Capitulo 15
Holaaaa les traigo un nuevo capitulo!!!
Gracias por sus comentarios y votos, me dan animos para seguir escribiendo! :)
Perdon por ser tan reiterativa jiji pero es que me gustaria que le dieran una oportunidad a mi otra novela, En brazos de un angel, prometo que les va a gustar!
Saludoss!!
************************************************************
Oí la puerta de entrada cerrarse, de inmediato corrí para alcanzar a Caleb, pero me detuve cuando vi a mi padre dejar su maletín sobre la mesa del salón. Él me observó frunciendo el ceño, respiró hondo y me habló con una voz carente de emoción.
—Jessica, tenemos que hablar —si recibiese dinero por la cantidad de veces que oí esas palabras, posiblemente sería millonaria. Alcé mi barbilla y asentí, siguiéndolo hacia su despacho —. Creí que habíamos dejado atrás tus malos modales —espetó sentándose detrás de su escritorio. Posición que asumía cada vez que quería intimidarme.
—¿Mis malos modales? ¿Qué hay de los tuyos? —exclamé alzando mi voz—. Organizando un matrimonio a escondidas…
—Cuidado cómo me hablas, jovencita —farfulló —. Además no voy a volver a repetirte que no tengo que solicitar tu aprobación. Margherite y yo nos amamos, y será mi esposa te guste o no.
—¿No te importa lo que yo piense o sienta al respecto? —sollocé incapaz de contener mi voz —. Porque déjame decirte que con todo esto salimos lastimados Caleb y yo.
—No entiendo cómo esta decisión pudiese hacerles daño. Estás exagerando las cosas.
—¿Exagerando? —reí con ironía —. ¿Cómo podrías saber lo que siento si te la pasas trabajando? Ni siquiera asomas la nariz para darte cuenta que no soy una niña, crecí, papá.
—Pues no lo demuestras —murmuró.
—¡No puedo creer que me digas eso, cuando lo único que he hecho últimamente es tratar de convivir en paz con tu mujer!
Mi padre llevó las manos a su cabeza, deslizándolas adelante y atrás. Suspiró hondo, y pude notar las oscuras manchas bajo sus ojos.
—Jessie, escúchame…
—¡No, escúchame tú! —me acerqué al escritorio, planté mis manos y me incliné para acercarme a él —. Esta decisión que tan egoístamente han tomado, nos perjudica. Pero está bien, acepto que no podré hacer nada para que cambies de opinión, así que déjame decirte que amo a Caleb y estamos comenzando… algo —los ojos de mi padre se abrieron con sorpresa —. Por lo tanto, que ustedes contraigan matrimonio influirá, pero no lo permitiré. Quiero estar con él, y si ustedes se atreven a interponerse, me iré y jamás volverás a saber de mí.
—¿Estas amenazándome? —inquirió frunciendo el ceño.
—No, papá. Estoy informándote, así como tú me informas de tus planes.
Volteé, enderecé mis hombros y me encaminé hacia la puerta. Su voz me detuvo.
—Jessica, ¿qué te hace pensar que podríamos interferir en su relación?
—Porque no sería bien vista una relación entre hermanastros —giré mi cabeza para mirarlo a los ojos —, y sé muy bien lo mucho que te interesa tu imagen, y se vería empañada por un capricho adolescente —argumenté con ironía.
—Eso no es verdad —se defendió.
—Ve lo que quieras ver, padre. Yo ya he dicho lo que tenía que decirte, depende de ti hacer algo al respecto… o no.
Salí del despacho y eché a correr escaleras arriba, tratando de contener mis lágrimas. Alguien pronunció mi nombre, posiblemente Marie, pero no estaba dispuesta a dejar que me vieran derrumbarme. No cuando había decidido luchar por mi felicidad.
***
Dos interminables semanas pasaron desde la conversación con mi padre, y en más de una ocasión nos evitábamos. Solo cruzábamos las palabras justas para mantener una buena convivencia, y a pesar de la insistencia de Caleb para que arreglara las cosas, me negaba a dejar de lado el poco orgullo que aún me quedaba.
Lo que fuera que tuviéramos Caleb y yo iba viento en popa, pasábamos todos los períodos del Instituto juntos aunque yo trataba de mantener las demostraciones públicas de afecto al margen, esperando el momento en que estuviéramos seguros de lo que queríamos, sin necesidad de lastimar a nadie.
Compartíamos mesa con Josh y Cassidy, y lo que en un momento me pareció que sería una situación incómoda, se convirtió en una sencilla rutina. Mis amigos se veían completamente enamorados, ensimismados en su mundo color rosa, ajenos a todo lo que los rodeaba.
Estábamos saliendo del último periodo cuando mi teléfono sonó. No reconocí el número, pero atendí el llamado de todas maneras.
—Diga.
—¿Jessica Kellers? —preguntó una femenina voz del otro lado.
—Sí. ¿Con quién tengo el placer de hablar? —inquirí extrañada. Caleb alzó su vista cuando oyó mi pregunta, enarcando una ceja. Respondí con un encogimiento de hombros, ya que no tenía idea alguna de quién podría estar llamándome.
—Soy Linda, la asistente personal de Troy Madisons.
—Oh —exclamé confundida. Luego recordé la pasantía en su empresa y la posibilidad de que mi padre hubiera recordado hablar con él.
—El señor Madisons quiere hablar contigo. ¿Podrías reunirte con él hoy por la tarde? ¿A las cinco?
—Claro, no hay problema —balbuceé emocionada.
—Perfecto, te esperamos.
Linda colgó el llamado sin darme tiempo a responderle, fruncí el ceño observando mi teléfono, cuando sentí la cálida mano de Caleb tomar la mía.
—¿Está todo bien?
—Sí, al parecer mi padre recordó mi petición. Tengo una entrevista con Troy Madisons esta misma tarde.
—¿El de Madisons Design? ¿La empresa de marketing?
—Sí, es un cliente de mi padre. Larga historia —respondí suspirando.
Él pareció aceptar mi escueta información, y continuamos nuestro camino hacia su automóvil. Antes de que pudiéramos subir Cass y Josh nos interceptaron.
—Acaban de invitarnos a una fiesta —canturreó Cassidy —. Es en casa de Luke Hamilton, ¿quieren acompañarnos?
Caleb me observó, permitiéndome tomar la decisión. Desde que éramos una pareja, no habíamos tenido muchas oportunidades de salir a divertirnos, por lo que decidí que podríamos intentarlo. Además quería celebrar el hecho de que seguramente conseguiría mi pasantía en la mejor empresa de marketing del país.
—Claro, ¿por qué no?
—Genial. Los veremos allí a las nueve treinta —respondió mi amiga tirando de la mano de su novio para desaparecer del estacionamiento.
—Ven aquí —Caleb me arrastró hacia su cuerpo, rodeándome con sus brazos —. Hace más de dos horas que no pruebo tus labios. ¿Sabías que son mi adicción?
—¿Debería llevarte a «besadores anónimos»? —bromeé colocando mis manos en su cuello.
—Llévame donde tu vayas —susurró en mi oído. Luego su boca se unió a la mía, hambrienta, como si llevara años sin probar bocado y necesitase de mi aliento para sobrevivir.
El dulce asalto de sus labios despertó mis sentidos, un hormigueo comenzó a recorrer mi cuerpo y el beso se intensificó. Caleb me giró atrapándome contra el frío metal de su vehículo, continuando con la exquisita posesión de su boca. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos ensimismados en nuestra burbuja, olvidando donde nos encontrábamos. Hasta que un grito a la distancia nos sacó de nuestra ensoñación.
—¡Consíganse una habitación!
Caleb rió contra mis labios y después de morderlos suavemente, me liberó de su prisión.
—Lo siento —susurró —, olvidé que aún estábamos en el instituto. Me dejé llevar.
—Yo no lo lamento. Adoro el sabor de tus labios —comenté. Le di un último beso y me escabullí dentro del automóvil, de lo contrario jamás lograríamos salir de ese estacionamiento.
Tenía menos de dos horas para prepararme para la entrevista, y mis nervios estaban a flor de piel. Mi novio, como buen entendido, decidió darme el espacio necesario para tranquilizarme. Yo no era una buena compañía en esos momentos. Luego de un baño mis ánimos se aplacaron levemente, pero aún estaba la difícil tarea de encontrar el vestuario correcto para una entrevista. Después de ojear por quinta vez mi guardarropa, decidí pedir ayuda.
—Jess, ¿qué sucede? —respondió Cassidy de inmediato cuando el móvil anunció el segundo timbrazo.
—¡Necesito ayuda! —exclamé —. No sé qué ponerme, ven a socorrerme. Por favor, por favor. Por favor.
—De acuerdo —su estrepitosa voz hizo eco en la línea —. En diez minutos estoy allí, no te preocupes o te arrugarás —comentó antes de finalizar la llamada.
Tiré el teléfono sobre mi cama y me dejé caer a su lado, olvidando que aún me encontraba envuelta en la toalla.
—Nena, si piensas ir vestida de esa manera, debo oponerme —susurró Caleb desde la puerta de mi dormitorio—. Aunque si te quedaras conmigo vistiendo solo la toalla…
—¡Ya basta! —grité lanzándole una almohada.
Él rió y llevó el dedo índice a sus labios, señalándome que me callara. Nuestros padres estaban en el salón y nos oirían.
—¿Puedo darte un beso de despedida o vas a despellejarme? —bromeó sonriéndome de lado. Amaba cuando hacía esa mueca con su boca, lo hacía ver más irresistible de lo que era.
—Ven aquí, besoadicto —murmuré poniéndome de pie con poca gracia.
En cuestión de segundos estuvo a mi lado sosteniendo mi rostro con ambas manos, mientras su boca devoraba la mía. Sin darme cuenta llevé mis manos hasta su cuello, soltando el agarre de la toalla, que comenzó a deslizarse por mi cuerpo.
—Jess, por mucho que me gustaría verte desnuda, no es momento —susurró en mi oído, haciendo que me diera cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Definitivamente cuando lo tenía cerca olvidaba cómo pensar y mi cuerpo respondía solo a sus mandatos. Rápidamente agarre el dobladillo y coloqué la toalla en su lugar, animándome a mirarlo a los ojos. ¿Cuánto habrá visto? Cómo si leyese mi pensamiento, Caleb señaló:
—No vi nada, lo juro —mi mirada se encontró con sus ojos, que permanecían cerrados. Levanté los párpados y lo dejé verme mientras volvía a reclamar su boca —. Aunque me hubiese gustado espiar un poquito.
Le pegué de manera juguetona en el brazo y él aprovecho para reír contra mis labios. Un carraspeo nos hizo separarnos violentamente, provocando que cayera en la cama en una posición nada femenina. Lo normal en mí.
—Perdón que interrumpa —Cass estaba recostada contra el umbral de la puerta, sonriéndonos —. ¿Los tortolitos recuerdan que no viven solos y que ni siquiera cerraron la puerta de la habitación?
—No me mires a mí —exclamé poniéndome de pie —, el señor mirón fue quien irrumpió en mi dormitorio.
—Claro, como si no te gustara que irrumpa todas las noches —susurró Caleb tratando de decirlo en voz baja, pero por la risa contenida de Cassidy supe que lo había oído.
—Ya es suficiente —ella se acercó y tomó a Caleb del antebrazo, empujándolo fuera de la habitación. ¿Cuán raro es que saque a su ex novio del cuarto de su mejor amiga, mientras ella viste solo una toalla? —. Tenemos trabajo que hacer y muy poco tiempo. Vete a practicar o algo —exclamó despidiéndolo con un movimiento de mano.
Caleb movió la cabeza, divertido con la situación y después de guiñarme un ojo se alejó. Pero cuando ella estaba por cerrar la puerta, sus ojos aparecieron a la vista nuevamente.
—Envíame un mensaje para saber cómo te fue.
—Lo haré.
Cassidy hizo rodar sus ojos y lo empujó para poder darnos privacidad. Cuando la puerta estuvo asegurada, porque ella colocó el pestillo para que nadie pudiera molestarnos, se giró hacia a mí y me señaló con un dedo acusador.
—Jessica Kellers, ¿cómo es eso que Caleb te visita por las noches?
—No desvaríes, Cass. Solo viene a darme el beso de buenas noches. Mi tarjeta V aún está intacta —susurré tirando de su mano hacia el guardarropa —. Ahora vayamos a lo importante, no tengo nada elegante para una entrevista laboral.
—No enloquezcas, si hay alguien que puede conseguir que veas elegante hasta con una bolsa de patatas, esa soy yo —canturreó mientras comenzaba la dura tarea de encontrarme un vestuario apropiado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro