〔 24 〕
Bella se encontraba mirando por la ventana, a la espera del regreso de su mejor amiga perruna, pero llegó la noche, ya había ocurrido dos días desde lo sucedido. Su padre tampoco parecía dar señales de vida de su mascota, se empezaba a sentir triste sin la compañía de su leona.
Bajo las escaleras del tercer día sin respuestas ni presencia de ella, ir a la escuela hablar con Edward no la hacía sentir mejor, no después de sentirse acosada por el cobrizo tras su aparición del momento en el callejón. Mientras que Luca, seguía a su lado, cuidándola y acechando al Cullen. No eran amigos ni nada por el estilo, solo que se hablaban cuando tenían que hacerlo en los trabajos, pero de allí a más solo se trataba de sobrevivir a la vida estudiantil, escuchar los cuchicheos de Jessica, y después los molestos cambios de humor que parecía tener Luca en esa semana, era como si estuviera inquieto y molesto todo el tiempo con toda la población femenina, menos con ella porque había descubierto que el señor Jonas miraba mal cuando parecía levantarle la voz en la calle de aquel día, justo después de clases. Se preguntaba que hacía él allí, pero después al ver que traía libros y se lo entregaba a la bibliotecaria, sus sospechas eran sin justificaciones. Era como si la cuidaran pero sin la presencia de su mascota y mejor amiga, era más doloroso, triste y melancólico.
Odiaba sentirse así, sabía que la había presionado, pero... «¿porque huir a tal grado?» pensó. «¿Porqué le había pedido perdón?» y por sobre todo. «¿porque Edward Cullen le parecía un chico demasiado insistente?». Realmente cada vez que se encontraba sola, él estaba cerca, inclusive su manzana había caído al suelo, y este ágilmente se lo había pasado, sin embargo, aquello sólo confirmó que los Cullen y principalmente el, Edward Cullen era raro. Al igual que Alice, quien en Artes la veía ida y luego la sonreía como si en algún momento fueran realmente buenas amigas.
—Luca.
—Digame.
—Ayudame a buscar a Leona.
—Pero si volverá, es una perra doméstica. Además ya pusimos carteles por tu insistencia.
—Pero no me siento cómoda. Iremos al pueblo, buscaremos por cada calle, no me siento cómoda aquí, ni en ningún lugar sin ella. —sentenció.
Sin embargo, una rubia a lo lejos rió ante aquello, la humana era cómica. Mientras que para Edward, aquello le molestó: «¿porqué ella parecía resistirse a su belleza sobrenatural?¿Porque no lo quería cerca?» pensamientos del cobrizo vampiro que tal vez no querría escuchar las respuestas. Manifestando un par de gruñidos, que enseguida pusieron alerta a Luca pero al verlo sufrido tan solo le sacó más de una sonrisa de orgullo. Su luna estaba creciendo cuerda y perfectamente para su alfa.
—Bien, bien. Ya me tienes. Iremos después de almorzar con tu padre.
—Pero...
—Sht. Iremos, tengo ganas de comer un pie de manzana. Y no me lo sacaras, aprovecha mi buen humor. —la silencia y sigue con su camino, hasta el auto, donde sube al copiloto, mientra que la contraria a regañiente va hacia el piloto.
—Eres un embustero.
—No, no. Se llama ser organizado.
—Te detesto.
–¡Oucht! Mi pobre corazón, querida luna. —finge dolor pero se carcajea limpiamente.
Siendo así, como ligeramente se calma el mal humor en el joven, y la castaña tan solo un momento se permite relajar, aunque sin dejar de pensar en ese dolor que cada vez pesa al respirar sin tener cerca a su leona.
[...]
Por otro lado, Elay se encontraba seduciendo a uno de los portamaletas para que se apresurara ligeramente. Habían llegado rápido a Forks, considerando el viaje de Alemania, Múnich hasta San Francisco, California (EEUU) que habían sido unas 12 horas, sin embargo, su querido alfa lo había torturado con la demora del papeleo y cuestiones para salir y dejar al mando breve del segundo beta Eric, mientras ambos no se encontraban en la manada, por lo que aquellos detalles casi lo ponen de nervios de no ser que cuando llegó despampanante, molestando a Eric con que su esposa Yunka lo llamaba de emergencia(cabe aclarar que la mujer le dio permiso para usarla de carnada, eran buenos amigos pero en estos momentos era una mujer casada y embarazada) por lo que, Eric no perdió tiempo y los dejó partir. El Alfa Rockefeller Saint, o también conocido como Rock Saint, lo miraba como si supiera de lo ocurrido pero por esta vez no le regañaría, tal vez.
En síntesis, fueron las 12 horas con 16 minutos más ansiosos, inquietos por ver a su querida schöne fiore-así la llamaba porque sabía cuánto amaba su hermosa albina el italiano y el alemán juntos.- sabía que hace ya cuatrocientos años que no la veía, sabía que no sería fácil que lo recibiera sin mínimo recibir un ataque, sabía que no haber estado para ella en esos momentos donde más lo necesitaba, sería algo difícil de remediar pero no imposible. El beta Jonas había dejado en claro que ya encontraron a la Luna, pero conociendo a su querida, esta no estaría cerca por el tema del celo. Aquello le preocupaba, que Leo estuviera lejos de todos en esas épocas era lo más estúpido de hacer, la soledad no era bien recibido, y si bien, había llegado para hacer arder troya.
—Elay, si no quedas por un momento callado, te juro que voy a silenciarte y dejarte solo en un punto donde no la puedas ver. —gruñó el señor de aspecto mayor con aquellas canas grisácea y barba. El Alfa Rock había hecho presente. Ahuyentando al pobre empleado.
—¡Joder Tío! Odio cuando me haces esto. Sabes que no es fácil estar tanto tiempo sin ella. Tu padre lo entendió, ¿por qué tu no? —gruñó traicionado.
—¿Ah? Chico, es puro escarmiento. Fue tu culpa, yo solo he estado haciendo el escarmiento que me fue encargado. A las mujeres es bueno cuidarlas de cerca no siendo cobardes, ¿Sabes? —dice con simpleza el Alfa mientras agarra las dos maletas sin problemas.
Elay se queda mirando por donde va su alfa, y luego su cabeza por unos minutos piensa en la contestación. Su piel se hiela al concluir en algo: ¡Ay mamita, Yin me está matando a la distancia, pero que mujer rencorosa! Su piel pálida se volvió, y sin dudar agarró sus cosas para luego correr detrás de su Alfa.
—¿Pero como...? ¿Ella cuando te habló? ¿Cómo ella supo...?
—No fue Yin. Ella no te haría daño, solo está decepcionada. Las mujeres se decepcionan con facilidad cuando los hombres eligen la libertad del momento por encima de sus momentos más tristeza por los cuales están pasando. Eras un chiquillo estúpido, la dejaste cuando no debías pero bueno, aquello me dejó en claro que Leongina, es rencorosa pero que siempre se sacrificaría porque los demás sean felices, recuerdo que solo dijo: "Haz que esté agotado y satisfecho de haberse ido. Pero si quiere volver, que vuelva crudo, no croe perdonarlo en menos de dos siglos, duele, lo comprendo pero se supone que es alguien especial, ¿Sabes? Si le gusta la libertad y no me quiere ver como soy ahora, supongo que no es tiempo para nosotros." así que, saca tus conclusiones. Odio decírtelo, pero fui mejor que tu siendo amigo de una alfa que tuvo un luto desgarrador. —dijo mientras intentaba sin suave pero no le salía. Rock no era conocido por ser suave cuando daba reprimendas.
El rostro de Elay se había descompuesto, y por un gran tiempo se quedó callado. Su rostro parecía estar pensando demasiado pero sus ojos expresaban arrepentimiento., al cumplir 100 comprendió que le faltaba la cercanía de su leona, empezó a aburrirse y empezar a coquetear, conoció su orientación real, sus padres no lo odiaban lo apoyaban pero todo seguía igual, ellos de viaje, el trabajando para el alfa y pues su vida había vuelto monótona. Mientras que el Alfa Rock suspiraba de alivio por al fin haberle dicho una parte de lo que la albina había dicho: "Es hora que sepa valorar cuanto me esfuerzo por no implorar cariño, no necesito suplicar... Siempre lo he hecho, pero me cansé. Ya no suplicare por algo que por gesto mínimo dentro de una amistad, relación o lo que sea me lo deben dar... Por que si, incondicionalmente. Y si no nace, es porque realmente no les importo y ya. Se que entiendes la soledad, pero nadie podría entender mi mundo aunque lo llorase. Solo otro igual lo entendería y ya han muerto". Las palabras de la Reina demostraban que su autoestima estaba mejorando pero que cada vez expresaba sin temor mostrar lo destruida que ya estaba por el mundo. Un mundo del cual debe salvar, según las leyendas.
Mientras que, esas dos horas después del viaje de San Francisco a Forks, fueron las más tranquilas, el chismoso rumor de que ya llegaron no tuvo tiempo de siquiera respirar tranquilidad. Era esto lo que ambos sabían que tenía sentido un refran: "pueblo chico, infierno grande",capaz debido a ello, el Alfa Hembra tenía que madurar desde joven, porque ya comenzaba con el primero de los infiernos. Solo que, ambos estaban cansados por el viaje, el jetlag era el culpable. Tenían sueño y lo único que harían ese día era alojarse en el hotel cercano al pueblo y luego probar suerte con encontrarse con la alfa.
El reencuentro lo tenía de nervios, y ganas a Elay. Quería abrazarla, pero ahora que era consciente de lo egoísta que había sido en quedarse y pelearse con sus padres por conseguir algo fijo en Múnich era, sin duda un dolor en los testículos. ¿Cómo la miraría a la cara sin largar a llorar y pedir perdón como un niño? Se suponía que ya había madurado, ya tenía 215, ella... 217 pero se sentía tan idiota y sin rumbo ahora cayendo en cuenta con todo lo que su alfa había revelado. ¿Cómo lo enfrentaría?
#¡Elay y el Alfa Rock han llegado a Forks! Yaaay, Bella se dirige al pueblo y si bien, el Alfa aún sigue en los calabozos. ¿Qué pasará cuando se encuentren en un punto X? ¿Ocurrirá el desmadre o el drama donde llorara Elay?
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