1. El Código del Vampiro
Estaba sentada en mi ventana. Donde el calor del sol aún estaba presente, donde las sábanas todavía conservaban ese aroma a verano y donde podía sentir el frío de la noche temprana comenzar a corroer el edificio en el que vivíamos, haciendo que la noche se convirtiera en lo que era: una noche oscura, una noche normal como cualquier otra.
Halé la laptop hacia mí para ver si había algo en Netflix que mereciera la pena cuando un sonido fuerte se instaló en mi departamento y me hizo saber que no estaba sola.
No me moví. Al contrario, me quede sumamente quieta para que no se oyera ni el ruido de mi respiración. Deseaba que eso fuese suficiente para que no me molestaran. Pero estaba demás decir que me molestaron de todas maneras.
La puerta de mi habitación se abrió de par en par dejándome ver su figura acuerpada y gruesa metida en su traje de cacería.
–¿Dónde está la diosa de la noche? –yo puse los ojos en blanco y seguí buscando en Netflix alguna comedia romántica para pasar el rato. –¿Dónde está la princesa de la oscuridad? –inquirió como si yo no hubiese notado que entro. Levanté los cascos sobre mi cabeza con la firme intención de volver a ver a Anne Hathaway en el Diablo viste Prada.
Entonces él paseó toda su llamativa figura pálida frente a mí como si se tratara de una escultura griega hecha a mano en mármol. Sí, Jack era atractivo. De hecho, gateando por el colchón de mi ventana hacia mí despertaba en mi estómago ese instinto salvaje del que nada bueno podía salir. Por eso miré a mi ordenador antes de que su brazo lo golpeara de lado haciéndolo caer delicadamente sobre el soporte de la ventana. Sin darme tiempo para pensar, enrolló, el mismo brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él con un beso mucho más interesante de lo que deseaba en este momento.
Sentí la suavidad de sus labios, la dulzura de su sabor, el peligro que representaba su respiración pasional mientras me ubicaba bajo su cuerpo para seguirme besando.
Demonios, me tenía de nuevo.
Mi respiración se entrecortaba porque simplemente me gustaba percibir su olor dulce, y era un añadido del frenesí que sentía, porque la verdad es que yo no necesitaba respirar.
Llevé mis manos a su cabello negro azabache y enredé mis dedos en él sin querer que se separara de mi cuando se acercó a mi oído y susurró algo con su voz gruesa y ronca.
–¿La reina de mi alma desea ir a cazar con este, su servidor? –susurró jurando que decía la línea más sexy del mundo cuando yo simplemente lo empujé con los dedos perdiendo rápidamente el interés. – ¿qué sucede, princesa? –yo me quejé y lo empujé con los pies para que terminara de liberarme —. ¿Nena? ¿qué es lo que hice?
–Disfruta tu cacería, Jack —proferí sin querer ahondar en el tema.
– ¿Es por eso? ¿No quieres ir? –me preguntó sentándose a mi lado en la ventana.
–No me gusta cazar, lo sabes –expresé tratando de alcanzar mi laptop con la mano.
–Pero irás conmigo –soltó como si se tratara de un trato que no podía rechazar.
–No, gracias –le corté antes de que comenzara a mover las cejas.
– ¿No crees que es sexy, amor? –me preguntó volviéndose a ir por ese camino intentando besar mi cuello, pero yo lo volví a empujar.
– ¿Que tu idea de la cita perfecta sea escuchar humanos gritando? No, en absoluto –le corté antes de que se le ocurriera seguir cuando frunció la nariz en desagrado.
–Si la comida que mejor se sirve es la fresca –dijo sin pensar demasiado. Yo chisté y me puse de nuevo la computadora en las piernas–. ¿A qué vampiro no le gusta cazar? –añadió.
A mí, desde luego, no me causaba ninguna emoción ir a "cazar". Si era que se le podía llamar así el irrumpir en una casita de familia a matar a quienes estuvieran dentro.
–No me interesa, gracias –añadí antes de volver a buscar mi película en Netflix.
–Tienes que salir más, Anggie –comenzó a decirme como si fuese mi padre–. Necesitas saber cómo defenderte –añadió logrando sacarme de mis casillas.
–Soy la princesa de la oscuridad, no necesito práctica –le recordé. Él pareció aturdido ante el tono autoritario que usé con él. Entonces me di cuenta que lo estaba controlando de nuevo–, simplemente no quiero ir, ¿está bien? –dije bajando la voz. Tampoco quería jugar con su cabeza.
–¿No tienes hambre? –me preguntó.
–Le pediré a Lucy que suba algo de beber – continué haciéndole notar que quería que se marchara.
–¿Segura que no quieres sangre tibia y fresca? –pero qué necio era, qué forma de hacerme perder la paciencia.
–Si la quiero tibia, pediré que la calienten –dije dando el tema por cerrado cuando él presionó los dientes y me tomó de la mano.
–Vamos, Angelina, por favor –suplicó halándome y yo puse los ojos en blanco.
–No significa no, Jack. Ahora vete con tus amigos antes de que te lance por la ventana –me quejé antes de que me soltara y se fuese malcriando como toda una diva.
Qué manía la suya, como la de todos, de querer obligarme a hacer lo que El Código del Vampiro decía:
1. Un vampiro va por encima de todos los demás.
2. Un vampiro jamás se matará de hambre.
3. Un vampiro nunca mira atrás.
En lo que a mí respectaba, había cumplido ese tratado durante más de 50 años y ya estaba totalmente hastiada de él. Lo único que podía hacer era mirar atrás a mi humanidad, y anhelar volver a ver con mis ojos la luz del sol salir por el este y ocultarse por el oeste.
Pero el código del vampiro era extremadamente claro y revelaba a la perfección la naturaleza de cada uno de nosotros. Éramos profundamente egoístas y no nos importaba nada mucho más que nosotros mismos.
Y yo estaba en paz con eso, porque los conocía, y porque velaba por mí misma. Pero no podía pretender creer que Jack me había venido a buscar por un motivo romántico, él quería ir a cazar conmigo porque el frenesí de la cacería traía consigo una serie de cosas muy interesantes de las que no iba a hacer mención para no tentarme.
Definitivamente no me convenía pensar en los impulsos, en los deseos ni en nada que activara mi naturaleza salvaje de necesitar saciar lo que vendría a traducirse como la sed. Pero no era solo una necesidad fisiológica que mantenía mis ojos brillando en un tono rojo llamativo, sino una necesidad dentro de mi ser que me pedía a gritos sentir algo, lo que fuera.
Bien, Jack sí que había sabido quitarme las ganas de todo.
Puse la laptop a un lado y me acosté en la cama mirando al techo cuando la puerta se abrió nuevamente.
–Como seas tú, Jack, de verdad que no respondo por mis actos —me quejé cuando una sonrisita brillante me cambió un poco el mal humor.
–¿Problemas en el paraíso? –inquirió pasando con su cabello negro ensortijado y su piel morena pálida brillando bajo la luz tenue de mi habitación.
–¿Paraíso? –me burlé cuando ella se lanzó a mi lado en la cama como si ya supiera que hoy estábamos procrastinando. Maia era mi hermana mayor, hermosa, una guerrera sin igual y con un sentido del humor tan interesante que solo nosotras nos entendíamos.
–Vi a tu noviecito tirar las puertas –soltó con una sonrisita y yo me encogí de hombros.
–Jack no es mi novio –le dije sin más cuando ella me hizo una mueca a la que no pude evitar reírme.
–¿Y cómo le llamas al tipo que tiene libre acceso a tu cama cuando desee? –me preguntó frunciendo la nariz.
–Jack –le repliqué como si fuera lógico y ella me quitó una almohada de la cabeza para pegármela.
–Debe ser algo así como tu amigo con derechos –aventuró cuando yo le devolví el almohadazo.
–Es solo Jack –aclaré antes de quedarme en silencio y verla levantarse para comenzar a jugar con mi cabello.
–¿Vamos a salir esta noche? –me preguntó.
–Si quieres salir, Maia. Siéntete libre –le dije sin más. No tenía por qué quedarse en casa solo porque yo lo hiciera.
–¿Por qué no quieres salir? Podríamos ir a una librería de estas nocturnas, beber café... Ver una película –aventuró, pero lo que en realidad quería era sacarme de casa. Tenía semanas intentándolo sin éxito.
–Simplemente no tengo nada interesante que hacer afuera –finalicé cuando ella entendió cabalmente de qué iba todo.
–¿Cuánto crees que dure esta faceta tuya? –me preguntó como si cambiara de tema, pero en realidad era exactamente lo mismo.
–¿Qué faceta? –inquirí sin dejar de mirar su pulsera de cuero tejida.
–Que odias la vida –bromeó con una media sonrisa, haciéndome inevitablemente sonreír, porque Maia era así. Risueña, feliz, una luz de luna hermosa que brillaba con fuerza en cualquier habitación.
–¿Cómo puedes decir que vives si nada hace latir tu corazón? –le pregunté recostándome de su pierna.
–Eso es un eufemismo tonto –replicó sin pensar demasiado–, cualquier cosa allá afuera puede hacer latir tu corazón –yo negué con la cabeza inmediatamente.
–En realidad el problema es que nada puede, somos vampiros. No nos late el corazón –dije como si fuese obvio.
–Vamos a salir –me pidió una vez más y yo le sonreí.
–Realmente no quiero salir, Maia –le dije con voz de convencimiento–. Jack me suplicó ir de cacería y no quiero, quiero estar en casa.
–Ese Jack es un bruto, si no te gusta cazar –dijo negando con la cabeza.
–¿Verdad? Es lo que le he dicho –ella sonrió y me puso el cabello detrás de las orejas.
–Pero podría meterse en problemas si caza en un vecindario equivocado –replicó ella pensando profundamente.
–Si se mete en problemas, lo envío con Priscilla y ya está –ella frunció el ceño.
–¿No irías con él? Enviarlo con tu abogada es un poquito exagerado –yo solté una carcajada y negué.
–Él es el que está en problemas, no yo –dije con frescura.
–Qué egoísta –añadió con la voz baja y yo le alboroté el cabello para sentarme en la cama.
–Es solo el código del vampiro –le digo cuando busco mi teléfono para pedir algo de comer. –¿Tienes hambre? –ella asintió suavemente cuando la puerta afuera comenzó a sonar repentinamente.
–¿Jack se habrá devuelto? –me preguntó cuando yo negué.
–Jack nunca toca la puerta –le repliqué antes de echarme a caminar a ver quién tenía la gentileza de llamar a la puerta de mi departamento.
No me hizo falta acercarme a la puerta para que su aroma a muerte me indicara de quiénes se trataba.
Abrí la puerta y vi a los dos guardias de capas rojas. Sus ojos de color rojo sangre destellaban bajo la tenue luz del pasillo y su rostro angelical era totalmente contradictorio para el peligro que sentía emanar de ellos.
–¿Qué demonios hace la guardia del rey aquí? –dije con molestia. Estos tipos sin escrúpulos tenían que mantenerse lejos de este edificio y de esta comunidad.
–Princesa –pronunció uno de ellos cuando ambos se encorvaron y casi arrastraron la cabeza hasta el piso–. No sabíamos a quién más acudir –yo fruncí el ceño, estos tipos no eran de pedir ayuda.
–¿Qué sucede, Anggie? –me preguntó Maia saliendo detrás de mí. Se puso en guardia apenas vio a los guardianes del rey. Ambos levantaron su mirada para verla y yo alcé mi postura desde mis hombros para demarcar superioridad.
–¿Acaso les dije que descansaran? –ordené cuando ambos bajaron la postura y la cabeza en una media reverencia.
–Mil perdones, princesa –se disculpó el primero que habló.
–Díganme que es lo que quieren –me quejé cuando el guardia me miró.
–Hace tres días una cazadora se coló en la ciudad subterránea –yo fruncí el ceño, eso era verdaderamente extraño–. La guardia del rey la atrapó inmediatamente –me impacienté un poco al ver que tartamudeaba al vernos a mí y a mi hermana juntas.
–No tengo toda la noche, guardia –me volví a quejar cuando él espabiló.
–Un grupo de cazadores van buscando venganza, vinieron a la ciudad esta noche, y oímos que usted saldría de cacería –yo negué con la cabeza.
–Como ven estoy aquí– les señalé cuando Maia me haló la mano.
–Pero Jack y sus amigos no –advirtió cuando el guardia abrió la boca para hablar.
–El rey nos pidió proteger el edificio, pero hay al menos 12 vampiros fuera –yo maldije por lo bajo. Jack no se había ido a cazar, esto era una fiesta de sangre–, necesitamos ayuda para traerlos de vuelta –me sentí inmediatamente irritada con esta idea.
–Busquen refuerzos, yo iré a advertir a los vampiros –le ordené al guardia antes de darme media vuelta e ir a buscar mi capa negra.
Maia me siguió sin decir nada cuando yo cerré la puerta y comencé a buscar en mi armario mis espadas pequeñas y la capa negra que me cubriría al salir.
–¿Vamos a ir? –yo la miré de arriba abajo.
–Yo voy a ir –ella rio.
–Jamás te dejaría ir sola –me dijo acercándose para ceñirse un par de dagas al pantalón—. Solo es buscar a tu novio y huir —yo me quejé con un ruidito–. Rescatar a tu novio de una muerte inminente suena muy de pareja para mí –yo solté una carcajada amarga y negué.
–No se trata de rescatarlo a él –le dije –, se trata de que no nos descubran, me gusta esta ciudad –ella soltó una media carcajada antes de tomar su propia capa negra y echársela sobre los hombros.
–Sí, claro, es por beneficio propio –me dijo mientras echaba a caminar a mi lado.
–Por supuesto, es el código del vampiro –le recordé antes de querer darme con una piedra en los dientes. Odiaba ese maldito código, y una parte de mí si deseaba salvar a Jack. Pero ningún vampiro admitiría en voz alta que arriesgaría su vida por otro.
Profundamente egoístas e interesados únicamente por nosotros mismos. Seres sin vida que deben alimentarse de los que si la tienen para continuar existiendo. Me sonaba muy egoísta, pero, al fin y al cabo, realista.
Pisamos la calle de la ciudad y nos echamos a correr a velocidad imperceptible persiguiendo el aroma de Jack quien ahora estaba en peligro junto a sus amigotes. Esta noche sería larga.
***
Y aquí voy comenzando con esta nueva aventura ^^
Espero que les guste.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro