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Se escucha en la distancia pasos acelerados y ruedas chirriando por un largo pasillos. Gritos, súplicas y llanto tras la negación de enfermeros/as sin dejar avanzar a la parte profunda del pasillo.
—¡No me despedí! Mamá te amo!¡Mamá!—suplica una pequeña de diez años llorando.
La albina solo podía ver gente con tapaboca, otras lavándose las manos para entrar y con distanciamiento prudente y anormal de lo acostumbrado. El plantel médico con tapabocas, la gente con lo mismo, los niños habían pocos en el establecimiento hospitalario, se podían contar con las manos. Todo era horriblemente tétrico, llantos por seres queridos fallecidos, las máquinas de respiradores sonando miles de veces más.
«¿Qué es esto? Dónde estoy?»pensó Leongina al no conocer nada de lo que podía ver, todos estaban paranoicos con tocarse. Con estar siquiera cerca de las personas cuando tosía otra, por poco entraban en pánico y ansiedad.
—No puedo sentir el sabor ni oler nada, Rosana. No he estado muy bien estos días, estoy a punto de internarme. Me acaba de salir en la prueba que tengo el coronavirus…—se escucha una voz de un hombre de cuarenta y tantos, con lágrimas en los ojos, hablando por el celular, mientras su respiración parecía costarle a sus pulmones.
«Es la muerte, querida Yin. La muerte está afectando sus pulmones… Esto parece como la muestra pasiva del enojo del Dios Terra.»pensó Maxam tras la angustia de su amada platónica.
Leongina sentía las lágrimas caer por sus ojos, el aire quemaba sus pulmones, como si la contaminación en la tierra había empeorado más de lo que recordaba, muchas personas tenían distintos tipos de tapa boca, hasta protector de ojos. El oxígeno estaba contaminado con una infección respiratoria que estaba matando a los humanos, desde los más débiles en salud hasta los más ancianos, por eso el llanto de todos era más frecuente y más común.
Las habitaciones de cada lugar estaban llenas a tope, habían camillas en ciertos sectores de los pasillos donde no era crítico el paso de camillas hacia urgencias o terapia intensiva, todo era angustia, desesperación y tristeza. Todo era un caos que a Maxam no le estaba gustando nada.
«No puede pasar esto… no deseo éste desamparo del Dios Terra. Si es así todos perecerán antes de llegar a 2043. Sin viejos en la familia, no habrán cuentos que contar para las generaciones, sin gente con problemas de salud, no habrán personas que aprendan a valorar su salud.»consternada desee ayudar y sanar a quienes veían al cielo esperando una oportunidad mas de salvación entre lágrimas.
Quería intervenir, salvarlos, quería hacer algo por la salud del próximo pero solo traspasaba su mano. Ella no podía hacer nada por ellos, y nunca podría.
«Ellos sentenciaron su vida, querida Yin. No merecen nuestra intervención, ni podremos… si no los salvamos y no conseguimos el perdón… este fin es lo que les espera.»explicó Maxam sin poder mirarlos con pena. Mucha gente tenía un mundo por delante, pero la mayoría siguió sin preocuparse de la salud del ambiente en la Tierra, dejando esa tarea para quienes se especializan para ello.
Sin contar que eran pocos los que aprendían a salvar, cuidar y proteger el ambiente.
Tras cada pestañeo todo iba de mal en peor, no había una imagen que presentase la salvación de la vida humana. El momento en el que más le costó sobrellevar el pesar de su alma al observar, fue notar como brujas, hechiceras, todo ser sobrenatural que tenía la humanidad como bucle inicial moría por los mismos síntomas:
•. Fiebre, tos, cansancio.
•. Dificultad para respirar.
•. Escalofríos.
•. Dolor de garganta, cabeza, pecho.
•. Conjuntivitis.
•. Diarrea
•. Vómitos
•. Salpullido en manos y pies.
•. Dolores musculares.
Pudo leer aquella información en un panfleto pegado en la pared, y solo se quedó ida al ver la cantidad de muerte que aquella enfermedad mencionaba en la televisión:
"Estados Unidos está siendo la más afectada de entre todos los países. Ya se han registrado alrededor de más de 100 millones de casos y un millón de muertes por el Covid-19. Muchos especialistas estiman que si no encontramos la cura pronto o un anticuerpo que detenga esta situación crítica de salud, volveremos a la cuarentena y no sabremos hasta cuando será. Tal vez, sin darnos cuenta, se triplique la cantidad de pérdidas humanas por culpa de la pandemia a la que estamos siendo azotadas."termina diciendo la locutora en la TV.
Y con esa noticia el corazón de Leongina se estrujó dolorosamente al punto de exhalar tan fuerte que se atragantó despertando de la pesadilla conmocionada que había estado engullendo su alma.
—Por favor… respira con calma, Leona… por favor respira conmigo.—pide Bella con súplica, mirándola preocupada al verla toser con la garganta seca y esa sensación de opresión tan agobiada.
La albina al volver a recobrar los sentidos, y el momento presente, sintió un fuerte impulso de abrazar a su luna con necesidad. Una necesidad que no podía ser explicada en palabras, el caos que había visto del futuro no le había gustado para nada. Temía que se hiciera realidad y todo su esfuerzo en vida fuera en vano.
Intentó calmarse tras el aroma de su Luna, de sus palabras y seguir sus indicaciones. Tras una hora y media, pudo volver a estar medianamente bien, recobrando compostura. Bella quería saber acerca de su pesadilla, pero podía notar que la angustia y algo que no podía comprender no se lo permitían, sus labios no se abrían ni para comentar nada acerca del hecho. Solo le respondía con gestos corporales o besos necesitados, como si cada uno de ellos lo hicieran pisar tierra.
—¿Acaso es algo del cual no puedo o no debo saber?—pregunta Bella intentando investigar acerca de lo que la perturba.
Pero la albina solo le mira con una expresión que trata de calmar con la expresión compasiva y preocupada de su Luna, lleva su mano a acariciar la mejilla derecha, con dulzura y gratitud.
—Cariño. Muchas veces lo que yo sé no te incluirá el saber del conocimiento, por más que me aliviaría el corazón saber la opinión de otra persona. Pero ya tengo a Maxam como para saberlo sobrellevar, no te preocupes Bella. —contesta Leongina mientras se encorva para besarla en la frente dulcemente antes de levantarse de la cama.
Hace ya una semana que había sido la coronación de Bella, ya habían firmado los papeles que legalizaron dicho hecho. Su pueblo todas las mañanas en las que Bella dejaba la Casa del Alfa hacia las clases en Forks la saludaban con entusiasmo, cariño y otros solo la observaban. La mayoría admiraban la paz que traía a su alfa, sin embargo, un veinte por ciento de la población aún no digería dicho hecho, algunos aún decían chismes desagradables de lo que saldría de esa unión.
No todo en la vida del Alfa Hembra era bueno, ser hermafrodita no era del agrado de muchos, y menos que no tuviera un solo género. Bella había podido notar que los de rango alto y omega le tenían admiración, valoraban y por sobre todo respetaban; sin embargo, eran los más jóvenes o viejos anticuados quiénes decían malas palabras o dichos acerca de su Alfa.
—Estaré todo el día en mi despacho. Debo organizar todo, en unos meses haremos una fiesta para presentarte ante otros Alfas. Una cuestión es la coronación en la manada, y otra es públicamente en general para otras manadas. —comenta Leongina al salir del baño, con una toalla cubriendo su virilidad. El cabello largo y húmedo, y su torso desnudo hicieron que las mejillas de la Luna fueran sonrosadas.
—¿Es de esas fiestas que se baila…come?—pregunta Bella algo obnubilada por la belleza única de su Alfa.
—Algo similar a una gala benéfica. Donde se hace una presentación general de quién es mi luna, la madre de mis hijos. Bailamos un poco si, luego iremos a conocer a cada Alfa de manada aliada y al final, nos damos un banquete para disfrutar en armonía. No niego que a veces se arma un poco de drama pero eso es básicamente común.—contesta divagando un poco Leongina mientras busca su ropa formal-casual, aunque la toalla cae al suelo dejando sus nalgas perfectas a la vista de Bella quien a cada segundo se sentía más acalorada de no dejarla ir.— Sé que soy guapo, cariño pero por favor, ve a ducharte. Hoy tienes clases y pronto llegarán los exámenes.
Isabella se sobresalta al ser descubierta, abriendo y cerrando la boca como pez fuera del agua, torpemente se levanta de la cama, para ir agarrando todo lo necesario e ir dónde su Alfa ha mencionado. Se había olvidado que ya era jueves, la próxima semana comenzaban los exámenes y ya pronto le faltaría poco para estar en su último año en el Instituto.
Pronto debería ver qué carrera sería su profesión, la universidad y cómo lo haría. Forks prácticamente era un pueblo perdido en el mapa, y tampoco quería dejarlo para estudiar una carrera que no hubiera aquí.
Ese era un tema a pensar, bastante.
—Sisi… —contestó pasando por el lado de su albina.—Estas muy gruñona, sé que si nos dieramos un gusto de un rapidito estarías más relajada.
El Alfa gruñe por lo bajo ante el deseo que había emergido del instinto de Maxam, mezclarse con el suyo. Pero mordiéndose la lengua, tuvo que ignorar el deseo para terminar de vestirse.
—Tengo mucho papeleo mi querida Luna, recupere su libertad por el momento, que en cuanto me libere de todo ello. Vendré a pedir mi postre merecido.—admitió segura de ello, mientras dejó salir su deseo hambriento hacia la Luna.
Bella sin poder evitarlo, ya en el baño bajo la ducha, tras la contracción de placer que recorrió su cuerpo hasta su intimidad, soltó el jabón que tenía en sus manos y este cayó al suelo fuertemente. Quedando totalmente cohibida por la necesidad, que ahora podía saber que despertó en su Alfa.
«Puedo saciarme en la ducha.»contestó desafiante Bella, tras una sonrisa sinvergüenza al escuchar un gruñido bajo.
«Reza por los que tendrán contacto hoy con nosotros. La tensión sexual no es algo con lo cual jugar, pequeña Luna» expuso Maxam, mientras su tono era ronco. «Las obligaciones no se hacen solas»era el pensamiento firme y una mantra en Leona, para no ceder al encanto de su Luna que los estaba seduciendo con la idea de regresar a la ducha y reclamar la.
Pero si entraban, sabía que no iban a salir rápidamente y no podría hablar del asunto importante que había pausado bastante en hablar con el Alfa Saint.
Mientras tanto, Bella no parecía borrar su sonrisa divertida al verla tan responsable y luchando con sus instintos salvajes. Aunque bueno, ella estaba tocándose un poco, porque nadie en el Instituto la esperaba y nadie podría lidiar con ella si iba tensa y deseosa, al menos debía ir cómoda a la cárcel ya que las horas cátedras eran largas.
Tan solo esperaba que la noche fuera un festín para ambas. Lo estaba deseando
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