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☆*: .。. o .。.:*☆CAPÍTULO 3☆*: .。. o .。.:*☆
Harry quiere decir que esa misma tarde, cuando ya han pasado al menos tres horas desde que salió de casa luego de la pelea con su papá, volvería triste, deprimido y tal vez, hasta lastimado por el mismo. Su mal hábito que ha tenido desde siempre, es el que cuando sentía que ya no podía más con su vida, con sus finos y delgados dedos, daba grandes piñizcos en su pálidos brazos. Para que luego en menos de diez segundos, pequeños cardinales de entre rojo y violetas aparecieran en su piel blanquecina.
Pero para sorpresa suya, regresa a casa, sano y salvo. Con sus ropas sucias gracias al barro que había cerca del árbol en el que estuvo sentado, claro. Sin embargo, regresó mucho más relajado y menos estresado.
La conversación que tuvo con su nuevo vecino Louis, lo ayudó de mucho para despejar su mente. Y las notas musicales que el castaño tocó con su ukelele lo ayudaron a relajarse. Ni siquiera se dio cuenta de la noción del tiempo y que la temperatura había bajado un poco más. Y él sólo seguía en pijamas, nada abrigable.
Llegó a su casa, con sus ojos hinchados, rizos despeinados, y su cuerpo temblaba inconscientemente de frío al sólo llevar puesto una camisa delgada y sus pantalones del pijama. Abrió la puerta de su casa a la vez que un suspiró salió de sus labios al recibir el acogedor calor que había adentro. Quitó sus zapatos con ayuda de sus mismos pies, y los dejó a un lado de la puerta.
No terminó de enderezarse cuando unos brazos le rodearon el cuerpo. Supo al instante que se trataba de Fionn gracias a la colonia que usualmente utilizaba. Se dejó abrazar, aunque no sentía ánimos de devolverlo.
— Por Dios Harry ¿dónde carajo estabas? — es lo primero que le dice Fionn, su hermano mayor por tan solo dos años, al rizado entre sus brazos. El menor rodó los ojos con fastidio porque a veces le desesperaba que el pelinegro le preguntara siempre lo que hacía.— por un momento pensé en irte a buscar, pero no estaba seguro por donde empezar.
— Cómo si te importara tanto.— respondió cortante contra el pecho del mayor.
— ¿Acaso estás loco? — pregunta con dignidad— sabes que eres lo más importante para mí. Sin ti, no sé qué haría. — dice con total sinceridad mientras aparta un poco a Harry para mirarle a los ojos. Y cuando al fin ve los ojos sin nada de brillo en ellos, siente un dolor en el pecho. — por favor, si vuelves a salir, avísame a dónde vas ¿vale? — el rizado ha sido su única familia desde que su mamá los dejó, y desde entonces, se prometió a sí mismo que trataría de amar y proteger a su hermano menor con toda su vida. No obstante, sentía que no ha logrado nada, ya que han sido muchas veces en las que ha tenido horribles sustos en los que ha encontrado a Harry a punto de.... el mini suspiro que salió de los labios rosas y gruesos del menor lo sacó de sus pensamientos, volviendo a toda su atención a él.
— Vale. — susurró de mala gana. Una sonrisa pequeña se instaló en cara de Fionn. Estaba feliz de que, al menos, Harry lo intentase. — Lo siento Fionn.
— Ya — respondió simplemente, sabía bien que a veces las personas ocupaban su propio espacio para meditar y relajarse. Especialmente Harry, el chico le encantaba tener su propio tiempo a solas -aunque sea casi todo el tiempo- y se enojaba bastante cuando lo interrumpían.— Y... ¿no me vas a contar que hiciste?— trató de hablar lo más calmado y simpatico que podía, sólo quería sacarle plática a Harry.
— En realidad, no importa mucho. — la mirada que le dio Fionn, supo que si le importaba. Así que, decidiendo mentalmente contarle lo que había pasado en el bosque con su nuevo vecino, se separa del mayor, y se dirige al sofá para sentarse y explicarle con más calma. — bien, conocí a un chico, y yo...
— ¿Qué? — interrumpió — Harry, sales de casa, sin dejar señales de donde irías, ¿y ya hiciste amigos? — preguntó en son de broma que Harry conocía muy bien, pero que casi siempre le terminaba irritando. — Wow hermano, pensé que eras un gran antisocial.
Harry rodó los ojos con fastidio mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.
— Cállate imbécil.
La risa que salió de Fionn, llenó de calor el corazón de Harry en segundos. Puede que su tonto comentario le halla ofendido un poco, pero no quita el hecho de que sea verdadero. Sin embargo, no le afectaba el no poder mantener una conversación, ni mucho menos tener amigos.
No obstante, había veces, en las que estaba solo en la oscuridad de su habitación, escuchando música a volumen alto con sus audífonos, en los que podía sentirse realmente solo. No sólo en el sentido literal, sino que también en el sentimental.
Sus últimos amigos resultaron realmente unos completos hipócritas imbéciles. Cuando notaron que ingresaba a la escuela con ropa sucia -ya que era muy pequeño como para saber lavar sus ropas-, más delgado y débil al pasar de los días al no comer porque su papá no les daba comida, se burlaron de él, le golpearon sabiendo que éste no tenía las fuerzas suficientes para defenderse, eh hicieron de todo para que él se saliera de la escuela.
Y, por supuesto, lograron lo cometido.
— ¿Y quién es este chico? — inquirió saber el mayor sentándose de igual modo que Harry, al lado de él.
— Pues, dijo que se llama Louis. Puede que ese no sea su nombre, ya sabes, es raro decirle tu nombre a un desconocido es completamente estú...
— Espera, ¿dijiste Louis? — lo interrumpió rápidamente.
— Mjum. — asintió con su cabeza, mirando hacia al frente con sus ojos entrecerrados, extrañado ante tal pregunta.
— ¿El vecino? — el ceño de Harry se frunció. Voltea a ver a su derecha, encontrando el rostro lleno de curiosidad de Fionn.
— ¿Lo conoces? ¿Por qué yo no lo conocía antes?
— Sí, ayer vino a presentarse junto a su madre y su hermana menor. — comienza a explicar mientras se reacomoda en su lugar para ver mejor a Harry. — no me dio una muy buena impresión, sin embargo sabes que no soy de esos que juzgan a las personas por su aspecto.
Harry asintió. Claro que lo sabía.
A pesar de que ambos hermanos pasaron por lo mismo, Fionn lo tomó realmente diferente a él.
Él si hacía amigos en todos los lugares en los que se mudaban, trabajaba, iba a fiestas y socializaba con personas desconocidas con gentileza y simpatía. La confianza en sí mismo era alto, no sufría de inseguridades, y parecía que nunca tenía miedo. Siempre valiente y dispuesto a todo lo que su hermano menor le pedía con timidez.
— Sí él te hace algo, se las verá conmigo. — dijo de repente Fionn, con una cara que pretendía ser ruda, que lamentablemente no hizo efecto de miedo a Harry, al contrario, se rio al observar como la cara de su hermano mayor se contraía de forma graciosa. — Y respondiendo a tu otra pregunta: tú estabas duchándote cuando ellos vinieron. En realidad, fueron ellos los que nos regalaron la torta que comimos anoche.
— ¿La que tenía aún la etiqueta de compra?
— Sip.
— Oh.
— No confíes mucho. — murmura Fionn con mirada nostálgica.
Confianza.
Es como si alguien hubiese pateado su abdomen. Esa palabra era la que más odiaba, no obstante con esa misma a aprendido a mantenerse vivo por lo momentos. La confianza era algo que hace muchísimo tiempo perdió credibilidad y fe para él luego de que su mamá se fuera, abandonándolos, perdiéndose de la faz de la tierra sin ningún tipo de comunicación. Los había dejado botados con un hombre que se había convertido en un drogadicto y borracho tiempo después que su esposa, el amor de su vida, le abandonara.
— Lo sé... — murmuró de igual forma que el mayor, observando sin ningún tipo de interés el suelo de mármol.
— Bueno, eso espero. — se levanta del sofá, no sin antes dejar un suave sacudida en el cabello de Harry. Iría a la cocina a beber alguna soda, pero recuerda algo importante, y se voltea para ver al menor, quien lo miraba con molestia por haber desordenado su -ya revoltosos- rizos. Sabía que le molestaba, por eso lo hacía cada vez que podía. — ¡Oh! Se me olvidaba. Daré una fiesta esta noche, para bienvenida, ya sabes.
— Está bien. — Harry se encogió de hombros, restándole importancia. La verdad es que no le afectaba que Fionn decidiera hacer una fiesta, estaba bien mientras no le afectara a él.
— Espero no te moleste...
— No — respondió rápidamente — sólo...sólo trata de que no se te salga de las manos ¿vale?
— ¡Vale! Te amo hermano.
«Y yo a ti» dijo Harry en sus pensamientos.
Sí, también estaba tan jodido como para expresar libremente sus sentimientos.
Para no pensar de más y ponerse triste de nuevo, se concentra en levantarse del sofá, pasar al lado de Fionn, y dirigirse escaleras arriba para dirigirse a la tranquila y silenciosa habitación para dormir un poco.
Porque, si habrá una fiesta, sabía que no podría dormir mucho cuando escuchase comenzar la música a todo volumen. Tendría que "disfrutarla" de alguna manera.
Por otro lado, estaba Fionn.
Fionn se mantuvo ocupado desde esa conversación con Harry.
Arregló la sala, escondiendo todos los objetos de valor que tenían. Las bebidas y refrigerios los había conseguido unas horas antes luego de que su papá salió de casa a, probablemente, drogarse. Eh invitó a personas que se encontraba en la calle a esa hora.
Salió de la casa, al patio delantero, para poner una piscina inflable, que no eran tan grande, sin embargo no era lo suficiente pequeña como para ser armada por una persona. Con un poco de dificultad, la estira en el suelo, y la rodea mientras ponía en su lugar las varas plásticas en donde iba sostenida la piscina.
Cuando termina, esta todo sudado, transpiraba de vez en cuando, y tenía unas tremendas ganas de tomar un poco -mucha-de agua helada. Así que para zacear sus deseos, se dirige a la puerta principal para entrar a la casa.
Pero detuvo sus pasos, al escuchar como la puerta de sus vecinos se abría. Dirige su vista hacía el sonido, y observa como detrás de la puerta sale Lottie Tomlinson con cara de molestia, mientras que en sus manos llevaba una bolsa de color negra, que si no se equivoca es basura.
Y justo en ese preciso momento en que ve como la chica deposita la bolsa en el contenedor de basura color verde oscuro que se situaba frente al jardín de la casa, se le ocurre una maravillosa idea.
Cambia de rumbo hacia donde se encontraba la rubia, la cual estaba cerrando el contenedor de basura con algo de furia, y se acercó a pasos lentos.
Su idea era que invitaría a Louis a su fiesta ya que, al parecer, él se llevaba bien con su hermano menor. No sería una malísima idea si lo invitaba para que él y Harry pasaran el tiempo hablando y conociéndose mejor.
— ¡Hey Lottie! — grita Fionn mientras aceleraba sus pasos cuando observó que la chica ya se regresaba a su casa.
La rubia se detiene de inmediato al escuchar que la llamaban. Cuando voltea a ver quién era, casi se atraganta al ver quien era, y como venía. Puede que tenga dieciséis años, pero eso no quita el hecho de que sea ciega.
Había tenido una clase de crush con su nuevo vecino. Y no podían culparla, Fionn era un chico completamente bello. Empezando con su cabello negro azabache, largo y liso. Esos ojos color miel tan hipnotizante que lo única que quería hacer era verlo y descubrir todo lo que ocultaba. Y, ni hablar de su físico. Fionn estaba de muy buena forma, tenía músculos muy bien formados en ambos brazos, un abdomen muy bien marcado, y un pequeño tatuaje de la legendaria espada del videojuego The legend of Zelda: Ocarina of Time adornaba su brazo derecho. Era casi imperceptible, pues era algo pequeño y sólo se hacía claro si te acercabas de más.
El punto era, que en ese momento, Fionn venía muy sudado, su camisa blanca de mangas cortas venía muy pegada a su cuerpo, y estaba un poco transparente por el mismo sudor, así que Lottie tenía la perfecta vista del six packs del pelinegro.
— Oh, hola Fionn. — respondió el saludo la rubia con un muy notorio sonrojo en sus mejillas.
— Hola, ¿sabes si tú hermano Louis está en casa?
— ¿Louis? — preguntó sorprendida. Puede que se haya sentido un poco triste el saber que el pelinegro no iba a buscarla a ella, pero no evitó sentir la sorpresa y el desconcierto cuando escuchó el nombre de su hermano salir de Fionn.
Nadie, absolutamente nadie, en sus cortos dieciséis años, le había preguntado sobre su hermano.
— Sí, él. — asintió Fionn sin notar la confusión de la adolescente.
— Oh, ven sígueme.
El pelinegro asintió. Metió sus manos en sus bolsillos mientras seguía a Lottie a la casa. No pudo evitar ver el cuerpo de la chica frente a suyo. Para tener dieciséis años en realidad tenía buena contextura. No lo malinterpreten, no era morbo, porque era bien notorio. Empezando con que era algo alta para su edad, Fionn podía ponerle algunos uno con setenta y cinco. Era delgada, pero no una delgadez como la que tenía él o su hermano, era una delgadez normal donde se le resaltaban muy bien sus curvas a través de esa camiseta rosada palo y escotada. Sus hermoso, brilloso y sedoso cabello dorado. Sus muslos eran algo regordetes, y sus preciosos zafiros llamados ojos.
Ella era muy preciosa y nadie se lo podía negar.
Estando en el porche de la casa, Fionn subió las gradas pequeñas, y se asustó un poco al escuchar como una crujía. Lottie rio y le aseguró que esa tabla siempre sonaba así hasta con un niño pequeño.
— ¡Louis! — gritó Lottie, haciendo que Fionn se sobresaltara con miedo en su lugar al no esperar la reacción de la chica. — Ya saldrá Louis...un gusto en verte Fionn. — le guiña el ojo, y se mete dentro de la casa.
Fionn parpadeó un poco perplejo. Ese guiño fue algo extraño y algo que no se esperaba para nada de parte de la rubia. ¿Acaso ella estaba...?
Sacudió su cabeza al ver como la puerta frente de él se abría de nuevo, y detrás de ésta salía Louis. La expresión de sorpresa y desconcierto era notorio en sus facciones, tanto que casi hace que Fionn se riera.
— Hola ¿Fionn? — preguntó con duda el nombre del chico frente de él. No era bueno en recordar nombres.
— Si, así me llamó. Y hola a ti también Louis.
— Perdona si sueno maleducado, pero ¿qué haces aquí? — aún se mantenía aferrado a la puerta como una clase de escudo que lo protegerá de cualquier cosa que diría el pelinegro.
— Oh cierto, vengo aquí porque quiero invitarte a la fiesta que haré hoy a las ocho de la noche.
— ¿Fiesta? ¿Me estás invitado? ¿En serio?
— ¡Claro que sí hermano! — Louis parpadeó perplejo y frunció el ceño. — ¡Ven! Estoy seguro de que Harry le daría mucho gusto si vinieras. — sonríe y observa en como los ojos de Louis brillan un poco ante la mención de su hermano menor. Entonces le mira fijamente. — Pero te advierto que si tratas de hacerle algo malo, te juro que te la verás conmigo y, oh, créeme que eso no te gustaría ¿vale? — a pesar de que cada palabra sonó demasiado cruda y amenazadora, la gran sonrisa y felicidad que irradiaba no desparecía. Era impresionantemente bello.
— ¿Vale? — repitió con duda.
— Me conformo con eso. Bueno, nos vemos más tarde. — es lo último que dice, para luego, caminar hacia su casa, tomar su muy bien merecida agua fría, y darse una ducha larga.
Eran recién entradas las nueve y media de la noche. Lo que significaba sólo una cosa: La fiesta ya había empezado.
Había muchas personas en su casa, tanto como chicos y chicas adolescentes, adultos, y Fionn puede jurar que vio a una anciana por ahí también.
Harry aún no bajaba de su cuarto a pesar de haber escuchado como la música empezó a sonar fuertemente, tanto que los suelos, paredes y ventanas empezaron a vibrar como si de un terremoto se tratase.
Fionn buscó con la mirada a cierto chico castaño con ojos azules por ahí, pero suspiró rendido al no verlo entre el bulto de personas borrachas y sudorosas. El pelinegro se sentía cada vez más decepcionado.
Le gustaría que su pequeño hermano menor fuese un poco más sociable. No quería obligarlo a que socializase, porque luego Harry se enojaba, y no le hablaba por horas. Se encerraba en su cuarto y no salía hasta que el enojo se esfumaba.
Él sabía muy bien que a él le costaba volver a hablar y sobre todo confiar en las personas luego de todo lo que les ha pasado durante tanto tiempo. Sin embargo creía y sobre todo sentía, que ya era momento de cambiar algunas cosas.
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