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〔 75 〕

—¿Leona?

Bella había decidido preguntar primero por la actitud que había notado en relación a lo que vio cuando su albina se acercaba con el explorador-brujo.

—¿Si?

—¿Sigues molesta con algo o... Ya es tarde para responder mis dudas?—pregunta algo tímida.

La albina se queda mirándola expectante, casi sin palabras que decir o que hacer, no pensaba que alguien mas que su beta se diera cuenta del mínimo cambio de humor. Pero debía dejar de ser menos idiota, ella es su Luna, ella puede verla, ¡Claro que se iba a dar cuenta!

Suspira resignada, debía empezar a practicar tener una comunicación fluida con su Luna, o sino, nunca podrían entenderse al punto de no necesitar la concentración que Bella necesita para entrar en «clic»(comunicación por enlace Luna-Alfa y allegados a este). Se sienta en la orilla de la cama, con la espalda reclinada hacia atras, mientras que su luna se acomoda a su lado pero sentada en forma de indio.

—No tengo la capacidad actual de ser neutral con la parejita de amigos que tenemos, osea Luca y Yiara, realmente no estoy pasando por un buen momento emocional para mirarlos sin que me de ansiedad sus presiones en referencia a mis obligaciones. —admite de una manera, que busca darse a entender, siempre y cuando con su dichosa formalidad.

—Osea, que ahora no los aguantas ni en pintura. —afirma Bella en otras palabras— A mi tampoco me gusta que hayan dicho aquellas cosas, pero no soy quién para decir, si soy entrometida también. Pero creo, que les faltó sinceramente preguntar como te sentías al respecto, que dar por hecho que tus supuestas intenciones fueran huir de las obligaciones. Yo sé que eres centrada, te tomas tu tiempo y lo realizas de forma cautelosa y organizada. —comenta pensativa mientras toma una ligera libertad de recostar su cabeza en el regazo de Leongina—Si meten presión, la nieve volverá a explotar, como aquella vez en el parque después de navidad(con nieve artificial cubriendo el suelo cálido), en el que mamá te exigió dejar de gruñirle a ese tipo extraño del parque.

Leongina la admira con cariño, y de reflejo e instintivo le acaricia el cabello con dulce amor. Aquella mención de recuerdo la hace sentir molestia al visualizar en su mente al hombre.

—Tenía mis motivos, tu madre es muy despreocupada y las intenciones de ese hombre no eran buenas. No iba a permitir que te hicieran daño, es mi deber e instinto protegerte hasta el fin del mundo, y ese hombre... No se merecía la piedad de tu madre. —exhala el aire, tratando de aguantar la molestia en aquel hombre. Recordando que, al final ese estallido había logrado que el hombre se orinara; y por consiguiente, este perdiera interés en Bella. Era ese estallido o matarlo de raíz y realmente no era partidaria de matanzas hacia la especie humana.

—Sé que me cuidaste siempre, eras mi perrita protectora, mi guía y apoyo, aunque... ¿Cuáles eran esos motivos? Solo recuerdo que nos seguía con la mirada en todo momento en el parque de Phoenix, aunque recuerdo haberlo visto en el supermarket—dice Bella pensativa.

—Venía escuchando desde hace un tiempo que un hombre secuestraba niños en esa zona, por lo que, escuché bien los hechos y me cercioré de que fuera el mismo. Su aire no era nada bueno, era putrefacto como si estuviera contaminado o podrido. Con el estallido confirmé mis sospechas, y realmente si no me hubieras agarrado del collar, ensuciaba mis fauces con su asqueroso ser. Mis motivos eran cuidar a los niños de esa vecindad y para mi mala suerte, a ese hombre le interesaste—admite de manera molesta, recordar aquello le hacía hervir la sangre a tal punto que se sentía como un nativo Quileute. Por lo que resopla, y sonríe ante ese pensamiento, ella no era ni digna ni merecida de ser aquello.

—Vaya... —la voz era tan de sorpresa que Bella no tenía idea de esas cosas, al parecer era cierta la sensibilidad que los perros podían tener. Sentían mas que los humanos.— ¿Y esa sonrisa?—pregunta confundida ante el cambio de humor repentino.

—Nada, nada. Solo ha sido un pensamiento irónico. —niega tontamente la albina.

—Y no me lo quieres compartir. ¿Que tan absurdo fue? —pregunta Bella mirándola expectante.

—Hmp... Intentaré explicarlo. —dice Leongina mientras lleva sus brazos como soporte sobre el colchon e inclina su espalda hacia atrás.— al recordar aquello del hombre, pienso que me hace hervir la sangre a tal punto que se sintió como la de un nativo Quileute o cambiaformas común.

—¿Cómo los de la Reserva de Jake? ¿Cambiaformas común? ¿Porqué?—pregunta extrañada Bella.

Leongina ahoga un gruñido ante el nombre del mencionado, aquel mocoso no le caía nada bien.

—Ellos tienen un gen cambiaformas que hace su piel al tacto como si tuvieran siempre fiebre, basicamente su temperatura corporal está a +40°, están capacitados tanto como los lobos de nuestra manada a resistir el frío de Forks. —explica Leongina pensando en la temperatura normal y los conocimientos escritos en la biblioteca central de la manada.

—¿Y porqué no te incluyes a ti también? También sois un lobo. —pregunta Bella, extrañada con las cejas fruncidas.

Sin embargo, tras hacer la pregunta se siente preocupada de haber tocado una fibra sensible, ya que, los hombros de la albina se tensan un poco y los ojos de Leongina se cierran con pesadez, al igual que una mueca extraña aparece.

—Si no lo quieres decir, no lo digas. —replica enseguida, arrepentida Bella.

—No, no. Era momento de aclararte tus dudas, desde hace bastante tiempo. —niega ligeramente Leongina, mientras suelta un suspiro.— Desde que nací, siempre he sido distinto que todos, tengo comportamientos, aspectos físicos y carácter diferente al de todos los lobos comunes, o mejor dicho, cambiaformas u hombres lobos. En fin, yo no tengo temperatura corporal cálida, sino que es gélida, la relación está conectada a mi actitud benevolebte, fría y neutral, aunque también caótica debido a la inestabilidad general que soy ante la naturaleza sin cambios radiactivo. Soy hijo de la Tierra en su máximo esplendor de contaminación atmosférica como maltrato que el humano ha hecho en el suelo fértil donde viven. Soy quién debe aprender a entender los motivos por el cuál debería ser piadoso a los humanos en el momento mas cumbre de todos.—explica Leongina con un rictus serio.

—¿Por qué debes ser así con los humanos? ¿Cuál es la misión que te han obligado a acatar?—pregunta seria y preocupada al no entender.

—Porque en el futuro una gran pandemia y caos llegarán, los humanos serán exterminados por todos sus delitos sin consideración que han estado efectuado en la Tierra. Y no es una obligación como tal, es mi deber, porque es a mi también quien dañan con cada mala elección que dan, me contaminan, me demuestran no deben existir y deben reiniciar la existencia humana con mejores versiones. En su momento, decidiré lo que sea más conveniente. Actualmente busco ser neutral, parecer despreocupada para ver como todas las criaturas como personas actuan, se disculpan y mejoran en todo entorno sea directa o indirectamente que afecten a la salud ambiental. —responde Leongina su duda.

—¿Pandemia? Así como la fiebre española?—pregunta Bella preocupada.

—Peor. La muerte será inevitable. Deberé aprender a ver donde comenzó el caos para entender como solucionar y proporcionar una respuesta tanto para ayuda o destrucción del ser humano actual, o bien, para proteger a la humanidad del enojo de Dios Tierra y el consejo del Orden de la naturaleza.—comenta Leongina recordando todas aquellas pesadillas que desde sus cinco a 100 años ha padecido, sabiendose de memoria aquel caos que nadie debía saber o se causaría conmoción.

Bella se siente ahogada con aquel peso de realidad, sintiendo la necesidad de ir por agua, calmarse o moverse, se sentía muy inquieta con esa posibilidad dicha.

Por lo que Leongina, la espera en la cama, hasta que Bella vuelve con dos vasos de agua en cada mano, una se la ofrece al Alfa y otra ella se dedica a calmar la abrumada sensación de calor por tanta información escuchada. Tras unos minutos, ambas se beben el agua.

El tema se había vuelto muy tenso, tan agobiante de repente, por lo que Bella busca un cambio ligero de ambiente. Aun buscando saciar algunas lagunas propias en torno a su lobo Alfa.

—¿Qué diferencia hay entre los lobos de la manada Ginonix y los nativos Quileute? —era la pregunta que mas se hacía, según ella los dos bandos eran iguales pero había una diferencia extraña que los distanciaba.

—La diferencia es que en la manada Ginonix adoramos a la Madre Luna, aullamos en su honor cada luna Llena. Hacemos celebración de agradecimiento a nuestras parejas, y muchas otras celebraciones en gratitud por cada nivel de desarrollo en nuestras vidas. Hasta ahora, como Alfa solo he tenido dos celebraciones propias, cumpleaños y el Ascenso Alfa, el Beta Jonas ya ha tenido: la nominación a Beta, la celebración Bella Luna(para las parejas), la unión de promesa, y la celebración por el cachorro que viene en camino. —dice con tanto cariño, anhelo y orgullo el Alfa albino.

— Cuatro celebraciones. ¿Hay más?—pregunta interesada por el cambio de ánimo en su Leona.

—Unas cuántas más, si... Son costumbres. Y es parte de la familia desde hace bastante tiempo. —sonríe inocente encogiendo los hombros, sin culpa solo sintiendo nostalgia comica. —Mamá decía que éstas eran pocas, que de mi lado por ser el «Elegido» eran más de las que podía contar.

Bella traga saliva mientras toma con cuidado el agua, evitando atragantarse con ella. Era la primera vez que Leona hablaba de su madre, al igual que la notaba con una nostalgia feliz. Sin embargo, temía tocar algo doloroso si escarbara allí.

—Algún día cuéntame acerca de esos festejos que tienes por ser el «Elegido»—pide con sumo cuidado, pero tras dejar su vaso vacío en la mesita de noche y volver a sentarse casi en el medio de su cama con piernas cruzadas, se dispone a cambiar de tema—¿Y qué hacen los Quileute, que los hace tan diferentes en este aspecto?

Leongina sonríe ligeramente al ver, que su Luna no presiona, sintiendo una cálida sensación de hogar en su corazón, estremeciendose por consecuencia y mirándola con gratitud.
 
—Ellos... bueno, realmente no comprendo muy bien, su postura costumbrista y desconozco sus tradiciones más allá que su tatuaje de manada. Los Quileute se reunen a contar historias en una fogata, en esta hablan de sus antepasados y de cómo uno de los suyos despertó el gen cambiaformas por el deseo imperioso de proteger a su gente y esposa amada. Por lo que según lo que he observado durante varios años, es que hacen célebres a sus antepasados. —cuenta lo poco que los reservados Quileute han dejado conocer a ella de su cultura.

—¿Hay alguna diferencia de tamaño? Osea de sus lobos y eso. Tengo entendido que en la manada Ginonix tienen estatus como Alfa, Beta y Omega, pero... ¿Y ellos?—pregunta Bella.

—Los cambiaformas poseen un tamaño sobrenatural físicamente, mientras que en los hombres lobos nuestro tamaño varía por los status dentro de la manada: alfa, beta, omega y otros más. Podríamos ser iguales a los conocidos por el mundo, pero la manada Ginonix somos... Excéntricos. —explica Leongina buscando una palabra que no sea tan raro ni tan común.

—¿Cómo así? —pregunta Bella sin comprender.

—La manada Ginonix conformada por "licántropos" aquel término que muchos saben y creen que están aferradas a las películas de los humanos u otros conocimientos del mundo, utilizamos la forma mitad lobuna en momentos específicos para mantener a raya las miradas envidiosas o codiciosas de los seres humanos que quisieran tomar nuestros amplios terrenos. Generamos un "miedo" en ellos, osea que, si nos parecemos un poco a los de las películas pero para cubrir el mito, nuestros brujos y hechiceros nos protegen de posibles matanzas con proyectiles. —explica tomando una postura mas seria y sentandose también en la cama con las piernas cruzadas—Mi manada posee la habilidad telepática de manipular la situación en caso de que el humano amenace nuestra vida, y tienen totalmente prohibido utilizar para sus beneficios.

—¿Cómo saben si se mantienen a raya y cumplen con no romperlo?

—Urana, desde el comienzo de mandato de mis tatarabuelos hasta hoy día ha colocado un sello que no presenta evidencia de su existencia a ojos magicos y humanos, pero si que lo poseen, quién haga uso indebido de nuestra habilidad estando un Elegido al mandato se me notificará inmediatamente, Maxam resurgirá y dependiendo de la gravedad se aplica un castido irreversible. Quiénes han sobrevivido para contarlo, son los que mantienen a raya quienes tengan intenciones oscuras de uso.—dice mostrando sus manos frente a ella, pudiendose ver pequeños rashuños blanquecinos que nunca curaron completamente, estos rodeaban tres de sus dedos, teniendo en cada uno 6 argollas blanquecidas en total: 18.—Mis cicatrices aún se pueden contar, por lo que, con esto espero dejarte a entender que ni en mi manada existe la perfección de un Alfa absoluto que no tenga problema en que se haga respetar las leyes, normas o equilibrio propio fuera del círculo de mandato. El pueblo humano o no, siempre tiene sus momentos de rebelión, eso es parte del ciclo de la vida.

Bella miraba totalmente adolorida y hasta le dio un látigo de asco momentaneo al ver como cada argolla que no era ningun anillo hecho de otro material, si no que estabas sublimados o tal vez creados a fuego vivo en la piel de su Leona, se sintió muy conmovida y preocupada por el dolor de haber padecido el ardor en sus dedos, esperaba que hubieran sido uno por uno los agregados de las argollas, y no de una, porque estas se encontraban en la mano izquierda y como en estas semanas estuvo conviviendo con ella, se percató que es surda. Escribir habría sido un martirio con heridas abiertas.

—Tranquila, ya no duelen como en su momento, son cosas que no se pueden curar o evitar, borrar con ningún hechizo, debido a que es mi estigma y maldición por buscar realizar mi suicidio. —admite Leongina mientras se las toca rozando las argollas de sus dedos de la mano izquierda como si nada, cómo si fuera un precio a pagar.

Siendo así como ambas se mantuvieron hablando, hasta la hora de la cena, donde cenaron juntos con Charlie y compartieron calidad familiar comiendo pizza y coca cola. Mañana sería otro día, muy pronto su necesitado viaje.

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