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☆*: .。. o .。.:*☆CAPÍTULO 2☆*: .。. o .。.:*☆

Tres de la madrugada.

Para algunos, las tres de la mañana significaban diferentes cosas.

Para algunos, era la hora del diablo. Los que practican cosas como la brujería o el satanismo, lo utilizan para hacer rituales o invocaciones.

Para otros, era la hora de la diversión. Eran para aquellos que vivían su vida al máximo. Esos que no tenían responsabilidades al día siguiente y dicen: "Esta noche apenas empieza".

Y para otros, es la hora perfecta para alabar al Señor todo poderoso, creador del cielo y de la tierra. Son aquellos que quieren detener el mal, detener aquellos que hacen todo en contra de lo que dice las sagradas escrituras: la biblia. Y oran por el bienestar de sus familiares.

Sin embargo, para Louis, es la hora del que el maldito insomnio lo atormentara, y donde sus pensamientos suicidas dominan su mente.

Justo como en ese momento. Las malditas tres de la madrugada. El castaño se encontrabaremoviéndose en su cama con incomodidad al no encontrar un lado donde al fin pueda dormir tranquilamente. Una migraña empieza a formarse al estar obligándose a dormir, y una calor extrema hace querer arrancarse la ropa y dormir como Dios lo trajo al mundo. Y esta justo por hacerlo.

Pero, de repente,hace todo lo posible para quedarse quieto.

Un piano.

Escucha casi muy cerca, un piano es tocado con total calma y delicadeza. Una melodía suave, que entra por la cabeza de Louis, haciendo que se quedará quieto en un solo lugar para poder escuchar con más atención.

 Le encantaba tanto en cómo se escuchaba; tranquilizador, conmovedor y por sobre todo: relajante.

«Quizás sea Fionn» pensó Louis al saber que una de las paredes de su habitación estaba cerca de la casa de al lado. «O tal vez su papá, probablemente su mamá».

Sin embargo, eso no le importaba a él en ese momento, solo se concentraba en lo bonito que se escuchaba aquella melodía. Sin darse cuenta, poco a poco se estaba durmiendo.

"Relájate todo lo que puedas, porque tú y yo, mi querido Louis, nos iremos... será el fin de todo. ¿Acaso no suena maravilloso?".

Al parecer todo era perfecto para ser real, aunque el piano sigue tocando con la misma velocidad y tranquilidad.

«Cállate, cállate, cállate» repetía una y otra vez en su mente el castaño, mientras que buscaba a tientas sus pastillas en la mesita de noche que estaba al lado de la cama.

"Sabes muy bien como yo que ésas estúpidas pastillas no me matarán".

Para ser una voz totalmente inexistente para todos, lamentablemente para Louis, no era así. Sentía que estaba hablando frente a frente con el dueño de esa voz.

— Pero si te callarán. — dice, para enseguida, meterse la pastilla en la boca con desesperación. Y con la mano temblando, coge el vaso con agua que también estaba en la mesita, y toma con rapidez el agua para que la pastilla pase con más facilidad, mojándose la camisa yparte de su sábana en la acción.

Cuando la pastilla ya ha pasado más allá de su garganta, y el agua se ha acabado, deja el vaso en donde estaba antes, y se recuesta lentamente, subiendo la sábana hasta debajo de su mentón. Suspira con cansancio, y sonríe por inercia al darse que el piano no se ha detenido en todo ese mini episodio.

Y durmió exactamente a la misma vez que la melodía del piano ha acabado.

Justo unas horas después, seis para ser exactos, se encontraba el menor de la familia Styles: Harry.

Éste se encontraba en la cocina, cocinando algo para desayunar para su Papá, hermano y él.

Con un sonrisa, sacude los huevos revueltos que está friendo en un sartén. Y con agilidad rápida, pone unas rodajas de pan en el tostador para acompañarlo con los huevos y el jamón que pronto pondrá en el sartén. Ese día despertó de muy buen humor luego de haber tocado su preciado piano en la madruga.

El piano lo calma.

— Vaya, hasta que al fin haces algo. — dice una voz gruesa detrás suya, haciendo que salte en su lugar al no estar preparado para que alguien le hablase luego de que revisó que su familia dormía plácidamente en sus respectivas habitaciones.

Se tranquiliza solo un poco al darse cuenta de que era su papá. Ve de reojo como éste, se sienta en una silla del comedor, y tira un periódico a la mesa. El rizado suspira mientras sirve los huevos, pone los pedacitos de jamón que había cortado antes, y coloca a un lado dos pan tostados.

Sonríe al observar el resultado y se da la vuelta para dárselo a su padre.

— Huevos revueltos con jamón, justo como a ti...

— A mí no me gusta el huevo Harry, no puede ser que cuando al fin te ofreces a hacer algo lo eches a perder, como siempre. — escupe viendo con desprecio el plato que le sirvió el menor frente suyo.

Un nudo se instala en la garganta de Harry y las ganas llorar con fuerzas no le hicieron falta, sin embargo no lo hace. Ninguna lágrima sale por más que quieran aparecer. Jamás lo hace frente a su padre.

Fionn aparece en la cocina de un segundo a otro. Su cabello está totalmente despeinado, no trae puesta su camisa, solamente su short de pijama. Con una de sus manos rasca su ojo derecho para despabilarse un poco, y cuando se siente más despierto, frunce el entrecejo y lleva su mirada entre su padre y hermano.

— Ya le paran ¿no? — la irritación era muy visible en su voz ronca y entrecortada al ser la primera vez que habla en el día luego de despertar— Son las ocho de la mañana y hay gente que quiere dormir luego de haberse mudado en menos de veinticuatro horas.

— Pues dile eso a tu hermano ¡felicítalo! al fin hace algo, y la vuelve a cagar en la mierda. — el pelinegro lo mira con enojo mientras que aprieta sus manos en un puño con fuerza. Definitivamente el sueño se le ha ido por completo luego de ese comentario.

— No tienes que hablarle así. — dictamina entre dientes.

— Déjalo Fionn. — se mete Harry. Aunque su voz sonó baja, no quita el hecho de que sonó frío, cortante. — al parecer jamás es temprano para emborracharse y decir estupideces.

— Adivina: estúpido es el hijo menor que tengo. — agarrando con cara de asco el plato de comida que Harry dejó para él, se dirige hasta el basurero, y sin dejar de ver fijamente al rizado, lo bota. Con todo y plato.

Entonces Harry ya no aguanta más.

— ¡Estoy tan harto de ti! — lo mira con enojo, con desprecio y con decepción.

No podía creer que la persona que se supone que lo tiene que amar, proteger y cuidar sea una total mierda con él cuando todo lo que hacía era intentar ser un buen hijo. Se mueve con rapidez hasta la puerta principal, dispuesto a irse de esa casa. Dispuesto a todo por no tener que verle la cara al imbécil de su padre.

— ¡Espera Harry! — grita Fionn justamente cuando la mano de Harry está en la manija de la puerta principal. — ¿A dónde vas? — puede ver dolor en los ojos de su hermano mayor, observa el temor que hay en ellos.

El temor de perderlo a él también. Y claro que lo entendía bien, sí Fionn se fuera de la misma forma que él, probablemente le rogaria de rodillas que no se fuera ni lo dejara solo. Pero él mismo no se encuentra bien en ese momento como para tener empatía, sólo quiere estar solo y meditar muchas cosas. No dice que no regresaría, pero quería un momento a solas.

— Sólo déjame solo, por favor. — pide, abre la puerta y la cierra tras suyo con fuerza cuando está afuera, sin siquiera esperar alguna respuesta de Fionn.

Camina con rapidez sin ningún punto en específico. Por dios, recién había llegado el día anterior, no conocía otro lugar que no fuera su casa.

«¿Acaso sólo nací para sufrir?» pensaba a la vez que una lágrima se deslizaba por su mejilla.

A lo lejos, pudo divisar un bosque. Y como si acababa de encontrar oro, corrió hacía ahí sin dudarlo ningún segundo más. Quería estar lo más alejada de su familia en ese momento.

Y no le importaba si se perdía, sentía que sería lo mejor para todos. Ya no habría problemas, al final de cuentas, era solo un estorbo para su familia y hacia todo mal. Y si desapareciera, al final su papá sería feliz.

Y por supuesto, Fionn sería libre, ya no viviría preocupado por él todo el maldito tiempo como si fuese un niño de cinco años.

Ni hablar de su mamá. Ella prefirió engañar a su papá, y dejarles a sus hijos por no querer tener la responsabilidad de criarlos, educarlos y trabajar.

Un sollozo lastimero quiere salir de sus labios, pero lo retiene ya que aún no llega al bosque y estaba en zona pública todavía. Así que, aumenta la velocidad. Y cuándo al fin está dentro de éste, corre hasta lo más profundo que puede. Pasando por los inmensos árboles de diferentes tipos y formas. Las aves cantaban desde arriba y una suave lluvia caía sobre el lugar, volviéndolo frío y silencioso. Se detiene justo debajo de un pino, alrededor de este había pequeños tulipanes anaranjados y amarillos. Y a pesar de que está mal, él se sienta en un lugar lejos de ellas para no aplastarlas.

— Mi vida es un asco. — dice en un murmuro, como si lo estaba diciendo un secreto a alguien.
Atrajo sus piernas a su pecho, y se oculta entre ellas. Tratando de consolarse a sí mismo.

Pasan minutos, que para el rizado parecieron horas. Solo quería ser feliz, quería ser amado, quería vivir su vida y no pasarla triste y estresado todo el tiempo. No era mucho pedir, no exigía nada más que eso ¿acaso ese tal dios existía? Sin embargo, aunque quiere todo eso, no cambia que su primer pensamiento será siempre el constante deseo de querer morir.

Escucha como pasos de una persona se acerca a él gracias a las hojas secas esparcidas por todo el suelo. Y de verdad deseó con todas sus fuerzas que fuera un asesino o un convicto escapado de la prisión y lo matara ahí mismo.

— ¿Estás bien? 

—¿A dónde vas tan temprano? — pregunta Lottie esa mañana con Louis frente suyo cogiendo sus llaves del colgante donde ponían las llaves justo al lado de la puerta de entrada.

Se acomoda en el sofá y se sienta viendo mejor a su hermano. Quién acababa de bajar de su habitación, recién bañado, y con su ukelele en mano. La rubia dirige su vista al reloj que estaba colgado en una de las paredes de la sala. Frunce el ceño y dice: — son las ocho y diez de la mañana.

— No te importa. — responde cortante y sin ningún tacto.

Así era su habla, así que sabía que podía hablarle así a Lottie sin que esta se ofendiera. Con discreción, toma su cuaderno de pasta negra y lo esconde en su espalda, siendo tapado levemente por su camisa. En éste escribía lo que se le pasaba por la mente.

— Tienes razón. — admitió de todos modos la rubia— pero ¿no piensas desayunar? Puedo prepararte algo si gustas.

— Estoy bien Lotts, en serio.

— Está bien... vuelve temprano. — se levanta del sofá y camina hacia Louis, que estando ya frente a él, lo envolvió en un abrazo que no fue correspondido. Pero no le importaba, sabía y estaba acostumbrada a que Louis nunca la abrazara.

Tal vez hasta suene mal el que no esté bien que su hermano no le abrazara, pero sinceramente no era algo anormal para ambos.

Luego del incómodo abrazo, de que su hermana dejara de tocarlo, sólo la miró, le regaló una pequeñísima y casi imperceptible sonrisa, y luego salió con velocidad de la casa. Nunca le había gustado el contacto físico, de ninguna persona en general. Ni de su mamá, tampoco de su papá, ni mucho menos de su hermana, la cual era la persona de su misma sangre en la que más confiaba. Sin duda alguna piensa que jamás le gustara el contacto físico de ninguna persona.

Observó la entrada del bosque frente a sus ojos desde lejos, y sintió la emoción de entrar a su lugar favorito pasar por sus venas. Siempre iba ahí, ya sea para escribir, pensar, despejar su mente, o simplemente para pasar el rato y no quería estar en su casa.

Al ingresar, el suave olor a árbol húmedo, tierra mojada y la exquisita brisa fresca lo recibe. Louis sonrió -de esas en donde sus labios llegan casi a sus orejas, y unas pequeñitas arruguitas se hacían alrededor de sus ojos -sinceramente luego de no haberlo hecho ya hacía un tiempo atrás.

Amaba el bosque.

Con pasos más lentos y relajados se sienta en el mismo árbol de siempre. Un grandísimo árbol de roble oscuro, frondoso, lleno de helechos adornado por todo el tronco húmedo por las suaves lluvias que caían en Holmes Chapel. Se sentó en unas de las raíces sobresalidas del árbol, y dejó su cuaderno a un lado suyo, y tomó su ukelele para empezar a tocar, raspando con total experiencia las cuerdas.

" You're all I want...

So much, is hurting..."

Dejó de tocar de inmediato cuando una grandiosa idea pasó por su mente para la letra de la canción que escribía. No era la gran cosa, él no creía que el poder escribir canciones era algún tipo de talento. Sólo lo hacía por diversión.

Sin embargo, cuando estaba a punto de tocar el cuaderno, dejó su mano al aire, a tan solo unos pequeños centímetros de tocar las páginas blancas pero llenas de tinta. Porqué escuchó como algo, o más bien alguien lo sacó de su pequeña burbuja tranquilizante. Escuchó como ese alguien pasaba corriendo por detrás del árbol, y se fue corriendo más a fondo del bosque.

Con un poco de miedo pero con mucha curiosidad en su cuerpo, se levantó de su lugar, no sin antes tomar las dos cosas que había traído consigo, y salió detrás del gran roble, para encontrase que no muy lejos del árbol había pasos que quedaron impresas en el barro.

Y tomó una decisión, algo estúpida si se lo preguntan a él, pero que de todos modos siempre haría.

Siguió los pasos. Siguió los pasos que estaban en el barro, y con sigilo caminó aún lado de las pisadas. La curiosidad siempre fue unos de sus sentimientos más fuertes, y esa es la razón por la cual decidió ir. Aunque había la mínima posibilidad de que acabara secuestrado y muerto.

Se detuvo de inmediato cuando escuchó un jadeo resonar por sus oídos. Podía jurar que ese jadeo se escuchó en todo el bosque. Tragó grueso, y continuó adelante, sólo que un poco más lento que antes.

¿Y sí era algún asesino que estaba matando a una víctima?

Si ese fuera el caso, ¿qué podría hacer Louis con un ukelele y un cuaderno a mano? Claramente sólo a ser otra víctima más.

Y volvió a detenerse justo delante de una enorme roca que se situaba en el centro del camino. Vio por encima de ésta antes de dar un paso más, y se encontró a un chico, como de su edad, llorando, con su cara oculta entre sus rodillas, sólo podía ver bien los rizos caer hacía al frente. 

Con el corazón rebotando con fuerza dentro de su pecho, se acercó.

—¿Estás bien? — es lo que sale de su boca. Aunque lo haya dicho sin pensar, se sorprendió un poco al darse cuenta de que lo ha dicho con cautela, con tranquilidad, como si no quisiera asustar al pobre chico rizado.

— ¡No! — grita el chico. — déjame en paz.

— Vale, como tú quieras. — sin embargo, al contrario de lo que dijo, se mantuvo de pie, esperando alguna acción por parte del chico frente a sus ojos; que de alguna manera, le resultaba interesante, aún sin haber visto su rostro.

Por otro lado, estaba Harry. Su mente era un solo lío en ese momento. Se sentía mal, se sentía rechazado, pero por una parte, sentía que se lo merecía, que se lo había ganado.

Toda su vida había sido rechazado: Empezando con su madre, quien lo rechazó cuando no quiso llevarlo con ella cuando se fue de casa; luego su padre, ese hombre había caído en depresión cuando la "mujer de su vida" se había ido, lejos de él y de sus hijos, dejándole solo una simple nota de despedida; comenzó a beber, drogarse, y gastar el poco dinero que poseía en estupideces. Después sus antiguos amigos cuando observaron que él empezaba a ir a clases con su ropa sucia, y con moretones, empezaron a ignorarle.

La única persona que nunca lo había rechazado, era su mismo hermano mayor: Fionn. Pero de tantos rechazos que sufrió en su vida, se acostumbró tanto a ellos, que inconscientemente él mismo empezó a hacerlo. Empezó a rechazar a todo aquel que le hablaba, ya sea siguiendo una conversación cortante, no contestando cuando le preguntaban algo, o se iba del lugar sin decir ninguna palabra. El más afectado fue el mismo Fionn, pues éste último amaba mucho a su hermano menor, pero desgraciadamente el rizado había aprendido por las malas que el rechazo e ignorar a las personas era su única opción...

... hasta ignorar a su propio hermano mayor...

Y justamente había pasado con Harry en ese momento.

Quiso soltar un sollozo fuerte, ese que había estado reteniendo desde que salió de su nueva casa. Pero se dio cuenta que el desconocido no se había movido, porque nunca escuchó los pasos de éste retroceder. Levantó su cabeza con el entrecejo levemente fruncido.

Observó como un chico de cabello castaño, tal vez un poco mayor que él, se sentaba a tan solo unos metros de él. Dejando un cuaderno a su lado derecho y un ukelele al otro lado.

— ¡No quiero tu ayuda! — grita Harry frustrado.

— No te voy a ayudar. — contesta Louis desinteresado, claramente estaba mintiendo, sólo que eso el chico a su lado no lo sabía. Harry decidió ignorarlo, como siempre hacía.

Pero, algo que no esperaba, era que el desconocido a su lado empezara a tocar el ukelele, despacio, con sus ojos cerrados. Empezó a cantar, simplemente relajándose, y queriendo relajar al chico de su lado, quien se miraba triste, observaba lo que él mismo miraba en el espejo todos los días: con ganas de morir.

"I want you here with me

Like I have pictured it

So, I don't have to keep imagining..."

Harry lo vio, observó al chico de cabello castaño oscuro, contextura delgada y piel levemente bronceada. Llevaba puesto una simple camiseta blanca, un buzo azul oscuro y unas converse negras viejas y desteñidas. El rizado tragó grueso al escuchar su voz, eran tan bonita, delicada y por sobre todo relajante, tanto, que Harry estuvo a punto de cerrar también sus ojos, y dejarse llevar por la canción desconocida para él.

Louis se veía tan concentrado por la manera en que sus ojos se cerraron al empezar a cantar, y en como su cabeza se movía con el ritmo de la melodía del ukelele. Tan centrado en lo que hacía, que a Harry le resultó un tanto tierno. Bajó la vista, y pudo ver que a su lado izquierdo -al lado derecho del desconocido- está un pequeño cuaderno de pasta negra. Y la curiosidad entro en su cuerpo, quería descubrir lo que contenía. Así que siguió sus instintos: sin que el castaño desconocido con voz y apariencia de ángel se diera cuenta, lo tomó y comenzó a leer la primera página.

"The story of __ ____

I take ___ home.

I _____ all night

To keep ___ warm and ____

It's _____".

La letra del chico era cursiva, no muy bien cuidada, pero se entendía. En ese pequeño parrafito había ciertos borrones en algunas palabras, sin embargo, Harry pudo notar con lo poco que hay, que era una buena letra.

Se asustó cuando alguien cerró el cuaderno con fuerza, sacándolo de su mente. Saltó en su lugar y levantó la mirada con miedo. Pero al levantar la vista, encontró al mismísimo cielo.

Los ojos del desconocido eran de un azul tan hermoso, era como ver el mismo cielo cuando éste esta despejado, sin ninguna nube, solo el cielo y el sol siendo protagonistas. Era como ver las agua cristalinas. Su corazón empezó a bombear fuerte en su pecho no sabiendi muy bien razón pero... no quería dejar de ver esos ojos azules, que lo veían de vuelta, desconocidos, en toda su vida.

Y Louis no se quedaba atrás: al ver los ojos del chico rizado, se hipnotizó en tan solo segundos. En esos ojos verdes iguales o mucho mejor que la esmeralda, encontró el color del bosque, ese verde entre claro y oscuro, encontró aquel color caracteristico del que era su lugar favorito. Y lo mejor... era que él tampoco quería dejar de ver esos ojos, auqnue no quisiese admitirlo.

Estuvieron viéndose fijamente durante unos minutos que se sintieron segundos; tan ingridos en ellos, admirándose en silencio, como queriendo conocerse a través de tan solo unas miradas.

Pero acabó.

Acabó cuando Louis apartó la mirada, como si la penetrante mirada seria y, sin ninguna pizca de sentimiento, del rizado quemara. Vio su mano, la cual estaba en el cuaderno, que aún seguía entre las manos del oji-verde. Y se concentró en eso, quitó de las manos de Harry el cuaderno, y lo observó con molestia.

— ¿No te enseñaron qué es de mala educación tomar las cosas sin permiso? — trata de sonar lo más duro posible, porque aunque el chico frente a él le ha llamado la atención, no quita el hecho de que está violando su privacidad. Harry sintió sus mejillas calientes, pero aún se miraba serio.

— ¿Qué escribes? ¿secretos?

— No quiero sonar grosero...pero, no es de tu incumbencia. — dice, para luego volver a dirigir su vista al instrumento, para poder tocarla de nuevo y con la seguridad de que su cuaderno ésta lejos del rizado de ojos verdes. Y volvió a tocar.

Por otra parte, estaba Harry. Tragó saliva mientras dirigía él su vista la suelo, por primera vez vio que sus zapatos estaban llenos de barro, no se había fijado antes. Pero eso no era lo importante, lo importante era que acababa de meterse en la privacidad de un desconocido, se sentía mal por lo que acababa de hacer, pero para su desgracia, había sido muy curioso desde que era un simple bebé.

— Me llamó Harry. — se presentó de repente. Ni él mismo sabe de dónde sacó que sería buena idea presentarse luego de hurgar en donde no debía, pero de sus labios salió eso automáticamente. El castaño dejó de tocar, pero no levantó su vista.

— Louis. — contestó el saludo con voz grave. Harry tragó saliva, sintiendo emoción al ver que el chico le respondió.

— ¿Sólo tocas el ukelele?

— También toco la guitarra acústica, y escribo un poco... pero no lo considero un don o algo así. — se encogió de hombro, haciendo una mueca que significaba que no era de mucha importancia.

— Así que ¿sólo escribes, tocas el ukelele y la guitarra para pasar el rato?

Más bien, es mi forma para escapar un rato de la realidad, mi realidad...

Wow, eso sonó muy profundo. — silba Harry, se reacomoda en su lugar con un poco de incomodidad al estar sentado en un montón de piedritas.

Supongo...— se mordió el labio inferior pensando en que más decir, por primera vez, quería seguir conversando, más siendo con un desconocido y sin contestarle de forma sarcástica ni fría ¿qué le pasaba? —...y... ¿tú sabes hacer algo?

«¿Yo hago algo?» se preguntó Harry en su interior.

— Yo... — volvió a atraer sus piernas a su pecho, abrazándolas. —... sinceramente, todo lo que hago, me sale mal. Lo único que sé hacer es tocar el piano, y no sé si lo hago bien. — ahora entrelaza sus manos, empezando a jugar con sus dedos con nerviosismo. — espero no sonar muy aburrido. — murmuró con la esperanza del que el castaño a su lado no se vaya por sonar realmente muy patético. Sin embargo no sabía que Louis no lo escucha así, al contrario...le sonó interesante.

Éste último sintió un pinchazo en su pecho, no le gustaba cuando las personas se menospreciaban a ellas mismas, porque conocía ese sentimiento. El flashback de lo que había pasado en la madrugada llegó a su mente. Conectó los puntos: el chico rizado a su lado nunca lo había visto, podía sonar ridículo, pero era un pueblo chiquito, todos se conocían con todos. Pero a éste, nunca lo había visto. Y recordó a la familia que llegó el día anterior. ¿Acaso él...?

— No, para nada. — dice Louis luego de un rato, deja el ukelele a su lado para prestar atención a lo que el rizado le contaba.

«¿Él es el responsable de aquella hermosa melodía que escuché anoche?» — esa era la pregunta de Louis. ¿Podía ser él, ese chico, de mirada triste y agotada, el que lo salvó de sus pensamientos suicidas esa noche?

— Entonces... tocas el piano ¿eh?

— Al menos eso es lo que intento. — Harry se encogió de hombros restándole importancia. Nunca le habían preguntado sobre eso, y lo sentía raro... sentía raro que no lo rechazaran.

— Yo... yo creo que no lo haces tan mal. — el rizado lo volteó a ver con su ceño levemente fruncido.

— ¿Tú cómo sabes eso?

— Eres nuevo en el vecindario ¿no es así?

Si, ayer llegamos...

Pues, resulta, que yo soy tu vecino de al lado, y la habitación en donde se encuentra tu piano, casualmente se encuentra a la par de mi habitación. Y ayer por la noche escuché como alguien tocaba uno, pero no estaba muy seguro de quien tendría la habilidad para eso, supuse que era ese chico alto y de ojos miel, pero al parecer me equivoqué. — él mismo se sorprende haber dicho todo eso sin siquiera titubear o sin haberlo dicho de manera cortante y distante. Lo dijo tan corrido que instintivamente frunció su entrecejo, confundido.

Oh, lo siento tanto. — Harry lo observa con pánico y arrepentimiento. A pesar de que Louis había dicho todo eso con calma y casi burlón, no quitó el hecho de que Harry se pusiera nervioso. — Dios, que pena, enserio perdón por...

Suena muy bien. — admite Louis interrumpiendo a Harry. El castaño se levanta de su lugar, y el oji-verde tiene miedo de que éste se halla aburrido de él, pero le tomó por sorpresa cuando vio que una mano de Louis estaba frente a su cara.

No le tomó mucho tiempo comprender que el chico le ofrecía su mano para levantarlo. Y también le tomó como sorpresa al ver como su mano tomaba la del castaño automáticamente. Al parecer su cuerpo estaba reaccionando por instinto. Se levantó con ayuda de Louis y éste último dio media vuelta, levantando sus cosas mientras decía: — tengo que irme.

Emm, sí, yo también tengo que irme...— se limpia el sucio de sus pantalones con sus manos, — y... lamento por haber tomado tu...

No, no te disculpes, sólo no lo vuelvas a leer ¿Está bien? — nuevamente interrumpe las disculpas del rizado. Harry asintió mientras miraba embobado los ojos de Louis. Diablos, el chico era muy bello y pareciera que no lo notaba.

Sí, claro, por supuesto. — balbuceó.

Louis le regaló una sonrisa de labios cerrados, y se dio la vuelta para irse a su casa y acostarse en su cama hasta el resto del día. Pero sintió como alguien le tocaba su hombro, haciendo que se detuviera y volver a darse la vuelta. Observó a Harry, éste último tenía un leve sonrojo en sus mejillas. Louis admitió en sus adentros que le pareció adorable.

— ¿Volveré a verte? — pregunta con voz fina, sintiendo vergüenza de repente.

Si así lo deseas... — es lo que sale de su boca, pero en su mente grita: ¡Si!

¡Claro! Me caes bien, y por cierto, un gusto conocerte, nuevo vecino. — dice mientras levanta una mano para estrecharla con la de Louis.

Louis la tomó, con un poco de incomodidad y un leve sonrojo en sus pómulos. Soltó de manera rápida la mano del rizado al sentir como sus mejillas empezaron a ponerse calientes al estar en contacto con la mano suave y pequeña de Harry.

— Un gusto. — dicho eso, se dio la vuelta, para seguir caminando a su casa.

«No entiendo... es la primera persona que en realidad quiere volver a verme... ¿qué hice bien?» Pensaba Louis muy dudoso, pero a la vez... feliz.

"Tranquilo Louis, la felicidad no dura mucho...".


gracias por leer<3

me ayudarías mucho votando, comentando y compartiendo la historia❤️‍🩹

-eliza

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