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Capitulo 12

Hola, les traigo el otro capitulo, con esperanzas de que mis lectores me demuestren lo (mucho o poco) que le gusta la historia. Un simple comentario hace maravillas, y no demora mas de unos minutos. Lamento la insistencia, pero de verdad de ilusiona saber si voy por el buen camino...

Bueno, espero lo disfruten. Gracias por leer :)

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No recordaba cuánto tiempo estuve dando vueltas en la cama, hasta que decidí ir por un vaso de leche tibia, tal vez de ese modo Morfeo se atreviera a venir por mí. Acomodé el diminuto piyama que Cassidy había elegido, como parte del experimento de cambio de imagen, y bajé descalza las escaleras. La casa estaba en silencio, solo se percibía el rumor del viento sobre la ventana.

Una vez en la cocina, abrí el refrigerador tomando la botella de leche, cuando escuché mi nombre pronunciado en un susurro.

—¿Jess?

—¡Mierda! —la voz de Caleb me sobresaltó y la botella se deslizó de mis manos, rompiéndose en pedazos —. ¿Podrías ser menos sigiloso? Casi me matas del susto —exclamé llevándome la mano al corazón.

—Lo lamento, no quise asustarte. Oí unos ruidos y bajé… —murmuró.

De inmediato mis ojos descendieron hacia su torso, no me había percatado de su desnudez. Vestía solo un piyama de chándal que colgaba de sus caderas, exponiendo su perfecto paquete de seis. Instintivamente mordí mi labio, había sentido su pecho contra el mío cuando dormimos juntos, pero aún así seguía haciéndome babear.

Aparté la vista, ya que estaba devorándolo con la mirada y me puse en cuclillas dispuesta arreglar el lío que había provocado. Esparcidos en el suelo en un charco de leche y vidrios. Tomé un trozo de vidrio, pero cuando él se agachó a mi lado para ayudarme, me distraje y el cristal cortó mi dedo.

—¡Ouch! —me quejé.

—¿Te has lastimado? —inquirió, tomando mi mano.

Asentí, y antes de que pudiera reaccionar, Caleb me llevó hacía el grifo y lavó mi dedo. Luego hizo la cosa más sensual qué jamás había experimentado, llevó mi dedo a su boca y lo chupó. En ningún momento sus ojos se apartaron de los míos, podía sentir sus labios succionando mi sangre, limpiando la herida, enloqueciéndome con ese simple gesto.

Por unos minutos el ambiente se tornó espeso, como si el aire de la habitación hubiese sido drenado, y solo nos rodease el calor que emanaban nuestros cuerpos. Había oído hablar de la tensión sexual, pero jamás la había vivido en carne propia. Pero ver a Caleb chupar mi dedo, como si de ello dependiera mi vida, provocó que mi calor interno se convirtiera en una hoguera.

Él suspiró y lentamente soltó mi dedo, acariciando mis nudillos en el proceso.

—Listo, ya no sangrará —aseguró. Volvió sobre sus pasos y continuó con la tarea de limpiar el piso.

—No tienes que hacer eso —susurré tratando de encontrar mi voz —, yo pasaré el trapeador.

—No me molesta. Además, te has lastimado —sus ojos se reunieron con los míos y abrió la boca como si quisiese decir algo, pero se detuvo. Negó con la cabeza y concentró su mirada en los trozos rotos de la botella —. Ve a dormir, Jess.

Suspiré, cada vez más confundida. El hecho de que no me preguntase nada de mi cita con Aaron, me molestó. 

—De acuerdo. Hasta mañana, Caleb.

—Qué descanses —farfulló. Pasé a su lado, y cuando estaba llegando a la puerta, su voz me hizo detener —. Por cierto, me gusta lo que has hecho con tu cabello y tu ropa.

¡Al fin! Creí que no lo había notado. Sonreí y sin decir una palabra me encaminé hacia mi habitación. Una vez en mi cama, me percaté de que nunca llegué a servirme el vaso de leche. Pero ahora no lo necesitaba, con tener a Caleb en mi imaginación, conciliaría el sueño sin dificultad.

                                      ***

Pasaron varios días y casi no había visto a Caleb. Entre sus prácticas para las semifinales y los exámenes, nuestros horarios no coincidían. Josh estaba cada vez más extraño, él y Cassidy casi no se dirigían la palabra y eso me inquietaba. No podía permitir que mis amigos dejaran pasar la oportunidad de descubrir sus sentimientos. Por lo tanto, decidí que tendría que hacer algo al respecto.

El sábado habría una fiesta en casa de Kevin, por lo que la presencia de Josh estaba asegurada. Solo tendría que convencer a Cassidy para que me acompañase, pero también invitaría a Aaron. Él había estado toda la semana proponiéndome salidas, las cuales había rechazado de forma amable. Además si mi plan funcionaba, no quería correr el riesgo de quedarme sola con un Kevin ebrio. No me interesaba repetir la situación de la vez anterior.

Con el plan en marcha, me aseguré de que Josh fuese a la fiesta. Y después de un par de mensajes, él me confirmó su asistencia. Feliz con mi propósito, invité a Cassidy a mi casa para comentarle, sutilmente, que deseaba salir a divertirme y necesitaba de su compañía.  

—¡Vamos, Cass! —espeté haciendo pucheros —. Hemos estado estudiando toda la semana, necesitamos despejarnos un poco…

—No lo sé, Jess. No me agrada Kevin, es un idiota —exclamó arrugando la nariz.

—Sí que lo es. Pero sus fiestas son divertidas —puse mis brazos en jarra, dispuesta a dar pelea —. Además, ¿cuándo te has negado a salir de juerga?

Ella pareció considerarlo; por último suspiró, y relajando sus hombros, asintió.

—De acuerdo, pero voy a beber hasta emborracharme y tú tendrás que cargar con mi culo ebrio —espetó señalándome con un dedo inquisidor.

—¡Lo haré, lo juro! —chillé alegremente, dándole un abrazo.

Ahora solo me restaba invitar a Aaron, pero la parte difícil ya estaba cumplida.

El sábado nos preparamos en casa de Cassidy, y aunque en un principio me encontré reticente, acabé usando un vestido de mi amiga que me quedaba encima de las rodillas. Era lo más corto que había vestido jamás. Con una mano trataba de alargar el dobladillo, mientras que con la otra acomodaba el escote, para que mis senos no se vieran como si estuvieran en exhibición.

—Ya deja de hacer eso —farfulló Cass dándole un manotazo a mis manos —. El vestido te queda brutal, Aaron enloquecerá al verte.

—No quiero enloquecerlo, Cassidy —espeté frunciendo el ceño.

—¡Como sea, te ves de jodidamente caliente!

Rodeé los ojos, y acabé con los inútiles esfuerzos de alargar la prenda.

Ella se instaló a mi lado frente al espejo, y dio una vuelta para mostrar su esbelta figura, enfundada en una minifalda que apenas tapaba su trasero y una blusa de tiras con un escote mayor al mío.

El claxon de la camioneta de Aaron, nos hizo brincar. Ambas reímos y tomando nuestras carteras, corrimos hacia la entrada. Cass abrió la puerta, segundos antes de que él pudiera llamar al timbre. Su sonrisa resplandeció cuando sus ojos recorrieron mi cuerpo. De inmediato un sonrojo inundó mi rostro, mientras trataba de obviar la expresión sabelotodo de mi amiga, diciéndome una vez más, «te lo dije».

Cuando llegamos a casa de Kevin, la fiesta estaba en pleno apogeo. Aaron entrelazó sus dedos con los míos y no tuve corazón para negarle ese gesto. Era consciente que no debía darle falsas ilusiones, pero me gustaba la sensación de sentirme admirada. Cass arqueó una ceja cuando vio nuestras manos, no obstante de su boca no salió palabra alguna. Supuse que las preguntas llegarían después.

 —Iré por unas cervezas —anunció Aaron. Ambas asentimos, indiferentes.

Yo estaba en la búsqueda de Josh, y Cass parecía disfrutar de las atenciones de un chico que se acercó para invitarla a bailar. Admiraba la forma en que ella era capaz de llamar la atención con solo entrar en una habitación. Comencé a perturbarme al no encontrar a mi amigo, y cuando Aaron volvió con los vasos, prácticamente lo arrastré hacia la parte trasera de la casa.

Volví a respirar cuando vi a Josh hablando con un grupo de chicos, estaba sonriendo, pero podía notar que su sonrisa no llegaba a sus ojos. Antes de que pudiera dar un paso, un tirón de mi mano me hizo detener.

—Estas un poco… animada esta noche —comentó Aaron —. ¿Sucede algo?

Consideré contarle mi plan, tener un aliado no me vendría mal.

—Estoy tratando de hacer que Josh y Cassidy hablen —susurré. Él arqueó una ceja, interrogante, por lo qué decidí sacarlo de su confusión —. Ellos se atraen, pero son demasiado necios para admitirlo.

—Entiendo —asintió con la cabeza sonriendo —. Así que… decidiste hacer de casamentera.

—Algo así…

—Bueno, dime si puedo ayudarte —exclamó, llevándose el dorso de mi mano a su boca y depositando un suave beso.

Acciones como esa, eran las que me hacían sentir el ser más despreciable de la faz de la tierra. Aaron tenía un interés real en mí, y yo solo estaba pasando el tiempo con él. Aunque me hubiese asegurado de que aceptaría mi decisión de ser solo amigos, sentía que esas actitudes tan dulces de su parte, tenían otras intenciones.

—Pues, de hecho voy a necesitarte —espeté —. Necesito que después de que llevé hacia arriba a Josh, vayas con Cassidy y le digas que me viste correr llorando hacia las habitaciones y que no quise hablar contigo —él asintió, sin mencionar nada sobre mi ridículo plan.

Sonreí y caminé hacia Josh. Uno de sus amigos le advirtió de mi presencia y él volteó para darme un abrazo.

—¡Estás aquí! —exclamó. Lo miré frunciendo el ceño y él aclaró —: Creí que después de lo que pasó con Kevin, no volverías.

—Oh, no hay problema —señalé detrás de mi —. Vine con Aaron.

—¿Aron, eh? —inquirió.

—No digas una palabra —sentencié. Josh rió y los engranajes de mi cabeza comenzaron a moverse para dar marcha al plan —. Necesito hablar contigo, es importante.

Su expresión cambió en una de preocupación. Sin darle tiempo a que me interrogara, lo tomé de la mano y lo conduje hacia adentro, al segundo piso.

Lo empujé en la primera habitación que encontré, dejando la puerta semi abierta detrás de mí, para que Aaron pudiera verme.

—Entonces… ¿qué pasa, Jess?

Miré mis dedos unos momentos, tratando de componer una pose convincente para entretener a mi amigo el tiempo necesario.

—Sólo… no sé qué hacer con Caleb —mentí, aunque un poco de verdad había en esa afirmación —. Todo esto con Aaron, esta confundiéndome y de verdad necesito tus conejos —agregué, poniendo cara de cachorrito.

—Jessie… sabes bien que en estos momentos no soy un buen consejero —argumentó suspirando —. Lo único que puedo decirte es que dejes en claro las cosas con Aaron, parece un buen chico y merece saber que estás enamorada de otra persona.

—Él lo sabe, pero aceptó mantener una relación de amigos.

—Entonces, debes hablar con Caleb y decirle lo que sientes —concluyó.

Estaba a punto de preguntarle si había enloquecido, por el hecho de mencionar que le revelara a Caleb mis sentimientos, cuando los gritos de Cassidy me alertaron de su presencia. Con un movimiento fugaz, salí al pasillo y tiré de ella, adentrándola en la habitación. Creo que jamás me moví tan rápido en toda mi vida, ya que después de escuchar un «¡¿Qué demonios...?!» de la boca de Cass, cambié la llave de lugar, permitiéndome encerrarlos.

—¿Jessie que estás haciendo? —la voz de Josh sonó amortiguada por la densa madera de la puerta.

—¡Jessica Lindsay Kellers, abre la puerta en este momento! —gritó mi amiga.

—¡No abriré hasta que ustedes arreglen sus cosas, y se confiesen lo que sienten! —farfullé. Aaron a mi lado, reía, moviendo la cabeza de un lado a otro —. Por lo tanto, más les vale aclarar todo antes de que la fiesta termine, si no quieren que los padres de Kevin los pillen en su habitación.

Tomé a mi acompañante del brazo, haciendo caso omiso a los coloridos gritos de reproche de mi amiga. Bajé las escaleras, sintiéndome realizada. Amaba oficiar de casamentera, y más aún si se trataba de mis mejores amigos.

—Creo que ahora necesitaré esa cerveza —comenté a Aaron, sonriendo,

—Como guste, mi lady —bromeó, dirigiéndonos hacia la cocina.

Estaba segura qué esta noche, conseguiría hacer de mis amigos, uno solo. Después de todo, tenía la firme convicción de que estaban destinados a estar juntos.

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