestra los recuerdos de la jóven.

Desde que nací la desgracia se ha vuelto mi sombra, ensucia todo lo remotamente bueno en mi vida; hizo que mi madre muriera por esa rara enfermedad hace trescientos años, cuando ella se fue le siguió mi padre. Crecí en una familia adoptiva muy amable pero de bajísimos recursos. El colmo de todo ocurrió hace un par de años, como forma de cobrarse todos los impuestos atrasados los esbirros de ese déspota y dictatorial emperador de mierda golpearon brutalmente a mis padres adoptivos y yo por miedo huí de ahí aterrada. Hace apenas seis meses conseguí empleo como sirvienta en el palacio de mi verdugo —"que irónico"—. El mes pasado una voz me susurro cuando estaba en mi habitación, me dijo "conozco una forma de terminar tu sufrimiento mi niña"
¿Que debo hacer? Pregunté tímida en un susurro apenas audible
El emperador acostumbra tomar unas copas de vino después de satisfacer sus deseos carnales, lo que tú harás es simple; vas a verter en su vino un potente somnifero y se lo llevarás para que lo beba, la sustancia tardará en hacer efecto pero una vez que funcione el maldito bastardo dormirá por días, tu aprovechas y buscarás en su aparador un frasco con un líquido dentro, dejas la escena y en tu dormitorio tomas un par de gotas de ese líquido.
¿Cuándo lo hago?
El último día del mes. Así me dijo la voz y así hice, solo que en lugar de tomar un par de gotas bebi un sorbo de ese brebaje.

—Hasta ahí llegan sus recuerdos capitán. Dijo el muchacho retirando suavemente sus manos mientras el vaho se desvanece con lentitud.
—¿Sabes que sustancia bebió y hace cuánto lo hizo? Pregunta un elfo cuyo uniforme denota que quien lo porta es al menos un grado superior a quien le habla.
—Un veneno según el alquimista pero tardará en saber cuál específicamente.
—Dile que me informe primero a mí el resultado, se le hará corte marcial si desobedece; y a usted también.
—¡Entendido señor! El joven se cuadro al mismo tiempo que hace un saludo militar. Unas horas después el alquimista cumple lo ordenado, el temor del elfo se hizo realidad al oir el parte del alquimista "aliento de parca", sus pensamientos fueron interrumpidos cuándo una sirvienta entra corriendo presa del pánico totalmente histérica, cuándo al fin ambos hombres pudieron calmarla la mujer solo dijo una oración
—La pobre muchacha, la demacrada, se suicidó. Mientras el personal del castillo y los guardias reales corren como hormigas alborotadas, encerrada en sus aposentos la emperatriz ha contemplado todo el día su cuerpo desnudo ante el espejo, de pronto ella escucha un gran alboroto del otro lado de sus puertas; ve el enorme reloj en su habitación y solo le dice a su reflejo.
—Al fin tu tormento terminó mi pequeña, rezaré por tu alma todos los días pues gracias a ti estoy un paso más cerca de librar al mundo de ese infeliz bastardo.

Mientras tanto en el castillo del duque de Zoloto hay un gran alboroto, en la entrada e incluso en la ciudad hay colocadas enormes pancartas "felicidades por su compromiso señorito César", rezan todas y cada una de ellas. Mientras César y Heiderose han salido de paseo todos los días del último mes aunque en la última semana Heiderose ha estado muy pensativa, en esa ocasión ambos tienen una cita en el mismo campo de flores de siempre, el semblante de ella refleja preocupación.
—Has estado muy callada y pensativa, ¿Te pasa algo rosita?
—Bueno esposo, se trata de mi mamá; ha estado muy angustiada, ha convocado a todos los alquimistas y herbolarios de nuestro condado pero nadie le ofrece una solución.
—Pero ¿Cuál es el problema?
—Su piel, últimamente afirma que la tiene más seca y no luce como cuando nació mi hermano mayor.
—Entiendo, mi mamá también tiene ese problema. Dijo pero entonces calló y se puso a pensar en algo.
—Tienes una idea ¿Verdad esposo mío?
—Me conoces bastante bien florecita, tienes razón ¿Vamos a mi casa para mostrarte mi idea? Ella solo asíntio y dejo que César la lleve en brazos como los recién casados llevan a sus esposas. César monto a su corcel, tomo las riendas y emprendieron el camino a casa a todo galope.

Cuando llegaron a la caballeriza César solo guío a su corcel a su establo, asegurándose antes de entrar al castillo que el animal tenga comida y agua frescas. En cuanto eso fue resuelto César llegó a su habitación con Heiderose aun entre sus brazos, la bajo con cuidado y solo camino hacia un baúl que está cerrado con enormes candados, César abre los candados usando unas llaves que saco de un compartimiento secreto oculto en el mismo baúl, al cuál solo puede accederse con una pequeña llave que César siempre lleva consigo. Una vez abierto el pesado baúl él le pide a su prometida que se acerque
—Esto quería mostrarte florecita.
—¿Que es eso mi príncipe?
—Un pequeño proyecto secreto en el que he trabajado desde hace tiempo. Al mismo tiempo César coloca en las manos de la jovencita un curioso recipiente tallado en madera, al agitarlo se escucha con claridad que adentro del mismo hay algún líquido. Él le indico a la muchacha como quitar el corcho que mantiene el contenido del envase dentro del mismo.
—Vierte un poco del contenido en el dorso de tu mano. Le indico con tranquilidad, la niña obedeció aunque no pudo resistir la curiosidad de oler la extraña sustancia
—Huele a lavanda. Exclamo la pequeña sorprendida.
—Me alegra que te guste el olor, bueno ahora moja las yemas de dos dedos en la mezcla y untala en la piel de tu brazo. Siguió ella las instrucciones, al cabo de unos minutos en los que Heiderose contemplo su brazo un poco temerosa de que empezará a sentir algún malestar, picazón o molestía de algún tipo; alegrándose de haber sido sus sospechas erróneas.
—Muy bien rosita ahora por favor acaricia la piel donde untaste la sustancia. La niña lo hizo y se sorprendió por la sensación tan suave que ahora tiene su piel, sin mencionar que al parecer está parece un poco más clara y cremosa.
—Sorprendente querido, se siente tan suave como la seda, ¿Dónde conseguiste esa sustancia príncipe?
—No lo divulgues por favor pero, yo la hice. Ella solo asíntio sin pedir más explicaciones, si tuviera Heiderose que explicar porque no dudo ni cuestionó lo dicho por César no sabría expresarlo en pocas palabras, aunque si hay una explicación: la niña heredó de su madre un sexto sentido que le permite saber de antemano si la persona con la que habla le está mintiendo, mientras ella contempla a su querido muchacho este parece observar la puerta de su dormitorio por unos momentos, de pronto exclama
—¡Sofi, gemelas dejen de espiar detrás de mi puerta! Cómo si se tratara de magia la puerta se abrió y entraron tres niñas de largas cabelleras rosadas pero peinadas y arregladas de distinta manera: Sofía Guadalupe la mayor lleva su cabellera en dos coletas; mientras que Aída prefiere llevar un fleco que cubra el lado izquierdo de su rostro y su larga cabellera queda suelta pero bien peinada; por último Aidé lleva un muy elaborado peinado, el cuál consiste en dividir su melena en seis hileras y cada hilera es trenzada cuidadosamente, como toque final se unen las ocho trenzas mediante un moño hecho con un adorable lazo color lila con rosas cosidas en hilo dorado. Caminan las tres juntas hasta quedar enfrente de César
—¿Llamaste hermanito? Preguntan las tres al unísono, tras explicar rápidamente el problema de Heiderose fue directo al porque las necesita.
—En pocas palabras necesito que ustedes le den esto a mamá. Entonces le extendió a las tres pequeñas un bote similar al que tiene Heiderose.
—¿Y por qué no le llevamos el que tiene ella? Pregunta Sofía.
—Si, me gusta más aquél. Exclaman las gemelas.
—Porque la de ella huele a flores, y a mamá le gusta el aroma cítrico; por eso les doy ese
—¡Ah! Exclaman las tres y se van ocupadas con sus juegos a entregar el regalo. Mientras tanto César lleva a su prometida hasta su casa a lomo de su corcel, César y hasta Reisender parecen contentos de llevar a la pequeña todos los días ida y vuelta, durante el viaje que fue inusualmente más lento, César le explica a su flor como deben usar su regalo tanto ella como su madre, cuando se despiden César le entrega un par más de botes de la crema a la niña y se despide.

A su regreso su madre quiso hablar con él en privado, lo cual hicieron en el cuarto del niño.
—Queria hablar contigo tesorito sobre un regalo que recibí de las niñas hace poco, dime hijo ¿Dónde aprendiste a hacer ese menjurje?
—Bueno mamá, el tutor de magia me enseñó lo básico y me dio un libro al respecto; he practicado en secreto desde entonces y lo que te regale es por mucho lo mejor que he hecho.
—Ya veo, estoy sorprendida ciertamente hijo; las niñas me dicen que a tu prometida también le diste un frasco similar.
—De hecho fue por ella que saque a la luz este proyecto.
—Ya veo, bueno lo que quería preguntarte es ¿Cómo recomiendas usarlo?
—Yo diría que después de bañarte mamá te apliques un poco en tu rostro, cuerpo y cabello; y repites el proceso cada dos días, los resultados te sorprenderán. La mujer ciertamente enmudeció por la grata sorpresa, en su mente ya pensó en hablar lo más pronto posible con Adelaida, la madre de su futura nuera
Al mismo tiempo que madre e hijo conversan, la madre de Heiderose se sorprende por los efectos del regalo de César. Sin saberlo ninguna de las dos ni acordarlo de antemano a la mañana siguiente ambas mujeres aplicaron una capa de la crema en todo su cuerpo y cabello justo después de bañarse. Horas después reciben innumerables cumplidos de sus invitadas en sus respectivas fiestas de té, en dichas reuniones conversan sobre nuevas modas, novelas que han leído, chismes de la nobleza nacional y extranjera y a veces presumen los logros de sus esposos e hijos, siendo está única ocasión la excepción pues fue inevitable para las aburridas mujeres no notar que sus respectivas anfitrionas lucen un cabello y piel más brillantes, humectados, en una palabra lograron revertir el reloj del envejecimiento. Tres días después Miroslava desciende de su carruaje y contempla el castillo del conde Rubí, más pequeño que el suyo desde luego; apenas la mujer da un par de pasos cuando aparece Adelaida la persona a la que venía a ver.
—Duquesa Miroslava, es un honor recibirla en mi humilde morada. Dice la mujer haciendo una elegante reverencia, al igual que las criadas que la escoltan
—Tú siempre sabes endulzar los oídos ajenos querida Adelaida, iré al grano si no te molesta.
—Desde luego que no ilustrísima.
—Hace unos días mi primogénito, el esposo de tu hija menor te envio un regalo con la pequeña y quiero hablar contigo al respecto. Adelaida se sorprendió por aquello, es cierto que ese menjurje tuvo un efecto maravilloso y se volvió la envidia de sus damas.
—Agradezco humildemente el excelentísimo regalo de vuestra excelencia. La mujer dijo haciendo reverencia pero cubriendo su boca con el abanico que porta con delicadeza su mano envuelta en un vistoso guante de encaje.
—Agradezco el gesto querida, en fin solo quería pedirte que digas que es un regalo de mi hijo, mucho cuidado con adjudicarte el mérito de crear esa maravilla.
—Entendido excelencia, ¿Honraría mi mesa acompañándonos a degustar unos canapes a mi y a mis damas?
—Suena tentador ¿Cuál es el menú?
—En su honor prepararé té de hojas cítricas y para picar quelites capeados sobre trozos de tortillas tostadas en mis hornos de pan.
—Suena exquisito, me uno. La mujer Adelaida no cabe en si de felicidad, luce espectacular y como bono la segunda mujer más importante del reino acepto su invitación a su pequeña tertulia. Ambas consuegras presumen encantadas la buena relación entre sus hijos, seguro augurio de un matrimonio feliz y de una abundante prole.

Unos días después de estos eventos, Vladímir regresó finalmente de otro en apariencia, interminable viaje a la capital del reino; en esta ocasión por desgracia el hombre no vuelve a casa con buenas nuevas, al parecer los vientos de guerra solo se tranquilizaron algunos años solo para volver a soplar con mayor ahínco que antes, además la amenaza de una conspiración volvió a susurrar ponzoñosos venenos en los oidos de los nobles de los cinco reinos humanos. Tristemente todo aquello conduce a una sola inevitable conclusión. El supuesto héroe que ahora posee la espada milenaria debe presentarse ante los cinco reyes. La noticia cayó como balde de agua helada a la pequeña Heiderose, y provocó un ataque de histeria a las cuatro mujeres de la familia de César; a tal punto que Miroslava está dispuesta a atacar a los nobles del continente con tal de que dejen en paz a su pequeño.

Tras días de discusión al fin Miroslava se calmó y despidió a su hijo con gruesas lágrimas cayendo de sus ojos azul profundo; despedida a la cual también asistieron sus hermanas y Heiderose, las cuales no estuvieron menos tristes que la matriarca; Heiderose incluso despidió a su esposo con un pequeño beso cerca de sus labios, a pesar de la enorme distancia hasta la capital real Vladímir es consciente de que el corcel rebelde que su hijo monta es muy veloz pero le pide por esta ocasión ir al mismo paso que su caballo. Cada momento del viaje fue un momento padre e hijo que ambos recordarán por el resto de su vida. César se sorprendió al saber de boca de su padre lo similares que son sus citas con Heiderose a las de sus padres
—¿Por qué mamá se alegró que Heiderose y yo nos llevemos tan bien papá?
—Bueno muchacho desde los trece héroes se promulgó una ley que establece que un matrimonio arreglado solo se consolidará si ambos cónyuges muestran llevarse bien, de lo contrario la boda se cancela.
—Suena algo tonta esa regla.
—Bueno muchacho no aparece en ningún libro ni tampoco lo canta ningún juglar pero antes de esa ley era muy común que en los matrimonios arreglados la mujer asesinará al marido solo para huir con la fortuna de ambas familias. César ciertamente se sorprendió ante ese nuevo dato, le sonó bastante similar a los relatos de su viejo mundo sobre mujeres psicópatas o aquellas que huyen con su amante.
—Puesto así les doy la razón a los héroes.
—Muchas vidas y fortunas se han salvado con esa ley.
—¿Que otras reglas hicieron los héroes?
—La más curiosa para mí es la que prohíbe insinuar la edad de una mujer, sobre todo si es tu esposa.
—¿Cómo se les ocurrió esa?
—Es una historia muy curiosa, de hecho nuestro ancestro, el primer duque de Zoloto atestiguó el incidente; te lo resumo en pocas palabras: un borracho insinuó que la bailarina de los héroes era una anciana y está lo golpeó duro y tupido. Y así padre e hijo charlaban durante el viaje, tuvieron la charla de hombre a hombre respecto al sexo y también hablaron de prostitución y el adulterio.

—¿Entonces papá me dices que todos los delitos se castigan con la muerte?
—Excepto el robo, y aún así es una posibilidad.
—¿Cómo es eso?
—Lo propusieron los trece héroes, consideraron que de poner un castigo demasiado blando todos los harían sin dudar; para que me entiendas supongamos que alguien se logra meter al castillo y roba algo, los guardias buscarán al culpable hasta debajo de las piedras y cuando lo atrapen usarán a un mago de pensamientos para urgar en su mente y hallar pruebas del delito, si encuentran pruebas en el lugar donde lo detuvieron lo condenan, le cortarán las manos y lo desnudarán antes de colocarle un collar de esclavitud, claro si la victima no quiere un esclavo existe la seguridad de ser condenado a morir.

Tras un par de semanas de viaje ameno padre e hijo llegaron a la ciudad de Platina, capital del reino de Krasivaya Natsiya. Antes de ir ante el rey se detuvieron en un restaurante para comer algo, dentro del lugar un noble menor intento comprarle a César su caballo pues según este es un ejemplar magnífico y veloz, obviamente César se negó pero ante la necia insistencia del noble hizo una apuesta con el inconsciente tonto, el hombre se monta en Reisender y si el animal no lo derriba de su lomo con gusto negocia un precio, de lo contrario se retira en paz. Obviamente paso lo segundo pero el hombre no se lo tomo nada bien y juro que se las pagaría el chico. Después de comer y descansar un rato el dúo padre e hijo fue directo al castillo del rey, fueron llevados a través de varios corredores hasta un gran salón donde había varias personas sentadas en una hielera de mesas acomodadas de modo que forman un inmenso círculo, el duque de Zoloto y su heredero caminaron hasta el centro del salón, dónde César desenvaino su espada y con voz firme y fuerte habló
—¡Señores, soy César y les presento mi espada, la hoja milenaria! Mientras habla César toma la espada y la acomoda sobre sus manos, casi pareciendo que la ofrece a los presentes. Por varios momentos el salón estuvo en un silencio tan absoluto que se podía escuchar a los presentes respirar.

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