Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Los extraños no muertos

Deep Space Isekai

Capítulo 3: Los extraños no muertos

.

Buscaron a conciencia, pero no lograron dilucidar el misterio respecto a los habitantes de la mazmorra.

—Para ser un vestidor de las barracas, me parece muy escaso lo que encontramos; ni ropa ni anotaciones, nada —dijo Rolav frunciendo el ceño, molesto por el tiempo desperdiciado en la tarea inútil de revisar cada esquina del lugar.

—Al menos averiguamos que la magia en este lugar es de tipo mecánico —dijo Acigol, quien miraba las luces fluorescentes, se acostumbró, lo mismo que los demás a la fuerte brillantez de la iluminación interior—. Miren, presionando esta especie de palanca de presión, se ilumina el cuarto; me recuerda a las puertas del templo de la pitonisa de Slavar, solo se necesita que el peso de tu cuerpo active un mecanismo que funciona a base de agua para que parezca que las dobles puertas de mármol se abran por intervención de los dioses, me quito el sombrero ante su ingenio.

—Lo que usted dice es blasfemia, tenga mucho cuidado en expresarse de manera tan favorable hacia esos paganos.

—Solo quise hacer notar cómo un mecanismo parece estar detrás de lo que la mayoría considera milagros. ¿Puede decirme, inquisidor, la naturaleza de la luz?

—Es obvio que es un hechizo de luz continua, maestro Acigol.

—Nunca vi un hechizo de luz continua tan fuerte aplicado a un objeto y que se pueda activar y desactivar pulsando una palanca de presión —dijo Dadeip.

—Quienes hicieron esto son muy inteligentes, más listos que los ingenieros de la teocracia —dijo Rolav con lo que Edraboc se sintió insultado.

—Salvajes competentes, eso es lo que son los que diseñaron este absurdo truco de iluminación, solo eso.

—No creo que ningún salvaje pudiera erigir cuartos con todas las paredes, techo y piso hechos de metal. Me recuerda a la Cámara del Juicio, allí los postulantes a ser los magisters de las escuelas de magia, se enfrentan en duelos mágicos; las paredes deben estar reforzadas con oricalcum, caso contrario, las fuerzas mágicas desatadas en la lucha pueden afectar el exterior y dañar a los jueces que usan las mirillas mágicas.

—Pero este es solo simple metal, no tiene propiedades mágicas o de anulación de estas —señaló la sanadora.

—Eso es lo que me intriga, mucho metal para no tener un uso en específico —dijo Acigol, bajando la mirada para concentrarse en los enigmas que observaba.

—Pues yo creo que estamos en una mazmorra, algunos amigos de mi regimiento han luchado en algunas, me contaron que no todas tienen por piedra los corredores. En el bosque de Drosia, hay una cuyas paredes están formadas de pura madera.

—Los salvajes que viven aquí deben ser servidores de elementales de hierro.

—Tal vez así sea, inquisidor. No sacaremos nada más si permanecemos aquí, lo mejor será buscar una salida de este desierto con forma de laberinto.

—¿Cree que la mazmorra esté desierta?

—No encontramos ningún monstruo, así que es lo más probable, Dadeip.

—No se confíen, como soldado que soy, les aseguro esto: ningún día es rutinario, quienes creen eso son estúpidos y acaban muertos.

Ante las palabras del joven Capitán, la sacerdotisa puso una cara de pena.

—¡Pero eso no nos pasará a nosotros! ¡La sanadora Dadeip es muy lista, es alguien que no se dejaría sorprender, digo, no es una tonta!

—Muchacho, te estás hundiendo en arenas movedizas tú solito, mejor calla —dijo el anciano y la jovencita disimuló una risa y vio de reojo al soldado que estaba ruborizado. Edraboc agrió el rostro.

Sabiendo reconocer los interruptores de luz, iluminaron los corredores y cuartos que exploraron en ese complejo inmenso. Vieron muchas maravillas las cuales no supieron reconocer o dar una evaluación que diera más luz sobre su naturaleza y propósito.

El brazo puesto en horizontal del soldado, les advirtió a todos que deberían detener la marcha y guardar silencio.

—¿Qué sucede?

—Escucho gemidos más adelante.

Edraboc afinó su sentido del oído y también percibió los sonidos. Asistió a tantas sesiones de tortura que reconoció que esos lejanos gemidos no eran de dolor, pero sus fosas nasales le trajeron un hedor muy familiar: carne en putrefacción y el aroma inconfundible de la sangre y el pus.

—¿Escucha algo? —preguntó Dadeip al mago.

—Parecieran ser los lamentos de almas en pena, similares a los de una banshee en su infernal contemplación interior. ¿Qué sugiere que hagamos, capitán?

—¿Por qué le pregunta a él? Sin un oficial de mayor rango, creo que soy yo quien debería ser el que decida qué hacer.

—Estamos en una situación muy comprometida y creo que usted tiene más experiencia siendo un siervo de Dios que un guerrero que sabe predicar más con su espada que con el potro vil.

—Mucho cuidado con sus palabras, el potro de ninguna manera ofende a Dios, es un santo instrumento para llevar la paz del señor a los corazones de los herejes.

—Curiosa paz que se expresa con gritos pidiendo piedad al torturador, perdón, quise decir, al interrogador.

Ambos hombres no desviaron la mirada mientras sentían como las venas de sus cuellos se hinchaban.

—¿Qué haremos? —la justa pregunta de la sanadora hizo entrar en razón a los hombres. Edraboc levantó los hombros y clavó su mirada con ceño fruncido en la pared metálica, mientras que el mago y la jovencita vieron atentos al Capitán.

—Bueno, no es aconsejable ir directo al peligro, pero creo que debemos ir y atacar a esos monstruos, así sabremos más de este lugar.

—No es necesario atacarles; las banshees no atacan a menos que uno las ataque, solo, solo acerquémonos para ver de qué monstruo se trata, yo, creo que es lo que debemos hacer, creo.

El joven caballero y el anciano cruzaron miradas.

—Insisto en lo que dije. —Rolav se vio un tanto apenado por darle la contraria a Dadeip.

—Creo que podría ayudar. Consideré imprudente gastar energía mágica, pero es menester saber la identidad de las amenazas que se nos presentan en frente.

Acigol lanzó su vaho a sus palmas frías y luego recitó un breve conjuro. Una tenue luz se materializó a la altura de su pecho, esta descendió hasta posarse sobre el impoluto suelo.

—Como que vinimos prestos a una batalla, nuestras botas no son aptas para caminar sin producir sonido que llame al eco, defecto que nos perjudicaría en acercarnos de forma subrepticia hacia nuestro objetivo.

—¿Qué es...?

Dadeip no pudo formular su pregunta, de la luz salió lo que pareció ser un gato traslúcido que se internó en el corredor en dirección a los sonidos más adelante.

—Un buscador, ¿por qué tiene esa forma? —preguntó Edraboc, interesado en buscar cualquier resquicio para acusar al anciano de herejía.

—Me pareció aburrido materializar un simple buscador esférico, este tiene la apariencia de Hiah, ya sabe, la fiel ayudante de Dios.

—El hada que llevó los frutos y el néctar a Dios padre, el séptimo día cuando nuestro señor decidió tomar un descanso de su obra.

—Bien dicho, Dadeip. Hiah también es conocida por velar del jardín primigenio de Dios.

—Capitán, guíenos como la haría su padre, el General.

El joven frunció el ceño ante las palabras venenosas del inquisidor y como los demás, esperó el retorno del buscador.

Aquel felino de luz regresó batiendo sus delicadas alas semejantes a los de una libélula gigante, volvió a convertirse en una esfera luminosa que flotó y fue tomada por el mago, quien puso un gesto de concentración.

—No muertos. —Fueron las palabras que rompieron el tenso silencio.

El joven y el anciano, afirmaron su agarre ya sea sobre el pomo de la espada o el báculo; la sanadora y el inquisidor, por otra parte, relajaron su agarre sobre el báculo y el bastón de mando del Santo Oficio debido al temblor de los dedos.

—¿No muertos? ¿Qué vamos a hacer?

—Tranquila, mi amiga, son solo no muertos, podremos con esas cosas.

—Pero, ¿no dijiste que el que se tomaba las cosas como rutina acababa muerto?

Ante el recordatorio de la jovencita, Rolav se ruborizó y el mago no pudo evitar sonreír, pese a la apremiante situación.

—¡De todas maneras!, debemos ir a enfrentarnos con esas cosas.

—Tiene razón, capitán, quizás saquemos algo de luz que nos ayude a saber dónde estamos y cómo podremos salir sanos y salvos.

—Sabias palabras, maestro Acigol, ustedes deben derrotar a esas cosas, yo les esperaré aquí, rezando por su seguridad.

—No tenga miedo.

—Rolav tiene razón, no debe quedarse atrás, yo también iré y no solo ayudaré con mis hechizos de sanación, también voy a pelear.

—Pero, yo, no, no veo necesaria mi intervención.

—Te agradezco tu postura voluntariosa, pero deja que sea el capitán y mi persona, quienes estén al frente de la carga. Lo mismo va para usted.

Edraboc apretó los dientes con la esperanza de mostrar un gesto de disconformidad y amenaza, pero por dentro se moría de miedo.

Avanzaron sin activar los interruptores de luz, cuidando que el metal de sus botas no delatare su presencia.

—Allí están, veo sus siluetas, no son muchos. Dadeip, a mi señal, enciende la luz.

—Sí.

—¡Por el reino y por Dios padre! —gritó el soldado, añadiendo la última parte luego de ver de reojo al inquisidor, el enjuto hombre temblaba de pies a cabeza, no era tan valiente sin verse rodeado de su guardia personal de monjes fanáticos.

La luz iluminó a todo y a todos, el grupo detuvo su ataque un segundo ante la sorpresa de lo que vieron, tal indecisión hubiera sido fatal ante otro adversario, por fortuna, los cadáveres reanimados, dada su naturaleza, eran de reacciones lentas.

Se lanzaron maldiciones y mandobles con sus armas, un par lo hizo para dar más énfasis a sus golpes, el otro, para ocultar que les castañeaban los dientes. Dadeip estaba atenta ante cualquier eventualidad, lista para curar o ayudar en lo posible a sus compañeros.

—Te lo dije, Dadeip, no eran gran cosa.

—De todas formas... ¿Está bien, inquisidor?, se ve pálido.

—Acércate, muchacho, ¿dime qué opinas respecto a estos no muertos?

—Se ven bien feos, perdón. Nunca vi a no muertos con esta pinta, parecen, parecen...

—Una mezcla de autómatas y no muertos.

—Así es, ¿alguna vez viste algo como esto en tus largos años?

—Nunca, los nigromantes crean monstruos de pesadilla, pero nunca vi antes la amalgama de carne y mecanismos como estos. Solo escuché de algo semejante, pero es más algo relativo a las historias del mundo antiguo: las empusas.

—¿Qué es eso?

—¿Cómo no puedes saberlo? Por tu linaje, deberías haber recibido una educación clásica.

—Debí saltarme esa parte.

—No importa. Vinimos a resolver dudas y por el contrario obtuvimos más interrogantes.

Ambos cruzaron miradas, pero desviaron su atención hacia el sonido de vomito a sus espaldas.

—¡Descuide, enseguida le ayudo!

—No hay cura para la cobardía —le dijo el capitán a su amiga y el mago se sonrió para luego fruncir el ceño al volver su vista hacia los extraños zombis.

Rolav tuvo que esperar a que Acigol aclarara la mente y que Edraboc se limpiara la túnica; al cabo de un tiempo, llegaron a un corredor más amplio donde vieron un portento que les quitó el aliento.

—¡¿Por todos los demonios del infierno, dónde estamos?! —gritó el capitán, no se lo podía culpar, un enorme ventanal mostraba el espacio sideral.

CONTINUARÁ...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro