CAPÍTULO 6: Servilletas (Gramática corregida)
**capitulo con una pincelada de contenido +18**
Ese jueves Macarena se encuentra en su departamento. El acogedor y amplio lugar cerca de la estación del Metrotren, está decorado con toques bohemios y colores cálidos. Cada rincón refleja su personalidad, desde los cuadros cinéfilos, muchos libros y hasta las plantas que adornan las repisas. En una esquina, un pequeño rincón está reservado para su gata Michu, donde tiene su cama y juguetes. El suave ronroneo de Michu resuena por el lugar, creando una atmósfera hogareña.
Ante la tediosa tarea de lavar su ropa y seleccionar las prendas, toma la chaqueta que usó en su última visita a la pizzería y se dirige a su gatita
—¿Qué piensas, Michu? —le pregunta.
La gata la observa con desinterés. El dilema de lavar o no la prenda no le preocupa en absoluto.
Macarena decide revisar los bolsillos antes de meter la chaqueta en la lavadora y se sorprende al encontrar una servilleta doblada en cuatro partes. Intrigada, despliega el contenido. La servilleta tiene un mensaje:
Misma mesa, mismo lugar, viernes a las 18:30.
El arquitecto de tus sonrisas.
Al leer el mensaje, no pudo evitar soltar una risa ante la peculiaridad y cierta ridiculez del contenido.
"Este no es otro que Maxi" , piensa para sí misma.
Se queda un momento tratando de descifrar cómo y cuándo él ha dejado ese mensaje sin que ella se diera cuenta.
Sin previo aviso, Macarena se encuentra ante una cita inesperada. Indecisa, se vuelca hacia su única confidente en ese momento, su gata. Con mirada inquisitiva, le pregunta a Michu si debe asistir a ese encuentro, como si buscara la aprobación de su mascota.
A las 18:30 de ese viernes, Macarena, sale de su oficina vestida con una falda corta, una blusa roja elegante y tacones y se dirige a la pizzería Torino, cuestionándose si tomaba la decisión correcta al responder al inesperado llamado de Maximiliano
Maximiliano la espera ubicado en la misma mesa que la vez pasada. Al verla llegar esboza una bella sonrisa, como si hubiese ganado algo con su llegada.
—¡Hola, Pepper! Pensé que hoy no te vería por aquí —la saluda Maxi.
—Debo decir que tu nota estuvo a punto de convertirse en confeti en la lavadora —dice Maca sentándose a su lado.
—¡Ah, el riesgo de las citas secretas! —responde Maxi riendo.
—¿Una nota secreta es parte de tus estrategias para tener una cita conmigo?
Maximiliano sonríe ampliamente, aclara su garganta para responder con sinceridad.
—Bueno, pensé que una nota misteriosa sería más intrigante. Además, estaba un poco nervioso por un posible rechazo. De esta manera, si no venías, podía decir que nunca recibiste la nota, ¡y mi ego salía ileso! Ah, y también confieso que no tenía tu número, así que... improvisé.
—Yo te confieso que me reí mucho. Al parecer funcionó porque aquí estoy. ¿Cuántas notas secretas has enviado de esta manera?
—Esta es la primera vez, pero, quién sabe, tal vez se convierta en una tradición, al igual que verte en falda corta.
—Solo es mi atuendo de oficina, nada del otro mundo —responde Maca riendo.
—Lo haces ver extraordinario. Aunque te he visto en versión pijama, y puedo asegurarte que luces igual de hermosa.
—Oye, deja de coquetearme.
—No tienes idea de lo difícil que es eso para mí. Pero prometo intentarlo.
—Deberías considerar un cambio de estrategia. El coqueteo constante no es tan efectivo como piensas.
—¿Y cuál sería tu sugerencia, experta en manuales anti-coqueteo?
—Tal vez intentar ser un poco más sutil, o simplemente dejar que las cosas fluyan naturalmente. —Maca se sorprende y agrega—: ¡Espera un momento! ¿Te estoy dando consejos sobre cómo conquistarme? ¡Qué está pasando aquí!
Maximiliano ríe mientras la chica que toma las órdenes se acerca para tomar nota. Su nerviosismo es evidente al encontrarse con la mirada de él, quien se divierte con la situación haciendo que la chica se ruborice aún más al interactuar con ella y se retire apresuradamente.
Macarena no puede contener la risa.
—Creo que la dejaste un poco nerviosa.
—No era mi intención, pero es divertido. A veces olvido el efecto que puedo tener en algunas personas.
—Bueno, yo no veo ese efecto en mí. ¿Qué es lo que haces para poner nerviosa a la gente?
—Es un don natural, simplemente. Pero en serio, no es mi intención incomodar a nadie. A veces simplemente sucede.
—Que curioso, yo tengo el don natural de arrancar de galanes como tú.
—Ah, mira, ¿y por qué estás esperando una pizza sentada junto a un galán como yo?
—Por tres razones. La primera es porque tengo hambre. La segunda es porque es gratis y la tercera es porque nadie antes me había invitado a comer pizza a través de una servilleta, eso te convierte en un galán creativo y ganaste un punto.
—Si sumo correctamente tengo dos puntos a mi favor —dice Maximiliano sonriendo mientras Macarena dirige la mirada hacia la chica que se acerca a su mesa con la orden y una bandeja.
—Le voy a ayudar, sino me derramará las cosas encima por estar babeando por ti —dice Macarena, provocando su risa.
Macarena se levanta de la mesa y ayuda a la chica con la bandeja. Ella sonríe sin apartar los ojos de Maximiliano, mientras Macarena le dice murmurando:
—Tranquila, se llama Maximiliano y solo somos amigos—
La chica no contesta, le entrega la bandeja y se esfuma rápidamente de la vista de ambos.
—¡Ahuyentaste a la pobre chica! —exclama é riendo mientras ve a Macarena depositar la bandeja con su orden.
—Solo le vendí tu autógrafo —responde Macarena sentándose y distribuyendo las cosas de manera natural.
—¡Mentira! Le dijiste que si seguía mirándome le ibas a dar una paliza.
Macarena rueda los ojos —Sí, Maxi, claro. Le advertí que si no dejaba de mirarte, la iba a demandar por acoso —dice sarcásticamente.
Ambos comparten risas entre una conversación y otra, el tiempo vuela sin percatarse de ello, mientras saborean las deliciosas pizzas.
—¿Sabes? Estuve pensando en la audición que mencionaste.
—¿En serio? ¿Cambiaste de opinión sobre participar? —pregunta Macarena.
—Sí, audicionaré.
—¡Qué buena noticia! Te irá excelente. Te deseo mucho éxito.
—Gracias por tu apoyo. ¿Quién sabe, tal vez hasta me acompañas en el viaje a Broadway?
—¿Broadway? Lo dudo.
—Te necesito a mi lado para que lleves mi maletín lleno de elogios.
—Eres un payaso —responde Macarena riendo.
Toma un trozo de pizza, se lo mete a la boca mientras Maximiliano observa que un poco de salsa ha quedado en la comisura de sus labios.Con una sonrisa divertida, se inclina hacia ella con delicadeza
—Parece que la pizza te está haciendo un arte abstracto en la boca.
Él observa con diversión cómo ella intenta limpiarse pero elige el lado incorrecto. Entonces toma una servilleta y se acerca
—La coordinación no es tu fuerte hoy, deja que te ayude.
Con suavidad y mirándola fijamente, limpia con la servilleta el lugar correcto, causando que Macarena se sienta un poco nerviosa ante la cercanía inesperada. Ver con detalle sus preciosos ojos color marrones tan cerca de ella, su respiración y la curvatura perfecta de sus finos labios le provoca una tensión electrizante.
—¿Tan malo soy que te pongo nerviosa?
—Claro que no, solo me sorprendió tu habilidad para encontrar maneras creativas de incomodarme. ¿Tienes un manual para eso? —responde cuando nota que la ha descubierto.
—Es un talento innato que viene junto a mi encanto.
—Eres agotador —Macarena resopla, perdiendo la paciencia—. No sé qué esperas de mí, ¿que te diga igual que todas que eres super atractivo?
A Maximiliano le causa mucha risa. Le encanta ver como su nueva amiga trata de defenderse de sus encantos pero también sabe que debe jugar de manera inteligente su juego.
—Punto uno, me acabas de decir que soy super atractivo. Punto dos, tú eres tú y eso te hace distinta a todas.
Macarena se derrite con esta confesión. Se queda sin palabras, sin respuestas, sin bromas. Vulnerable. Quiere escapar de ahí pero está atrapada por un encanto abrumador. Maximiliano lo nota, es un experto seductor y sabe perfectamente que ha logrado su cometido. Sin embargo, de alguna forma siente que no es lo que buscaba lograr. Macarena no es una mujer igual a todas y quiere descubrir más sobre ella, no solo seducirla.
Después de un momento en que ambos estaban sumergidos en sus pensamientos, Maximiliano se relaja un poco en su silla y como si estuviera listo para seguir el juego, observa a Macarena con travesura.
—¿Sabes qué dicen? Que la manera en que uno come pizza revela mucho sobre su personalidad.
—¿Insinúas que soy un desastre total? —pregunta Macarena, sonriendo.
Maximiliano vuelve a reir ante la respuesta de Macarena y niega con la cabeza.
—¡Para nada! Solo estoy tratando de descifrar la complejidad de tu personalidad.
—¿Y, qué es lo que descifras cuando ves que no sé comer pizza y que le comparto salsa a todo mi rostro?
—Eso me dice que eres espontánea y no te importa lo que opinen los demás.
—¡Wow, Sigmund Freud!, me sorprende tu análisis.
—Creo que la espontaneidad es como una especie rara y valiosa en este mundo —continúa Maximiliano sonriendo con su estilo seductor, acomodándose en el respaldo de su silla—. No todos se atreven a dejarse llevar como tú lo haces.
Maca sonríe sintiéndose halagada.
—Soy una especie rara, tú lo has dicho.
—Rara y valiosa, es lo que he dicho —responde Maximiliano, sosteniendo la mirada y provocando que ella baje la suya por un momento y se sienta un poco intimidada.
—¿Puedo retirar los platos? —dice la voz de la chica, interrumpiendo el juego que comenzaba a ganar Maximiliano.
—Claro. ¿Cuál es tu nombre? —pregunta Maximiliano
—Ta... Ta.. Tamara —responde nerviosa la chica, cuyo rostro está fulminantemente rojo.
—Gracias, Tamara. Eres muy amable —le dice Maximiliano sin quitarle la mirada mientras la chica titubea recogiendo lo que está en la mesa y se retira.
—Eres cruel —le reprocha Macarena—. Pobre chica, le temblaba hasta el cabello.
—Solo quería ser cordial y amable —sonríe Maximiliano con cara de travieso.
—Sí, claro. Yo también te analicé mientras comíamos pizza.
—¿Ah sí? ¿Y qué descifraste?
—Que te encanta ser un galán seductor y que todas caigan a tus pies, que tienes el ego por las nubes y que necesitas una buena dosis de humildad.
—¡Auch! —Maximiliano coloca una mano en el pecho, dramatizando la situación—, eso sí que duele.
Macarena sonríe triunfante.
—Te lo mereces. A veces, un poco de humildad no hace daño a nadie. ¿Quieres pedir otra pizza para recuperarte de ese golpe a tu ego?
Maximiliano la mira con una sonrisa cómplice.
—Creo que tú sabes lo que hará que me recupere de ese golpe.
—¡Deja de provocarme, ser demoníaco! —dice Macarena, empuñando sus manos y mostrándolas como si estuviera lista para jugar a pelear.
Maximiliano ríe abiertamente ante su respuesta juguetona.
—Ok, prometo comportarme.
—¿Nos vamos? —pregunta Macarena.
—Sí. Dame unos minutos, vuelvo enseguida —dice Maximiliano levantándose de su silla y dejándola intrigada al verlo caminar hacia el sector donde están todas las chicas que atienden las mesas y cruzar unas palabras con Tamara, quien se enciende nuevamente como ampolleta navideña.
—¿Qué pasó? —pregunta curiosa al verlo llegar de vuelta.
—Me disculpé por incomodarla.
—¿Qué? ¿Estás bromeando?
—No, es en serio. Fue mi dosis de humildad del día —dice Maximiliano sonriendo mientras se encaminan hacia la salida de la pizzería.
Macarena queda descolocada absolutamente y no sabe qué pensar. Saliendo de la pizzería le menciona a Maximiliano que vino en su auto y lo estacionó unos metros más adelante. Se encaminan juntos, extrañamente en silencio. Un silencio que no es incómodo.
Macarena, nerviosa, rompe el silencio al llegar a su auto.
—¿Quieres que te lleve a tu casa? Vives a la vuelta, lo sé, pero...
—Sí, me encantaría. ¿Pasa algo? —responde él con una sonrisa.
Macarena titubea por un momento antes de responder—: No, nada.
Maximiliano se aproxima a ella y le toma el mentón, mirándola con ternura:
—Ey, ¿te hice sentir mal?
—Eres extraño, Maxi —le responde Macarena, sincera pero con un algo de confusión—. A veces juegas y otras veces eres diferente. No sé qué pretendes, la verdad.
—Sabes bien lo que pretendo —le responde él, mirándola fijamente.
Macarena, luchando con sus propias emociones, no responde de inmediato. Finalmente, cede a todas sus advertencias internas y a las de su amigo, y besa a Maximiliano de una forma muy intensa
Él queda sorprendido pero encantado:
—Wow, eso no me lo esperaba.
—Ven, sube. Te llevo a tu casa —le propone Macarena con una mirada y tono de voz tan sensual que enciende todos sus sentidos. Esa mujer lo está seduciendo, está perdiendo el juego y le encanta ser derrotado.
Ambos comparten miradas intensas mientras el auto avanza por el corto trayecto hacia la casa de Maximiliano. Al llegar a su casa, Macarena estaciona el auto, pero en lugar de salir, ambos se quedan en sus asientos, mirándose.
Maximiliano, sin romper la intensa conexión visual, acaricia suavemente la mejilla de Macarena. Ella siente el roce y cierra los ojos, dejándose llevar. La tensión acumulada explota en un beso deseoso. Sus labios se buscan con intensidad sintiendo la necesidad de fundirse con ardor.
Maximiliano entrelaza su lengua con la de ella, mientras Macarena se entrega a la exquisitez de la maestría de sus labios, para luego comenzar a jugar con pequeños mordiscos que despiertan la excitación de él.
Las manos de Maximiliano comienzan a explorar con delicadeza los contornos de Macarena mientras ella responde con caricias que avivan el deseo. Pasa las manos por sus muslos, rozando su entrepierna y deslizándose por su torso y su pecho mientras continua besándolo con desenfreno. Introduce su lengua, muerde sus labios, siente su aliento viril y eso la excita aún más.
Maximiliano recorre lenta y suavemente con la punta de sus dedos su pierna, sus muslos, hasta meter su mano debajo de la falda. Ella jadea despacio y baja una de sus manos a su entrepierna sintiendo lo duro que está debajo del pantalón Sigue acariciando con la mano la erección de Maximiliano por encima de su pantalón, mientras él sube su mano por debajo de la blusa de Macarena y atrapa uno de sus pechos para apretarlo y acariciarlo, haciendo que ella suelte otro jadeo. La excitación crece con cada mordisco y susurro que Maximiliano entrega entre un beso y otro.
—Me vuelves loco —Su voz ronca es un deleite en los oídos de ella.
Macarena se acomoda en el asiento sin soltar los besos ardientes que le da Maximiliano. Él aprovecha la posición y toca de nuevo sus piernas, mete la mano debajo de su falda hasta tocar sus bragas. La siente húmeda y eso aumenta sus ganas de poseerla en ese instante. Desplaza con los dedos esa prenda y roza directamente la humedad de Macarena
—Maxi — jadea sintiendo los dedos jugando en su interior.
Los besos siguen, el calor es incontrolable. Entonces un destello de razón cruza la mente de Macarena, deteniendo el apasionado momento. Mira a Maximiliano con la respiración entrecortada.
—Maxi, nada más, casi me dejas sin respiración.
—¿En serio? —responde él, un tanto frustrado.— No juegues conmigo. Pensé que estábamos teniendo un buen momento.
—Creo que por hoy es suficiente —responde con firmeza mientras se sienta correctamente en el asiento del auto, acomoda su ropa y recupera el aliento.
Maximiliano asiente y añade con humor: —Ok, ok, no es no.
—No digas eso, por favor. Podría querer volver a besarte —dice Macarena sonriendo.
—Dame dos minutos si quieres que salga del auto y te deje en paz, pero no me tientes así tampoco, eso es crueldad —Maximiliano baja la mirada y ve la forma abultada de su pantalón, luego mira el techo del auto y suspira: —¡Qué agonía!
Macarena sonríe, creando un momento de complicidad entre ambos. Le divierte dejarlo con las ganas, aunque ella está muerta de deseo, esta vez la razón ha ganado. Se ha encendido la alerta del autocontrol que tanto le ha costado adiestrar.
Después de unos minutos, Maximiliano se despide, baja del auto, cierra la puerta, pero vuelve a abrirla y se sienta de nuevo para decirle: —Necesito tu número de teléfono, mi paloma mensajera está de vacaciones, y ya agoté las servilletas.
Macarena ríe y le da su número.
—Descansa—dice Maximiliano con una sonrisa juguetona y le roba un rápido beso antes de despedirse.
Macarena vuelve a casa con emociones encontradas. Aunque sabe que Maximiliano tiene fama de conquistador, se siente atraída por su encanto. No es la primera vez que se involucra con hombres así. A pesar de anticipar los posibles problemas, la atracción y el deseo por él la invita a seguir adelante.
Al llegar a casa, deja sus cosas, atiende a Michu y revisa su teléfono. Encuentra un mensaje:
Maxi: Eso estuvo tan cerca de ser un final de película romántica, pero me hiciste recordar por qué las películas de romance y yo no nos llevamos bien.
Maca: Jaja, eres un payaso, pero me caes bien.
Maxi: ¿Solo te caigo bien?
Maca: ¡Claro! Eres como ese amigo entretenido que siempre habla ridiculeces.
Maxi: ¿Amigo? ¿A los amigos los besas así en tu auto?
Maca: No, a los amigos no. Pero tú eres un caso especial, un amigo con beneficios, si necesitas un título.
Maxi: Me has llamado payaso, amigo y ahora amigo con beneficios, creo que necesito un piropo más, jaja.
Maca: Bueno, eres el payaso más extrañamente encantador con el que me he topado. ¿Eso cuenta como piropo?
Maxi: Cuenta porque es la primera vez que reconoces mi encanto.
Maca: Me voy a dormir, señorito encantador.
Maxi: Descansa, señorita sarcasmo. Soñarás con mi encanto, ¡te lo aseguro!
Maca: Eres tan ególatra.
Maxi: No es egolatría, es solo la verdad. 😉 Buenas noches, Maca.
Maca: ¡Payaso!
Maxi: Pero el payaso más encantador con el que te has topado.
Macarena se cuestiona la extraña química que fluía entre ellos. Las respuestas a esos cuestionamientos solo la conducían a la conclusión de que Maximiliano está jugando, divirtiéndose con la situación.
Por su lado, Maximiliano, acostumbrado a sus conquistas fáciles, no duda de que Macarena es una mujer con las cosas claras y que no será sencillo acceder a ella. Sin embargo, duda sobre el motivo detrás de su interés. ¿Es un simple reto personal? ¿O existe algo más profundo en su deseo de conquistarla?
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