Capítulo 52: La araña desnuda
Dedicado a la personas más romántica que he conocido @TheasBloom.
Gracias por tu amistad, apoyo, honestidad y gran corazón.
Maximiliano recuesta a Macarena en el césped fresco y suave y continúa besándola, cada vez con más intensidad, mientras las estrellas en el cielo parecen ser los únicos testigos de este momento.
—Te ves tan sexy, eres todo un espectáculo —le susurra mientras comienza a besarle el cuello. Su mano se desliza bajo su falda, acariciando y apretando sus muslos hasta llegar a su entrepierna.
—Maxi, tu mamá va a salir con una escoba en cualquier momento —bromea Macarena.
—No va a salir, mi papá ya se la llevó a su habitación —responde él, mientras sigue besándole el cuello y desabotonando el body en su entrepierna.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta Macarena, entre risas.
—Código de hombres, amor. Menos charla —y vuelve a besarle los labios, recorriendo con sus manos su cuerpo anhelado.
El mundo a su alrededor parece desvanecerse; no hay césped, no hay cielo estrellado, no hay posible aparición con una escoba. Solo están ellos dos.
Las caricias sobre su piel húmeda incrementan su deseo. Desciende de nuevo hacia su entrepierna y desliza sus dedos en su humedad, arrancándole un breve gemido.
—Amor, seré un frenético contigo ahora, pero llevo mucho tiempo esperando esto —dice Maximiliano mientras rasga los tirantes de su disfraz y jala el resto de atuendo ,dejando su torso al descubierto.
Besa sus pechos con desesperación y Macarena vuelve a gemir mientras araña su espalda y entrelaza su cabello entre sus dedos.
De repente, él se pone de pie, la agarra de la mano y la levanta en el aire, permitiéndole rodearlo con las piernas. Sigue besándola mientras la lleva a un rincón oscuro del jardín, donde la apoya contra la pared. Se quita la túnica de su disfraz, se abre el pantalón, sube su falda con prisa y la embiste con desesperación.
—Oh, amor, te extrañé tanto —gruñe en su oído mientras la penetra contra la pared, con tal intensidad que la lleva casi al borde del colapso.
Macarena jadea, tratando de mantenerse en silencio, pero la intensidad de él la envuelve por completo. Justo antes de que ella se desmorone, Maximiliano emite un gruñido y alcanza un orgasmo explosivo.
Con la respiración acelerada, le susurra:
—Voy a compensarte por esto, lo prometo —y la besa de nuevo con desesperación.
Cuando su ímpetu disminuye, se separa un poco y respira sobre su boca, calmando sus ansias.
—Eres un salvaje, rompiste mi disfraz —dice Macarena divertida—. Nunca te había visto así, como un animal en celo.
—Tú lo provocaste, estaba desesperado por ti —susurra Maximiliano—. Me tenías en la más absurda abstinencia.
—¿Me estás diciendo que no has tenido sexo desde nuestra última vez en Nueva York? —pregunta Macarena, sorprendida.
—Te lo aseguro. ¿Te quedan dudas? No quiero estar con nadie más. No quiero volver a perderte jamás —dice antes de besarla de nuevo. Macarena siente cómo una nueva erección crece en su novio mientras la besa.
—Maxi, salgamos de aquí, busquemos otro lugar —le pide.
—Está bien, ven —responde él.
Se acomoda los pantalones y baja la falda de Macarena. Luego recoge la túnica mojada de su disfraz y se la ofrece para que cubra su pecho desnudo. La toma de la mano y la guía por el costado de la casa.
Maximiliano se detiene bajo una ventana y se acerca a una trampilla camuflada en la pared. Abre la trampilla, saca un rectángulo imantado y usa el imán para mover el pestillo metálico de la ventana, levantarlo y abrirla. Le hace una señal a Macarena para que suba a sus hombros y entre por la ventana. Una vez dentro, él esconde el rectángulo en la trampilla y da un ágil salto para entrar también. Finalmente, cierra la ventana y vuelve a colocar el pestillo.
—¿Dónde estamos? —susurra Macarena en secreto.
—En la habitación de Estefi —responde Maximiliano, dándole otro beso mientras se quitan sus disfraces mojados.
Como si fuera un encuentro clandestino y la oscuridad, la canción que guía sus pasos, Maximiliano la hace retroceder suavemente, la recuesta en la cama de su hermana, le quita las botas y se inclina sobre ella con la urgente necesidad de tenerla cerca, de sentir su piel contra la suya.
Macarena cierra los ojos y siente cómo cada roce se vuelve eléctrico. Perdida en ese momento, quiere grabar cada sensación en su memoria: ser deseada y amada más que nada en el mundo, conectar con el alma de quien ama profundamente. Ni el orgullo, el dolor ni el agobio pueden impedir que pierda la razón por el hombre que la besa con devoción en ese instante.
Abre los ojos mientras Maximiliano toma sus manos y entrelaza sus dedos con los suyos. Él sube sus brazos y se posiciona sobre ella, mirándola a los ojos y rozando su nariz con la de ella, lo que provoca una suave sonrisa en su rostro. La sigue mirando, besa su nariz y sus ojos, y le susurra en los labios:
—Eres el amor de mi vida.
Él la besa mientras la penetra lentamente. Suelta sus manos y Macarena entrelaza sus dedos en su cabello, continuando con besos profundos y lentos. Ella levanta sus caderas para sentirlo más, y ambos sueltan un gemido al unísono, separando sus labios.
La oscuridad los envuelve y sus movimientos se vuelven armónicos, rítmicos, como la melodía de la canción que Maximiliano interpretó para ella.
Macarena gime al alcanzar el límite del placer. Maximiliano toma sus muslos, los aprieta e incrementa el ritmo, sabiendo perfectamente lo que ella necesita y haciéndola gemir de nuevo.
–Te amo –le dice Macarena entre jadeos mientras explotan en un placentero y deseado orgasmo sincrónico..
Ambos respiran agotados sobre sus labios y sonríen. La música de la fiesta, que se escucha a lo lejos, se detiene, reemplazada por un conteo en reversa... diez, nueve, ocho, siete...
Maximiliano apoya sus antebrazos en los costados de Macarena y le da tiernos y pequeños besos en los labios, al ritmo del conteo que anuncia el final del año.
Cuatro... tres... dos... uno.
—Feliz Año Nuevo, mi amor —le susurra Maximiliano
—Feliz Año Nuevo, Maxi —responde ella, sonriendo.
Maximiliano besa su frente y suelta un suspiro. Luego vuelve a mirarla.
—Quédate siempre a mi lado —le pide Macarena, mirándolo a los ojos y acariciando su rostro.
—No me iré jamás y no dejaré que te vayas —responde Maximiliano.
Cierran la promesa con un beso extenso y dulce y se quedan abrazados, disfrutando de su reconexión. Respiran el aroma del encuentro y sienten el calor de sus cuerpos entrelazados. Maximiliano vuelve a besar la frente de Macarena, y ella lo abraza con más fuerza, deseando retener el momento para siempre.
En ese instante, una risa fuerte se oye en el pasillo, y pasos se acercan a la habitación de Estefanía.
—¡Maca, es Estefi! —le advierte Maximiliano, soltando el abrazo—. ¡Nos matará si se entera de que lo hicimos en su cama!
Se incorpora y le extiende la mano a Macarena.
—Ven, amor, Estefi nos matará —dice Maximiliano, agarrando su mano y arrastrándola hacia el baño de la habitación. Cierra la puerta y pone un dedo en sus labios para que guarde silencio. Desde el baño, escuchan a Estefanía entrar en la habitación riéndose como una niña traviesa y cerrar la puerta.
Luego, Estefanía dice entre risas:
—¡Rápido, Noah!
Macarena y Maximiliano sienten cómo la cama comienza a sonar. El rostro de Maximiliano cambia de color, cierra los puños y empieza a respirar con furia.
—Maxi, cálmate, nos van a descubrir —le susurra Macarena.
—Ese imbécil se está follando a mi hermana, lo voy a matar —susurra Maximiliano, con el rostro rojo de furia.
En ese momento, los cuatro escuchan tres golpes en la puerta de la habitación. El ruido de la cama de Estefanía cesa, y todo queda en silencio. La voz de Martín se oye del otro lado.
—Estefita, tu mamá viene para acá.
—¡Mierda! —se escucha decir a Estefanía.
—Tu papá también le cubre la espalda a Estefi —susurra Macarena, mientras Maximiliano sigue fuera de sí, tratando de calmar su respiración.
—Sal por la ventana —se escucha decir a Estefi.
Abre la ventana y alguien salta hacia afuera, luego la cierra y enciende la luz. Observa el desastre en su habitación que no había notado en la oscuridad. Los cojines de su cama están esparcidos por el suelo, hay ropa mojada, zapatos, botas y el cobertor está desordenado.
«¿Qué mierda?», se pregunta en voz alta , pero rápidamente empieza a recoger todo, ordena el cobertor y esconde la ropa y zapatos debajo de la cama.
—Estefanía Fuentealba, ¡¿dónde estás?! —grita Clara desde fuera de la habitación mientras abre la puerta de golpe.
—¡Estoy acá, mamá! Vine a buscar algo para abrigarme.
—¿Y Noah? —pregunta Clara.
—Está en la fiesta, ¿dónde más? —miente Estefanía.
—No estaba en la fiesta.
—Habrá ido al baño, mamá. No le he puesto un GPS aún —responde Estefanía, con tono divertido.
—No te quiero encerrada en tu habitación, ¿está claro? —le ordena Clara.
—Sí, mamá, ¡qué obsesiva! Voy a retocarme el maquillaje al baño, me abrigo y salgo —responde Estefanía.
Maximiliano y Macarena se miran, atónitos, al darse cuenta de que están a punto de ser descubiertos. Clara cierra la puerta de la habitación, y Estefanía se dirige hacia la ventana, la abre y mira hacia afuera.
—Espérame en el mirador —le dice a Noah antes de volver a cerrar la ventana. Luego, camina hacia el baño y abre la puerta de este.
Con los ojos como platos, Estefanía deja escapar un grito desgarrador:
—¡Aaaahhh!
Su sorpresa es absoluta al encontrarse con su hermano y Macarena desnudos. Se queda sin palabras por un momento, mientras su hermano le hace gestos desesperados para que guarde silencio.
Unos pasos apresurados se acercan a la puerta, y, sin previo aviso, esta se abre de par en par. Estefanía, en un acto reflejo, se abalanza para cerrar la puerta del baño justo a tiempo.
—¿Qué ha pasado, hija? —pregunta Clara, visiblemente alarmada por el grito ensordecedor que acaba de escuchar.
—¡Había una araña enorme y... desnuda en el baño! —improvisa Estefanía, aún recuperándose del shock.
—¿Desnuda? ¿Qué tipo de araña es esa? —pregunta Clara, incrédula.
—Se veía desnuda, mamá, ¡era enorme! Pero no te preocupes, le apliqué un poco de insecticida —responde Estefanía, frunciendo el ceño con seriedad.
—Siempre inventando cosas —murmura Clara con una sonrisa divertida—. Abrígate y únete a la fiesta.
—Mamá, eres tan molesta —replica Estefanía—. Solo necesito cinco minutos para retocarme el maquillaje.
—Está bien, pero no te demores —advierte Clara antes de cerrar la puerta, dejándola a solas
Estefanía se dirige al baño y vuelve a abrir la puerta.
—¿Se puede saber qué están haciendo aquí, par de pervertidos lujuriosos? —los regaña en un susurro.
—¿Se puede saber que mierda tienes en la cabeza que traes a Noah a tu habitación? —susurra Maximiliano, exaltado.
Estefanía se queda boquiabierta por un momento, pero su indignación se le olvida cuando Macarena interviene:
—¡Si no salimos de aquí, nos van a enviar a los tres a bañarnos en agua bendita! Dejen la discusión para después, Maxi ¡¡Estoy desnuda frente a tu hermana!! —exclama, con una sonrisa nerviosa.
—Vi ropa mojada en el suelo y unas botas rojas cubiertas de barro. ¿Dónde mierda andaban? —pregunta Estefanía, confundida.
—Mamá nos empapó porque nos vio en el mirador —responde Maximiliano, resignado
—¡¿Qué?! —exclama Estefanía, riendo ahora. —Cuñis, te prestaré ropa. Hermano, te perdono esta solo porque lograste convencerla y están juntos de nuevo. ¡Estoy tan feliz! —dice mientras aplaude antes de salir del baño, dejando a los dos divertidamente atónitos.
Maximiliano sale del baño y busca su ropa mojada debajo de la cama de Estefanía. Se pone solo los pantalones y regresa con Macarena.
—Amor, voy a cambiarme —le dice, dándole un beso en los labios antes de alejarse y dejarla sola en el baño.
Unos minutos después, Estefanía toca la puerta.
—Cuñis, te traje algo —le dice, dejando un pantalón y una camiseta a los pies de la puerta del baño.
Macarena sale y coge la ropa. Se viste rápidamente y aparece en la habitación de Estefanía.
—Maxi fue a cambiarse —le dice Macarena.
—Sí, me lo dijo. Ustedes están bien locos el uno por el otro, ¿eh? —dice Estefanía, abrazándola.
Luego, ambas se sientan en la cama. Macarena mira a su cuñada y resopla.
—Estefi, siento mucho haberle hecho daño a tu hermano —le dice Macarena.
—Ambos se dañaron mutuamente; es algo entre ustedes. Yo los adoro a los dos y estoy muy feliz, aunque usen mi cama como fábrica de sobrinos —dice Estefanía, haciendo reír a Macarena justo cuando son interrumpidas nuevamente.
—¿Qué pasa, Estefanía? ¿Todavía estás aquí? —pregunta Clara, abriendo la puerta. —Ah, estás con Maca —añade al verla.
—Mamá, no hay hombres acá, deja la paranoia. Estoy conversando con mi cuñis —responde Estefanía.
—Las dejo, recuerda que debes ir a despedirte de tu tía.
—Sí, mamá —resopla aburrida mientras Clara se va. —Es tan fastidiosa —le dice a Macarena.
—Es divertida —afirma Macarena.
—Es insufrible —responde Estefanía. Luego hace una pausa y continúa—: Maca, quiero hacerte una pregunta, pero debes contestarme la verdad.
—Wow, ¿qué pasa, Estefi? —pregunta Macarena, preocupada.
—Cuando supiste que estabas embarazada, ¿nunca pensaste en no tenerlo?
—No, Estefi, nunca. Era una parte de tu hermano la que pensé que iba a tener dentro —responde Macarena, y Estefanía la abraza, sollozando.
—Estefi —le dice Macarena, acariciándole el cabello.
—Es que yo quería tener un sobrino —dice Estefanía entre lágrimas.
Macarena continúa acariciándola, sin saber qué decir.
—Por favor, prométeme que si tienes un hijo, seré la primera en saberlo, seré la madrina, y dejarás que lo cuide y me lo quede los fines de semana.
Macarena ríe.
—Eso, si es que antes no tienes uno tú —le dice bromeando.
—No jodas, soy muy joven —dice Estefanía con una sonrisa.
—A propósito de hacer niños, Maxi estaba a punto de salir y golpear a Noah cuando los escuchó desde el baño. Por suerte tu papá te avisó, nos hubieran atrapado a los cuatro —le dice Macarena riendo.
—¡Maxi buscará cualquier pretexto para golpear a... ¡Noah! —dice Estefanía exaltada. —¡Me olvidé de que me esperaba en el mirador! —se seca las lágrimas y besa a Macarena en la mejilla—. Te quiero mucho. —Se levanta y se va corriendo, dejando a su cuñada con una sonrisa en los labios.
Macarena suspira, recoge sus botas rojas mojadas y el disfraz hecho jirones. Sale de la habitación de Estefanía en busca de su otro disfraz, el vestido rojo que le encantaba, agradecida de haber llevado dos, sin saber que los necesitaría.
Estefanía corre hacia el mirador de estrellas, sube rápidamente y encuentra a Noah aspirando una línea de cocaína.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta Estefanía, sorprendida y enojada.
—Estaba aburrido. Te tardaste mucho —responde Noah, sin inmutarse.
—Me prometiste que no te drogarías mientras estemos juntos. ¿Sabes lo que me harían si te encuentran aquí? —dice Estefanía, claramente molesta.
—¿Qué le harían a la princesa de papi? —se burla Noah.
—No vine aquí para escuchar tus burlas.
Estefanía baja del mirador, molesta y Noah la sigue.
—Stef, ni siquiera nos dejan follar tranquilos.
—Noah, estamos en la casa de mis padres. ¿Qué esperabas? —dice, exasperada
—Tienes diecinueve años, no quince —responde Noah, mientras ambos caminan hacia la casa.
—¿Y por eso tengo que permitir que mi novio se drogue como un adicto en esta casa?
—No exageres —dice Noah, sacando otro papelillo de su bolsillo.
—Noah, saca esa porquería de aquí —ordena Estefanía, cansada.
—Agg, eres tan infantil.
—Sí, soy tan infantil que no quiero a un hombre maduro como tú de novio —responde ella, entrando a la casa por la puerta del jardín trasero.
Noah la sigue de cerca.
—¿Qué? ¿Romperás conmigo otra vez? —pregunta Noah, sorprendido.
—Noah, vete —exige Estefanía, mientras avanza hacia la puerta principal.
—Stef...
—Noah, vete. No quiero seguir intentando amar a alguien como tú.
Estefanía abre la puerta principal, pero Noah trata de detenerla.
—Pero Stef, yo te adoro —suplica.
—Adoras más a la droga que a mí. No quiero más —afirma Estefanía, con lágrimas en los ojos.
Noah se agarra de la puerta, elevando el tono de su voz.
—Estefy, no quiero irme —dice.
—Noah, sal de la casa ahora. No quiero escándalos, por favor —dice Estefanía, señalando la salida.
—No me iré hasta que me digas que me quieres.
—Noah, déjame en paz —solloza Estefanía—. Por favor, vete, me meterás en problemas.
—Te digo que no me iré.
—Noah, por favor —suplica ella, con los ojos llenos de lágrimas.
En ese momento, Gabriel aparece de la nada, con una expresión de calma y autoridad.
—Ey, chicos, estamos en una fiesta. Las lágrimas no están invitadas —dice Gabriel, acercándose.
—Profe —dice Estefanía, limpiándose los ojos, avergonzada.
—Maestro, dígale a esta mujer que no me iré hasta que me diga que me ama —insiste Noah.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta Gabriel, dirigiéndose a Noah.
—Noah.
—Noah, no puedo obligarla a nada. Pero puedo acompañarte afuera y ver qué podemos hacer —dice Gabriel con calma.
—¿Me va a ayudar? —pregunta Noah, aliviado.
—Sí, ven conmigo —dice Gabriel, abrazando a Noah y llevándolo afuera sin causar más problemas.
Estefanía respira aliviada al ver cómo Gabriel se lleva a Noah. Se seca las lágrimas y espera en la puerta. Después de unos minutos, Gabriel regresa solo.
—Profe, estaba preocupada. ¿Te hizo algo Noah? —pregunta Estefanía, ansiosa.
—Lo convencí para que se fuera. Por hoy ya no te molestará —asegura Gabriel, con una sonrisa.
—¡Gracias! —dice Estefanía, abrazándolo con gratitud.
Gabriel siente cómo su corazón late con fuerza mientras corresponde el abrazo.
—Vamos adentro. Te dará frío. No quiero volver a verte llorar, ¿de acuerdo? —dice Gabriel, con ternura.
—Por esta noche, no volveré a hacerlo. Solo tengo mucha rabia y ganas de tocar música.
—¿Me permites acompañarte? —pregunta Gabriel.
—¿Mi profe quiere ser un rockstar también? ¿O solo me acompañarás con las palmas? —bromea, haciéndolo reír.
—Estefy, soy músico —dice Gabriel, sonriendo.
—¡Wow! —exclama Estefanía—. Pensé que solo eras profe.
—Estudié en el Conservatorio Nacional de Música —responde Gabriel.
—Entonces, eres de los nuestros —dice Estefanía, entusiasmada.
Ambos caminan hacia el salón y se encuentran con Maximiliano, que parece haberse dado una ducha y cambiado de ropa.
—Maxi, voy a tocar y Gabriel me acompañará.
—¿Gabriel?
—Disculpa. ¿Me harías el honor de dejarme tocar tu batería y acompañar a tu hermana? —pregunta Gabriel.
—No cedo mi tesoro a nadie —responde Maximiliano, fingiendo seriedad.
—¿Hablas de mí o de tu batería? —bromea Estefanía, haciendo que Gabriel se atragante y le dé tos.
—No juegues, princesa. Sabes que a ti no te cedo a nadie —responde Maximiliano—. Quise decir que no le pasaría mi batería a alguien que no sepa de música.
—Maxi, Gabriel es músico, estudió en el conservatorio —dice Estefanía, entusiasmada.
—¡Genial! —responde Maximiliano—. Entonces adelante.
—Gracias, sé lo que significa un instrumento para un músico —responde Gabriel, extendiendo la mano.
—Bien, estaré evaluando eso —responde Maxi, estrechándole la mano. Luego se dirige a su hermana—. No coquetees con tu profesor, te estoy vigilando.
Ella se sonroja y le da un golpe a su hermano en el hombro.
—Homicidio doble para ti —le susurra Estefanía, y Maximiliano ríe.
Gabriel baja la vista, haciendo como si no hubiese escuchado nada.
Estefanía toma la mano de Gabriel e ingresan al salón. Se acercan al sector de los instrumentos, donde él se quita la túnica de su disfraz y se sienta en la batería. Estefanía toma la guitarra eléctrica, la ajusta a su altura y se acerca a Gabriel.
—Ok, profe, vamos a ver si puedes seguir el ritmo —le dice, desafiándolo con una sonrisa.
—Dime, Gabriel, no estamos en la facultad.
—Gabriel, haré la intro y tú me sigues —le explica Estefanía.
—Estefy, ¿qué canciones vas a tocar?
—Tú sígueme, es tu desafío.
Gabriel sonríe, toma las baquetas y las gira en sus dedos.
—Ok, estoy preparado.
Ella se posiciona, abre el micrófono, cierra los ojos, y comienza a tocar los acordes eléctricos de Back in Black de AC/DC. Gabriel sonríe apenas escucha las primeras notas y empieza a acompañarla al ritmo de la batería. Maximiliano los observa sentado en el sofá, bebiendo una cerveza.
Estefanía desgarra su voz de una manera increíble, desahogando todas las molestias de la noche con cada nota mientras su hermano la observa preocupado, ya que sabe que ella detesta tocar guitarra eléctrica.
La canción llega a su fin y todos aplauden. Estefanía se inclina, agradeciendo. Mira a Gabriel y levanta la mano para chocarla, luego se quita la guitarra y él se levanta de la batería.
—Buen ritmo, Gabriel —le dice Estefanía, sonriendo.
—Buena canción, Estefy.
—Me has sorprendido —le dice contenta.
—Tú también —responde Gabriel con una sonrisa.
—¿Quieres tomar algo?
—Claro.
Caminan hacia el bar pero Maximiliano se acerca a Estefanía e interrumpe:
—Princesa, ¿estás bien? —le pregunta.
—Supongo que sí.
—¿Vamos a la cocina, por favor?
—Ok, hermano mayor —responde Estefanía, un poco fastidiada, y le pide a Gabriel que la espere.
Los hermanos salen del salón de la fiesta e ingresan en la cocina de la casa. Una vez allí, Maximiliano comienza el interrogatorio:
—¿Qué pasa?
—¿Qué de qué?
—¿Por qué estás tan molesta, princesa? Te vi tocar y estabas realmente molesta.
—Noah es un idiota —dice Estefanía.
Maximiliano sonríe y comienza a aplaudir.
—¡Por fin te das cuenta! —le dice, aplaudiendo aún más.
—No te burles, harás que me moleste contigo —responde Estefania mientras se cruza de brazos.
—Lo siento, Estefi. ¿Quieres contarme qué pasó?
—Rompí con él, definitivamente —confiesa Estefanía.
—Ven —le dice, extendiendo sus brazos.
Ella se acerca y su hermano abraza y la levanta. Estefanía se aferra a él como un koala.
—Sabes que mereces algo mejor, siempre lo supiste —le dice él, tiernamente.
—Sí, Maxi, lo sé.
—Te adoro, princesa.
—Yo también, hermano.
Se desprende del agarre y Maximiliano le acaricia el rostro.
—¿Me quieres aunque hoy me pillaste mintiéndole a mamá? —le pregunta Estefanía de repente.
—No dejaría jamás de quererte por tus travesuras, princesa. Además lo de la araña desnuda fue notable —dice Maximiliano y ambos ríen.
Luego se besan en las mejillas y se abrazan de nuevo.
Estefanía sale de la cocina aliviada y feliz. Regresa a la fiesta, donde Gabriel la espera en la barra del bar, paciente y sonriente.
Macarena ya está en el salón vestida con su querido vestido rojo, tacones negros y su cabello suelto. Maximiliano, al entrar, queda maravillado cuando la ve. Sonríe ampliamente y va hacia ella.
—Pensé que no podías verte más increíble esta noche, pero me equivoqué —le dice.
—Gracias, mi galán —responde Macarena, extendiendo los brazos. Lo abraza y lo besa.
Luego, ambos se toman de las manos y caminan hacia las mesas repletas de golosinas, uvas y snacks.
—Louisa Clark es una alpargata al lado tuyo —añade Maximiliano con una sonrisa, tomando doce uvas y colocándolas en su mano.
—¿Reconociste el vestido? —pregunta Macarena.
—Claro que sí —responde Maximiliano—. Abre la boca —le pide mientras empieza a introducir las uvas en la boca de su novia.
—Es de una película romántica —añade Macarena, recordando Me Before You ,mientras mastica las uvas.
—Estefy... —dice Maximiliano, señalando hacia donde está conversando con Gabriel.
—¿Pasa algo? —pregunta Macarena.
—Solo toca la guitarra eléctrica cuando está molesta. ¿La escuchaste? Estaba tocando como enajenada. Le pregunté qué le pasaba y me contó que rompió con el rey de los idiotas. ¡Alabado sea Thor!
Macarena ríe.
—¿Qué tiene que ver Thor, amor?
—¡Dios! Hace tanto que no me decías así. Ven, te voy a besar —dice Maximiliano, abrazándola.
—¡Tengo uvas en la boca!
—No importa, regurgítamelas mientras te beso.
—Maxi, ¡qué asco!
Ambos se ríen, pero Maximiliano vuelve a mirar con preocupación a Estefanía, mientras charla con su profesor..
—Estefy le llama caballero medieval —dice Macarena, interrumpiendo los pensamientos de Maximiliano.
—¿Qué?
—Así le dice a Gabriel.
Maximiliano se ríe.
—Sí, mi hermana tiene ese talento con los apodos.
—Él la miró toda la noche, pero nunca se acercó a ella —dice Macarena analizando la escena que ambos observan.
—Ella siempre ha atraído la mirada de todos, es algo de familia —dice Maximiliano con una sonrisa.
—Oh, parece que me encandilé con un reflejo de tu ego extremo —responde Macarena, tapándose los ojos con las manos.
Maximiliano ríe nuevamente.
—¿Aceptarás que el profe corteje a Estefy? —le pregunta Macarena.
—Es músico y es muy educado.
—Eres tan sexy cuando no la celas.
—¡Epa! No tengo más habitaciones en las que encerrarte y mi mamá nos está vigilando con un foco presidiario.
—Es tan divertida tu mamá —dice Macarena—. Vivimos juntos cinco meses follando como conejos y ahora nos vigila.
—¿Follando como conejos? —repite Maximiliano divertido—. Eres tan romántica, amor.
—No sabes cuánto —responde Macarena, besándolo tiernamente.
Por otro lado, Estefanía conversa con Gabriel muy animadamente.
—Mi hermano es un sobreprotector de lo peor —le explica
—Lo noté. Yo también lo sería si tuviera una hermana como tú.
—¿Me estás coqueteando? —pregunta Estefanía traviesa—. Creo que no es bueno hacer eso con tus alumnas —bromea.
—Lo siento, no quise incomodarte.
—Estoy bromeando —dice Estefanía—. Eres demasiado correcto.
—Sí, creo que es mi mayor defecto.
—A mí me fascinan tus defectos —responde Estefanía.
—¿Ahora me estás coqueteando tú? —dice Gabriel sonriendo.
—No, solo dije que me gusta que seas muy correcto —responde Estefanía, bebiendo.
—¿Desde cuándo tienes una banda familiar? —pregunta Gabriel, cambiando el tema.
—Desde siempre, pero es la primera vez que tocamos frente a muchas personas. A mi hermano no le gusta tocar con público, pero finalmente accedió. Mi papá es un aficionado y nos heredó su pasión
—Es genial la armonía entre ustedes —comenta Gabriel, bebiendo también su trago. Luego de una breve pausa, confiesa —Tu familia es muy cordial. Ahora entiendo que seas una persona tan alegre. Tu energía es contagiosa.
—Umm... y soy muy bonita también, ¿no? —bromea Estefanía.
Gabriel ríe y luego, con una expresión seria pero amigable, le responde:
—Estefi, "bonita" no es la palabra exacta que usaría; no le hace justicia a lo que realmente eres.
—¡Wow! Si me estás coqueteando —dice Estefanía divertida.
—Tú preguntaste, yo contesto —responde Gabriel, sonriendo despreocupado—. Pero no te preocupes, no me acercaré a ti con otra intención que no sea escucharte hacer música y evaluarte como alumna en clases.
—Eres un caballero —admite Estefanía, reconociendo su sinceridad.
—Tú eres una princesa —dice Gabriel.
—Así me dice mi hermano, desde que tengo uso de razón —comenta ella, sorprendida.
Ambos se giran al escuchar el sonido del piano y ven a Maximiliano, solo, tocando una hermosa intro de Lady in Red de Chris de Burgh. Macarena desde otro sector del salón, sonríe mirándolo absorto en la música. Cuando él levanta la vista y la mira, hay algo en su mirada que la deja sin aliento. Maximiliano se acerca al micrófono y empieza a cantar.
"I've never seen so many men ask you if you wanted to dance..."
Macarena está deslumbrada, casi sin poder creer que él le esté cantando nuevamente.
Estefanía, le pide a Gabriel que la siga. Se acercan a los instrumentos y, con una seña, le indica a su hermano que seguirán su lead. Ella toma la guitarra y Gabriel se acomoda en la batería. Sonriendo, Maximiliano asiente y continúan la canción juntos, creando una armonía perfecta.
The lady in red
(La dama de rojo)
Is dancing with me, cheek to cheek
(Está bailando conmigo, mejilla con mejilla)
There's nobody here, it's just you and me
(No hay nadie aquí, solo tú y yo)
It's where I want to be
(Es donde quiero estar)
But I hardly know this beauty by my side
(apenas y conocía de esta belleza a mi lado)
I'll never forget the way you look tonight
(Nunca olvidaré cómo te ves esta noche)
Estefanía mira a su hermano y no necesita decirlo; Maximiliano entiende al instante. Esta canción es para ellos dos. Deja el piano y se acerca a Macarena, tomándola de la mano y atrayéndola hacia él. La envuelve en un abrazo suave y comienzan a bailar al ritmo de la música.
Desde un rincón, Martín y Clara los observan con orgullo y ternura. Laura, sentada, con su laptop en el regazo, levanta la vista y sonríe. Gonzalo y Rafael, que están bailando, se detienen un instante para admirar la escena. Todos en el salón están pendientes de ellos, pero para Macarena y Maximiliano, el mundo alrededor ha desaparecido mágicamente.
Maximiliano la mira a los ojos y, con voz suave, le canta la estrofa de la canción:
"And I never had such a feeling
(Nunca había tenido un sentimiento)
Such a feeling of complete and utter love, as I do tonight"
(Un sentimiento tan completo y absoluto de amor, como el que tengo esta noche)
Ambos sienten cómo la melodía y las palabras resuenan en su alma. Nunca antes habían experimentado un amor tan profundo como el que sienten en ese preciso momento. En ese abrazo, en esa canción, solo existen ellos dos, compartiendo un instante que será inolvidable.
¡Hola!
Solo queda un capítulo lo para terminar esta primera incursión en la escritura.
¡¡¡Atentxs, atentxs!!!
Les dejó las cancionzotas de este cap, en videos, por si quieres escucharlas
Saludos
Narlie.
https://youtu.be/pAgnJDJN4VA
https://youtu.be/VTzkM5xOZiQ
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