Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cuatro dentro de la conejera

Deep Space Isekai

Capítulo 2: Cuatro dentro de la conejera

.

Caminaba sola por las calles de Jedorson, un muchacho apuesto la vio de reojo y ella desvió la mirada. Enojándose por su timidez, fue a un puesto a pedir un vaso de leche, otro joven, más agraciado aún, discutía con el mercader porque no tenía dinero para pagar la leche consumida.

—Yo pagaré la leche —dijo, el apuesto mancebo le sonrió y entonces todo se tornó oscuro.

Por un segundo angustioso creyó que se había vuelto ciega, pero luego pudo ver las tímidas lucecitas pegadas en la pared.

Dolor, sintió dolor en todos sus huesos, incluso le dolió la musculatura del antebrazo superior y el hombro. Se levantó pese a que temió que se le rompería los huesos de la cadera y al erguirse sus ojos se aclimataron a ver en esa semioscuridad.

«¿Dónde estoy?». «¿Qué es te lugar?». Apretó sus dedos alrededor de su báculo de sacerdotisa, dio unas llamadas tímidas para saber si estaba sola, ni el eco se animó a contestarle.

Intrigada por las lucecitas, olvidó el sueño que tuvo y se aproximó a la pared desnuda.

«¿Qué es esto? Parece un hechizo de luz continua pero mal hecho y sobre varios puntos dispersos; nunca vi un efecto así, son luces multicolores, no creí que se podía hacer tal cosa».

Sus dedos acariciaron las lucecitas y comprobó que estaban encapsuladas en un elemento duro que no supo reconocer; también le impresionó la textura de la pared, suave y lisa, sin ninguna imperfección en su superficie.

—Metal.

«Es metal, ¿solo es esta pared o todo el lugar está hecho de metal? No, imposible, ¿quién haría algo tan absurdo?», pensó, pero comprobó que todo el recinto estaba hecho de pulido metal.

Dadeip volvió a tantear las paredes valiéndose de la palma de las manos enfundadas en guantes.

Dio golpecitos y empujó un poco cada tantos metros, en uno de esos intentos tuvo suerte y su peso activó un panel de presión. Lo que era una puerta se deslizó hacia arriba y Dadeip cayó de bruces al suelo.

Junto al dolor de sus brazos, producto de haber evitado que su nariz se estrelle en el piso, sintió por sus fosas nasales el inconfundible aroma de la sangre. Se levantó de inmediato y comprobó que sus manos y ropa que cubría sus antebrazos estaba manchada de sangre.

—¡Por nuestro señor, Dios! —gritó y se santiguó apretando primero sus labios y luego el parpado derecho y luego el izquierdo con su meñique.

Una vez pasada la sorpresa, pudo ver con más claridad el corredor donde se encontraba.

Un corredor de metal, pero su superficie presentaba acrecencias y ángulos cóncavos y convexos a distancias que no guardaban equidistancia unas de otras, aparte que algunas áreas vibraban, zumbaban o emitían calor.

—Hola, ¿hay alguien aquí?

«¿Qué es este lugar? ¿Es el cielo, el purgatorio o el infierno? ¿Será el limbo?».

Donde se encontraba la pared y el techo, a intervalos regulares, luces muy tenues mostraron el largo corredor y se animó a explorar las inmediaciones.

—Espejos —se dijo a sí misma y se aproximó a monitores empotrados en la pared metálica.

La superficie era muy pulida, pero debido a la escasa iluminación, apenas pudo distinguir las facciones de ese rostro redondo suyo.

«No está hecho de plata, ¿qué material podrá ser?».

Sus dedos cubiertos por guantes tocaron la superficie, no logró dilucidar algo de valor y continuó con su exploración.

El sonido de varias cosas cayendo le llamó la atención, le pareció al estruendo provocado por un bárbaro en una cristalería, pese al temor, apuró sus pasos a la fuente de lo que sonaba a una rabieta que falló en ser contenida.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda y más mierda! ¡¿Qué es este lugar?! No entiendo nada.

Rolav respiró agitado y dejó de flexionar la musculatura de sus brazos, solo permaneció firme el agarre sobre el mango de su espada. Sus ojos se desenfocaron de todo el destrozo que causó en un ambiente que parecía ser una especie de comedor.

—Capitan Rolav.

—¡Dadeip! —gritó el joven y fue corriendo hacia la sacerdotisa, la tomó de los hombros y la zarandeó—. ¡Dime qué es este lugar! ¡¿Acaso también moriste y vinimos al infierno?!

—Capitan, por favor, me hace daño.

—Perdón, yo, sí, este no puede ser el infierno, si la buena de Dadeip está aquí conmigo, este no puede ser el infierno, no puede, ¡no puede!

—Respire con calma, Capitán, no estamos muertos, pero no sé dónde estamos. ¿Qué es este sitio?

—No lo sé, me guié por mi nariz. Huele a comida, pero no veo nada.

—Parece el comedor de un Mansio, pero las mesas y sillas son de un menor tamaño y están a menor altura. ¿Mobiliario enano, tal vez?

—No lo creo, son hechas de un extraño metal, pero igual no se ven muy robustas, más parecen aptas para gnomos.

—¿Este lugar pertenece a los gnomos?

—No lo sé, nunca estuve en territorio de esa raza, pero no creo que sea de ellos.

—¿Qué son esas cosas? —preguntó la jovencita al ver colgadas del techo y por encima de la baja mesa unos raros elementos que se parecían a las entrañas de una abeja con su aguijón incorporado.

Rolav prefirió que fuera la fuerza de su brazo y su espada la que razonaran por él. Cortó la cosa colgante de un solo tajo y sobre la mesa impoluta cayó una masa que tenía la misma consistencia que la papilla para bebés.

—¿Qué se supone que es esto? Huele a comida, pero nunca vi una consistencia semejante. ¡¿Qué va a hacer, capitán?!

—Pues probar esta cosa a ver qué diablos es.

—Se ve asqueroso, ¿en serio va a probar eso?

—Dadeip, soy un soldado del rey, una vez tuve que beber agua pantanosa desde la bota de mi armadura, creo que puedo con esto.

El hombre hundió un dedo en la masa y luego la probó para ver de qué se trataba.

—Sabe a pollo, pero no tiene nada de sal.

—¿Crees que se meten esas cosas en la boca?

—Tal vez, eso explicaría la falta de cubiertos, pero sé que, en las tierras del sur, en el Desierto Majestuoso, la gente come tomando la comida gracias a hogazas muy delgadas de pan sin levadura, les llaman panfel, creo.

—No creo que resolvamos algo quedándonos en este lugar —dijo y junto al joven, salieron a explorar los corredores mal iluminados.

Estuvieron conjeturando acerca de lo que veían y preguntándose dónde estarían. El sonido de extraños timbres a la distancia les llamó la atención.

Al doblar una esquina y a poca distancia vieron una figura conocida.

—¡Maestro Acigol!

—Dadeip, capitán Rolav, veo que ustedes también fueron transportados a esta mazmorra de características bizarras.

—Es bueno verte, anciano.

—También es bueno verte, mozalbete; también a ti, Dadeip.

—Maestro, ¿sabe qué lugar es este?

—Pues miren, yo, con tantos pergaminos que me he leído, me siento más confundido que un goblin en una fiesta de gala de los elfos. El aire huele extraño, no es como otras mazmorras subterráneas en las que he estado.

—¿No puedes decirnos más cosas?

—Paciencia, mi joven expupilo. Este sitio tiene una extensión colosal, ya es una gran suerte que nos hayamos encontrado en vez de vagar sin rumbo fijo. Como iba diciendo, este sitio es enorme, por lo que concluyo que esta mazmorra es subterránea en vez de haber sido erigida en una torre. Tal vez ustedes puedan aportar más luz a este misterio.

—Maestro, iba explorando y me encontré con el Capitán en lo que parecía ser las dependencias de un comedor de un mansio.

—¿Un mansio? Entonces de seguro debe de haber cerca una caupona —dijo y el joven frunció el ceño.

—No es momento para tus chabacanerías, anciano.

—Tan impaciente como siempre. No requiero las atenciones de prostitutas, pero en esos lugares uno puede sacar información de esas mujeres o los malvivientes que suelen frecuentar esos lugares. Dime, Dadeip, ¿encontraron un baño de aguas termales?

—No, solo un extraño comedor.

—Entonces no era un mansio.

—Pues yo preferiría encontrar un mutatio, si seguimos andando acabaremos agotados, unos caballos nos vendrían muy bien.

—Pues como se ve el suelo, no creo que caballos u otras monturas pasen por estos corredores.

—Qué lástima, el capitán tiene razón, estoy cansada y quisiera escuchar el paso firme de un caballo o al menos su chacoloteo.

—Tranquila, podríamos tomar un breve descanso, no olvides que puedes tutearme.

—Gracias. ¿Escuchó timbres extraños en esta dirección? Nosotros seguimos esos sonidos y así fue como le encontramos.

—Debió tratarse de este extraño espejo negro, de él venían los timbres a los cuales te refieres.

—Me topé con estos raros espejos antes de encontrarme con Rolav, pero no emitieron ningún sonido.

—¿En serio? Qué curioso, a ver, toca este, querida niña.

Así lo hizo y como la otra vez, nada sucedió. El mago meditó y luego dijo:

—Quítate el guante y vuelve a tocar la superficie.

Del monitor salió un timbre curioso junto unas luces y signos que desaparecieron tan pronto como se materializaron en esa superficie similar al azabache pulido.

—Creo que nuestros ropajes interfieren de alguna manera con esta cosa —dijo más para sí mismo mientras miraba sus dedos y la palma de su mano callosa—. Descansen, yo me pondré diligente para resolver este curioso rompecabezas.

No se hicieron de rogar, se sentaron en el piso y apoyaron las espaldas en el muro de metal. Acigol se concentró, tanto, que incluso se quitó su sombrero raido de ala ancha y limpió con su mano el sudor de su calva.

—Como diría un enano: no entiendo nada de este mapa de galerías, pero creo que descubrí un patrón, me parece que si presiono esto...

La mala iluminación del techo dio paso libre a luces similares a focos fluorescentes cuya luz blanca barrió con toda sombra antes reinante.

—¡Es luz! —exclamó Rolav.

—Molesta luz, es demasiado fuerte —dijo el mago haciendo sombra con la palma de su mano, lo mismo que la sacerdotisa.

El soldado estaba de acuerdo, la luz de las velas y antorchas era gentil a comparación de esa luz extrema que no titilaba en ningún momento.

—¿Escucharon eso? —preguntó Rolav.

Anciano y jovencita pusieron atención y oyeron a lo lejos el sonido de un gemido y el de cosas caer.

—Vamos allá —dijo Rolav, y encabezó la carrera.

Llegaron a lo que parecía ser una clase de vestidores de una barraca de soldados. Los casilleros metálicos estaban abollados y algunos caídos en el piso.

—Allí, es —dijo Dadeip señalando con el dedo un casillero, el cual, tras su estrecha puerta, se escuchaba con perfecta claridad el pésimo intento de alguien de querer permanecer callado.

Rolav se acercó y abrió con cuidado la puerta.

—¡Muere, engendro del señor de los avernos! ¡No se llevarán mi vida ni mi alma! ¡Soy el servidor santo del cielo! —gritó un enajenado que blandió un puñal, impactando este sobre la armadura del joven y haciéndole caer de espaldas.

—¡Maldito seas, detente! —gritó Rolav y sujetó al hombre encapuchado, que no cesó en su ataque.

Un fuerte puñetazo, mandó al desconocido contra un casillero, el rostro del atacante dejó de estar embozado por las sombras.

—¡Inquisidor Edraboc! —exclamó Dadeip, llevando la palma de su mano a sus labios.

—Inquisidor, tranquilícese, ¿se encuentra bien?

—Yo, ¿quién? Acigol, ¿maestro Acigol?

—Así es, tranquilícese. ¿Cómo te encuentras, Rolav?

—Hijo de puta, me cortó el reverso de la mano.

—Déjame ver —dijo Dadeip y curó su mano con magia.

»Al menos la magia funciona en este lugar —dijo la jovencita con tono aliviado.

—Fue lo primero que comprobé al despertar en este lugar. Déjeme ayudarlo, inquisidor.

—Qué luz más molesta. ¿Sabe dónde estamos?

—Presumo en el interior de una gigantesca mazmorra en una locación desconocida. Despreocúpese, el dolor de rodillas me dice que no he muerto y asumo que lo mismo pasa con usted y el resto.

—Sí, tiene razón, no puedo estar muerto, no sin antes cumplir mi labor sagrada de purgar este mundo de herejes.

—No necesita disculparse, mi mano ya está bien —dijo Rolav con sarcasmo. Dadeip disimuló una risa.

—Bien, necesitamos tener el ánimo elevado para salir de esta conejera descomunal. Cuanto lo siento mi niña, permíteme —dijo el anciano y con su magia limpió de sangre las vestiduras de la sacerdotisa.

Rolav sugirió salir a explorar, pero el mago insistió revisar los casilleros para averiguar más de la naturaleza de quienes habitaban o habitaron ese complejo gigantesco y callado como una tumba. El misterio en el que se encontraban inmersos, parecía lejos de solucionarse.

CONTINUARÁ...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro