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〔 7O 〕

Al día siguiente.

Bella se había bañado y despertado temprano, al principio no se encontró con la presencia adormilada de su Leona. Sin embargo, al bajar las escaleras, la encontró devorando varios sándwiches de carne, aunque parecía restarle aún como tres. No desaprovechó el momento, agarró el cafe de la tetera, se sirvió un poco y tras ello, robó un sandwich del plato.

Levantando la mirada de la albina, que la miraba con las cejas alzadas, sorprendida por el desayuno que la castaña estaba apunto de consumir.

—¿Estás segura de consumir eso?—preguntó la albina, mientras se terminaba el último bocado de su sandwich para agarrar otro.

—Si, hoy debo tener fuerzas suficientes. Y ver como ponerme al tanto con los trabajos grupales. Los exámenes se acercan. —admite Bella despreocupada, sintiendo el sabor bendito a gloria al saborear el delicioso sandwich.— Esto está delicioso, ¿Lo has hecho tú, Leona?

Leongina sonríe un poco, mientras se relame las comisuras de los labios.

«Menos mal hoy no fue carne cruda, o la tendríamos vomitando»pensó aliviado Maxam.

«Deseabas que fuera cruda, pero presentía que ella iba a hacer algo como esto, algún día.»pensó victoriosa de su decisión final.

—Cumplido aceptado. En realidad eran 12 sandwiches, pero cómo has logrado ver sólo tres, pues sí, tenía hambre y no podía concebir la idea de despertarte, mi luna. —admitió sincera, mientras aquellos ojos celestes pálidos la observaban con plena dulzura.

—De igual modo he despertado, Leona. ¿Y papá?—pregunta Bella curiosa al ya no ver a su figura paterna por el lugar, no era común la ausencia a esta hora. Ni mucho menos se había despertado tarde.

Miró el reloj de la cocina que daban las 6:15 am. Faltaba poco para la hora de entrada pero tampoco era tan lejos la Institución de su hogar.

—A tu padre le avisaron de algunos avistamientos de osos en el área, Harry Clearwater lo acompaña, y digamos que salieron muy temprano.—contesta la abina mientras termina de comerse el segundo sandwich que sobraba.

—¿Osos? ¿Es acerca de las víctimas que han estado escuchando últimamente?—pregunta curiosa Bella.

—Así es, en parte, también debería haberlo acompañado, pero tengo ciertos problemas que solucionar con unos compañeros de la manada. Aún así, llegaré a tiempo para recogerte en la salida, mi luna. —despreocupada desliza el plato con el último sandwich sobrante hacia la castaña.—termina por mí, he llegado a mi tope.

Bella sonríe negando divertida ante lo dicho, y sin más acepta, estaba mas hambrienta que de costumbre. Y lo necesitaría para el día que se venía encima, lo presentía. Tras terminarse, escuchó a su Leona limpiar los cubiertos sucios, por lo que aprovechó para subir y terminar de lavarse los dientes, para luego equipar los útiles de ese día en su mochila, al igual que una tarea de Ángela le había pasado la noche anterior.

Bajó las escaleras, al igual de abrigarse correctamente. Encontrándose con Leongina esperándola, mientras tecleaba algo en su nokia.

—¿Lista?—pregunta Leongina, mirándola de reojo.

—Lista.

Y tras ello, el reloj ya dictaba las 6:45 de la mañana, tal vez no llegarían tan a tiempo, pero llegarían era lo de menos.

[...]

      Tras los minutos restantes, y la conducción atroz de la albina, habían podido llegar al Instituto sobre las 7:02 de la mañana, tampoco tan tarde. Por lo que, una vez Bella bajó del auto, Leongina la detuvo con una frase corta:

—¿Ni un beso y hasta luego?

Bella al escuchar esa frase, no pudo evitar que el sonrojo subiera a sus mejillas, se detuvo sobre el asiento y volvió a voltear.

—¿Q-quieres un beso?—tartamudea nerviosa, estando a metros de estar lejos de ella y en público.

«¡No sé, ella! Pero yo sí, mi pequeña luna, por favor.»suplicó Maxam, como si fuera un cachorro.

Bella pudo escuchar aquello y sin poder evitarlo percibió que su corazón latió frenético, sus manos sudaron, por lo que observó el pequeño rastro de color ámbar en aquellos ojos celestes casi grisáceos. No pudo evitar caer en complacer a su lobo, por lo que dejó un beso rápido en sus labios y huyó.

No era que le tuviera miedo, pero por algún motivo esos besos, le hacían sentir un cosquilleo en su estómago, uno que parecía no querer cesar hasta que esa mujer de cabellos blancos nunca más le permitiera escapar. Pero eso era la sensación que quedaba, era muy nuevo esto de expresar su cariño a una mujer, pero tampoco se sentía tan rara con estar haciéndolo.

Sin embargo, en cuanto dio unos pasos hacia el Instituto, Ángela se acercó mirando por encima de ella, y sonrió con tanta lealtad y felicidad que la hizo sentir extraña. Angela Weber parecía reaccionar así como si le fuera instintivo hablarle con respeto, cariño y admiración, como si fuera parte importante de una figura familiar.

Bella no había perdido tiempo para investigar esto, por lo que decidió aprovechar este pequeño tiempo en Instituto, no solo para ponerse al día en las clases antes de los exámenes sino que buscaría encontrar todas las informaciones que la joven a su lado podía ofrecerle, y con todo, se refería a  todo lo que confería esa lealtad ciega, y la historia del elegido, así para entender el mundo que parecía esconderse ante el ojo humano.

Por otro lado, la albina al ver como su luna escapada de sus brazos echa un caos por un beso que hasta los había dejado con las ganas de más, empezó a colocar en reversa la marcha del automóvil, casi por poco no llegó a escuchar el chisme de aquel día: "¿Escuchaste que a Cullen le dieron una paliza?", "¿Qué?", "Dicen que intentó meterse con una chica que ya estaba emparejada", "¡Oh, dios mío! ¿Y su cara que tal quedó?"

Los murmullos seguían y seguían. Pero había uno que fuertemente buscaba burlarse de aquellos chismes absurdos hacia el débil vampiro.

«Ja! ¿Que cara?, si ya quedó sin cabeza»se burla Maxam en el fuero interno con mucha honra.

«No te reñiré por algo que no puedo tener arrepentimiento alguno de haber apoyado, querido Maxam»correspondió su querida Yin.

Una risa barbarica y varonil reinó orgulloso por una hora de viaje. Hasta que Maxam tocó un tema justo al estar al pie del bosque de Forks.

«Por cierto, el tema de esos mocosos me hizo quedar pensativo. ¿Tu deseo es ser uno mismo, querida Yin?»pregunta Maxam, serio y sincero, como si lo estuviera sopesando.

Logrando que Leongina detuviera el andar del automóvil, quedando sin ganas de respirar pero no pudo evitar aspirar por oxígeno, y un fuero gruñido por lo bajo movió el ambiente. Mientras que en el reflejo del retrovisor del auto, se notaba la mirada del celeste pálido moverse turbio como la nevada tormentosa de invierno. Era sombría, distante y reflejaba molestia.

Mi deseo antes de volver a vivir, no era estar viva, Maxam. Déjate de idioteces, y concéntrate en la meta de hoy. —dijo frívola mientras se recompone del malestar, empezando a entrar con el automóvil tras un tupido tunel forjado por árboles, aunque los nudillos afianzados en el volante estaban blancos del coraje que aquello consumía a Leongina.

Maxam sabía que había tocado un profundo tema, pero quería saber si realmente era viable esa opción. Tarde o temprano debían realizarlo, pero sabían que no era algo bueno para ninguno de los dos. Ese futuro lejano, necesitaba de su fusión y ambos tenían terror al después de aquello.

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