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|Capítulo 23|

Daniel

Avanzo junto a Daniela, estando bastante alejados de los demás nos detenemos, presiento que en esta conversación saldré afectado. Su rostro de preocupación que decía tener por Isabella, desapareció, ahora se mantiene serena e inexpresiva conmigo, mientras nos alejábamos, mi hermana me sujetaba del brazo con la suficiente fuerza como para provocar un ligero ardor cuando me libera.

Resisto la sensación, al menos eso me dolerá solo por algunos minutos.

—Vas a irte y convencer a Max para que también se vaya— ordena seria.

—Pero…

—¿Entendiste? — masculla.

—Sí —murmuro.

Antes que volvamos la detengo.

—Por favor, vámonos — suplico.

—No quiero abandonar a Isa.

—¿Por qué?

—Bien, ahora volvamos.

—Daniela…

No me permite seguir hablando, empieza a caminar en dirección a donde están los demás. Suspiro profundo y avanzo. Debo convencer a Maximiliano para que no se quede, desde antes de intentarlo, sé que voy a fracasar.

—Dani irá a casa a recibir nuestro castigo — anuncia Daniela, sujetando mi brazo, mas esta vez lo hace con cuidado.

—Te recordaré como un héroe — dice Maximiliano.

—¿Por qué no mejor vienes y eres un héroe conmigo? — bufo.

—No —niega con su cabeza —. Prefiero ser el héroe de Bella.

Me encojo de hombros, me introduzco en el túnel al lado de Alicia. No voy a insistir, si yo no me quedo al menos Maximiliano cuidará de Daniela.

—Adiós, Dani — se despide mi hermana mientras me obsequia una sonrisa.

Los niños rudos nos guían a través del túnel, el camino es silencio, cada paso que damos hace eco. En lo personal, es incómodo estar solo con ellos y Alicia, en especial con ella, no hemos hablado desde que me lastimé el brazo, tomé la decisión de alejarme, espero ser capaz de cumplir mi objetivo. Intentó conversar conmigo cuando nos encontramos en el bosque, pero los niños nos hallaron antes de que cediera y rompiera la promesa que me hice. 

Mi cuerpo se tensa en el instante que siento que alguien entrelaza su brazo con el mío. Miro de soslayo en medio de la oscuridad que se trata de Alicia, voy a poner distancia entre nosotros, mas cuando presiente mis intenciones se sujeta con mayor fuerza a mi bazo derecho.

—Dani — susurra —. ¿En serio vas a evitarme por siempre?

Creo que los niños nos están mirando. ¿Se atreverá a tener esta conversación frente a ellos? Sí, Alicia es capaz de hacer eso.

—Solo quiero preguntarte algo.

—¿Ahora? — cuestiono.

—Sí, ahora — afirma —. ¿Vas a alejarte de mí porque tú lo quieres o por Daniela?

No respondo, separo mi brazo del suyo y me alejo.

—Daniel, siento mucho haberme ido — prosigue —, pero no hagas esto solo porque te sientes culpable de la muerte de Miguel, hazlo porque así lo deseas.

—Así lo deseo.

Aunque no la vea, sé que ella sí me está viendo. ¿De verdad quiero alejarme? Espero que no me esté engañando yo mismo, tomé la decisión porque sentí que eso era lo correcto para mí, además de sentir que no merezco la oportunidad de ser feliz si Daniela no lo es, pero aún no olvido aquel día que Alicia se fue y rompió más mi corazón.

Siento la mirada Alicia y de los niños, es incómodo tener a ellos de espectadores en este momento, quiero ignorar esta sensación de molestia, de manera inconsciente pienso en el día que decidió terminar nuestra relación. Suelo divagar en mis recuerdos en situaciones similares, ahora el recuerdo cambia a cuando la conocí.

Lo recuerdo muy bien porque ese mismo día mis padres me castigaron por haberme ido de casa sin su permiso, en mi defensa, fue culpa de Maximiliano, él me empujó al camino del mal, aprovechó mi momento de enfado para convencerme de seguirlo, estaba enojado con Miguel porque me enteré que estaba saliendo con mi hermana.

Revisé mi teléfono y descubrí varias llamadas y mensajes de mis padres, ya habían descubierto que me había escapado, fue cuando me arrepentí y comprendí la estupidez que hice. Me había metido en problemas.

—Mejor regresemos — le pedí a mi primo —. No te delataré, pero en serio, ya quiero volver. Esto fue una mala idea, no sé en qué estaba pensando, además ya se me pasó el coraje.

—Solo tú te enfureces por descubrir que Daniela y Miguel son novios.

—No son novios, están saliendo —corregí —. Daniela solo tiene quince años para tener pareja.

—Tú también tienes quince, bobo —carcajeó.

—Pero yo no salgo con nadie.

—Porque eres un asocial amargado.

Bufé. Volví a insistirle a mi primo que volviéramos.

—Dani, mañana me voy — musita —. No sé cuándo regrese, tal vez lo haga cuando tengas veinte o treinta y seas más amargado y apático, probablemente yo siga siendo joven y apuesto pero…

—Maximiliano — lo interrumpí—, yo tampoco voy a envejecer.

—Es cierto…

Nos mantuvimos callados por varios minutos, quise terminar con ese silencio y suplicarle a Maximiliano que volviéramos, sin embargo, su mirada afligida hizo que conservara el silencio.

—Por favor… quiero olvidar un rato mis penas — musitó—. De verdad, no sé cuándo regrese, no sé si lo notaste, pero en estas fechas fue cuando me quitaron a mi papá… ¿puedes hacerme compañía, por favor?

Suspiré profundo y asentí. Maximiliano me llevó a lo profundo del bosque, estábamos bastante alejados de casa. Varios aromas llegaron a mis fosas nasales; alcohol, adolescente hormonales y más alcohol.

—¿Qué es esto? — pregunté.

—Una fiesta, ¿no es obvio?

—Ya lo sé —bufé—. Pero ¿por qué una fiesta en el bosque?¿Cómo sabías de esta fiesta? ¿Qué hay de los lobos?

—La fiesta termina antes de que sea el horario de caza.

Es lo único que respondió porque de inmediato se mezcló en la fiesta y me dejó olvidado. Suspiré profundo y me recordé que acepté venir porque Maximiliano se iba al día siguiente y aunque no lo exprese voy a extrañarlo. Me sentí incómodo en ese sitio, pensé que mi mejor opción era quedarme inerte en un lugar hasta que la fiesta terminara.

Estaba cumpliendo con mi plan, pero comencé a sentirme ansioso y sediento, así que me acerqué a la mesa que habían puesto para las bebidas, esperaba que no solo estuviesen consumiendo alcohol, sino también agua o refresco. Al acercarme, me percate que solo había alcohol, decidí tomar un vaso y suponer que era agua, además, no iba a ponerme ebrio con la cerveza.

Antes de dar el trago, sentí algo húmedo en mi vientre, miré e zona y descubrí que una chica me había tirado su bebida encima. La chica comenzó a reírse y disculparse.

—Perdón, creo que ya estoy demasiado ebria — carcajeó.

La observé detenidamente, lo que llamó mi atención fueron sus ojos rojos.

—¿Por qué me tiraste la bebida?

—Ya dije que fue un accidente y estoy ebria, no fue mi intención.

—Lo vampiros no se pueden embriagar— refuté —, y eres mala actuando.

La chica me miró seria durante unos segundos.

—¿Eres humano?

—Licántropo — corregí.

Chasqueó la lengua y se retiró, dejándome solo. Entonces, escuché la carcajada de alguien, giré mi atención a donde provenía esa risa, fue cuando vi a otra chica de ojos rojos, por la manera en la que se reía, o más bien, se burlaba, supuse que había presenciado todo.

—¿Qué tanto escuchaste? — indagué.

—Todo —dijo —. Te confundió con un humano, tal vez te quería como cena.

—¿Hay humanos en esta fiesta?

—No lo creo… ya los hubiese olfateado.

¿Entonces por qué esa chica pensó que era humano?

Me señaló el vientre, confuso miré que mi playera estaba húmeda, pero también lo estaba mi pantalón.

«Genial, me hubiera quedado en una esquina».

En resumen, la chica se acercó, se burló un poco más de mí y me dijo que su nombre es Alicia. Después de conversar un rato y agradarnos, compartimos nuestros números. El cielo se volvió ocaso, era tiempo de regresar antes de que los lobos y vampiros salieran a cazar, fui a buscar a mi primo para volver a casa.

—No querías venir y has conseguido el numero de una chica — dijo.

—Sigo enfadado de que me abandonaras — increpé —. ¿Te sientes mejor? ¿Olvidaste tus penas?

—Sí, y sabes, Dani, no importa que me vaya porque seguiremos en contacto, nos llamaremos y escribiremos — asentí como respuesta —. Me agrada estar aquí, haré lo posible para volver pronto, así que no me extrañes mucho.

Tardó tres años en cumplir su palabra, pero lo hizo y eso fue lo importante para mí, porque aunque el no lo haya mencionado, sé que debió enterarse del accidente de Miguel, tal vez fueron mis padres quienes le informaron y supongo que otro motivo para acelerar su visita a Dédfer, fue por mí y Daniela.

—No te creo — masculla Alicia, sacándome de mis recuerdos—. ¿Tan rápido se terminó tu amor por mí?

—Me pregunto lo mismo sobre ti.

Para mí Alicia era bastante admirable, más bien, lo sigue siendo porque desde que comenzamos a conocernos descubrí nuevos sentimientos y sensación que desconocía, y debido a mi nula experiencia en las relaciones amorosas, ella me hacía sentir cosas extrañas pero a la vez agradables. Como buen adolescentes iluso e inmaduro, me ilusioné bastante, es decir, cuando solo teníamos un mes de ser pareja, ya estaba imaginando nuestro inexistente futuro.

Podíamos conversar de cualquier tema, me llegó a contar algunos datos sobre sus padre, a ella no le gustaba hablar de ellos. Incluso me contaba sobre cómo cazaba para alimentarse y sus habilidades con algunas armas. Yo era un licántropo que aún no se transformaba, para mí era sensacional escuchar como capturaba a sus presas, fue entonces que descubrí que me gustaban las chicas rudas, al menos para mí, Alicia lo es.

Que ella se marchara en el momento que necesitaba de alguien que me apoyara, que me escuchara fue muy aflictivo para mí.

La noche que Miguel murió fue bastante doloroso, ese día perdí a mi mejor amigo, la persona que más confiaba. Ahora estoy volviendo a recordar aquel infausto momento.

Ese día y los anteriores había sido lluvioso, Miguel venía de la ciudad a visitar a mi hermana y pasar unos días con mi familia. Las padres de Miguel se mudaron del pueblo hace meses, por ende mi amigo venía algunas veces a hacernos visita, especialmente a Daniela. Para que Miguel no se complicara en buscar un taxi que lo trajera hasta el pueblo, opte en ir por él en la motocicleta que tenía.

—Vas a matarme, Dani — bromeó, acomodando su mochila con equipaje en medio de nosotros.

—No pasamos del suelo — le seguí la broma.

Miguel sube a la motocicleta, acto seguido se coloca el casco de protección.

—Date prisa, no quiero que se nos atraviese un lobo por el camino — musitó.

—Descuida, faltan dos horas para que sea el horario.

—Entonces hay tiempo para saludar a tus padres, después Daniela me dará una cálida bienvenida — carcajeó.

Lo último que dijo causó que lo mirara con el entrecejo fruncido.

—La próxima vez te lanzaré a las bestias yo mismo — amenacé.

Lo escuché carcajear nuevamente, esa fue la última risa que oí de él. Emprendemos nuestro viaje a casa, todo iba bien, sin embargo, cuando nos aproximábamos al pueblo, en una curva de la carretera, justo en una curva, tres mapaches estaban cruzando la calle.

Intenté esquivarlos. Intenté frenar.

Desconozco lo que ocurrió, cuando reaccioné todo estaba oscuro, me dolía la cabeza, la espalda, todo el cuerpo. Recordé que Miguel estaba conmigo, traté de levantarme del suelo, pero mi cuerpo no soportó ponerse de pie. Mi angustia aumentó cuando el aroma de Miguel llegó a mis fosas nasales, fui deslizándome entre la tierra y las hojas, guiándome por mi olfato.

Cuando estuve a un metro de distancia, vi el cuerpo de mi amigo que yacía en el suelo boca abajo. Detecté otro aroma; sangre, y no me pertenecía a mí. Estuve estático, observando a Miguel.

Me he quedado con esa imagen, cada noche soñaba con ese momento donde encontraba su cuerpo inerte. Después me enteré que Miguel no fue el único que murió esa noche, el grupo de mapaches también lo hicieron.

Me mantuve aislado, ni siquiera quise ir a su entierro porque sus padres estarían ahí, no tendría el valor para mirarlos a los ojos y no sentir la culpa carcomiéndome, no tenía nada que hacer allí, yo fui el responsable del accidente. Mi relación con Daniela cambió drásticamente, me recriminaba por lo sucedido, a pesar de que mis padres me recordaban que todo fue un accidente y no había sido culpa de nadie, era inevitable no sentirme alicaído.

A partir de ese momento me agradaba ir al río, me daba la sensación de alejarme de todos y por breves segundos olvidaba mi tristeza. Mi ruptura con Alicia fue lo que terminó por destrozarme.

—Te han dicho que no es tu culpa, Dani — dijo exasperada —. ¿Vas a superarlo algún día?

—Deberías entenderme.

—Por supuesto que lo hago, pero ser vampiro implica vivir muchísimo años y ver morir a amigos.

Mejor me mantuve en silencio, me concentré en mirar el río y sentir el viento en mi rostro, no deseaba discutir con Alicia, pensé que ella me comprendería, en cambio, también se estaba enfadando de mí.

—Daniel… — murmuró —. Lo he pensando en estos días y creo que deberíamos darnos un tiempo.

Giré mi rostro para verla, su mirada se mantenía también en el río.

—¿Un tiempo? — titubeé —. ¿Por qué?

Suspiró disgustada. Sentía que me estaban apuñalando, ¿me había vuelto insoportable? Supongo que sí.

—Lo siento, sé que puedo ser insoportable, perdón — lamenté.

—Tú en estos momentos estás mal y es mejor que nos demos un tiempo hasta que lo superes. Tal vez después, podamos volver a estar juntos— se levantó de la orilla del precipicio —. Adiós, Daniel.

Me apresuré a ponerme de pie, corrí detrás de ella hasta alcanzarla.

—¡No! Alicia, por favor, no me dejes — supliqué —. Prometo que voy a cambiar.

—Ya no eres el mismo, ya no sonríes, ya no te diviertes, todo lo especial en ti desapareció — refunfuñó.

—¡Bien! — exclamé enfadado y dolido—. Si te vas, no se te ocurra regresar.

—Lo lamento — susurró.

Desapareció de mi vista y de mi vida. La busqué los próximos días pero se había ido del pueblo.

Daniela me detesta, me desprecia por haber matado a la persona que más amaba en el mundo, sentí que merecía este sufriendo y ruptura con Alicia. Los meses pasaron y mi hermana se transformó, lo primero que me dijo cuando la transformación se completó fue que era demasiado tarde para “marcar” a Miguel.

Daniela nunca olvidaba recordarme lo mucho que me despreciaba, había momentos donde sentía que quizás seguía existiendo un escaso cariño hacia mí que no merecía, como aquél día que Alicia regresó.

—¿Vas a volver con ella? — cuestiona entrando sin permiso a mi habitación, se acercó a la cama y se recostó a mi lado.

—No.

—¿Por qué? — miró fijamente el techo —. ¿Ya no la quieres?

Me mantuve callado y el silencio se presentó los próximos minutos.

¿Sabías que Isabella es hija de los Anderson? — preguntó, terminando con el silencio que nos invadió.

—Lo sospeché cuando me enviaste a recogerla y me dijiste que vivía en esa cabaña.

—Ya se me hacia raro que viva en el bosque — masculla —. Oye, Dani, ¿has soñado con Miguel?

—No, ya no.

—¿Cuál fue el ultimo sueño que tuviste de él?

Giré mi cabeza para observarla. ¿A que venían esas preguntas? ¿Por qué no me insultaba? ¿Por qué no me recordaba que yo era el culpable de todo?

—Estoy soñando con él — comentó, volteó su cara para mirarme a los ojos—. Si tú me dices lo que soñabas, yo te contaré los míos.

Fruncí el ceño. ¿Cuándo llegaran los insultos? Estuve debatiendo si debía compartir con ella mis sueños con Miguel, pero al ver en sus ojos ese brillo de querer escucharme me provocó abrirme con mi hermana.

—Soñé que me decía que no me odiaba — comencé a contar, Daniela me escuchaba atentamente —, que no me guardaba rencor y dejara de sentirme culpable de todo, que me perdonara a mí porque así nunca sería feliz. Soñaba con eso siempre que duermo en clases y por las noches, hasta que le dije a Miguel que intentaría perdonarme y le prometí no volver a sentirme culpable.

—¿Ya no volviste a soñarlo?

—No — susurré, a la vez que liberé un suspiro —. Daniela, ¿me sigues odiando?

Mi hermana prefirió no responder, se levantó de la cama y salió en silencio de la habitación, dejándome con la duda mientras la culpa volvía a crecer.

Otro momento donde me sentí cerca de Daniela y que quizás su odio hacia mí disminuía fue cuando la maldición hizo efecto. Después de que empecé a sentirme adolorido y respirar era una tarea imposible, quedé inconsciente pero al despertar, la primer persona que vi fue a Daniela.

—¿Cómo te sientes? — preguntó.

—¿No estoy muerto? — indagué confuso, se supone que la maldición debía matarme.

—Por desgracia sigues con vida — dijo a la vez que giró su rostro a otra dirección de la habitación para tratar de ocultar una sonrisa.

¿Por qué sonreía? ¿Le alegraba que siguiera vivo? No, era posible, creí que sería la primera en festejar mi fallecimiento. No tenía sentido, debería estar enfurecida porque su plan fracasó.

—Sabes que Alicia no es capaz de maldecir, ¿por qué la acusaste sin motivo? — interrogué.

—Quería culpar a alguien — se encogió de hombros.

En cuando descubrí que tenía una maldición mi mente empezó a investigar al posible responsable, entre mis sospechosos había uno que tenía mayor porcentaje de probabilidad, era el momento de resolver esa duda.

—Fuiste tú, ¿verdad? — interrogué. Observé como se inquietó en su sitio, se apresuró a huir de la habitación, sin confirmar ni negar nada.

Dejé en el olvido ese tema, no me importaba quién era el responsable, lo tomaría como un castigo que merecía por todos los minutos de dolor que le causé a Daniela. Un momento más agradable, fue cuando me puso el vendaje en mi brazo.

—¿Cómo te caíste? — preguntó mientras se concentraba en cubrir mi brazo con la venda, lo hacía con mucho cuidado.

—Estaba con Alicia en el acantilado — inicié la anécdota—. Se ofreció a acompañarme una parte del trayecto a casa, mientras caminábamos no me fijé por dónde pisaba y me tropecé con una roca, estuve por golpearme el rostro con el suelo, por suerte fui veloz y metí las manos, por desgracia, me doblé el brazo y al impactar contra el suelo me herí.

Daniela empezó a burlarse.

—Tonto, Dani — murmuró.

Quizás nuestra relación de hermanos no sea la mejor de todas, pero a Daniela no la cambio por nadie, en nuestros mejores días, fuimos los mayores cómplices que se protegían y ayudaban en todo momento, en especial en los castigos que nos asignaban nuestros padres.

Finalmente llegamos al final del túnel, los niños abren una grieta al terminar las escaleras donde se aprecia la entrada al exterior. Alicia es la primera en salir, conmigo detrás.

Siento que vuelven a sujetarme del brazo, otra vez es Alicia.

—No haz respondido mi pregunta — musita. La miro sin comprender a qué se refiere —. ¿Te alejas porque lo quieres o por Daniela?

—Ya respondí; porque así lo quiero — aclaro nuevamente.

—¿Dónde quedó el Dani de antes? — indaga, frunciendo el ceño.

—Terminaste con él hace tiempo.

—Dani, yo nunca quise terminar contigo — confiesa. Volteo a mirarla, incrédulo de lo que he escuchado —. ¿En serio me crees capaz de abandonarte en un momento así? Tuve que irme.

—Claro — aparto mi vista de su rostro.

Alicia me obliga a mirarla nuevamente.

—Me equivoqué, lo acepto, pero créeme, yo no quise dejarte.

Vuelvo a desviar mi atención de ella. ¿Por qué me lo está diciendo? ¿Qué pretende? ¿Qué me sienta felíz porque no fue su intención dejarme? Ni siquiera sé como me siento.

—Dime, ¿a dónde fuiste y para qué? — interrogo.

Observo la entrada, el niño hace un movimiento extraño que provoca que la grieta se cierre lentamente. El silencio de Alicia me comunica que no va a responder.

—Disculpa— digo deshaciendo su agarre a mi brazo —. Regresaré con mi hermana.

Antes de que la grieta se haga más pequeña, me apresuro a bajar por las escaleras que introducen al túnel. Lo último que escucho del exterior son los gritos de Alicia llamándome. Tal vez Daniela no me tenga el mismo cariño que antes, el mío no ha disminuido en lo absoluto, todo lo contrario, crece y se fortalece cada día.

Miguel me prometió que cuidaría de ella, ahora que él no está para cumplir su promesa, seré yo quien lo haga. Si ha decidido quedarse por Isabella, yo decido quedarme por ella. No puedo irme a casa sabiendo que me espera un severo castigo que merece ser compartido con mi hermana, tampoco puedo dejarla sola en este sitio que desconoce.

Hola, espero que disfrutaran este capítulo.

¿Qué les pareció?

¿Qué opinan de Daniela?

¿Qué opinan de Alicia?

¿Qué opinan de Max? 7u7

Eso es todos, nos leemos luego.

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