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Capitulo 35

 Capitulo fresquito, todo para ustedes. Ya falta poco, tan solo un capitulo y un epilogo. Ay que nervios, voy a extrañar escribir esta historia, pero me siento feliz por el resultado.

La fotito muestra como sería el vestido de Jessie. XD

Bueno me retiro lentamente... espero disfruten el capitulo!

Saluditos!!

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En un parpadeo me encontraba a un día de la boda de Margherite y mi padre. Me parecía increíble que los últimos dos meses hubieran pasado con tanta tranquilidad, a pesar de haber tenido que seguirle el ritmo a la wedding planner. Los hombres se mantenían al margen, permitiéndonos a las mujeres tomar las decisiones con respecto al vestuario, salón, flores e invitados. Estábamos en la gloria, podíamos hacerles vestir un esmoquin morado y aún así lo usarían. Estaban tan enamorados.

Me encontraba un poco melancólica a pesar de las festividades, ya que esa noche celebraría la finalización de mi pasantía en la empresa de Troy. Mis compañeros habían organizado un after work en el bar donde siempre se reunían. Invité a Caleb, pero me dio la posibilidad de disfrutar sin sentir la tensión entre él y Jeremy, era algo que valoraba mucho, dada la naturaleza posesiva de mi novio. Le prometí volver temprano para acurrucarnos en la hamaca, donde pasábamos horas observando las estrellas.

Cuando llegué al bar me sorprendió encontrar a tantas personas, hasta Troy estaba ubicado en una mesa junto a Susan y Jeremy. Me acerqué a ellos y se incorporaron para saludarme. Me sentía mareada entre tantos besos y abrazos, pero no pude negar que las palabras que Troy me dedicó me hicieron sonreír.

—Te vamos a extrañar. Quiero que sepas que cuando te gradúes, tienes un lugar aquí si quieres volver —comentó apretando con fuerza mi mano —. Ahora voy a dejarlos brindar, se me hace tarde para una reunión. Ya sabes cómo es esto.

—Está bien, no te hagas problema. Muchas gracias por la posibilidad que me brindaste —no recordaba el momento en que comencé a tutearlo, pero Troy siempre insistía que dejar de tratarlo de usted.

Quedamos a solas con Susan cuando Jeremy se ofreció a buscar unas bebidas. Mi ex jefa, se apoyó sobre la mesa, acercándose a mí para hacerse oír por sobre la música.

—¿Jeremy te contó que también deja la empresa?

—¡¿Qué?! —chillé.

—Sí. Como oyes. Decidió estudiar fotografía, un sueño que tenía desde hace años —murmuró encogiéndose de hombros.

Miré a través de la multitud, encontrando a Jeremy de pie en la barra hablando con una de las chicas de recursos humanos. Si bien la empresa de su padre no parecía su lugar soñado, jamás imaginé que quisiera dedicarse a la fotografía, es decir estar del lado contrario del lente. Porque tranquilamente podría posar para cualquier revista estilo GQ. Él giró su cabeza y nuestras miradas se encontraron, me guiñó un ojo e hizo seña con una copa, demostrando que estaba consiguiendo nuestras bebidas. Le sonreí y volteé para hablarle a Susan.

—Creo que le irá fantástico. Es un chico que sabe lo que quiere y me alegra que haya decidió perseguir sus sueños.

Y lo decía con total sinceridad, Jeremy siempre fue mi amigo, a pesar de mis torpezas y locuras, jamás me miró de otra manera, a pesar de ser el hijo del jefe. Era una persona que sabía mantener las distancias cuando se lo pedías y a quién no le importaban las apariencias. Me entristecía que Troy perdiera la ayuda de su hijo, pero sabía que lo apoyaría a pesar de todo. Jeremy volvió con nuestras bebidas, y después de cerca de dos horas de charlas, cuatro batidos y miles de abrazos, me despedí.

Extrañaría pasar mis tardes en Madison's Design, pero un nuevo reto me esperaba, La universidad.

                                                 ***

El reflejo que me devolvía el espejo, distaba mucho de ser la misma chica de meses atrás. Había madurado, cambiado mi manera de pensar y optado por conseguir la felicidad. Estaba a punto de acompañar a mi padre al altar, entregarlo a una mujer que no era mi madre pero que se había ganado el título de compañera. No habría otra persona que yo eligiera para que lo acompañara durante el resto de su vida y estaba completamente segura que mi mamá la hubiese aprobado.

Alisé mi vestido, dándome un último vistazo. Había optado por uno de color rosa que caía hasta mis rodillas. Me gustó porque llevaba un solo tirante, dejando al descubierto uno de mis hombros. Una flor decoraba el extremo libre, pero lo que más amaba era el vuelo de la falda, me asemejaría a Marliyn Monroe si llegara a sorprenderme una ráfaga de viento. Volteé cuando la puerta se abrió y el novio dio un paso dentro de la habitación.

—Estás hermosa, cariño —susurró mi padre.

Podía notar el brillo en sus ojos y el temblequeo de sus manos no me paso desapercibido.

—¿Y tú? ¿Nervioso? —él asintió con la cabeza. Acorté la distancia, envolviéndolo con mis brazos —. No tienes nada de qué preocuparte, Margherite no va a salir huyendo —bromeé.

—No es eso —rió, pero fue una risa vacilante —. Es que nunca creí pasar nuevamente por esto. Creí que la próxima vez que estuviera en una iglesia, sería para entregarte a ti.

—¡Tranquilo, vaquero! Que para eso aún falta un tiempo —comenté divertida, tratando de relajarlo —. Estoy feliz de que hayas elegido a Margherite. Es una mujer asombrosa y lamento no haberlo entendido desde un principio.

—Gracias, cariño. No sabes lo bien que me hace oírte decir eso, tu madre estaría orgullosa de la mujer en la que te has convertido.

—Así como también estoy segura de que ella en estos momentos te diría… «Joseph, alza la barbilla, endereza los hombros y sé feliz» —murmuré con un nudo en la garganta, imitando la voz de mi madre.

—Era lo que ella siempre decía —susurró mi padre —. La extraño, el amor que siento por Margherite no cambia el que sentí por tu madre.

—Lo sé, papá —nos abrazamos por unos minutos y logré apartarme. Era hora de que diera el gran paso. Me aclaré la garganta y acomodé el moño de su traje —. Es hora, vamos a darle a Margherite nuestro apellido.

Él asintió con la cabeza y ambos abandonamos mi habitación. Caleb y su madre ya estaban en la iglesia. Yo moría por verlo en el traje que había escogido para él. Solo esperaba que no se enfadara por elegir una camisa a tono con mi vestido, a mi parecer los hombres en camisa rosada eran sexys, aunque Caleb se vería bien vistiendo una bolsa de patatas.

Llegamos a la iglesia y mi padre se detuvo frente a las puertas, Margherite permanecía oculta en uno de los cuartos, esperando a que nosotros nos ubicáramos frente al altar. Cuando la marcha nupcial comenzó a resonar en la iglesia, los invitados se pusieron de pie y pude sentir a mi padre tensarse a mi lado. Margherite caminaba a paso acompasado del brazo de Caleb. Observé a mi padre y el amor que se veía reflejado en sus ojos, me hizo lagrimear, él era feliz y yo estaba sumamente satisfecha con ello.

Luego cambié mi mirada a la novia, el vestido era sencillo, pero muy bonito. Era largo, con una pequeña cola. Las mangas eran de encaje y debajo se podían notar los detalles de la tela. Era un diseño hermoso, que yo ayude a elegir. Me sentía orgullosa de que Margherite hubiera pedido mi opinión y más aún que la hubiese respetado.

Por último, moví mis ojos hacia mi novio y la respiración se me atoró en mi garganta. Se veía caliente, esa era la única palabra que podría describirlo. El traje se ajustaba a la perfección, pero lo que más quitaba el aliento era esa sonrisa que se asomaba en sus labios. Por un momento deseé adelantar unos pasos y correr a sus brazos, absorber esa sexy sonrisa con mi boca. Pero obviamente, trataría de no hacer algo estúpido que me pusiera en ridículo en la boda de mi padre.

La ceremonia fue hermosa, había mucho llanto y sonrisas. Pero mi atención estuvo principalmente centrada en el padrino. Sentía cosquillas en mi estómago ante la idea de estar frente al altar a su lado, con mi padre entregándome. Claro que era una idea lejana, pero era algo que obviamente imaginaba junto a Caleb, nadie más podría ocupar el lugar de mi esposo.

Una vez fuera de la iglesia, les tiramos arroz a los recién casados y cuando ellos subieron en el vehículo que los llevaría rumbo al salón de fiestas, me vi rodeada de unos conocidos brazos. Caleb acomodó su cabeza entre el hueco de mi cuello y besó mi pulso, provocando que un agradable escalofrío recorriera mi cuerpo.

—No tuve oportunidad de decirte lo hermosa que estás.

—Tú también te ves bien.

—¿Solo bien? —preguntó enarcando una ceja.

—Bueno, estás irresistible. ¿Mejor?

—Mucho mejor —me volteó en sus brazos y su boca capturó la mía, sin darme tiempo a reaccionar —. Moría por hacer esto durante la ceremonia. Cuando el ministro dijo puede besar a la novia, estuve a punto de ir hasta ti y quitarte la respiración con mi boca.

—¿Imaginas lo que hubiese sido? El ministro se hubiera horrorizado de que los hermanastros estuvieran besándose —reí por lo bajo y él imitó mi acción.

—No me importa lo que piensen. No eres mi hermana, hermanastra o lo que sea. Si algo te uniera a mí, sería el titulo de esposa —susurró contra mis labios. Me aparte unos centímetros para mirarlo a los ojos. ¿Estaba hablando en serio? Al parecer pensábamos igual, y mentiría si la dijera que la idea no me había emocionado.

—¿Estás pidiéndome matrimonio? —bromeé recordando las palabras que dijo la noche en la terraza.

—En unos años, nena. Puedes estar tranquila que en unos años serás mi esposa —murmuró para volver a estrecharme en sus brazos y besarme.

No recuerdo cuanto tiempo permanecimos allí, sumergidos en nuestra burbuja, soñando con un posible futuro donde seríamos marido y mujer. Un carraspeó nos sacó de nuestra ensoñación y volteamos para ver a Josh y Cassidy, de la mano a nuestro lado.

—Creo que tenemos que movernos si no queremos llegar tarde a la fiesta —comentó Josh, sonriendo.

—Sí, vamos. Ya tendrán tiempo para comerse uno al otro —bromeó Cass.

Rodeé los ojos y los cuatro subimos a la camioneta de Caleb. Mientras entrelazaba nuestros dedos, me invadió el recordatorio de que pronto me separaría de mis amigos. Cass y Josh se iban juntos a la misma universidad. Sus padres habían acordado alquilarles un piso no muy lejos del campus, para que tuvieran su privacidad. Mientras que Caleb y yo aún no habíamos hablado nada.

Estaba segura que nos iríamos juntos, pero ponía en duda la convivencia. No porque yo no quisiera vivir con él, todo lo contrario. Sino porque nos conocimos viviendo bajo el mismo techo, tal vez Caleb quería tener su propio espacio en la universidad, tener una libertad que aquí no había podido disfrutar. Si era así, no me negaría, aunque me costaría mucho no tenerlo todas las noches a mi lado. En la semana tendríamos que hablarlo, ya que debíamos de responder las cartas de aplicación de la universidad.

Llegamos al salón de fiestas y Cassidy tiró de mi mano para que la acompañara al tocador. La seguí, resoplando por lo bajo, ya que quería seguir abrazada a Caleb. Una vez que nos hubimos retocado el maquillaje, ella comenzó con su interrogatorio.

—¿Ya hablaron sobre qué universidad elegirán?

—No, Cass. Aún no hemos decidido nada, no sé si Caleb aplicará a la misma que yo.

—Claro que sí. Ese chico no te deja fuera de su vista por un minuto, menos va a permitir estar lejos de ti —sonrió mostrando sus perfectos dientes.

Me parecía irreal estar hablando de Caleb con ella, siendo que había sido su novio. Pero con Cassidy las cosas eran sencillas, a ella no le interesaba, por lo tanto a mi no debería importarme. Claro que no había incomodidad, solo un pequeño malestar en mi interior que me hacía replantear qué clase de amiga era. Deseché los pensamientos y volví mí a tención a Cass, que estaba balbuceando algo sobre Gillian.

—¿Qué acabas de decir?

—Genial, estaba comentándote el rumor del año y no estabas prestando atención —resopló.

—Bueno, ahora tienes mi atención.

—Decía…que se rumorea que Gillian ha estado faltando mucho a clases este último tiempo y que fue porque estaba haciéndose estudios.

—¿Y eso que tiene de «rumor del año»? —ironicé —. No me interesa saber si tiene gripe o herpes.

—No entiendes. Dicen que Seth ha estado preocupado…

—¿Y?

—Jessica, cuando quieres de verdad que eres lenta —farfulló —. Creen que Gillian está embarazada.

Abrí mi boca para acotar algo, pero nada salió. Eso sí que me había dejado muda. Definitivamente era el rumor del año, Gillian embarazada. Sonreí con pura maldad. El karma era una perra.

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