Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 26

Hola, ¿como estan el día de hoy? ¿Con animos de regalar algñun voto y comentario? Primero quiero agradecer a todas las personitas que se atreven a darle clic a la estrellita y se toman unos minutos de su tiempo para darme su opinión.

Realmente los escritores de Wattpad subsistimos a base de sus comentarios y votos, que además de ser una retribución de la lectura, es la manera que tenemos de que más personas conozcan la historia.

Por eso no creo descabellado pedir que si se pasan a leer y les gusta la historia, me apoyen.

Ahora, espero disfruten el capitulo. Saludos!!!

**********************************************************************************

Apenas se cumplió mi horario laboral, salí disparada para no cruzarme con Jeremy, moría de la vergüenza. Yo y mi enorme bocota, lo que menos me faltaba era meterme en problemas en el trabajo. Si Troy se sentía insultado podía quitarme la pasantía y luego ninguna empresa me aceptaría, porque ¿quién tomaría a una persona torpe e impertinente? Esa vez había sido más inteligente y minutos antes de irme le pedí a Joe, el guardia de seguridad, que hiciera el favor de pedirme un taxi. Por lo que cuando salí, había un vehículo esperándome.

Llegué a mi casa y me recibió un profundo silencio. Cambié mi vestuario por algo más cómodo, unos pantalones de chándal y una camiseta sin mangas, y me tiré en el sofá a ver televisión. Cambié los canales, sin prestar verdadera atención a lo que estaba viendo y deje una película que llamó mi atención. Se titulaba Los Otros, y aunque acostumbraba a evitar las películas de suspenso, no pude apartar la mirada.

Di un brinco cuando oí el timbre de la puerta, estaba tan ensimismada en la historia de esa familia que cohabitaba con espíritus, que mi corazón casi salió por mi boca. Me apresuré en abrir, encontrándome con mis dos mejores amigos frente a mí. Josh abrazaba a Cass por la cintura y ambos mantenían una tímida sonrisa en sus rostros.

—Oímos que cierta persona estaba castigada, por lo que decidimos hacerle una visita —murmuró mi amiga dándome un rápido abrazo.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo sabían que estaba castigada?

—Puede que Caleb lo haya comentado en el almuerzo —susurró Josh depositando un beso en mi mejilla.

—¿Eh? —balbuceé, sin saber si había escuchado bien —. ¿No podrían haberme llamado a mí antes de preguntarle a Caleb?

—No preguntamos nada, Jess —Cassidy se dejó caer en el sofá, mientras me daba una sonrisa satisfecha —. Él nos dijo que Joseph te había castigado y nos pidió que viniéramos a verte.

—Ah, bueno. Puede ignorarme durante más de cuatro días, pero en el instituto hace como si le importara —resoplé sentándome a la par de Cass.

—Jess, sabes bien que le importas. Solo se siente lastimado.

—¿Y cómo me sienta yo no importa?

—Jessie, eres mi amiga —comenzó Josh y supe de inmediato que me daría un sermón —. Pero ponte en su lugar, sabe que Aaron siente cosas por ti, luego se entera que te reuniste con él a escondidas y para coronar la situación, le envían una foto donde supuestamente ustedes se están besando. ¿Qué esperabas qué hiciera?

—¿Estás defendiéndolo? ¿Argumentas que por sentirse traicionado tiene el derecho de decirme las cosas que me dijo?

—No —Josh negó con la cabeza y tomó una de mis manos —, no estuvo bien en decirte todo eso. Pero Caleb es impulsivo, además había peleado con uno de sus compañeros por defenderte y escuchar de tu propia boca que lo de Aaron era verdad… creo que evitó que pudiera pensar antes de hablar.

—Pero yo admití estar con Aaron en la sala de edición, no que le hubiese sido infiel —suspiré y dejé caer mi cabeza contra el sofá.

Cass hizo una mueca y comenzó a pasar su mano hacia arriba y abajo por mi brazo, dándome su apoyo. Cerré los ojos y analicé la situación bajo el punto de vista de Caleb, era obvio que yo tampoco hubiese reaccionado bien ante lo sucedido. Pero estaba segura que no sería capaz de decirle las cosas horribles que él me gritó. Podía llegar a disculparlo cuando todo esto se resolviera, pero iba a tener que trabajar muy duro para obtener mi perdón.

Mis amigos se quedaron hasta que la película acabó y cuando Cassidy se excusó para ir a baño, increpé a Josh. Había estado tan sumergida en mis problemas que había olvidado preguntarle sobre su relación con Cass.

—¿Has hablado con ella? —susurré para que mi amiga no me oyera.

—¿Sobre qué?

—Josh, no te hagas el tonto —él me observó como si no entendiera, por lo que decidí añadir —. Sobre la universidad.

—¡Ah! Si, hablamos.

—¿Y?

—Y bueno, al principio me dijo que tenía que pensarlo. Luego me preguntó de qué universidad yo había recibido una beca de futbol y después de mantenerme en vilo por una semana, me dijo que sí —su sonrisa se extendió por todo su rostro cuando me contó que ella había aceptado irse a la misma universidad que él.

Lo abracé y no podía estar más feliz por ellos, se merecían estar juntos. Un carraspeo provocó que nos separáramos.

—¿Tengo que ponerme celosa? —preguntó Cass. Ante mi mirada de pánico dio unos pasos y se unió al abrazo —. Tonta, estaba bromeando. Déjenme darles amor —gritó y se tiró encima de nosotros provocando que cayéramos sobre el sofá.

Después de que se fueran, me sentía un poco mejor. Estaba dispuesta a olvidar el horrible día y aceptar los que tenía por delante. Estaba en la cocina, preparando la cena, cuando oí la puerta. Asomé mi cabeza y vi a Margherite caminar con una mueca en su rostro. Salí a su encuentro y me preocupó su expresión adolorida.

—¿Estás bien? —inquirí deteniéndola.

—Oh, Jessie. No te había visto —llevó una mano a su sien y volvió hacer otra mueca —. Me duele mucho la cabeza, tuve un día agotador. Creo que voy a ir a la cama.

—Acuéstate —ordené —. Te llevaré un té y unos analgésicos.

—Gracias —balbuceó y subió las escaleras rumbo a su habitación.

Traté de quitar los malos pensamientos de mi mente que me recordaban a los primeros síntomas de la enfermedad de mi madre. Esto era una simple cefalea, Margherite no tenía cáncer. Por más que lo intentará la presión en el pecho no disminuía, y sabia que hasta que ella no se compusiera, no iba a irse. Nuestra relación había avanzado, había llegado a tomarle cariño, más aún al recordar que salió en mi defensa en la pelea con Caleb.

Luego de llevarle los medicamentos y la taza de té, continué preparando la cena. Mi padre me había llamado para avisarme que no llegaría a casa hasta la madrugada y que por favor cuidara de Margherite. Asumí que Caleb no volvería a tiempo para cenar, por lo que solo preparé una ensalada y un bistec. Llevé mi comida a la sala y me aposté frente al televisor, mientras veía uno de esos programas de competencia de cocina.

El movimiento de la cerradura llamó mi atención y volteé la cabeza cuando la puerta se abrió con un sonoro estruendo. La figura de un Caleb tambaleante me hizo incorporarme de un salto. Él se detuvo cuando sus ojos se encontraron con los míos y pude notar cómo apretaba su mandíbula.

—Caleb, ¿estás borracho? —lo increpé a medida que cerraba la puerta.

Observé el reloj, no eran más de las nueve de la noche y él llegaba a casa apenas manteniéndose en pie.

—Qué observadora —gruñó alzando la voz, caminó hacia la cocina pero chocó los muebles, lanzando más de un improperio.

—No grites, tu madre está con dolor de cabeza—susurré poniéndome a su lado.

Me miró desconcertado y luego refregó sus manos por su rostro, dio unos pasos inseguros hasta que logró llegar a la cocina, donde se dejó caer en un taburete. Lo seguí, tomé un vaso de agua y un analgésico, riéndome internamente ante la situación. Al parecer era la noche de hacer de enfermera. A regañadientes tomó los medicamentos y abandonó el vaso en la mesada. Luego sus ojos permanecieron fijos, observándome.

—¿Por qué, Jessie? —preguntó arrastrando un poco la voz. Evité responderle, mientras me disponía a prepárale un café, uno negro y bien cargado —. Yo confiaba en ti, eras… eres todo para mí. 

Se puso de pie y caminó hasta detenerse detrás de mí. Podía sentir su aliento en mi cuello, apestaba a alcohol, al parecer había estado bebiendo algo fuerte, whisky quizás. Cuando su nariz rozó mi cuello, me quedé sin aliento. Ansiaba tenerlo a mi lado, pero no de esa manera, él estando enojado y borracho.

—Si hubieses confiado en mí, me habrías dejado explicarte —espeté apartándome para verter el agua en la taza.

Él siguió mis movimientos y volvió a detenerse en mi espalda, tomándome de la cintura con sus manos. Me quedé inmóvil por unos momentos, expectante a lo que estaría por suceder. Extrañaba sus abrazos, sus caricias y sus besos, pero no permitiría que se acerara a mí, sin antes tener una disculpa de su parte.

—Caleb, déjame —susurré.

—Yo estoy enamorado de ti, Jess. Cada noche llego a la casa y cuando paso frente a tu habitación siento tu aroma y me vuelve loco —sus pies temblaron y se tambaleó hacia atrás, provocando que perdiera el agarre de mi cuerpo.

Le tendí la taza humeante de café, antes de que pudiera volver a encerrarme con sus manos. No debía olvidar que estaba ebrio y que posiblemente lo que me dijera no lo recordaría al otro día. Lo llevé del codo hacia el taburete y con la mirada lo obligué a beberse la infusión. Hizo una mueca cuando sintió el líquido amargo en su boca, pero comenzó a beberlo sin protestar.

—Ve a darte un baño y a descansar —murmuré pasando por su lado para irme a mi habitación. Ya había tenido demasiado drama para un día.

Su mano salió disparada, tomándome de mi antebrazo y me detuve.

—Yo no quiero ser como mi padre —balbuceó mirándome con esos profundos ojos verdes —. Aunque sé que él no amaba a mi madre como yo a ti —susurró dejando caer su brazo.

Por unos minutos no pude hacer otra cosa más que respirar apresuradamente ¿había dicho que me amaba? De todos modos era posible que fuera el alcohol el que hablara en ese momento, además de que si en verdad me amara, me hubiera dado la posibilidad de explicarme. Negué con la cabeza y continué mi camino. Una vez en mi habitación, me permití llorar. Si tan solo no hubiese estado tan borracho, podría haberme puesto feliz por sus palabras.

                                                             ***

El fin de semana pasó demasiado lento para mi abrumada cabeza. El sábado Margherite ya se sentía mejor y pasamos gran parte de la tarde haciendo galletas y viendo televisión. Me encontré disfrutando pasar el tiempo con ella y decidí que era hora de permitir a mi padre ser feliz.

 —Quiero que continúen con los planes de la boda —interrumpí el silencioso momento que estábamos compartiendo.

—No es necesario que nos apresuremos, Jess. En estos momentos hay otras cosas que están sucediendo más importantes.

—No —corté sus palabras y ella me miró sorprendida —. Quiero que mi padre sea feliz y sé que convertirte en su esposa, lo hará. ¿Además qué mejor que una boda para aligerar el ambiente? —bromeé.

Margherite parpadeó un par de veces y unas lágrimas se derramaron por sus mejillas.

—No sabes lo bien que me hace que digas eso. Joseph es un gran hombre y eres una gran hija —limpió las gotas con el dorso de su mano y me envolvió en un abrazo —. Prometo decirle que me propusiste esto, estoy segura que le encantará retomar los planes de la boda.

Sonreí y la dejé abrazarme, sintiéndome a gusto entre sus brazos. Extrañaba el abrazo maternal, ése lleno de calidez y amor, que solo una madre podía dar. Esta vez fue mi turno de derramar unas cuantas lágrimas, pero me apresuré en secarlas para no perturbar el momento que estábamos viviendo.

—¿Puedo preguntarte algo? —inquirí un poco indecisa. No estaba segura cómo podía tomar Margherite mi pregunta indiscreta.

—Sí, cariño. Lo que quieras.

—Caleb dijo que no quería ser cómo su padre ¿sabes a qué se refería?

Ella pareció dudar un momento, pero asintió con la cabeza. Se reacomodó en el sofá y tomó mis manos.

—El papá de Caleb, Louis, era un hombre egoísta y desconfiado. Vivíamos peleando por sus celos enfermizos, era demasiado controlador —ella suspiró y supe que la conversación no era de su agrado, pero aún así prosiguió —. Creo que era así porque él tenía sus trapos sucios, me fue infiel con su secretaria por más de un año. Cuando salí a comer con un viejo amigo, estalló y acabó contándome todo. Me hizo una escena en medio del restaurante, para acabar diciéndole a mi amigo «No te la recomiendo, es una mala amante, por algo tuve que buscar la satisfacción fuera».

Di un jadeó ahogado ante esas palabras, nadie merecía que la persona a la cual amaba la humillara de esa manera y frente a desconocidos. Me acerqué más ella, apretando sus manos, instándola a continuar.

»Caleb lo echó de nuestra casa al otro día. Él había descubierto el romance que Louis mantenía con su secretaria y le había dado un ultimátum. Enterarse de las cosas qué él me dijo, fue la gota que colmó el vaso. Se fue y jamás lo volvimos a ver —respiró hondo y sus ojos, tan similares a los de Caleb, se centraron en los míos —. Hasta hace unos días, él volvió y encontró a mi hijo, no sé qué le dijo pero Caleb no quedó contento con su visita. Y luego, se enteró de lo tuyo y creo que se desbordó. Jessie, él tiene miedo a la traición, tienes que comprender que fue difícil para él enterarse que su padre, quién era su ídolo, estaba con otra mujer. Él es un buen chico y sé que no es igual a Louis. Él te celaba porque realmente siente cosas por ti y aunque estoy segura que todo fue un malentendido, te pido que le des tiempo. Tú también eres una buena chica, él se dará cuenta que lo que hizo estuvo mal.

Tragué el nudo que tenía en mi garganta, las palabras de Margherite me recordaron a lo que Josh me había dicho. Sabía que Caleb había dicho todas esas cosas por impulso, pero mi orgullo herido me prohibía perdonarlo sin darle batalla. 

—Estoy segura que Caleb no es como su padre, siempre fue muy dulce conmigo y por eso es que estoy aguantando todo esto —susurré, vi los ojos de Margherite iluminarse y añadí —. Pero eso no significa que vaya a perdonarlo así como así, hará falta más que una disculpa para que todo vuelva a ser como antes.

—No esperaba menos de ti —murmuró ella sonriéndome en respuesta.

Permanecimos hablando hasta altas horas de la noche, solo nos separamos cuando Joseph llegó del trabajo. Disfruté ver la sonrisa de mi padre al percatarse que su futura esposa y su hija estaban compartiendo un buen momento. Subí a mi habitación, sintiéndome un poco más liberada, sabía que de una manera u otra, todo estaría bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: